Roger de Flor
Este artículo contiene altas dosis de humor catalán.
Si no lo entiendes es que eres menos catalán que un restaurante chino. REMEMBER, CATALONIA IS NOT SLOVAKIA!!! |
El autor de este artículo se ha olvidado de poner fotos, o las que hay no son suficientes. Sé buena persona y ayúdanos colocando un par de ellas para la causa. Que la academia te lo premie. |
Mercenario, soldado de fortuna y cruzado sin igual, devastó las filas moras y turcas y casi se apodera de Bizancio en el siglo XIV, por lo que los griegos se lo cargaron tendiéndole una burda emboscada en un banquete que, además estaba muy malo.
Orígenes
Aunque Carod Rovira y toda la partitocracia catalalista de Cataluña se empeñe en considerar a Roger un catalán de adopción que ya militaba con los Maulets y pretendía conquistar Constantinopla para poner una sucursal de los Almogávares cerca del Bósforo, la realidad es muy distinta.
Los aragoneses también lo reivindican, aunque no era maño ni sabía bailar jotas o cantar aquello de la Dolores con las frutas de Aragón o la Expo de Zaragoza.
Los historiadores mínimamente decentes, o sea, extranjeros (sobre todo de EEUU), tienen claro que era un bastardo hijo de un criado del emperador Federico Jiménez Hohenstaufenlosantos que le hacía de halconero mayor cazando pajarracos para alimentar a los contertulios de sus debates radiofónicos. El tal halconero se lió con una dama de la corte siciliana que era parienta de los Garganelli, primos segundos de don Giovanni Rana, el capo grande de la pasta fresca Rana en Italia. La famiglia, muy bien relacionada con Vito Cortizone, dio el empleo de halconero al criado y otorgó una educación al niño que nació de todo el cotarro: lo llamaron Roger von Bloom, lo que traducido al castellano, catalán y portugués equivale a Roger de Flor (en vascuence es Rogarriertxi beta Flereako).
Las primeras hazañas
El niño les salió muy machote y a los 12 años ya emprendía alguna aventura por el Mediterráneo al servicio de un barco pirata que lo tenía de grumete para despertar al capitán de sus borracheras. Más adelante cayó en las redes de captación de adolescentes de la Orden del Temple, y según afirma Dan Brown en una de sus obras, el Gran Maestre Jacobo de Saunière confió en él para defender el legado de Santa María Magdalena y la descendencia mesiánica a cambio de repartirse el tesoro del templo de Salomón que los cátaros no habían podido esconder en Montsegur. Lo equiparon con dos espadas y una cota de malla y le dieron licencia para matar a todo moro viviente.
Totalmente fanatizado y sacralizado por las doctrinas templarias, Roger se quedó en San Juan de Acre a finales de 1291 para tomarse unas vacaciones, pero tuvo la mala pata de coincidir con la ofensiva del sultán moro de turno que quería echar a los pobres cristianos de Tierra Santa y luego dominar el planeta con la yihad (eso nos suena de algo, ¿no?). Cuando todo el ejército moro rodeó Acre, los últimos cruzados la defendieron con garras y dientes y perdieron hasta los calzoncillos refugiándose tras las últimas almenas del castillo, pero al final la ciudad cayó.
Se dice que Roger, que de tonto no tenía un pelo, se escaqueó cinco minutos antes de la derrota final tirándose a una cloaca y saliendo a nado, cubierto de mierda, al Mediterráneo. Desde ese día juró venganza eterna a los musulmanes y que destruiría la Meca y quemaría tantos Coranes como estuviese en su mano.
En Sicilia (1291-1302)
Roger volvió nadando a su Sicilia natal, confiando en obtener ayuda de su famiglia política (un primo le debía algunos favores por haber eliminado a un capo del clan rival de Palermo) y se enroló de nuevo en el servicio de piratería que el rey Federico II tenía montado para asaltar incautas galeras de moros pillados desprevenidos cuando rezaban cara a la Meca.
Logró ganar fama y fortuna, saqueó todo lo que se le puso delante y empezó a convertirse en un asesino en serie de tal grado que hasta Federico II estaba cagado de miedo y deseaba con todas sus fuerzas alguna ocasión para sacárselo de encima y enviarlo a Arabia a matar moros o a conquistar la China para pasar el rato.
Hacia 1302, Roger era el jefe de una banda de miles de matones entrenados al estilo Rambo llamados Almogàvers (almogávares), que iban todo el día sucios y polvorientos, no comían más que carne y pescado crudo, recorrían distancias a pie de 900 km en un mes y llevaban unos cuchillos jamoneros con lo que rebanaban más cabezas de moros que el jinete sin cabeza de Sleepy Hollow.
Formaban la tropa catalanes, aragoneses, valencianos, mallorquines, andorranos y algún pastor del valle de Ordesa y monte Perdido y hasta gabachos con muy mala saña. Iban vestidos de góticos y metían bastante miedo porque vociferaban más que los Ultrasur. Una fuerza de choque temible, sobre todo cuando no tenían trabajo encargado y se morían de aburrimiento.
La Expedición Catalana de Oriente (1302)
El memo de Andrónico II Paleólogo, que prefería dedicarse a la paleontología antes que al gobierno del Imperio Bizantino, envió una carta por correo certificado a Federico II pidiéndole a ver si conocía alguna banda de matones con experiencia para acabar de una vez con los turcos (el emperador detestaba el kebab y las medias lunas y además estaba hasta las narices de que su hijo, el príncipe Miguel, un afeminado cobardica, perdiese todas las batallas contra esos invasores del este). Federico II, que era muy malo pues, sonrió de gozo y le recomendó maquiavélicamente que contratase a Roger de Flor y a sus hombres previo pago de 4000 sueldos de plata por barba, títulos de crédito para la bolsa de Constantinopla y el nombramiento extra de Roger como Megaduque del Imperio.
Andrónico, que no tenía ni pajolera idea de dónde se metía, mordió el anzuelo y contrató a los almogávares por 6 meses de nada, pensándose que luego se cansarían y se iría de rositas sin pagarles un duro.
Roger llegó con 5000 de sus hombres a Constantinopla, se casó con la sobrina del emperador para hacer un braguetazo digno y enseguida se puso manos a la obra. Durante los primeros meses, según afirma Ramon Muntaner (cronista oficial del diario Avui, enviado de corresponsal desde Catalunya para cubrir la guerra), los almogàvers se cargaron un total de medio millón de turcos yendo de paseo por Anatolia y la costa de Jonia. De hecho llegó hasta casi Armenia y la destruyó dos veces seguidas, pero como los búlgaros amenazaban ahora a Bizancio por el norte y el emperador Andrónico tampoco soportaba el yogur búlgaro (prefería el yogur Griego de Danone Joroña que Joroña, claro), envió a Roger a Tracia, donde cayó muerta casi toda la población búlgara a excepción de tres mujeres que se disfrazaron de prostitutas y ofrecieron sus servicios en el campamento de los guerreros a mitad de precio.
La cuestión es que los almogàvers ya llevaban unos tres añitos sin cobrar adelantos y se empezaban a poner nerviosos... y muy macarras.
Roger, César del Imperio
En 1305, Roger se puso chulo y amenazó al viejo de Andrónico con que si no le pagaba mejor se fuese preparando para la anexión forzosa a los Països Catalans sin pasar por un referéndum. La extorsión fue muy efectiva. El emperador se cagó encima tanto o más que Federico II y le concedió el título de César con derecho a corona de laureles e hinojo y descuentos con la Mastercard Bizantina en todos los centros comerciales de Constantinopla. Pero eso no fue suficiente.
Tramando una conspiración internacional de primer orden, Roger envió recado a Sicilia para que enviaran más tropas al mando de Berenguer de Entença y Bernat de Rocafort, sus dos lugartenientes más skins y heavies.
Con 4000 hombres más (mujeres y niños incluidos), las tropas se metieron en la ciudad de Galípoli a saquear y a veranear antes de la próxima campaña contra los turcos, que ya se estaban yendo de peregrinaje a la Meca con la excusa de no batallar más contra esos catalanes alocados.
El príncipe Miguel, que era un cobarde que sólo sabía comer galletas de Príncipe de Beckelair y recorrerse todos los puticlubs alternativos del barrio genovés de Pera, en Constantinopla, estaba muy enojado contra Roger porque en el fondo le ponía cachondo la idea de dejarse seducir por él y llevárselo al huerto. Para ello intentó sacar a los almogàvers de Galípoli enviándoles dos o tres ejércitos.
También invitó a Roger a una orgía en la ciudad de Adrianópolis con objeto de declarársele a los postres, pero una guardia privada de alanos que trabajaban para él decidió actuar por libre y se cargaron al caudillo catalanoaragonés asestándole treinta navajazos antes de pasar al cocido.
La Venganza Catalana
Como los almogàvers habían salido de la ciudad para cazar mariposas (era su entrenamiento diario), las mujeres y los niños se enfrentaron a los ejércitos bizantinos con una desproporción increíble para los pobres griegos, que no sabían cómo se las gastaban las débiles féminas y los tiernos infantes.
Asesinas consumadas y habituadas a la carne fresca cuando estaban sin actividad sexual desde hacía meses, diezmaron tres ejércitos de griegos dirigidas por el vejete de Ramón Muntaner, que como era viejo pues no abusaban de él por algo de pena.
A su regreso, enterándose del pastel y de la vil muerte de Roger, los almogàvers montaron en cólera y juraron reducir Constantinopla a cenizas para fundar encima una Barcelona II y poner un Camp Nou del F.C Barcelona encima de Santa Sofía. Marcharon por la costa destruyendo todas las ciudades, campos, pozos, montañas y masas forestales de protección oficial que se les pusieron delante, pero como los traidores de los genoveses (enemigos jurados de Aragón y Cataluña) les bloqueaban la vía marítima, no llegaron a la capital por muy poco.
En vez de eso pasaron a Tracia y Macedonia, donde destrozaron monasterios ortodoxos con grafitis, se mearon en las ruinas griegas y sodomizaron a diez mil tesalonicenses para pasar el rato.
Los sucesores de Roger
Como Roger se había muerto, sus dos capitanes skins más importantes (Bernat i Berenguer) se pelearon entre ellos por la jefatura de la banda, resultando perdedor Berenguer de Entença porque al final le entró pis en la batalla crucial y se refugió en un castillo donde tenían lavabos intactos y muy limpios (más tarde fue capturado por los genoveses, que lo vendieron al rey de Nápoles porque tenía unas cuentas pendientes con él a raíz de un asunto de drogas, o algo así).
Bernat de Rocafort, que era un maulet digno de los mejores okupas del barrio de Gràcia y antepasado directo de Joel Joan, dirigió a sus mercenarios hacia Grecia con la idea de crearse un feudo en Atenas y vivir de cobrar entrada a los turistas que visitaban la Acrópolis, pero tuvo la mala pata de morirse por el camino y entonces le relevaron unos cuantos capitanes que mantuvieron el objetivo y siguieron saqueando y matando para no aburrirse.
Los ducados de Atenas y Neopatria
Tras la batalla del río Cefís contra el pobre duque francés de Atenas (Gautier de Brienne, que era un pobre diablo que usaba L’Oréal para maquillarse la barba), los almogàvers destrozaron a la totalidad del ejército enemigo, entraron en Atenas y se casaron con las viudas de sus rivales y fundaron el ducado de Atenas y de Neopatria con subvenciones de La Caixa a cambio de incorporar a la Corona Catalanoaragonesa la titularidad del territorio y acatar las órdenes directas del rey Jaume II.
Desde entonces, en Atenas se habló catalán y se impuso la Llei de Normalització Lingüística de la Generalitat de Catalunya. A veces se bailaban sardanas y jotas junto al Partenón y los griegos bebían vino del Penedès con porrón y pan con tomate y butifarra de Vic. Los niños recitaban el Virolai con emoción y la bandera de las cuatro barras ondeaba en todas las columnas dóricas del lugar. No es de extrañar que los griegos acabasen algo hartitos de la propaganda pel fet. El dominio catalán sobre ese trozo de Grecia duró hasta 1380, cuando un florentino muy malvado y cabrón llamado Nero Acciacciuoli (Achioli, que diría Florinda Chico) los desalojó mediante tropas aerotransportadas que les pillaron de improviso mientras celebraban la Diada Castellera con una colla llegada de Cataluña expresamente.
¿Qué queda de los almogàvers?
Pues, básicamente, el recuerdo de haber sido una de las bandas de mercenarios más sanguinarias de la historia mundial, haber matado unos cuantos millones de turcos y haber esclavizado a los memos de los griegos hasta hacerles vomitar el yogur. Lo de los turcos no está tan mal, pero lástima de griegos y de cultura clásica...
Para Carod Rovira, ERC y el nacionalismo catalán, sin embargo, son el mejor ejército de la humanidad habido y por haber, y a los Mossos de Esquadra de Cataluña los instruyen en sus tácticas pese a que la raza ha disminuido en vigor. Hoy en día, en cierto modo, los que mejor han heredado los rasgos genéticos de los almogàvers han sido los okupas catalanes independentistas de las JERC y el colectivo antisistema, que cuando inundan Barcelona para sabotear alguna cimera del g-7 o Euromediterránea ponen patas arriba todo lo que tocan: contenedores, farolas, coches, casas, afiliados del PP, católicos, etc... Inútil desalojarlos de alguna finca okupada, son temibles.
En Grecia ha quedado muy mal recuerdo de esta banda, por lo que si dices que eres catalán (catalanikós, catalavena) te miran muy mal y te llaman ¡fdghfsuyr! (golfo), ¡hhhryd! (asesino), ¡piratacatalnero! (pirata) y vete tú a saber qué cosas más. Paradójicamente, si empiezas a hablarles de fútbol y del Barça (BARÇA) seguro que trabarás amistades inconfesables, lo que no deja de resultar algo esquizoide.
A los turcos ya les da igual, porque como luego se zamparon a los tontos de los bizantinos casi se han olvidado de aquellos catalanes que diezmaron a sus antepasados a base de bien.
Una última anécdota, bastante penosa, es que la Generalitat de Cataluña, por algo de complejo de culpabilidad y esas cosas, envió en 2006 a un conseller de visita oficial a Grecia para pedir perdón a los griegos por toda la historia. Los helenos no le hicieron ni puto caso porque lo cierto es que a ellos ya les importa poco o nada todo el tema, pero el señor que fue a Grecia y Macedonia se lo pasó de miedo. Aparte de gastarse algunos millones de euros del erario público en celebraciones conmemorativas y donaciones al gobierno griego con excusas de memoria histórica, el tal conseller se fue de viaje a las islas griegas y se lo pasó pipa haciendo un crucero a Mykonos con todos los gastos pagados. Sic gloria... Los últimos almogávares