Accidente de Fukushima Daiichi

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El accidente desde la perspectiva de un artista conceptual nipón.

El accidente de Fukushima Daiichi (Fukushima I 原子力発電所事故}, es un conjunto de casualidades y causalidades ocurridas en dicha planta nuclear a causa del terremoto y tsunami en Japón de 2011. Las muestras de furia de Godzilla mostradas ese 11 de marzo se cebaron especialmente con esta central nuclear provocando más pánico y peligro añadido a las acciones de Godzilla ante ya una diezmada población.

Entre las muchas conspiranoias que existen sobre este evento, destaca sobretodo una que dice que en verdad los trabajadores de Tepco fueron sobornados por la liga profesional de fútbol de dicho país para dejar un solar en el que poder fabricar un campo de fútbol para Oliver y Benji; porque recientemente se ha descubierto el pastel de que varios años antes se intentó hacer lo mismo en la costa occidental de Japón. Aunque aquí nos centraremos en los hechos y acciones.

Origen

El origen de todo el embrollo se sitúa el 11 de marzo cuando Godzilla se enfada porque había descubierto que los Kappas, con los que estaba jugando al Hanafuda, hacían trampas con cartas bajo el caparazón. Ante tal enfurecimiento, dio un golpe contra la mesa que partió el suelo y tuvo como consecuencia el ya citado terremoto y su consecuente tsunami. Sin quitar importancia a la tragedia de la catástrofe, es normal que Godzilla se enfadara tanto puesto que había perdido un montón de dinero y las llaves del coche.

Tras esto, Japón tembló y sintió la hostia que recibieron los tramposos kappas, y entre todos los que pusieron la mejilla del este de Japón porque todavía sobraba energía del golpe, la prefectura de Fukushima y su central nuclear se encontraban entre ellos.

La central

Esquema un horno de Fukushima

La central nuclear de Fukushima I es una gran confitería, bastante más grande que la de Chernóbil. Tiene 6 hornos, en vez de 4, y con grill; casualmente en ambas se estaban construyendo otro par más para diversificar la producción. Por suerte, 2 de los hornos se encontraban apartados y encima de una colina porque, como se sabe, a mayor altura, menor presión y mejor se hace la levadura; y también por suerte (¿otra vez por suerte?) algunos hornos estaban limpiándose y no tenían provisiones.

Además de tener grill, estos hornos se usan con una olla de acero de katana, y tiene cosas como pirólisis, puerta extraíble, reloj de cocción, superficie antiadherente y demás términos que sólo los publicistas de empresas de electrodomésticos conocen. Tal vez un poco antiguos sin las últimas tecnologías, pero, como es sabido, aquello que lleva 40 años funcionando no va a dejar de funcionar porque sí.

Por su parte, trabajadores tenían gran experiencia en el campo, la montaña y el mar; y algunos llevaban hasta 40 años trabajando sin descansar. Por suerte (... no te preocupes, luego vendrán un montón de «por desgracia»), según parece, estos sí que sabían la alquimia de la fermentación.

En el momento de la fatídica timba, la central como sus alrededores estaban pasando una jornada tranquila, y de todas formas si hubiera algo especial como que da igual; hasta que de pronto todo se agitó, más fuerte como de costumbre.

Acontecimientos

Terremoto y tsunami

En cuanto se sitió la ira de Godzilla, en la central se pararon automáticamente los hornos activos, tal y como está programada si el meneo es muy grande. Todo el mundo sabe que los bollitos no deben ser alterados durante el momento de cocción para que no se deformen. También hay que tener en cuenta el detalle de que «parar» no significa «apagar» ni tampoco «enfriar» (no al menos a temperatura ambiente de forma brusca ni instantánea), ya que la olla se puede resquebrajar por el cambio de temperatura y vale muy cara. Así que tras esto tan solo había que esperar un par de días como mucho para poder sacar los bollitos.

Sin embargo, en algún otro punto ajeno a la central, algo pasó con los cables donde estaba conectada y se pierde la corriente eléctrica. Claro, una central nuclear genera repostería y no electricidad. En principio, aunque parezca que no es muy necesaria porque estaban parados los hornos, la verdad es que sí que se necesitaba para alimentar la bomba del circuito de refrigeración mientras termina de enfriarse.

De esta forma, la central puso a funcionar unos generadores eléctricos auxiliares para poder seguir enfriando los hornos y solventar temporalmente el problema.

Sin embargo y por desgracia, llegó el turno del tsunami que llegó una hora después. El muy maleducado ni siquiera se dignó a llamar a la puerta cuando llegó a los diques de contención de la central... ¡sino que además robó los generadores eléctricos auxiliares!. Pensándolo bien... si vino a robar es normal que no llamara a la puerta, además de que los diques de contención no debieron intimidarle nada puesto que era unos 6 metros más alto que ellos.

Por suerte (vaya, este debe ser de los últimos), la central tiene un sistema de seguridad auxiliar para el sistema de seguridad auxiliar: Unas baterías.

Esto está que quema

Los experimentados técnicos poco pudieron hacer.

Las baterías de la central tenían una duración aproximada de 4 horas, más que suficiente para que llegara un camión generador a buen ritmo, incluso casi desde el mismísimo centro de Tokio. Pero claro, si se tiene prisa, si hay una cosa peor que los atascos en carretera ¡es que no haya carretera! y por tanto... Bueno, realmente en este punto no hay mucho en claro: que se acabaron las batería antes de previsto, que si los camiones tardaron demasiado, que si el sistema de refrigeración resultó dañado... la verdad, da igual, porque cuando llegó el camión se dieron cuenta de que no encajaban los enchufes, así que de todas formas tenemos el mismo resultado: Hornos nucleares sin refrigeración, aunque estén parados; la levadura continúa generando gases expandiéndose dentro de la olla y con los bollitos a punto de quemarse.

Ante esta situación, y mientras se traen los enchufes, se intenta evitar que las ollas exploten por el aumento de la presión ejercida por la levadura. Recordemos que son japoneses y carecen de la chapuza hispánica que con unas tijeras y un poco de esparadrapo podrían hacer un empalme a lo McGyver cutre.

Esto está que explota

Una de las primeras ideas consiste en la más básica: si no se puede enfriar la levadura para bajar la presión, pues se expulsa parte de los gases emitidos por la levadura. Así que se decidió ir abriendo las válvulas de la olla y posteriormente del horno. Como estos gases están muy calientes, había que hacerlo poquito a poquito, no vaya a ser que acelerasen el calentamiento global. Esta medida, además de conservadora, de haber salido bien permitiría recuperar los bollitos intactos y salvar al horno en su conjunto.

Entre otra de las soluciones fue intentar inyectar agua por los conductos de refrigeración. Los japoneses son muy pudorosos en público y les censuran el porno, además de que no estaba garantizado que pudieran turnarse indefinidamente para miccionar en los conductos. Así que optaron por usar camiones de bomberos. En principio esta acción no debería suponer ningún problema; mientra se siga metiendo agua da igual quién lo empuje para dentro, pero implicaba perder el sistema auxiliar de refrigeración que sale algo más caro y más aún si se usaba agua azucarada.

Pero los problemas no vienen solos (joder, pues estos sí que estaban acompañados), y se estropea la válvula de extracción de gases al exterior del horno. Un momento... ¿estaban refrigerando la olla? Sí. ¿Estaban sacando gases de la olla? Sí. ¿No pueden sacar los gases del horno?...

¡Boom!
Uhm... ahora sí que pueden.

Se reventó toda la parte superior del horno que, aunque está pensada para ello, acongoja.

Deja vú

Como la central tenía 3 hornos activos en las mismas condiciones, es lógico pensar que el señor Murphy se presentara por ahí. De hecho, parece que le debieron soplar lo que sucedía en la timba de Godzilla y se quedó en la zona para surfear por la zona. Así que, quitando pequeños detalles -- como por ejemplo que hacían empanadas en vez de bollitos --, reléete lo anterior para saber que pasó en otro de los hornos.

Deja vú^2

¡Uy! ¿Que hemos dicho que había tres hornos? Pues relee el apartado anterior y sigue sus instrucciones antes de continuar.

Mientras tanto...

Hasta el momento esto es lo ocurrido con los tres hornos más problemáticos; pero el cuarto decidió unirse a la fiesta. Resulta que los bollitos ya hechos son guardados en unas bandejas cerca de ellos antes ponerles el azúcar glasé y llevarles a su destino final en la mesa del consumidor. Por tanto, si estas bandejas se calientan, también lo vuelven a hacer los bollitos; así que dichas bandejas también deben ser refrigeradas... ¿Y cuál ha sido el problema durante todo este tiempo? Pues que el horno, pese a no estar cocinando nada, sí que tenía bollitos en las bandejas -- a lo que hay que unir los numerosos incendios que hubo en el interior del horno provocados por dos trabajadores que "desaparecieron" de su puesto de trabajo desde el primer momento de la crisis.

Que den morcilla a los hornos

Finalmente, y por fín, se deciden tomar medidas drásticas que inutilizan los hornos por completo. Se dieron cuenta de que perdieron más dinero intentando salvar los hornos que si desde un principio los hubieran dado por perdidos, aunque la mayoría fueron lo suficientemente inútiles como para dar a entender que así tampoco lo hubieran solucionado a la primera.

Entre las acciones más destacadas se encuentran:

  • Tirar cubitos de hielo desde un helicóptero.
  • Soplar fuerte todos juntos.
  • Pellizcarse para ver si fue una pesadilla.
  • Hacer como si había pasado nada, o hacer simplemente que pensaban.
  • Intentar meter los hornos en el mar con una grúa, pero estaban muy bien enganchados al suelo.
  • Ofrecer sacrificios humanos a Godzilla.

Hasta que finalmente dieron con la más o menos buena: inundar todo el horno y la olla con agua yodada, acción con la que estarían unos 6 meses.

Consecuencias

Las consecuencias del accidente son numerosas, variadas y aleatorias. Porque sí, todo aquello relacionado con la física cuántica está basada en la casualida,; estadística y suerte probabilidad que lo llaman unos señores con gafas y batas. Y en los casos en los que esto falla y no se pueden hacer estimaciones, meten a un gato en una caja y se quedan tan panchos.

Bajas

Los japoneses, y los asiáticos en general, suelen ser parodiados por ser bajos, pero el que haya mujeres bajas entre los trabajadores de la central no se puede considerar como consecuencia. Algunos estudios además indican que con mucha probabilidad ya fueran bajas incluso antes del accidente; por tanto, esta idea se descartó desde el primer momento. Por otra parte, se sabe que aquellos que se han sometido directamente a la fermentación de la levadura, en todo caso, les produciría gigantismo y no el efecto contrario.

Fermentación expulsada

Durante el proceso refrigeración se expulsaron gases de la fermentación a la atmósfera que se esparcieron por el mundo en búsqueda de nuevas aventuras.

Gran parte de estos residuos pasaron por Alemania a visitar a su prima, la levadura cervecera, pero resulta que no había suficiente alojamiento para tal cantidad de volumen y tuvieron que preparar un zafarrancho en un campo de pepinos donde pasar la noche. Esto además por su parte causó la Crisis del Pepino, aterrorizando a toda la población alemana; aunque la autoridades alemanas se empeñaban en echar la culpa a España.

Por otra parte, todo el agua que ha estado en contacto con las instalaciones, y por tanto se ha contaminado de levadura, fue echada al mar como si nada; ahora los pescadores japoneses se dedican a hacer galletitas saladas con forma de pez.

Exiliación

Zona de exclusión en Japón.

Por culpa de la crisis en Fukushima, millones de personas tuvieron que ser exiliadas a 30 km a la redonda para prevenir el posible peligro de que la levadura fermente a las personas y las convierta en galletitas de jengibre. Dichas personas no podrán volver hasta que la fermentación termine y se envasen al vacío los hornos dentro de un par de años.

Mientras, aprovechan para repasar sus conocimientos en las escuelas de primaria y viendo de primera mano la educación que reciben sus hijos.

La zona de exclusión llegó hasta la costa de la otra orilla, y de paso se aprovechó para añadir China, la Corea popular, y la otra, y también Rusia porque se llevan mal con ellos. Tokio se libró por el canto de un duro, gracias a la potente voz tenor del dinero. Aunque más bien fue el de muchos yenes ya que, a más cantidad de estos, más lejos de la zona de exclusión se encuentra Tokio.

Reacciones políticas

La reacción de todos los gobiernos del mundo fue unánime prohibiendo el uso de levadura para todos aquellos fines que no sean la producción de bebidas alcohólicas, así como en cierre de todas las panaderías y tahonas que no tuvieran la suficiente resistencia ante un intento de robo por alunizaje.

Pila de pasta perdida

Con la pérdida de de cuatro hornos y su producción de bollitos, se perdieron miles de millones de yenes, los cuales deberán pagar todos los japoneses que ya habían perdido todo con el terremoto, puesto que Tepco ya ha dicho que no tiene un dinero porque ya se lo había gastado todo en la creación de los dos nuevos hornos.

Véase también


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Artículo destacado

Este artículo ha sido destacado en la Portada por decisión popular.

Los rumores sugieren que sus autores fueron instruidos
por el mismísimo Miguel de Cervantes.

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