Dentista
Llamamos dentista a la inmunda persona vestida de blanco que, junto con la temida suegra, es considerado el archienemigo de la humanidad, (excepto para los pendejos que creen en el diablo, el Chupacabras, La innombrable o demás fantasías irracionales).
Es tan altanero y atrevido este sujeto, que es capaz de cobrarnos millonadas de dinero por hacernos llorar de dolor.
Estos sádicos personajes, no conformes con esto, han sido los responsables de la invención de las Caries, bacterias creadas para reaccionar al azúcar y consecuentemente con los dulces en general. Estos diminutos seres ocasionan un dolor igual o peor al de los dentistas y son quienes también nos han privado de una infancia feliz.
A diferencia de las suegras, el dominio de los dentistas no es global, hay inhóspitas y apartadas regiones en las que no han conseguido tener control alguno. Un ejemplo de este extrañísimo fenómeno es Brasil, si no que le pregunten a Ronaldinho Dientucho.
Modus Operandi
Al contrario de otros criminales, los dentistas no van a la caza de sus víctimas, sino que son ellas las que van hacia él, igual que una ponzoñosa, traicionera y repugnante araña a la espera de que la ingenua mosca (sí, la mosca es usted) caiga en su trampa mortal. Otra gran diferencia es que ellos no sienten placer con la muerte de la víctima (a la que ellos llaman "Paciente"), si no con su dolor y sufrimiento; por lo tanto, suponemos que un dentista no llegará a matarte, sólo a hacerte sufrir y esperar tu pronto regreso para continuar ocasionándote dolor y más dolor.
Instrumentos del Dolor
Advertencia: Inciclopedia sí da consejos médicos (no como Wikipedia), gracias al gentil auspicio del Dr. Leandro Gao y su staff de enfermeras. |
Explicaremos a continuación los métodos utilizados por este demoníaco ser con sus víctimas:
Sala de Espera
Obviamente, como consta en el manual de todo gran archienemigo, la mejor forma de empezar una tortura es psicológicamente, y ellos lo hacen de la mejor manera; en una sala de espera. En estos lugares completamente faltos de conversaciones, llenos de revistas viejas y mutiladas es donde comienza el espectáculo del horror. Aquí se pueden escuchar con toda claridad los gritos, llantos y gemidos de la indefensa persona que está siendo atendida, y observar el sudor frío que corre por los nerviosos rostros de las personas a nuestro alrededor.
Este sitio es donde te cagas del miedo, literalmente hablando.
El Consultorio
Después de un incómodo silencio, se abre una puerta y sale lo que quedó de la persona que estaba siendo atendida; y, entonces oyes la chillona voz de la recepcionista diciendo tu nombre, señal de que debes entrar en el consultorio. De esta menera se cierra la primera sesión de tortura psicológica con broche de oro y se da inicio a la tortura física.
La primera impresión al entrar no puede ser peor: una ser con un delantal manchado de gotas de saliva y sangre, y cubriendo su rostro con una mascarilla al más puro estilo de Michael Jackson le invita a sentarse en un sillón que parece ser sospechosamente cómodo.
Pese a que son pocos segundos los que requiere el trayecto desde la puerta al sillón, son más que suficientes para que se de cuenta de la precaria situación en la que voluntariamente se ha metido: aparatos que parecen salidos de mentes retorcidas y cráneos mutilados para sólo mostrar sus maxilares adornan el lugar. Ha llegado al sillón y se sienta, ágilmente le coloca un babero y de pronto se apagan las luces... El único reflector encendido le apunta directamente a los ojos cegándolo momentaneamente. El dentista se coloca a su lado y entonces empieza lo bueno.
El "Procedimento"
Estaba pensado escribir una descripción detallada sobre lo que sucede en esta parte, pero los recuerdos son tan fuertes y traumantes que no permiten hacerlo. Sólo diremos que todo es un frenesí de ruidos y raras e indescriptibles sensaciones; con la boca abierta se observa cómo el dentista mete sus horripilantes manos, pero no mete sólo eso (tampoco mete esto, malpensado), sino que mete toda una serie de instrumentos entre los que se encuentran taladros, cepillos, mangueras, agujas y así cosas por el estilo.
Es considerada una bendición si se desmayas, ya que no recordará parte del dolor. Una vez acabada la operación, todas las luces se encienden nuevamente, y se oye la voz del dentista diciendo: "ya acabamos aquí, puede hablar con mi recepcionista antes de irse". Al levantarse, usted probablemente esbozará una estúpida sonrisa y finalmente saldrá tambaleándose y con la cabeza agachada.
La humillante salida
Esta es la última parte de la tortura y al igual que la primera, es psicológica. Sale y se encuentras nuevamente en la sala de espera, tiene que soportar las miradas intrigadas y de repugnancia de los presentes al ver su hinchado rostro, camina lentamente al balcón donde le espera la recepcionista que tiene cabreante sonrisa sarcástica; ahí se entera que tiene marcadas tres nuevas citas para las próximas semanas. Ya sea porque el dolor lo ha dejado tonto o por el efecto de la anestesia; el asunto es que acepta regresar sin pedir ninguna explicación y entonces viene lo peor: ¡es la hora de pagar!.
Así es, se tiene que echar mano de ts escaso sueldo (o al de su padre, parientes o amigos) para pagarle al ser que le hizo sufrir por más de 2 horas, le humilló en público y que seguramente estará como protagonista estelar en tus peores pesadillas.
Pero esto no acaba aquí, el "efecto dentista" va más allá: el muy cerdo nos ha lavado el cerebro para no comer ninguna cosa deliciosa, porque de ahora en por lo menos 3 semanas antes de alimentarte pensará: "Mejor no como esto para evitar regresar donde el puñetero dentista"
Torturas extras
Todo dentista tiene su "as" bajo la manga, en caso de que sus malévolos planes no den cierto. Estos son utilizados sólo en caso de emergencia, aunque algunos lo utilizan simplemente para darle un toque más personalizado a sus torturas. La pregunta obvia es: ¿Y que demonios utilizan? Para aclararle esa pregunta (ya me di cuenta de que no ees tan perspicaz como creía) a continuación un claro ejemplo:
Ortodoncia
También conocida como "breikers" o "frenos" por cholos y similares. Es un aparato metálico que le es colocado sobre los dientes. Hasta ahí todo va bien, hasta podría creerse el "Papi de las nenas" con su nueva dentadura reluciente, bienaventuradamente (para el dentista)[1] eso es solo el comienzo. Primero le colocará unos cables para ajustarle los dientes cada vez que le vea, produciéndole un considerable dolor. Eso sin contar con el hecho de que sus dientes le van a doler lo suficiente para no poder masticar cualquier tipo de carne en por lo menos una semana, lo único que podrá llevarse a la boca será puré de frutas y galletas... ¡Sorpresa! Todo eso se le quedará incrustado en la boca, dándole una apariencia todavía más repugnante. Este complejo aparato de tortura también afecta psicológicamente; hablará como retardado, cuando beses a alguien tus dientes se llevarán un buen pedazo del los labios de dicha persona, y consecuentemente ligarás menos (aún).
Endodoncia
No bastaba la tortura antes mencionada y nos topamos con tremenda rama de la odontología, la endodoncia trata los problemas de raíz y literalmente. Este tipo de tortura, se especializa en matar al nervio que tienes dentro de tus dientecitos limpiecitos utilizando los métodos mas vanguardistas para hacerlo, desde el uso de las sofisticadas limas endodonticas, hasta el mas barato que consiste en regar cloro en los conductos radiculares para matar a todos los bichitos que hicieron tremenda parranda con tu nervio.