Fútbol femenino
El fútbol femenino (fútbol de viejas en México) es la vertiente más pura del juego con bolas por antonomasia. Siendo que su variante masculina es hinchada mayormente por homosexuales, la que nos atañe viene a ser una reivindicación del orden natural de las prácticas de género. Además que las que lo practican suelen mejorar notablemente su coordinación, sufren en menor medida los cólicos mensuales y tiene mejor culo.
Historia
Desde los orígenes del balonpié los equipos femeninos de fútbol han sido los que han marcado la pauta en cuanto a estándares de juego y deportividad, aun cuando no había mujer alguna en los mismos. Se sabe que el los tiempos de Jesús, su equipo masculino de 11 jugadores (Judas era el aguador) tenía su contraparte femenina conformado por las esposas de mismos, y no fue hasta el siglo IV, cuando los romanos les robaron la franquicia, que los equipos femeninos fueron prohibidos.
Así los equipos femeninos siempre tenían que vérselas entrenando en los bosques y recibiendo acusaciones de brujería de vez en cuando. Y recién en el siglo XIX, en Escocia, se registró el primer equipo femenino de fútbol conformado íntegramente por hombres con falda.
Fue en 1894, que "Nettie Bola de Miel" (nombre de batalla), una fetichista de las bolas melosas, fundó el 'British Ladies Football Club' para tener un pretexto para salir de casa a "entrenar" y volver con su cornudo a contarle lo bien que la pasó entre pelotas.
Durante las guerras mundiales las futbolistas tuvieron doble trabajo, ya que ante la falta de hombres por la guerra, también debían integrar los equipos masculinos pintándose un mostacho con plumón. Pese a esto fueron boicoteadas, por varias ONG por la lucha de los derechos masculinos, acusadas de practicar la discriminación y el apartheid. Recién durante los 70's, y luego de una quema pública de sostenes y suspensores, las federaciones deportivas reconocieron la existencia de los equipos femeniles.
Mundiales Femeninos
El primero se llevó a cabo en Italia, donde las representantes internacionales llegaron por invitación sin eliminatorias previas. Otras tantas no llegaron porque confundieron los mapas y se fueron por cualquier lado pensando que todos los caminos conducen a Roma.
A pesar de la excitación el éxito y la gran expectativa creada por los primeros mundiales femeninos, la desorganización de las federaciones locales y un grupo de maricones envidiosos, hizo que se generara discontinuidad en los torneos, que actualmente no se realizan cada cuatro años sino cada veintiocho meses.
Cambio de imagen
En el 2004 el presidente de la FIFA, tras ser pellizcado por su esposa, sugirió que las mujeres futbolistas podrían usar pantalonetas ceñidas y camisetas manga cero para tener una estética más femenina. Este iniciativa fue pronto criticada por la vocera del feminismo Alison Bechdel exigiendo que para la debida igualdad con los equipos masculinos, las chicas deberían usar suspensores y dejarse el bigote.
Y fue hasta el 2008 que un equipo de holandesas se presentó a un torneo oficial usando manga cero y minifaldas, además diciendo que vencerían a sus contrincantes en el nombre de la luna.
Las críticas se hicieron llegar desde los estados islámicos, sobre todo por aquello de vencer en nombre de la luna, exigiendo que las jugadoras minifalderas usen burka para enfrentarse en igualdad de condiciones. Pero nadie las tomó en serio, hasta que una hizo volar los camerinos en un atentado suicida.
Finalmente en 2011, un equipo ruso, impuso una sanción a sus jugadoras, por no lavar sus uniformes en el río durante el invierno, haciéndolas jugar en tanga. Esta iniciativa fue adoptada pronto por Argentina y Brasil quienes aplauden este cambio hacia un uniforme más femenino.
Fútbol femenino en la actualidad
Actualmente, la mejor jugadora del mundo es Alexia Putellas (sí, realmente se llama así), centrocampista del Barça y de la Selección Española. Sin embargo, a pesar de esto, cuando le preguntan a la gente por si conocen alguna jugadora, solo te saben decir que conocen a Alex Morgan o a Megan Rapinoe (la del pelo rosa), a pesar de que no las habrán visto jugar en la vida.
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