Compendio de artes legislativas

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Cita3.pngEste libro es maravilloso. Es el mejor posavasos que he comprado en mi vidaCita4.png
Cita3.pngLos golpes de Estado han de realizarse los lunes por la mañana. Ya sé que jode pero es lo que hayCita4.png
Compendio de artes legislativas (Capítulo III, XLVII)

El Compendio de artes legislativas es un libro muy pero que muy gordo escrito en el siglo VIII a. C. en Jonia. Su objetivo es instruir al lector en el noble arte de legislar a golpes de Estado, engaños y sobornos. Ha sido el libro de cabecera durante años de los políticos más prestigiosos de la historia como fueron Dracón, Nerón y Mamón. Éste último un gran político inglés ignorado por la historiografía más seria.

Superpolítico de nivel dos recargando su chi para preparar un voto particular.

Autoría y origen

Patada directa al reglamento parlamentario en la modalidad "con gafas parezco más cool".

Poco se sabe del autor del libro, según los filólogos el uso excesivo del verbo porkulizar a lo largo de la obra coloca a Atenas como candidata más probable del lugar de nacimiento del mismo. El mito dice que su autor es el padre de las leyes confusas y padrino de las indisposiciones transitorias. El biógrafo Diógenes Laercio dejó escrito que se llamaba Bucéfalee de Focia pero se cree que es una adición escolástica del siglo XIII de algún monje húngaro. Dice la tradición que fue criado por Quirón el centauro quien le enseñó a base de coces lo que los niños griegos tenían que aprender, es decir, oratoria, música y la lista de reyes micénicos. Según Cadrón de Stamos Bucéfalee viajó al Oráculo de Delfos donde previó pago de un cordero y cuatro liebres recibió el siguiente consejo: aféitate por la mañana y no por la noche.

Entusiasmado Bucéfalee por el fin de la Edad Oscura griega viajó por Oriente Medio para conocer nuevas culturas. Visitó Asiria, Sumer, Mesopotamia e Incilandia, los países más avanzados de la época. Aprendió de grandes maestros y fue estafado por varias prostitutas. Al volver a casa le dio un beso a su madre, se encerró en su habitación y escribió un libro exagerando todo lo que había visto e inventándose costumbres insólitas, lo que daría lugar a una larga tradición entre los geógrafos e historiadores helenos.

Sospechaba Bucéfalee que Grecia vivía en la más absoluta anarquía. Estas sospechas se convirtieron en convicciones cuando recibió la quincuagésima paliza sin que pudiese acudir a ningún organismo estatal para que se ejerciese el ius puniendi. Para paliar este desaguisado emprendió la ardua labor de gestar una obra que explicase las técnicas por los que se podrían crear leyes. El plagio aún no había sido inventado al haber tan pocos libros sobre los que inspirarse así que se dedicó a recordar todo lo que había aprendido de sus maestros.

Lex Jitsu

El arte legislativo es una disciplina que conlleva muchos años de entrenamiento. Desde antiguo ha servido tanto para los tiempos de guerra como los de paz. En este último caso sobre todo para mantener un buen tipo.

Postura

Los bebés pueden ser buenos escudos.

Lo primero que hay que aprender es a sentarse correctamente en el escaño. La espalda ha de estar recta, hombros relajados y brazos cubriendo el corazón y el higado. La cámara de televisión del Parlamento le puede estar apuntado en cualquier momento por lo que ha de parecer que estás haciendo algo, ya sea consultando un periódico (aunque en realidad sea deportivo) o anotando algo (¿la lista de la compra tal vez?). Llevar gafas da un aire de intelectualidad, si no se tiene es aconsejable hablar poco o ceñirse a lo que digan los asesores, que para algo les pagas con los fondos reservados.

En cuanto a la pose cuando se está en el estrado, es importante mover los brazos como una veleta, de esta manera tan elegante nunca sabrán de que demonios está hablando y podrá esquivar más fácilmente los micrófonos que vuelen en su dirección desde las bancadas de la oposición. Vigilar la espalda no es nunca una mala idea. El presidente del Parlamento suele tener un martillo bien gordo y no dudará en usarlo si el caso lo requiere.

Defensa

¿Cómo? ¿Alguien quiere enmendar la ley que su partido tan laboriosamente ha redactado durante la hora de la merienda? Es el momento de acudir en su defensa. Hay que plantear una estrategia o acabará todo en un caos. No vaya a ser que acabe golpeando a los secretarios del Parlamento. Lo mejor es acercarse cautelarmente al portavoz de la oposición con un periódico enrollado donde tendremos escondida una barra de acero galvanizado. Preguntarle la hora y arrearle en toda la cabeza. A continuación huye de la escena del crimen y ponte a silbar el himno de tu país. En el Parlamento no se respeta a la gente con gafas pero si a los patriotas.

Ataque

La mejor técnica para atacar es aprovecharse del ataque del enemigo pero usándolo en su contra. El aikido es quien mejor a desarrollado este método. Su creador, Morihei Ueshiba, se dio cuenta de que cuando era insultado por sus enemigos políticos lo mejor que podía hacer era mantener la calma y esperar pacientemente su turno de réplica. Cuando le llegase dicho turno, se levantaría con suavidad, aproximaría su boca al micrófono con ligereza y se limitaría a susurrar: pero tú más. Tras lo cual se volvía a sentar con la ligereza de una garza caminando por un lago cubierto de nenúfares en flor. Al principio el efecto de tan demoledor ataque no se deja notar, pero tras usarlo varias veces seguidas el contrincante acaba rendido sin saber como.

Los cinco movimientos prudentes

En la parte superior de la imagen podemos observar a un político realizando la terrible maniobra llamada enmienda a la totalidad subrepticia en su variante me tiro a peso.

La cuestión de inconstitucionalidad incuestionable

Esta técnica ha de usarse con moderación ya que un fallo en su ejecución puede conllevar consecuencias imprevistas.

Si por razones antes mencionadas, su furioso enemigo presenta una ley que reduce sus derechos más básicos, que ellos llamarán con envidia “privilegios de una sola corriente política”, no puede resignarse. Permanezca tranquilo hasta que el fuego de su interior se apague (fuego de furia o úlcera intestinal), medite en posición de loto, o cuando menos no cabeceé mientras las cámaras le apuntan. Ahora, con toda tranquilidad, levántese de su silla, camine al estrado recitando los mantras que le enseñaron en la escuela de leyes. ¡Recurso de inconstitucionalidad!

Por supuesto. La ley suprema de cualquier estado de derecho es la Constitución y nadie, ni siquiera el presidente, ni mucho menos una apestosa ley de reducción presupuestal, puede ganarle. Si se es pobre, este recurso se llama Amparo directo, pero si se es legislador es la cuestión de inconstitucionalidad incuestionable, y ya ha ganado. Ha hecho una chuza con toda la bancada contraria.

Método contrario, nadie debe saberlo: modificar la Constitución y eso es un fatallity.

La mayoría absoluta no es cosa de simples

La mayoría absoluta es una de las labores más difíciles de llevar. La mayoría no es sólo 50% + 1, eso se llama mayoría relativa y no genera ninguna satisfacción; la absoluta es, como su nombre lo indica, que todos (aunque sean cientos) voten a favor, hasta ese octogenario que legisla desde 1934 y lleva 40 años absteniéndose. El Jitsu de control mental funciona a veces, pero con una eficiencia de cien por ciento si propone un aumento de presupuesto para la labor legislativa del país. Algunos presidentes lo han conseguido dando bonos millonarios gratis, simplemente pidiendo el favor de votar por sus reformas estructurales, nadie se resiste a hacer un favor a un ser humano tan generoso.

Doble moción de censura

Existen rivales de un poder tan colosal que una simple moción censura no es suficiente para aniquilarlos. La única solución es extender los brazos al cielo y estar en esta postura durante tres días. Si alguien pregunta diga que tiene vértigo estomacal y verá como le dejan en paz. Concentrando su chi en una gran masa de votos conseguirá alcanzar la cantidad necesaria de energía con la que expulsar al Presidente o Primer Ministro. ¡Pero cuidado! Durante este tiempo sus defensas estarán bajas y su rival político podría hacerle cosquillas en el sobaco con una pluma. Para evitarlo recomendamos que no se duche durante semanas antes de realizar esta técnica suprema.

Decretos a diestro y siniestro

Nadie puede hacer nada sin sacar una serie de decretos, siniestros claro, pero también diestros. Nada funciona con la eficiencia de subir impuestos como anexos a legislación de frutas y verduras que nadie leerá.

La enmienda a la totalidad subrepticia

O Reforma Constitucional para los no peninsulares, es la parte definitiva que puede fulminar el escudo más fuerte y la lanza más poderosa. Nada puede sobrevivir a la enmienda bien hecha y planeada, ya saben, la Constitución nunca se equivoca, y, al igual que la Biblia, aunque dos artículos se contradigan, ambos son ciertos.

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