El Nombre de la Rosa

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Con solo mirar la cara de Bran Stark que poseía Adso, uno se daba cuenta inmediatamente que iba a hacer una cantidad insoslayable de estupideces.

El Nombre de la Rosa es una novela rosa escrita por Umberto Eco Eco Eco Eco y publicada en 1980. Narra las aventuras y el desarrollo de una gran amistad entre los equivalentes inquisitoriales de Sherlock Holmes y John H. Watson, siendo estos el fray Guillermo de Baskersville, ex inquisidor del imperio Sith Vaticano y su amante pupilo, Adso de Melk, quienes se ven envueltos en una serie de crímenes que ocurren en una abadía que no está más embrujada porque no le dieron posibilidad alguna de no estarlo. O esa es la deducción a la que llegan todos los delegados del papa Juan XXII y aquellos pertenecientes a la orden franciscana, ya que el Juancito estaba aburrido de cojones y delegó a todo un cuerpo la tarea de que encontraran algo para exorcizar y quemar en una hoguera y así poder hacer los ritos de la inquisición que más lo divertían.

Personajes

En un universo alterno dirigido por Ben Stiller, Robert Downey Jr. es quien comparte escenas de alta tensión sexual con Tobey Maguire mientras resuelven misterios en una abadía.
Guillermo de Baskersville

Guillermo, un fraile franciscano, ex inquisidor, detective, químico, chef y alquimista que, junto a su ayudante Adso de Melk llegan a una abadía aparentemente poseída para resolver una disputa en la que un grupo de monjes quería legalizar las bebidas espirituosas, la homosexualidad y el juego ilegal, mientras que el otro grupo pretende quemarlos a todos en la hoguera junto a la abadía para probar su punto de que las actividades impuras y lascivas que profesaban aquellos monjes eran lo que había inundado la abadía de espíritus malignos. Un sujeto alto, con una nariz en forma de pico de águila que le daba una apariencia de vigilante, además que tenía un tic nervioso que le impedía parpadear para incluso parecer más vigilante todavía. Eco lo describe de la siguiente manera:

Su altura era superior a la del italiano promedio, que no suele superar el Peter Dinklage y un tercio, y su nariz afilada como el pico de un águila le servía para infundir terror en sus enemigos, ya que la utilizaba como arma punzante y le hacía parecer siempre vigilante, pero eso duraba hasta que el efecto de las drogas psicoactivas que consumía desaparecían. Su barbilla delataba que era un chad, aunque las pecas lo hacían parecer un colorado atractor de la mala suerte.
Adso de Melk

El mejor y único amigo de Sherlock Guillermo además de su asistente personal, llegó a dicha posición ya que es el hijo inútil de un noble austríaco que como no encontraba manera de que Adso, de treinta y ocho años, virgen y sin prospectos para la vida más que esperar los capítulos semestrales de Las Aventuras del Juan Pis; abandonara la casa, se lo regala en calidad de empleado sin horas pagas a Guillermo que justo pasaba por ahí quejándose de lo solo que se sentía. A pesar de las quejas de Adso, este termina aceptando a regañadientes y durante el transcurso de la novela se verá envuelto en una misión que buscará quebrantar tanto su fe como sus votos de santa castidad.

Jorge de Burgos

La mente maestra detrás de los asesinatos y los fenónemos paranormales que transcurren en la abadía. Es un monje ciego y albino del cual nadie jamás sospecharía porque, precisamente, era ciego y no tenía forma alguna de matar a alguien. Es descrito del siguiente modo:

Jorge era un monje más encorvado que otaku frente al monitor y más viejo que Mirtha Legrand. Su piel, blanca como el polvo que guardaba celosamente Guillermo, era fina y surcada de arrugas.

Argumento

Nadie se espera a la inquisición española pontificia.

Umberto Eco comenzaba su famosa novela con un grupo de monjes aterrados porque creían que el apocalipsis estaba cerca. Las señales estaban allí, a simple vista: depravación, sexo premarital, sexo homosexual, gula y borracheras. Muy lejos de los verdaderos valores cristianos, aquellos que promovían la quita de posesiones materiales para enviarlas al Vaticano así como la quema de brujas y blasfemos pecadores. Ya ningún buen cristiano ayunaba cuarenta días porque los muy cobardes tenían el descaro de morirse de hambre y sed. Las personas débiles creaban tiempos difíciles y, en efecto, aquellos presuntos cristianos eran sumamente débiles, sin poder resistir los placeres de la carne ni un par de días sin comida.

En resumen, Jesús tenía que volver y educarlos a todos desde cero porque eran unos gilipollas sin huevos, y no precisamente por ser eunucos. Para prevenir el advenimiento del fin, el papa envió un inquisidor a aquella depravada abadía para resolver el misterio y prevenir el apocalipsis. El problema era que dicho inquisidor era un librepensador, como aquel infiel que afirmaba que la Tierra era redonda y no el centro del universo. ¿Que no ha nacido aún? Pues a tomar por culo, que la novela histórica no se va a escribir sola y puede permitirse un par de omisiones. Así fue como se hizo presente Guillermo junto con Adso, su ayudante.

Adelmo da Otranto era el nombre de la víctima. Un monje provocador, envuelto en un triángulo amoroso con el bibliotecario, Malaquías, y Berengario, el asistente de este último. Mientras recababa por pistas, Guillermo cruzó su camino por primera vez con Jorge de Burgos, un monje ciego que a duras penas podía moverse, convirtiéndolo en la persona menos sospechosa de la abadía. Este último creía que las señales del advenimiento del fin eran claras, ya que aquellos monjes reían y la risa es mala, mata el alma y la envenena, o eso aprendió mirando las obras teatrales del Monje del Ocho.

-Ay, como si no lo supieras, vamos a hacer el amor.

A pesar de la presencia de un inquisidor, los asesinatos seguían ocurriendo, con un monje apareciendo muerto bañado de sangre de cerdo, otro ahogado en una bañera y Adso, quien no tiene mucha madera de investigador, decidiendo que la mejor forma de ayudar a Guillermo para resolver el caso era unirse al círculo de frenesí y lujuria y tener relaciones con una criada. Que a ver, para resolver el caso uno debe volverse uno con el mismo y hacer las mismas cosas que los demás, o esa fue la justificación que le dio Adso a Guillermo mientras se confesaba para evitar ser incinerado por otro inquisidor que también se había hecho presente.

Salvatore, un monje cuya ocupación había sido decidida por lo feo que era, se moría de envidia y por ello decidió crear una pócima de amor para seducir a la misma criada que había tenido relaciones con Adso, pero fue descubierto por Bernardo Gui, el segundo inquisidor enviado para resolver los crímenes y evitar el apocalipsis; quien apresó a Salvatore por practicar brujería y a la criada por el crimen de ser mujer en el siglo catorce.

Al día siguiente, Severino, herbolario de la abadía y proveedor de Guillermo, le dijo a este último que necesitaba de su experiencia como inquisidor ya que había hallado un libro misterioso del cual no podía entender nada porque su talento pasaba por mezclar sustancias psicoactivas, no por leer. Guillermo dirigiose al estudio de Severino para satisfacer su curiosidad e intentar encontrar alguna pista que resolviera los asesinatos, pero lo único que encontró en su lugar fue al herbolario incapaz de responder porque su mandíbula había sido desprendida y su cabeza reventada por un astrolabio, a lo que Guillermo le deja una aspirina para que ingiriera en el poco probable caso de que resucitara. Del libro y de las provisiones para Guillermo, ni rastro.

Jorge, aquel ciego, se pone a dar un sermón de ocho horas, dieciséis minutos y catorce segundos acerca del advenimiento del apocalipsis, que el fin estaba cerca por enésima vez consecutiva. Todos en la abadía fingen sorpresa ante la incpacidad de Guillermo para resolver los asesinatos. Este último, empecinado en resolver el caso, lleva a Adso arrastrando a la biblioteca, en la cual encuentran el deus ex machina señalado por el fenecido Severino que les permite encontrar una habitación oculta y al asesino, quien se encontraba esperándolos mientras aplaudía muy lentamente, no por su avanzada artrosis, sino para demostrar sarcasmo. Adso necesitaba exposición inmediata, su mente confusa y aún perdida en el recuerdo de haber perdido la virginidad y de haberse matado a pajas hasta hacía veinte minutos. Jorge, como todo buen villano, procede a explicar su plan, revelando que envenenó las páginas de la primera edición coleccionista de la Poética de Aristóteles, un libro muy solicitado en la abadía.

Jorge, un sociópata dueño de algo conocido como "La mirada de Kubrick", a pesar de su incapacidad para enfocar objetos correctamente.

El monje ciego aparentemente también habría tenido hambre y, en un acto de extrema estupidez, comió las hojas envenenadas del libro mientrás se prendía un puro para festejar su triunfo. En una biblioteca. Una biblioteca llena de papel. Papel que, en otro acto de extrema estupidez, comenzó a quemarse cuando Jorge se dio cuenta que muy probablemente comer hojas envenenadas de un libro no habría sido tan buena idea, ocasionando que el puro cayera sobre unos libros convenientemente colocados mediante el poder del guión. Guillermo y Adso comenzaron a orinar sobre Jorge, intentando apagar el creciente fuego, pero aquello fue en vano, por lo que hicieron un Obi Wan Kenobi y lo dejaron quemándose junto a todos los monjes de la abadía. ¿Por qué? Porque sí.

Y así finaliza la historia, con Adso retornando a la abadía unos cincuenta años después y poniéndose a llorar tras recordar a Guillermo posando en su pieza de lino más audaz y atrevida, en un final que años después se robaría Secreto en la montaña.

El Nombre de la Rosa en la cultura general

La pesadilla de todo estudiante de letras.

La novela posee una adaptación a la pantalla grande protagonizada por James Bond como Guillermo y Mr. Robot en el papel de Adso. Tuvo una gran aceptación por parte del público y hoy en día se la considera una película de culto junto a Hot Tub Time Machine y Rápido y Furioso: Reto Tokio. Asimismo, la novela se convirtió en un clásico imperecedero gracias a los profesores de universidades que ejercen en la carrera de letras, siendo que indefectiblemente obligan a sus estudiantes a leer el libro, analizarlo palabra por palabra, hacer catorce trabajos prácticos sobre el mismo teniendo que viajar a capillas de la toscana y si no se tiene un duro para el avión a joderse, y recitar de memoria la décima oración de la página 248, so castigo de recursar la materia.

Años más tarde, inspiraría a una de las canciones menos inspiradas de la banda inglesa Iron Maiden, que saldría en el disco The X Factor y sería una composición de música épica para dormir de 9 minutosssszzzzzzzzz. Asimismo, la famosa y controversial Secreto en la montaña plagiaría le haría un homenaje a la historia de amor entre Adso y Guillermo, pero reemplazándolos por vaqueros fornidos y sensuales en vez de ser un viejo calvo y un ñoño con el corte de pelo de Carlitos Balá.

También hay diferentes homages e historias que tomaron una gran inspiración en base a la famosa novela de Eco, siendo quizás de las más reconocidas El Código Da Vinci, en la queRobert Langdon es un profesor de iconografía religiosa que es enviado por personas cercanas al papa a resolver un crimen misterioso perpetrado por un albino. Él cuenta con la ayuda de su interés romántico, Sophie Neveu, quien resulta ser familiar de alguien con un alto perfil. Como copiar una novela entera sería considerado plagio, Dan Brown reemplazó el anterior interés romántico por la italiana Vittoria Vetra, familiar de una persona de alto perfil y los puso a ambos a resolver una serie de crímenes en una abadía italiana conocida como el Vaticano, donde el perpetrador es la persona más blanca que uno pueda imaginarse.

Ver También


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