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Artículo Religioso Destacado

Vara de la corrección

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Gatito.jpg ATENCIÓN: Este artículo puede poner su alma en peligro
Cada vez que alguien lo lee, Dios mata un gatito.

La Vara de la corrección es el instrumento ideal para practicar el castigo demente y psicópata que según ciertas Iglesias Evangélicas, y todos los claustros e internados católicos, debe aplicarse sobre los niños para conseguir que en lugar de ser personas normales de mayores sean unos borregos buenos cristianos.

¿En qué consiste?

La vara no debe ser un palo suficientemente grande como para dejar marcas evidentes en el cuerpo del niño, sino una varita que no machaque los huesos, pero que escueza bien en la piel. También según algunos cristianos puede sustituirse por un buen látigo de cuatro o cinco correas. El hecho de que no se disponga en todo momento de la vara o el látigo (en principio no lleva uno estos instrumentos consigo, aunque todo dependerá de lo díscolos que sean los hijos de uno) y que haya que ir a buscarlos favorece que el primer brote de ira maniaca haya pasado y el ensañamiento no sea tan excesivo como para que intervengan los servicios sociales. Así, además puede premeditarse mejor y llevarse a cabo el tormento de una manera más fría y calculada.

Si llevan un dibujito cursi, la práctica resulta más humillante para el niño apaleado, y así aprende mejor la lección.

¿Por qué se aplica?

El castigo corporal a veces produce efectos secundarios no deseados.

Resulta que todos los niños del mundo nacen con la sana determinación de seguir su propio camino. Los cristianos evangélicos en lugar de concluir esto como algo positivo e inherente al ser humano y asumir que son ellos mismos los que que están adocenados por una doctrina más falsa que un billete del Monopoly y profundamente mema deciden que esto se debe al influjo del pecado de Adán y que hay que extirpar a los niños a golpes todo retazo de humanidad, asumiendo incluso que educar a un niño es lo mismo que domar a un caballo o a un burro. El punto buscado es que tan solo una insinuación de una posible paliza produzca tal acojonamiento en el niño que se someta sin chistar hasta a los delirios más absurdos de su brutal apaleador. Si se logra esto, de mayor se someterá a cualquier dogma, por imbécil que sea, a cualquier capricho de su director espiritual, por absurdo o abusivo que sea. En otras palabras si cada vez que el niño siente el impulso de pensar por sí mismo se le golpea, hasta arrancarle la piel a tiras si es preciso, nos aseguraremos un alma ganada para el Cielo (o un psicópata resentido contra el mundo, pero ¿no vale la pena intentarlo?).

¿Cómo aplicarla?

Hay que hacer de ello todo un ritual del horror. Agarre a su hijo cuando este haya hecho alguna acción que le desagrade o le contraríe. Llévele a un lugar apartado donde nadie pueda oir sus gritos ni socorrerle. Léale la Biblia, pues a una buena tortura física ha de acompañarle una buena tortura psicológica, que perciba en el sonido de los versículos en su voz la frialdad y la determinación del verdugo implacable. Átele, que no pueda escapar. Amenácele con la vara, y recréese en sus llantos y súplicas. Deje pasar un tiempo. Cuando psicológicamente ya se haya derrumbado, comience a golpearle. Y recuerde, si no hay dolor la lección no se aprende. Si el niño vislumbra un rayo de esperanza, si percibe una mínima señal de que usted tal vez no sea un sádico por completo deshumanizado y pudiera perdonarle, la lección no se aprende.

Algunos cristianos ablandengados y tibios defienden que la aplicación de la vara no debe ser humillante. ¿Cómo que no? ¡Claro que debe serlo! De esa manera se destruyen mejor las barreras psicológicas del individuo, queda mejor sujeto hacia su amo y señor y, además, enseñándole que es una piltrafa a la que se puede humillar cuando uno guste se le vacuna contra todo pecado de soberbia, que ya se sabe que le lleva a uno de cabeza al Infierno.

¿A qué edad los buenos cristianos comienzan a apalizar a los niños como si no hubiera un mañana?

Los cristianos comienzan a zurrar a sus hijos a palos cuando tienen más o menos un año de edad. Por supuesto comienzan a hacerlo de manera liviana al principio y luego van subiendo la intensidad, graduando siempre no dejar marcas que alarmen a los servicios sociales. Cuando los infantes son pequeños y tiernecitos, se les puede dominar y así aplicar la medicina que necesitan. En cambio, cuando son mayores es posible que sean más fuertes que su maltratador padre, e igual se remontan y terminan siendo ellos los que le meten al padre hostias (sin consagrar) hasta en el cielo de la boca. Por eso es muy importante sofocar de manera despiadada todo brote de rebeldía desde el primer momento, como se verá en el siguiente apartado.

¿Qué se debe hacer si el niño resiste?

Obviamente, pegarle el doble, o el triple, o el cuádruple. Que aprenda que si se resiste a ser golpeado, eso solo le servirá para recibir más golpes. Que debe aceptar sin cuestionar la autoridad de su superior y que si éste le pega es porque se lo merece y punto. Los cristianos defenderán que este comportamiento lejos de ser propio de quien disfruta sin escrúpulos del sufrimiento ajeno es la mejor muestra de amor que un padre o madre puede prodigar a su prole. Seguro que a sus pobres vástagos les gustaría que les quisieran un poquito menos.

Gracias a la vara de la corrección, sus hijos le amarán...

... o no, salvo que al final de su infancia terminen por sufrir un pronunciado síndrome de Estocolmo. Pero si puede oler el miedo de los chiquillos cada vez que usted hace acto de presencia ¿para qué necesita que le amen?. Le obedecerán y someterán su voluntad a la suya, que esto sea por amor o por terror es lo de menos. Y, por supuesto, si a usted le golpearon también duro de pequeño, a su vez se someterá ciegamente a la voluntad de su pastor. Así que ¡Aleluya, aleluya!

Para finalizar...

¿Le ha parecido a usted que esta vez los de la Inciclopedia se han pasado con el humor negro y que este artículo es de un mal gusto intolerable?¿Que ningún ser supuestamente civilizado maltrataría así a sus hijos? Pues en este artículo no nos hemos inventado absolutamente nada y citamos fuentes, como los de La Ladrona. Eche un vistazo aquí[1], aquí[2] y aquí[3] y juzgue por sí mismo si la cruda realidad nos da o no mil vueltas.

Referencias

  1. Página cristiana psicópata nº1
  2. Página cristiana psicópata nº2
  3. Página cristiana psicópata nº3 Ojo aquí a los espeluznantes comentarios de las tales Lucía o Yahaira