Usuario:DD/Casa Rosada
| Che pibe, este artículo tiene humor re-argento. Si no entendés un carajo, no hinchés las bolas y rajá de acá. |
La Casa Rosada (oficialmente Casa de Gobierno, aunque nadie la llama así porque sería demasiado simple para el gusto argentino) es la sede del Poder Ejecutivo de la República Argentina y el edificio más fotografiado de Buenos Aires después de La Boca y antes que el Obelisco. Situada en la Plaza de Mayo, frente a la Catedral Metropolitana y al lado del Cabildo, la Casa Rosada es el epicentro del poder político argentino y el lugar donde se toman las decisiones más importantes del país, cuando no se están tomando en algún restaurante de Puerto Madero o en una estancia en San Luis.
Construida a finales del siglo XIX sobre los restos del antiguo Fuerte de Buenos Aires, la Casa Rosada debe su nombre al color rosa salmón de su fachada, una elección cromática que ha generado más teorías conspirativas que el asesinato de Kennedy. Algunos historiadores sostienen que el color se debe a la mezcla de cal con sangre de toro (muy argentino), otros que simboliza la unión entre federales (rojos) y unitarios (blancos), y los más pragmáticos opinan que simplemente al arquitecto le gustaba el rosa y tenía los contactos políticos necesarios para salirse con la suya.
Historia
Los inicios: Cuando Buenos Aires era una aldea con pretensiones (Siglo XVI-XVIII)
En el lugar donde hoy se alza la Casa Rosada, los españoles construyeron en 1580 el Fuerte de Buenos Aires, una construcción militar que pretendía defender la ciudad de los ataques de piratas, portugueses, ingleses y cualquier otro europeo que anduviera por el Río de la Plata buscando oro que no había. El fuerte era básicamente cuatro murallas de adobe con algunos cañones que funcionaban cuando no llovía, lo cual en Buenos Aires significaba que estaban operativos aproximadamente 60 días al año.
Durante la época colonial, el fuerte sirvió como residencia de los gobernadores españoles, quienes tenían el dudoso honor de administrar una colonia que estaba en el culo del mundo, no tenía oro, plata ni especias, pero que compensaba estas carencias con una humedad que convertía cualquier documento oficial en papel maché en cuestión de semanas. Los gobernadores coloniales desarrollaron así la primera versión de la burocracia argentina: todo se perdía, nada funcionaba, pero siempre había una excusa climática que lo justificara.
El fuerte original fue destruido y reconstruido varias veces, no por ataques enemigos, sino porque se caía solo cada vez que había una sudestada fuerte. Los ingenieros militares españoles, que evidentemente nunca habían estado en Buenos Aires cuando soplaba el viento del río, diseñaron una fortaleza que duraba menos que un gobierno de coalición en Italia.
La época independiente: Cuando Argentina decidió que ya sabía gobernar sola (1810-1880)
Tras la Revolución de Mayo de 1810, el viejo fuerte se convirtió en la sede del gobierno patrio, aunque "patrio" es un término generoso para describir el caos organizativo que caracterizó los primeros años de la independencia argentina. La Primera Junta, el Triunvirato, el Directorio y demás experimentos políticos se sucedieron en el edificio con una frecuencia que habría hecho sonrojar a un dictador centroamericano.
Durante esta época, el fuerte fue testigo de todas las alegrías de la política criolla: pronunciamientos militares, revoluciones, contrarrevoluciones, fusilamientos en el patio, negociaciones secretas en los sótanos y la invención de la tradición argentina de cambiar de gobierno cada vez que las cosas se complicaban un poquito. Los muros del edificio, si pudieran hablar, contarían más conspiraciones que Maquiavelo en sus peores pesadillas.
El edificio también sirvió como prisión para presos políticos, lo cual en aquella época significaba básicamente cualquiera que no estuviera de acuerdo con el gobierno de turno, categoría que en Argentina incluía aproximadamente al 90% de la población adulta. Las celdas del fuerte vieron pasar a unitarios cuando mandaban los federales, federales cuando mandaban los unitarios, y porteños cuando mandaba cualquiera del interior.
La construcción de la Casa Rosada: Cuando Sarmiento decidió que Argentina necesitaba un palacio presidencial serio (1873-1898)
La idea de construir una casa de gobierno digna de una nación que se consideraba destinada a la grandeza surgió durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, quien había viajado por Europa y Estados Unidos y había vuelto convencido de que Argentina necesitaba un edificio gubernamental que no se cayera cada vez que pasaba una tormenta.
El proyecto definitivo fue encargado al arquitecto sueco Carl Kihlberg, quien evidentemente nunca había trabajado en Argentina y no sabía en qué lío se estaba metiendo. Kihlberg diseñó un edificio de estilo italianizante con influencias francesas, demostrando que los arquitectos europeos del siglo XIX tenían el mismo complejo de inferioridad cultural que los argentinos: si no era europeo, no era lo suficientemente bueno.
La construcción comenzó en 1873 y se alargó durante 25 años, estableciendo el precedente histórico de que las obras públicas argentinas siempre tardan el triple del tiempo previsto y cuestan el doble del presupuesto inicial. Durante estos años, Argentina pasó por seis presidentes, dos revoluciones, una crisis económica y la invención del tango, demostrando que la única constante en el país eran las obras sin terminar.
El color rosa de la fachada fue una decisión del presidente Julio Argentino Roca, quien aparentemente había desarrollado una obsesión cromática tras visitar Palermo y ver las casas de colores de los inmigrantes italianos. La teoría oficial de que el rosa simboliza la unión entre federales y unitarios es probablemente una explicación posterior inventada por algún funcionario con mucha imaginación y poco que hacer.
Siglo XX: La Casa Rosada como escenario de la tragicomedia argentina
Durante el siglo XX, la Casa Rosada fue testigo de todos los episodios que convierten la historia argentina en la telenovela más larga y complicada de América Latina. Por sus salones pasaron presidentes elegidos democráticamente, dictadores autoproclamados, militares golpistas, civiles que duraron menos que un suspiro y personajes que hicieron de la política argentina un espectáculo único en el mundo.
El edificio vio nacer el peronismo, movimiento político que logró la hazaña de dividir eternamente a los argentinos en dos bandos irreconciliables que se odian con una pasión que habría admirado Shakespeare. Desde el balcón histórico, Juan Domingo Perón y Evita dirigieron discursos que convirtieron la Plaza de Mayo en el teatro político más famoso de América del Sur.
La Casa Rosada también resistió bombardeos, asedios, manifestaciones, cacerolazos y la visita de varios presidentes estadounidenses que llegaron sin entender muy bien qué pasaba en Argentina pero fingiendo que todo estaba bajo control. El edificio demostró ser más resistente que muchos de los gobiernos que albergó.
Arquitectura
El edificio: Cuando los arquitectos europeos se encontraron con la realidad argentina
La Casa Rosada es un ejemplo perfecto de arquitectura eclética del siglo XIX, estilo que básicamente consiste en mezclar elementos de diferentes épocas y países hasta crear algo que no es de ningún lado pero pretende ser de todas partes. El resultado es un edificio que combina elementos neorrenacientos, neoclásicos y neobarrocos, con algunos toques neogóticos para no discriminar ninguna corriente arquitectónica europea.
La fachada principal, de 140 metros de largo, está diseñada para impresionar a cualquiera que se asome a la Plaza de Mayo, objetivo que cumple admirablemente especialmente cuando está iluminada de noche y parece un pastel de cumpleaños gigante. Los arquitectos europeos que trabajaron en el proyecto habían estudiado los grandes palacios de París, Roma y Madrid, pero evidentemente nadie les había advertido sobre la humedad rioplatense, que convierte cualquier piedra europea en material compostable.
El famoso balcón es probablemente el elemento arquitectónico más importante de Argentina después del Obelisco y antes que el puente de La Boca. Desde este balcón se han dirigido a la nación presidentes, dictadores, primeras damas y algún que otro ministro con delirios de grandeza. El balcón tiene las dimensiones exactas para que se vea bien en televisión, lo cual demuestra que los arquitectos del siglo XIX tenían una visión de futuro que incluía la era mediática.
El Salón Blanco es donde se celebran las ceremonias oficiales más importantes, como juramentos presidenciales, recepciones diplomáticas y negociaciones políticas que luego se filtran a la prensa al día siguiente. Decorado en estilo Luis XVI (porque en Argentina siempre se prefirió la monarquía francesa a la española), el salón tiene capacidad para 200 personas de pie o 150 sentadas, dependiendo de cuántos periodistas consigan colarse.
El Despacho Presidencial es el sanctasanctórum del poder argentino, el lugar donde se toman las decisiones que afectan a 45 millones de argentinos. Está decorado con retratos de próceres patrios que contemplan desde las paredes cada reunión política, probablemente preguntándose qué hicieron mal para merecer esto.
Los jardines: Un oasis verde en el centro del caos porteño
Los jardines de la Casa Rosada son un espacio de 7.000 metros cuadrados diseñados paisajísticamente para crear un ambiente de tranquilidad que contraste con el nerviosismo permanente que caracteriza la política argentina. Están llenos de plantas autóctonas y europeas, demostrando una vez más la obsesión argentina por combinar lo local con lo importado hasta crear algo único e irrepetible.
El Jardín de Invierno es un invernadero construido en 1900 que alberga plantas tropicales y subtropicales que no podrían sobrevivir al aire libre en Buenos Aires, aunque considerando la contaminación atmosférica de la ciudad, probablemente estén más seguras bajo techo que la mayoría de porteños.
La política en la Casa Rosada
El protocolo presidencial: Un ballet burocrático perfeccionado durante 200 años
La Casa Rosada funciona según un protocolo desarrollado a lo largo de dos siglos de gobiernos que han ido desde la democracia más pura hasta la autocracia más descarada, pasando por todas las variantes intermedias. El resultado es un sistema de ceremonias, precedencias y tradiciones que rivaliza en complejidad con la corte de Versalles pero con la eficiencia operativa del correo argentino.
El ceremonial de llegada de un nuevo presidente incluye 47 pasos diferentes que van desde la recepción en la entrada principal hasta la entrega del bastón de mando, pasando por presentaciones, himnos, discursos y fotos oficiales. Todo está cronometrado al minuto, excepto cuando se retrasa por manifestaciones en la plaza, cortes de tráfico o simplemente porque en Argentina los horarios son sugerencias más que obligaciones.
Las audiencias presidenciales siguen un protocolo establecido en el siglo XIX que incluye salas de espera jerarquizadas según la importancia del visitante. Los embajadores esperan en el Salón de los Escudos, los empresarios en la Sala de Audiencias, los sindicalistas en el Salón Dorado, y los periodistas en cualquier pasillo disponible hasta que alguien se acuerde de que están ahí.
La seguridad: Un búnker disfrazado de palacio
La Casa Rosada está protegida por un sistema de seguridad que incluye desde Granaderos a Caballo que desfilan en ceremonias hasta equipos antiterroristas que nadie ve pero que están ahí, probablemente. El nivel de protección ha ido aumentando con los años, convirtiendo el edificio en una fortaleza que aparenta ser un palacio pero que en realidad funciona como un búnker con pretensiones arquitectónicas.
El Regimiento de Granaderos a Caballo es la unidad militar encargada de la custodia ceremonial, herederos de los granaderos de San Martín y especialistas en desfilar con uniformes del siglo XIX mientras mantienen la seguridad con equipamiento del siglo XXI. Son los únicos militares argentinos que todavía saben montar a caballo, habilidad que conservan por si algún día hay que escapar hacia Chile como en los viejos tiempos.
Controversias modernas
El eterno debate del color
La polémica sobre por qué la Casa Rosada es rosa resurge periódicamente cada vez que asume un nuevo gobierno y alguien sugiere cambiar el color "para modernizar la imagen institucional". Estas propuestas suelen durar aproximadamente 48 horas, tiempo que tarda la oposición política en denunciar cualquier modificación como un "atentado contra la tradición nacional" y los medios en convertir el tema en una crisis institucional.
La seguridad vs. la transparencia
El permanente conflicto entre mantener la seguridad presidencial y permitir el acceso ciudadano ha convertido la Casa Rosada en un caso de estudio sobre cómo equilibrar la protección del poder con la apertura democrática. Cada incidente de seguridad resulta en nuevas restricciones que reducen el acceso público, mientras que cada crítica sobre "palacio blindado" genera presión para aumentar la transparencia.
El mantenimiento eterno
La Casa Rosada lleva en obras de mantenimiento desde 1898, estableciendo un récord de longevidad en reformas que supera incluso a la Sagrada Familia. Cada gobierno que llega encuentra algo que arreglar, cambiar o "modernizar", creando un estado permanente de reformas que mantiene ocupados a tres generaciones de arquitectos especializados en edificios gubernamentales.
Curiosidades que no salen en las visitas oficiales
- La Casa Rosada tiene 35 baños, cifra que supera a muchos hoteles de lujo pero que se considera apenas suficiente para la cantidad de reuniones políticas que se celebran diariamente en el edificio.
- El edificio cuenta con un túnel subterráneo que lo conecta con el Banco Nación, construido en los años 30 para facilitar el traslado de fondos reservados sin pasar por la plaza. El túnel sigue funcionando, aunque oficialmente "no existe".
- Los gatos de la Casa Rosada son descendientes de los gatos que controlaban las ratas del puerto colonial. Tienen acceso a todas las dependencias del edificio excepto al Salón Blanco, privilegio que no tienen muchos ministros.
- El balcón histórico tiene instalado un sistema de calefacción por resistencias eléctricas para los actos en invierno, lo que convierte a los políticos que hablan desde allí en las personas mejor climatizadas de la Plaza de Mayo.
- Existe una tradición no oficial según la cual cada presidente debe plantar un árbol en los jardines. El estado del árbol se considera un indicador del éxito del mandato, teoría que explica por qué algunos presidentes han contratado jardineros privados.
Véase también
- Casa Blanca - La versión estadounidense sin color
- Palacio de la Moneda - Para cuando quieras ver cómo se hace en Chile
- Palacio de Miraflores - La versión venezolana con más drama
- Congreso de la Nación - El otro edificio donde no se entiende qué pasa
- Plaza de Mayo - El teatro donde se representa la política argentina