Wieland Wagner

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Wieland Adolf Gottfried Wagner (Bayreuth, 5 de enero de 1917-Múnich, 17 de octubre de 1966) fue un director de escena de óperas. Fue bisnieto del mujeriego pianista y compositor Franz Liszt, nieto del patilludo compositor Richard Wagner, hijo del ablandengado compositor Siegfried Wagner y su masculina esposa Winifred, y, no todo iba a ser bueno, fue también fue el sobrino putativo favorito del bigotudo dictador Adolf Hitler. Sus puestas en escena pusieron patas arriba la rancia y apolillada concepción dramatúrgica de su tiempo y supusieron el inicio de algo todavía más desopilante.

Esos años mozos...

"Ya me están tocando el cojón los jodidos niños", decía el dictador. Wieland es el gordito de la derecha.

Wieland era el mayor de sus cuatro hermanos y desde niño hizo gala de una gran creatividad y de cierta obesidad. Tuvo una infancia feliz en la que su padre trataba de aislarse en lo posible del hogar familiar porque ahí se había situado un individuo de sospechoso flequillo y ridículo bigote que era quien realmente le hacía tilín a su madre. Este no era otro que Adolf Hitler a quien los niños llamaban cariñosamente tito Wolf. Al morir su padre, aunque éste había decidido que todo se repartiría a partes iguales entre sus cuatro hijos reconocidos, tito Wolf y Winifred decidieron que, por el único cojón de Adolf, sería Wieland quien se haría cargo del Festival que fundara el ilustre Richard.

Supuso un sólido apoyo para su tito Wolf en momentos de necesidad.

De esa manera Hitler le envió a estudiar dibujo y pintura a Munich con la esperanza de que se convirtiera en un pintor tan bueno como él mismo (contengan las risas). Tras estallar la guerra Hitler le dispensa del servicio militar porque quería preservar la sangre de Wagner, si bien a su otro hermano macho, Wolfgang, le envió al frente sin miramientos (fue herido en una mano, lo cual truncó una nada prometedora carrera de director de orquesta). Wieland fue enviado a un pueblucho donde bajo la protección del director del teatro local (con quien inició una relación de aprendizaje casi socrática) se daban las condiciones ideales para que Wieland experimentara y formara su propio estilo: era un teatro sin apenas público, sin presupuesto para decorados en condiciones y con una orquesta que más bien recordaba a una charanga.

Para que se fogueara, Hitler le encargó que escenificara en Hamburgo los Maestros Cantores de Núremberg. Esta hamburguesa fue su primera gran producción. Tito Wolf le facilitó a las Juventudes Hitlerianas para que le hicieran de extras y cantaran los coros (que quedaron algo deslucidos) y para que tuviera público obligó invitó a soldados heridos y obreros de la industria armamentística a acudir a las mismas. Tras cada representación prorrumpían en grandes ovaciones, por la cuenta que les traía.

La guerra siguió su curso y, gracias a las grandes dotes estratégicas de Hitler, las probabilidades de victoria de Alemania en la misma se aproximaban más o menos a las que tú tienes de ganar el Euromillón. En esas circunstancias cualquier alemán, hasta el elegido para perpetuar la sangre del semidiós Richard Wagner, podía ser llamado a filas. Wieland se escaqueó una vez más porque su cuñado le ofreció un puesto de codirector en el campo de prisioneros de Bayreuth. Lo de codirigir es un decir, que allí se dedicó nada más que a hacer maquetitas de sus decorados y del cohete V-2, que volar no volaba una mierda, pero tenía gran presencia escénica, tanto que sirvió de inspiración para el de Tintín, que sí volaba y tenía más cuadros. El cohete, no Tintín.

Cuando la derrota era ya segura fue a hablar una vez más con tito Wolf para pedirle que le diera las partituras manuscritas de su abuelo que los empresarios alemanes le habían regalado por el mes del bigote. Tito Wolf le respondió que lo que se da no se quita, y antes de pegarse un tiro rodeado de traidores en su bunker hizo un rollo con ellas y las escondió en un lugar muy secreto, llevando de esta manera la música de su compositor favorito muy dentro de sí. Fueron de esta forma accidentalmente quemadas con el cadáver y estos valiosos documentos se perdieron para siempre, siendo irrecuperables para la musicología.

El Nuevo Bayreuth

Así eran sus puestas en escena. Efectivamente, no había nada en el escenario. Baratas salían, eso no se puede negar.

Tras la guerra, la familia Wagner, vaya usted a saber por qué, es sometida a un proceso de desnazificación. Como durante el mismo a Winifred se le levantaba espasmódicamente el brazo como si fuera el Dr. Strangelove, se la inhabilita de por vida para dirigir eventos culturales (alabado sea Dios). Se determina que el colaboracionismo de sus hijos había sido meramente folclórico y, por tanto, el festival de pone en manos de los hermanos Wieland y Wolfgang Wagner. El primero se encargará de la parte artística, al segundo se le asigna el no menos apasionante mundo -o eso se le dice a él- de la contabilidad y las finanzas.

Además de las óperas de su abuelo, también se encargaba de la puesta en escena de la Cabalgata de los Reyes Magos.

En los años oscuros entre el final de la guerra y la reapertura del festival Wieland se había empapado de las teorías del escenógrafo Adolphe Appia cuya estética huía de puestas en escena naturalistas de decorados apolillados de cartón piedra y se basaba en escenarios limpios de todos los elementos que no fueran esenciales (y de los que lo fueran también) y en la proyección de luces que inducirían al espectador a introducirse en la psicología de drama y escena y, también, a tener ataques epilépticos. Estas teorías sirvieron a Wieland como base para plagiar a Appia su nueva estética, la cual se basaría en partir de las puestas en escena que se habían hecho en el Bayreuth del Tercer Reich y despojarlas únicamente de aquellos elementos que constituían propaganda explícita e implícita del régimen hitleriano. Esto condujo a unas escenificaciones minimalistas y descarnadas, en las que se podía disfrutar de las obras de Wagner en su esencia más musical, porque lo que es en el escenario, tampoco es que hubiera mucho que ver. Estas decisiones artísticas de Wieland Wagner contaron con las bendiciones de su hermano Wolfgang quien, encargado de las arcas del Festival, vio que comprando dos putas cortinas y cuatro focos sacaban el negocio adelante, pues en una economía de posguerra y sin las subvenciones del tito Wolf, boyante, lo que se dice boyante, no estaba la caja.

Maestros Cantores: el antes y el después de pasarle el filtro desnazificador...

Aquí a la izquierda tenemos uno de los mayores éxitos de Wieland. Fijémnos primeramente en la carcundia de la imagen superior (cómo se escenificaba a Wagner en la época nassi): vestuario amanerado, bandera imperial y personajes haciendo el saludo fascista para resaltar la supremacía del arte alemán. Abajo la puesta en escena de Wieland Wagner: toda la gente anterior está simbolizada por esa bola floripondio que vemos arriba, con lo cual Wieland quería expresar que eran una bola de cursis, unos pelotas -con el régimen de su EX tito Adolfito- e incluso unos pelotudos. Así mismo el resto es un gran vacío: el que quedó en Nuremberg tras el paso de los aliados, que se decidieron a limpiar la ciudad de nazis a base de bombas, convirtiéndola en un fabuloso solar sobre el que construir y edificar la nueva Alemania a base de pelotazos (otro significado de la bola ¡es un no parar!) inmobiliarios. Estos Maestros Cantores, conocidos como Maestros Cantores SIN Nuremberg tuvieron una gran repercusión, siendo recibidos con gritos y abucheos por la audiencia de viejos fachos que, en lo sucesivo, dejó de acudir a los Festivales de Bayreuth

¡Mira, eso parece un pene!

No obstante con el paso de los años (y la mejora de las condiciones económicas del festival, debidas a la buena gestión del eficiente Wolfgang) Wieland se animó a ir restaurando ciertos elementos escénicos para que no fueran todo rayos de luz y telones vacíos, que se hacía la cosa más sosa ya que un yogur de agua. Ejemplo de ello es la imagen de la derecha, de una escenificación de Tristán e Isolda. Wieland penetra por todos los orificios del drama sugiriéndonos de manera picarona todo tipo de significados psicosexuales latentes y latienes, que se revelan en diversos elementos escénicos que constituyen en elementos fálicos y en glory holes. Así mismo a las cantantes que hacían el rol protagonista gustaba de vestirlas de cuero, que eso en pleno agosto -época de los festivales- resultaba en eróticos sudores y dadas sus formas, por lo general orondas, en encinchadas morcillas peleonas pegando berridos en el sobreagudo.

Estas excentricidades, así como su olfato para fichar músicos y cantantes (Wieland ostentaba la prominente nariz de la que siempre han hecho gala los judíos Wagner) condujeron a Bayreuth a una nueva época de esplendor, y a una calidad artística pocas veces igualada en las representaciones wagnerianas. No faltaron, no obstante, polémicas, como la que Wieland mantuviera con Hans Knapperbs Knapplesfbfhs Knappertsbusch, recio director de orquesta con un ricito en la frente como la Martirio, quien se negaba a dirigir Parsifal si no se veía en escena la paloma que simboliza el Espíritu Santo. Wieland la resolvió situando la paloma en tal ángulo que el director de nombre impronunciable viera el (fálico) pajarito y el público no, mira tú si era pillín.

Y bueno, un día de repente se puso malito y se murió, a los 48 años, que estaba hecho un chaval y fue una desgracia muy grande. Menos mal que estaba su hermano Wolfgang para continuar con su legado...

Legado relegado

Wolfgang Wagner era algo así como la versión barata de su hermano. Barata porque sabía de dineros, pero también porque sus dotes como director de escena eran un tanto más limitadas que las de Wieland, cuyas puestas en escena copiaba sin disimulos, añadiéndoles sosería y teutónica eficiencia. Estas cualidades le hicieron acreedor de dirigir, en lo sucesivo, los Festivales en solitario.

Al morir Wieland, Wolfgang quiso honrar la memoria de su hermano mayor. En primer lugar, expulsó a la progenie de éste sin miramientos de la casa familiar y les excluyó de la línea sucesoria al frente del Festival. Qué mejor podía hacer por sus sobrinos que estimularles a buscarse la vida por sus propios medios, ni siquiera a sus hijos les amó tanto, pues con ellos no hizo lo mismo. La segunda medida que llevó a cabo para homenajear a Wieland fue destruir decorados, vestuario y casi todo testimonio documental existente de la obra del mismo. De esta manera la obra de Wieland Wagner sería un instante mágico en el tiempo, una luz artística irrepetible e irreproducible. Los maledicentes dicen que así Wolfgang se ahorraba las odiosas comparaciones entre el original y las pobres imitaciones que él perpetraba. Qué sabrán ellos.

Así que en definitiva nos quedan unas cuantas fotos y un par de filmaciones en blanco y negro, con lo cual los que vieron el trabajo de este hombre en vivo y en directo nos dicen que fue la hostia, pero tú te lo tienes que imaginar. No obstante a todo ello se considera a Wieland Wagner el fundador espiritual del Regietheater, corriente escénica que consiste en que el director de escena se pasa la obra original por el forro de los cojones y pone sobre el escenario lo que le parece. De esta manera, el autor lo mismo te hizo una de indios y tú en el escenario ves astronautas, o de un Auto Sacramental te sacan una comedia prostibularia. Esta corriente se ha hecho tan popular en Alemania que ha llegado incluso a las representaciones escolares y es un despiporre, porque tú asistes a una velada teatral u operística esperando una cosa y sabes que te vas a encontrar todo menos aquello que has ido a ver.

Matrimonio, descendencia y affaire

Aquí con la chata. Mira qué ojillos se le ponían, qué sonrisilla... ¡pirata, tunante!.

Se casó con una señora con la que tuvo cuatro hijos (esos a los que Wolfgang amó tanto que les echó a tomar pol culo).

  • Iris Wagner: que se dedicó a hacer películas y escribir en Inciclopedia.
  • Wolf Siegfried Wagner: llamado así en honor al padre de Wieland y en honor a ese otro señor. Se dedica a hacer casas para alemanes que van a emborracharse a Mallorca.
  • Nike Wagner: llamada así por las zapatillas favoritas de su padre, salió escenificadora como él, pues se dedicó a montarle escenas a su tío en la prensa cada vez que tenía ocasión.
  • Daphne Wagner: es actriz y salió en un biopic sobre su bisabuelo (no, no le interpretaba a él).

En los años 60 Wieland Wagner le puso los cuernos a su mujer con Anja Silja, una esbelta y fibrosa (cosa rara en su profesión) cantante de nariz chata. Wieland era muy cariñoso con sus sopranos. Tanto, tanto... que a esta se la follaba.

Carácter y personalidad

Tímido y mohíno, que andaba con mucho estrés el pobre: desnazificar es muy duro. Y de vez en cuando en casa perdía por completo los papeles y hasta le daba por romper platos y todo. En los ensayos el tío lo vivía, y hasta ponía voces y hacía movimientos a lo Chiquito de la Calzada.

  • 5 de enero Personaje histórico (ver todos aquí). ☀️ ☠️