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Indiana Jones and the Temple of Doom
Dirección | Steven Spielberg |
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Producción | Paramonut Comedy |
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Intérpretes | Harrison Ford, Kate Capshaw y Ke Huy Quan, niño prodigio explotado como si fueran las cuevas de Mola Ram. |
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Guión | Unos amigos de George Lucas, dado que Kasdan no quiso saber nada. |
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Música | John Williams, tatarataaa tataraaaa (para Indy) haciendo contrapunto con tin tin tin tintintiiin tintin tin tintin tintin tintintiiiin (motivo de Tapón) |
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País | Gringolandia. |
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Fecha de estreno | Los ochenta, cuando ya estaban de moda los pantalones pitillo. |
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Género | Aventura, colonialismo racista, gastronomía dudosa. |
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Calificación | No apta niños melindrosos. |
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Premios | Efectos especiales de cartón piedra. |
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Indiana Jones and the Temple of Doom (titulada Indiana Jones y el templo de la chingadera en Hispanoamérica e Indiana Jones y el templo maldito a todo gas en España) es una película gringolandese de colonialismo y aventuras dirigida por Steven Spielberg. Es la segunda entrega de la saga de Indiana Jones precuela de la anterior, Raiders of the Lost Ark. Es decir, que esta se hizo después pero es antes que la otra que ocurre antes pero se hizo después.
Como había que subir la apuesta, hicieron algo más turbio que en la enterior ocasión, y todo es esclavitud infantil, magia negra, sacrificios humanos, enaltecer al Imperio Británico y tratar de salvajes a los indios (de la India en esta ocasión, no los nativos americanos, como suele ser frecuente en Hollywood).
George Lucas volvió a crear la historia pensando que tenía un bombazo, y cuando se la enseñó a Lawrence Kasdan, guionista de la anterior película, éste le dijo que no podía encargarse de desarrollarla porque tenía clase de yoga por las tardes, que estaba muy liado y que hasta luego, Lucas. Así que Lucas se buscó a otros dos que hicieron lo que pudieron.
La película fue un taquillazo pero la crítica pusilánime se espantó tanto de su violencia que crearon una clasificación por edades: apta solo para adultos y para adolescentes problemáticos.
Argumento
Advertencia: Esta sección contiene detalles de la trama y el argumento; si eres tan rarito que prefieres leer el libro o ver la película antes, no te recomiendo que leas esto.
Prólogo en Hong Kong
Estamos un año antes que lo del Arca de la Alianza. La película abre en un club de mala muerte donde la actriz y cantante Willie Scott nos canta una canción (Anything goes, que se traduce por Todo me suda el coño) mientras hace un baile de mierda con unas coristas que enseñan bastante carne. Tras esto se aparece Indiana Jones que esta vez no va vestido de Indiana Jones, sino de James Bond, para variar. Allí se junta con un chino llamado Lao Che y sus esbirros, uno de los cuales es su hijo. Jones se ha encontrado por ahí (mejor no sepamos cómo) las cenizas de Nuhachi, antiguo emperador de la China y Lao Che tiene un diamante enorme que haría estupendamente las funciones de pisapapeles en el despacho de Jones, así que se han citado para hacer el intercambio. Todo es muy de buen rollo, Lao Che desliza a Jones veneno mortal en su copa y le dice que él se queda con el diamante y el emperador, y a cambio le da el antídoto. Jones se irrita tanto al verse timado como un novato que lo resuelve matando al hijo de Lao con una brocheta que le ensarta en el pecho. La negociación acaba fatal, con todos pegándose tiros y revolcándose por los suelos en busca unos del diamante y otros del antídoto. Finalmente Jones ve que el antídoto ha ido a caer al canalillo de Willie Scott, así que no tiene más remedio que secuestrarla y saltar con ella por la ventana.
Tras atravesar dos o tres toldos caen en un coche que conduce Tapón, un chinito que se ha hecho amigo de Indiana Jones una vez que éste le sorprendió metiéndole la mano en el pantalón (para robarle, nos explican). La persecución es vertigionsa: huyen de los matones de Lao mientras Indiana Jones mete la mano en el escote de Willie (que se queja de que se le ha roto el vestido), y cuando ya casi había olvidado para qué, descubre el antídoto y se lo bebe. Llegan a un aeropuerto y se suben a un avión. Jones ve a Lao Che a lo lejos y le hace una peineta, pero cuando cierra la puerta del avión vemos que el propio Lao es el propietario del aparato.
Vuelo a ninguna parte
Indy aprovecha el vuelo para ponerse la ropa de Indiana Jones, burlarse de Willie, que se queja de que se le ha roto una uña y sigue protestando por aquello de su secuestro, y echarse a dormir la siesta. Cuando esto ocurre, los pilotos, hombres de Lao, abandonan el avión llevándose los dos últimos paracaídas con una risita burlona. Es entonces cuando los gritos de pánico de Willie despiertan a Indy que intenta en vano pilotar el avión (de aquella no había tutoriales de Youtube... ¡ni Youtube para estas situaciones!). Entonces deciden utilizar la primera cosa neumática que tengan a mano para amortiguar el golpe y saltar del vehículo. Willie (que se queja de que las alturas son malas para el cutis) es la primera opción, pero por fortuna ella encuentra una balsa inflable y se tiran a ella (a la balsa). Así saltan antes de que la aeronave se estrelle en una fantasía de caídas por pendientes, acantilados y ríos siendo milagroso ue Indy no pierda el sombrero y también que no resulten heridos. Así llegan a un cauce de aguas tranquilas, aunque amarronadas, donde vislumbran una figura que a Willie (que se queja de que tiene miedo) le parece aterradora.
Un pueblo de muertos de hambre

La figura es un viejo indio santón, con unas ojeras que le llegan hasta la garganta y con un aspecto tan macilento que dan ganas de arrojarle un bocata. Éste lleva a su pueblo a Indy, Willie (que se queja de que se le han encrespado los rizos) y a Tapón, a quien todo le parece mucho divertido, tal vez porque no tiene demasiadas luces.
El pueblo da pena y dolor verlo. Todo está reseco, amustiado y requemado. No se ven niños porque según nos cuenta el santón todos han sido secuestrados. No se ven tampoco perros ni gatos, sin que se nos explique por qué, aunque es obvio que es porque se los han comido, pues no hay habitante que no tenga cara de pasar más hambre que una pulga en un peluche. No obstante son hospitalarios, ya que ofrecen a sus huéspedes lo que tienen: una deliciosa comida a base de gachas y moscas, ante la que Willie protesta porque hay bichos, pero que termina deglutiendo ante la mirada amenazadora de Indy. Mientras saborean esa delicia y reprimen las arcadas, el santón les dice que todos los males del pueblo se deben a unos tipos que tienen una secta en la que adoran a la diosa Kali, deidad violenta y sangrienta. Los sectarios estos les han mangado un pedrolo sagrado que tenían en el pueblo que al parecer atraía la lluvia y las buenas cosechas que ríete tú de San Isidro Labrador. También se han llevado a todos los niños del pueblo aprovechando que los adultos se hacían un poco los tontos ya que así podían obviarse de su obligación de alimentarles, pero que ahora sin ellos están muy tristes. El viejo le dice a Indy que, lo crea él o no, es Shiva quien le ha tirado del avión y no Lao Che, y que le ha tocado, que tiene que ir a recuperar la piedra al palacio de Pankot, donde se ocultan esos malandrines. Y a recuperar los niños, ya que está.
Pankot
Entonces nuestros tres aventureros parten hacia Pankot subidos en sendos elefantes. Willie se queja de que el suyo huele mal y le echa perfume del caro, el elefante la tira al agua y a Tapón le parece mucho divertido. Indy pone los ojos en blanco y se dice a sí mismo que quién le mandaría a él cargar con estos dos fardos de acompañantes. Hacen noche en la jungla y mientras Indy y Tapón se hacen trampas al poker Willie va por ahí pegando gritos de pánico porque en la jungla hay animales. Indy le hace un comentario sarcástico pero ve una serpiente y empieza a chillar aún más que ella.
Tras una elipsis narrativa llegan a Pankot, palacio elaborado en ricos materiales como cartón-piedra, donde les recibe un bilioso hombrecillo con gafas que se presenta como Chattar Lal, primer ministro del majara, digo del maharajá. Indy le dice que ha llegado a sus oídos que allí se adora a deidades asesinas y se hacen sacrificios humanos. El ministro le responde que ha llegado a sus oídos que Indy va por ahí saqueando patrimonio. Tras esta cálida bienvenida el ministro les invita a pasar la noche en el palacio y a disfrutar de la cena junto al maharajá. Willie se interesa por el estado civil ya que ve que puede dar el braguetazo y pega un saltito cuando le dicen que es soltero.
Ya en la cena. A Indiana Jones le sientan en la mesa de los hombres respetables, junto al maharajá, el primer ministro y un capitán inglés que está supuestamente supervisando el palacio, aunque lleva allí tres meses de gorroneo. A Willie -que se ha vestido de india, pero un poco golfona- y a Tapón les sientan con los indios secundarios que hacen de relleno. El maharajá resulta ser un niño de doce años y Tapón tiene que decirle a Willie que igual sus pretensiones son, por el momento, ilegales, que si acaso se espere. El menú es una delicia: una anaconda que contiene serpientes vivas más pequeñas, sorbete de sesos de mono y cucarachas crujientes ¡Qué exótico!. Willie hace protestas de ser alérgica al gluten y pide que le sirvan una sopa, la cual lleva ojos por tropezones... Willie dice que pasa, que comer esas cosas es malo para mantener la firmeza de los senos. Jones por su parte no parece hacer ascos a la cocina local y sigue picando al ministro con el tema de la secta asesina que se dice que habita el palacio. Tanto él como el maharajá dicen que en otras épocas eso sí pasaba, pero que nada que ver con la actualidad: desde hace décadas vienen realizando una represión religiosa salvaje y cuando alguien pertenece a una secta lo primero que le preguntan es que si ésta es asesina. Si responde que sí le llevan a la mazmorra de inmediato, y si no, pues le dejan en paz. Así que sin problemas. El capitán inglés emite un regüeldo por toda opinión.
De noche. Las tripas de Willie regurgitan porque lo último que comió fueron las gachas con moscas que le dieron los famélicos esos, ya que en el banquete no pudo probar bocado. Indiana Jones entra seductor en su cuarto ofreciéndole una manzana, que de la avidez ella casi se le lleva los dedos a dentelladas. Hacen como que discuten, pero están coqueteando, porque están ambos más calientes que las barandillas del Infierno. La cosa es que se retan a ver quién aguanta más sin ir a la habitación del otro y se dan cinco minutos de margen. Indy vuelve a su habitación en la que, por cierto, estaba durmiendo Tapón en una esquina, lo cual para Indy no parece un impedimento de cara a echar un polvo allí, si se tercia. Entonces sale un esbirro de las tinieblas, lo cual tampoco sería un impedimento para Indy de cara a echar un polvo... ¡un momento, que el esbirro ataca!. Tras una torpe lucha entre ambos Indy le rodea al esbirro el cuello con el látigo, escapándosele el mango de la mano del tirón y yendo a parar al ventilador, de donde el malo queda colgando ahí ahorcado y dando vueltas como en un tiovivo. Indy va entonces al cuarto de Willie, no sea que haya ahí otro esbirro que se la haya levantado que intente matarla también, y Tapón, al grito de "¡Mucho divertido!" sale corriendo tras Indy.
En el cuarto de Willie, y para desconcierto de ésta, Indy empieza a manosear los senos, pero no los de Willie, sino los de las estatuas que hay allí. "¡Ah, ya notaba yo algo extraño en el aire, y no me refería al cuesco que se le escapó a Willie, sino a la corriente que me indujo a pensar que tras esta estatua había un pasadizo secreto", dice nuestro arqueólogo. Así, Indy y Tapón, a quien la situación le parece mucho divertida, se introducen en los subterráneos del palacio. Willie dice que casi que no va, que no quiere mancharse el pijama de raso.
Subterráneos
Lo primero que hacen Indy y Tapón en los subterráneos es introducirse en una de las cámaras de los mismos y activar, sin querer, una trampa mortal. Pinchos enormes surgen en suelo y techo y amenazan con ensartarlos. Willie oye los gritos con los que se culpan uno y otro y se acerca a gritarles que la dejen dormir. Es entonces cuando Indy le pide que meta la mano por un agujero donde cree que está el resorte que desactiva la trampa. Ella lo hace, ilusionada, pensando que es un juego de glory hole y lo que va a tocar en el otro extremo es la mingurrina del Doctor Jones, pero nada más lejos: hay escarabajos grandes como centollos. Willie grita como una descosida, pero cuando aparta la mano accidentalmente da con el mecanismo y salva a nuestros amigos. Entra entonces en la cámara donde estaban Indy y Tapón para cagarse en su puta madre y, mientras protesta porque esos húmedos subterráneos le rizan en exceso las pestañas, activa, sin querer, de nuevo la trampa mortal. Indy esta vez está más espabilado y antes de que se cierren las puertas expulsa a Willie y Tapón de la sala de sendos empujones y él mismo sale lanzándose en plancha (y rescatando a tiempo su fedora).
Avanzan los tres y observan desde una grieta un espectáculo dantesco. Hay un sacerdote al que parece que llaman Mola Ram. Es feo, malencarado, se maquilla con titanlux y lleva un sombrero hecho con el cráneo de una vaca. Además dirige un ritual extraño en el que, mientras sus acólitos repiten mantras del tipo "Oooo Vayavaya MolaRamsíquemola" (uno de ellos es el mismísimo maharajá) pone a un tipo en una parrilla salchichera, le arranca el corazón y después baja la parrilla a un pozo de lava, lo que resulta en que del tipo no queda más que el recuerdo y el corazón también arde (por telequinesis, será). Indiana Jones dice a Willie y Tapón que un buen arqueólogo siempre ha de respetar las costumbres y ritos de los pueblos indígenas, pero mientras pronuncia estas palabras se fija en que Mola Ram ha colocado la piedra robada (y otras dos iguales, de propina) en una escultura fea que representa un cráneo y que tiene ahí a un lado. Así que aprovechando la confusión posterior al macabro ritual se desliza hacia el fondo de la gruta con intención de mangarlas.
Ha llegado hasta las piedras sin ser visto, pero nota que cuando pone las tres juntas brillan como un Gusiluz. Que cuando las separa no. Cuando las vuelve a juntar sí. Y así sucesivamente. Distraído de esta manera, los malos le capturan y lo desvanecen de un coscorrón en la cabeza. Y de paso también a Willie y a Tapón, que se habían escondido bastante torpemente. Cuando Indiana Jones se despierta, Mola Ram le cuenta todos sus planes: ha secuestrado a los niños de los pueblos de los alrededores, pero no para abusar sexualmente de ellos, que nadie piense mal, sino para utilizarlos como mano de obra minera esclava para que caven y caven y poder encontrar los dos pedrolos que faltan. Una vez tenga los cinco reunidos, se va a cagar la perra, pues va a dominar el mundo. E incluso una vez lo tenga dominado va a soltarlo y dominarlo otra vez, pues va a poder con eso y más, gracias a los pedrolos. Ahora va a obligar a Indy a beber un mejunje asqueroso al que llama la sangre de Kali, el cual anulará su voluntad y le convertirá un esclavo. Y luego pondrá a Willie en la parrilla, pues es una pesada que no para de hablar de exfoliarse los pies y cosas de esas. A Tapón le pondrá a cavar con los demás, a ver si eso le parece mucho divertido. Muahahaha.
Mola Ram y uno de sus esbirros empiezan a dar el bebedizo a Indiana Jones. Esta por papá, esta por mamá, le dicen. Pero Indy no quiere tragar. Nada que no se solucione con un embudo. Ya alimentado como una oca, Indy es el perfecto esclavo de Mola Ram, tiene la mirada perdida, repite las mismas gilipolleces que los demás acólitos y hasta da una bofetada a Tapón (aunque puede que esto no sea por efecto de la droga, sino porque ya tenía ganas). Willie está en la parrilla y bajando hacia el pozo de lava si bien a ella no le han arrancado el corazón porque cuando le pusieron las uñas en el pecho dijo que eso estropeaba la piel. Tapón se las ingenia para escapar brevemente del hindú gorilesco que le aprisiona y pasa a Indy una antorcha por delante de los morros. Esto hace que Indy reaccione. Guiña un ojo a Tapón para hacerle ver que está curado y Tapón se ruboriza. Acto seguido ambos la emprenden a palos con los esbirros y sacan a Willie de la parrilla, mientras ella protesta porque su exposición a la lava le ha hecho ponerse demasiado bronceada. Indy coge las piedras y en medio de todo el caos Mola Ram huye por una puerta secreta.
Huida de Pankot
Indiana Jones le dice a Tapón y a Willie que se marchan de este lugar de mierda, pero que no lo harán solos: hay que liberar a los niños, ya que necesitan escudos humanos que distraigan a los guardias y les ayuden a acabar con ellos. Les liberan de sus cadenas y se genera un tremendo caos: niños aplastando cráneos de guardias con rocas y guardias persiguiendo a nuestros protagonistas. Llega la lucha de Indy con uno de los jefes finales (un guardia grande y gordo). Se ponen a luchar sobre una trituradora de carbón mientras el maharajá desde lo alto hace vudú a Indy con una figurita de acción de Hasbro que seguro se ha comprado por Aliexpress. Entonces Tapón se va a luchar contra el maharajá. Willie por su parte agita los puñitos en el aire, aun a riesgo de que se le estropee el esmalte de uñas. Están así un rato hasta que a Tapón se le ocurre pasar una antorcha por los morros al maharajá, y este espabila igual que Indy antes. Al final resulta que el chico no era malo, solo que estaba un poco atontado. Entonces Indy, que estaba recibiendo como un pulpo, finaliza su pelea con éxito cuando al guardia se le atasca la faja en la trituradora, que le arrastra y le convierte en carne picada. El maharajá dice a Tapón cuales el camino para salir de los túneles y allá que se van.
Se montan en una vagoneta y huyen por las vías que parecen las de una montaña rusa en un parque de atracciones ¡Mucho divertido!. Los malos les persiguen en otra vagoneta que va más atrás. Llegan a un cruce de vías en que una señala "Salida" y la otra señala "Infierno", y se van por la segunda porque tiene más emoción.... y además descubren que se han quedado sin frenos. Indy logra parar la vagoneta con sus zapatos pero del roce se genera el calor y los pies le queman, por lo que se pone a dar saltos. Tapón insiste en que no es momento de bailar, pero Willie no lo ve tan mal, y cuando va a arrancarse a cantar algo ve que se les viene encima una tromba de agua, ya que los malos que perseguían se descarrilaron y liberaron un dique. Así que salen los tres pies para qué te quiero y llegan hasta un acantilado donde la tromba de agua casi les arrastra.
Tras unas cuantas cabriolas, en las que Jones se enfrenta a algunos enemigos e incluso le choriza la espada a auno, se llegan a un puente de cuerda sobre un abismo cuyo fondo es un río con cocodrilos. Cuando están cruzándolo se ven rodeados por los esbirros de Mola Ram, e incluso por el mismo Mola Ram, tanto por un extremo como por el otro. Mola Ram grita: ¡Ahora me vas a dar las putas piedras sagradas, Doctor Jones!. Indiana Jones por su parte bizquea y pronuncia lo que parecen unas palabras chinas. Tapón pone cara grave y dice a Willie: –Agárrese señora, nos vamos de viaje. Willie por su parte responde –¿Pero qué es lo que ha dicho Indy?. Y Tapón sentencia: –Ni la más remota idea, no sabe hablar chino, pero cada vez que se le traba la lengua así es que la va a liar. Acto seguido Jones la emprende a machetazos con el puente y se van casi todos los malos abajo (los cocodrilos brincan de alegría por el festín que se van a dar). Jones, Mola Ram, Tapón y Willie permanecen colgados de los restos puente. Los dos últimos suben por uno de los extremos pero Mola Ram y Jones siguen luchando más abajo, pellizcándose mutuamente las orejas y el escroto.
La emocionante lucha llega a un punto culminante cuando Indy dice a Mola Ram –¡Has traicionado a Shiva!. Entonces Indy empieza a balbucear algo ininteligible que se inventa sobre la marcha pero que suena a maldición hindú. Las piedras se ponen incandescentes en el zurrón de Indy, que empieza a arder, y caen del mismo, y Mola Ram con ellas. Indy al grito de "¡Quema, quema, que me quema!" Logra salvar una, pero las otras dos van a parar al fondo del río junto con Mola Ram, que sirve de postre a los ahora orondos cocodrilos, los cuales tras comérselo vomitan el titanlux del maquillaje. Mientras esto sucede ya han llegado las fuerzas colonialistas del Imperio Británico a poner paz, y a una orden de su capitán, en forma de regüeldo, disparan contra los pocos subordinados de Mola Ram que no habían sido devorados por los reptiles. Menos mal que las fuerzas de Su Majestad vienen a poner orden en forma de pólvora contra estos salvajes.
Final
Indy, Willie y Tapón vuelven al pueblo del principio, junto con los niños escapados de Pankot. Ahora todo está verde porque traen la piedra de vuelta y todos están felices. Indy entrega la piedra al santón del comienzo para que la ponga en su altarcillo. Willie pregunta a Indy que qué saca de esta aventura. Él dice que fortuna y gloria. Ella se ríe de él y dice que qué fortuna, si es un muerto de hambre que se va con las manos vacías, que ella mejor sigue de corista hasta que pesque a uno que sea rico de verdad. Pero Jones la caza con su látigo, que se vea quién es el macho que manda aquí, y le mete la lengua hasta la garganta. No obstante, sabemos por los hechos de En busca del arca perdida que la relación no duró mucho, y que Willie cumplió su sueño y se casó con algún ricachón que la puso a vivir y la retiró del espectáculo (y este fue nada menos que el mismísimo Steven Spielberg, rompiendo la cuarta pared) dado que no aparece más en la saga. Tapón tampoco aparece más, tal vez Indy se preocupó de que tuviera una buena educación en un orfanato chino en el que le hizo ingresar prometiéndole que su estancia ahí sería "mucho divertida".
Producción
Cuando George Lucas le propuso a Steven Spielberg empezar con el rollo este de Indiana Jones, le dijo que si dirigía la primera tendría que hacer una trilogía. Como tras la primera película no tenían ni puta idea de qué hacer, pues tuvieron que ponerse a imaginar algo. El tono oscuro de esta película demuestra el momento de ánimo bajo que tenían porque ambos habían roto con sus respectivas parejas y tenían que apañarse entre ellos, lo cual para dos heterosexuales no resulta muy agradable.
Es por estas cosas por lo que Lawrence Kasdan se escaqueó de escribir el libreto de esta segunda entrega: "George y Steven estaban fatal, así salió lo que salió, yo no quería involucrarme con esta mierda. Le dije a George lo del yoga porque fue lo primero que se me ocurrió. Yo no he hecho yoga en mi vida". Lucas y sus guionistas manejaron para la película, como siempre, muchas ideas locas que luego se descartaron, y las que mejor funcionaron fueron aquellas que habían sido descartes de la primera película y se retomaron aquí.
Lucas y Spielberg querían rodar la película en la India, pero el gobierno indio les denegó el permiso porque la película les parecía profundamente racista y ofensiva. Así que, al final, todo son maquetas, decorados, fondos pintados y cartón piedra. Eso sí, dinero que se ahorrron.
Al comprobar el montaje final, a Spielberg y a Lucas les pareció que había demasiada acción, así que metieron varios planos de archivo de paisajes que no venían mucho al caso para hacerla más lenta. Estos insertos les parecieron de lo más vanguardista y quedaron así bien pagados de sí mismos. Sin embargo con el tiempo y la madurez Spielberg ha dejado caer que lo mejor que sacó de la película fue que se ligó a Kate Capshaw, la actriz principal, que el resto le parece una mierda.
Recepción
Al igual que su predecesora, un taquillazo. A Spielberg y Lucas les salían los billetes hasta de los calzoncillos. Algunos críticos valoraron muy positivamente la película, diciendo que era tonta, oscura, infantil y "mucho divertida. Otros la elogiaron diciendo que "Ningún padre debería permitir que sus hijos vean esta película traumatizante, podría ser una forma cinematográfica de maltrato infantil". Por otra parte esta película ha servido para promover el interés por la cultura de la India en Estados Unidos en círculos académicos, según referían estudiosos de la religión hindú en publicaciones que a nadie le importan: "...muchos estudiantes encuestados comentan que sus profesores hablaban de la costumbre de comer cerebros de monos en India...".
La película ha recibido un Premio Oscar a los mejores efectos visuales por el mérito de trasnformar un set cutre de rodaje en un palacio misterioso creíble. También recibió una Cuchara de Plata, por lo imaginativo del menú del Palacio de Pankot, cuyo libro de recetas, posteriormente publicado, ha resultado un éxito de ventas en Estados Unidos y especialmente en el Reino Unido, donde supuso una mejora importante sobre la cultura gastronómica previa de las Islas Británicas.