Cadrón de Stamos

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Cadrón (Kαδρων Ιχοπουτης para los amigos), con toda su acentuación, fue un destacado filósofo de la edad clásica. Sus innovadoras teorías lo convirtieron en un enemigo mortal de Platón y compañía, pero en cambio muy colega de otros como Enpedoclés y Kepedoievoclés, a los que invitaba con frecuencia a practicar la filosofía en su humilde palacio de tres mil metros cuadrados en la isla de Stamos.

Biografía

Siempre le era imposible disimular su hijoputez.

De padre argonauta y madre ex-ergastina, el pequeño Cadrón disfrutó de una infancia feliz en los suburbios de Atenas, durante la cual se dedicó a tareas instructivas en el sector de la higiene urbana, como purgar detritus de las calles o asistir durante largas jornadas al teatro para vender morcillas y limpiar zapatos culturizarse. Teniendo en cuenta tal y como muestran las esculturas conservadas, se especula con que le creció toda su barba a los 10 años.

Un día, mientras sacaba brillo a las sandalias de Sócrates, se vio completamente aburrido impresionado por el discurso del brillante pensador. Además, comprobó que diciendo cosas obvias, pero dotándolas de una mínima fuerza interpretativa, uno podía ganarse el respeto del populacho. De esta manera, dos caminos laborales se le presentaban: comentarista deportivo o filósofo. Como los deportes de masas no eran demasiado populares en la Grecia clásica, escogió la segunda opción, por lo que abandonó Atenas decidido a emprender su propia andadura del saber.

Stamos era una pequeña isla del sur de Grecia, que vivía en desgracia por el descontrol y caos que producía el gobierno de la dinastía real, aficionados a carreras masivas de hormigas culonas. Hasta que un día Cadrón llegó a la isla con su ejército de fieles filósofos. Viendo el disparatado precio de las pensiones, encabezaron una revuelta popular (las carreras de hormigas no es que tuvieran demasiado tirón entre la gente) y libraron a Stamos de la tiranía y el despotismo en que se veía inmersa, por culpa del indolente monarca Mangentor (Μαγγεντορ Πορκηνωττεκαλλας según los archivos conservados de la ciudad).

Todo el mundo alabó a Cadrón y durante diez días se montaron una cogorza acojonante, que les hizo caer al suelo de felicidad. Fue entonces, aprovechando el estado de máxima inspiración interior de su pueblo, cuando Cadrón decidió llevar las riendas de éste para guiarlo hasta su libertad. Para ello comenzó convirtiendo el palacio real, antiguo lugar de celebración de bacanales, en un antro de filosofía, donde habitaría él con sus seguidores. Gracias a la aplicación de sus teorías filosóficas al gobierno de la ciudad, Stamos logró paz y prosperidad durante un largo periodo de tiempo. No obstante, con el transcurrir de los años, el pueblo fue descubriendo poco a poco que añoraba las antiguas carreras de hormigas, por lo que, aprovechando una ausencia de Cadrón (que participaba en un combate de boxeo a muerte contra Platón), se originó otro golpe de estado que colocó en el poder a Filipo Coníletes (Φελιππε Κωνλετι).

Teorías filosóficas

Las hordas de fans de Cadrón de Stamos.

Durante la etapa de gobierno de Cadrón en Stamos, todo se decidía y medía por la brillantísima filosofía que salía del palacio. Si algún díscolo no se mostraba de acuerdo con el estilo de tomar decisiones, de forma amable y dialogante se le convencía para encauzar adecuadamente su forma de pensar.

Una de las teorías más célebres, de la que todos estaban convencidos y seguros, era la famosísima ley de ¡Por mis όρχεις!, que naturalmente significa: ¡Por mis ojos que no te engaño!. Esta muletilla era precisamente lo que Cadrón siempre respondía cuando le preguntaban ¿por qué? (con su traducción griega, claro).

En respuesta a la teoría platónica del Mito de las Ideas™, Cadrón decidió encerrar a un claustrofóbico en una cueva, completamente a oscuras, encadenado a la pared y rodeado de leones. Dado que el pobre hombre no fue capaz de liberarse y escapar de los animalitos en medio de la penumbra (aunque estuvo a punto, pero Cadrón también había tomado la precaución de tapiar la salida), se demostró claramente que las Ideas de Platón eran una chorrada.

Además, Cadrón deseaba que los ejércitos reales se educaran en su pensamiento y transmitiesen su mensaje ilustrado a los ciudadanos más apáticos. De manera que su organización estatal quedó así:

  • Primer estrato social: Guías del pueblo. Incasta de Cadrón y sus filósofos.
  • Segundo estrato social: Defensores del pueblo. Incasta de los guerreros filosófos, duramente entrenados para matar de aburrimiento a cualquiera que osase atacar la ciudad.
  • Tercer estrato social: Productores. Incasta del pueblo, la más incastiza de todas.

Posteriormente, Platón le plagió vilmente la idea, por lo que Cadrón se enfadó tanto que regresó a su ciudad natal y desató las Guerras Pelopoyésicas.

Principios destacados

A pesar de que la Iglesia quemó todos los libros de Cadrón un día de febrero en el que hacía mucho frío, conservamos algunas frases recogidas por sus seguidores y que nos dan una idea aproximada de su pensamiento.

Junto con Alcibíades copaba las portadas de la época.
  • Las cosas son lo que digo que parecen.
  • El alma es inmortal, si me sale de la cornucopia. La de Platón, no.
  • El infinito es un ocho tumbao o dos ceros pegaos, y no vale más que yo.
  • El cielo es una bóveda que nos protege de la ira de Chucky.
  • Los dioses ya no existen.
  • Las cosas están hechas de puntos. Un punto es sólo el doble de grande que el pene de Platón.
  • La materia se destruye si yo lo digo.
  • El Ser no es no Ser. Pero el no Ser sí es. Así que el no Ser no es siendo es, y viceversa al contrario.
  • En una discusión dialéctica gana el más pesao, a menos que yo diga lo contrario.
  • Las discusiones dialécticas son una gilipollez cuando pueden usarse armas.
  • En los combates en que no se termine en sangre, habrá lapidaciones.
  • Reflexionar muchas veces te pone cuadrao.
  • Las hembras se tratarán de igual a igual e incluso gozarán de muchas ventajas:
    • A las que estén buenas se les regalará un curso de mi filosofía, conmigo como profesor.
    • Luchar en pelotas es una mariconada, y sólo les está permitido a las hembras.
    • Sólo las hembras pueden ir ligeras de ropa en verano.
    • Sólo las hembras pueden entrar en las termas de los filósofos. Platón no será considerado filósofo. Platón no será considerado hembra.
    • Las hembras no necesitan moral ni vergüenza.
  • Cuestionar es de sabios. Si me cuestionas, serás puro no Ser.
  • Matar a un platónico no es asesinato; matar a un ciudadano libre, tampoco.

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