Algoritmo online
El algoritmo online o algoritmo de internet son los mecanismos que usan los buscadores, webs y aplicaciones, principalmente redes sociales, para filtrar y ordenar el contenido para que pierdas el tiempo usándolos sin conseguir lo que querías.
Desarrollo
Dicen los entendidos que la Inteligencia artificial solo sirve para crear basura estúpida para llenar internet. Como es habitual, su supuesta erudición es un escaparate sin nada detrás. La generación de estupideces, a la que Inciclopedia se enfrenta como un bastión irreductible de la razón y la verdad, lleva lustros siendo el motor de las redes. En sus orígenes, el contenido basura se quedaba donde había sido producido. Básicamente lo mismo que las joyas con gifs animados y música MIDI chillona que tardaban 15 años en cargarse. Era un medio tan útil para comunicarse como usar lenguaje de signos con ciegos. Como tenían monos infinitos y la mayoría estaban lamiéndose la pelusilla del ombligo, los emplearon para escribir direcciones al azar y agruparlas. Estos portales a modo de listín telefónico podrían haber sido útiles de no ser porque un mono escribió el dominio y hacía falta un millón de años y más monos para encontrarlo de nuevo. Entonces, como cuando encuentras un retrete tras horas aguantándote la cagalera, llegaron los buscadores acompañados de un coro celestial. Ese coro eran cantos de sirenas, pues los ángeles estaban ocupados preparando el fin del mundo del efecto 2000.
Durante años, funcionaron maravillosamente, pero todos fueron engañados, pues el algoritmo fue forjado. En la tierra de California, en los fuegos de Mountain View, Google forjó en secreto el algoritmo para controlar a todos los demás. En ese algoritmo descargó su malicia y su voluntad de dominar todo tipo de vida...un algoritmo para gobernarlos a todos. Una a una, las comunidades libres de las redes fueron sometidas a su poder, pero hubo algunos que resistieron. Una última alianza de frikis e informáticos lucharon contra el ejército de Google y en las lomas de Mountain View libraron su batalla por las redes, pero nada puede con el poder del algoritmo. En aquel preciso instante, cuando la victoria parecía segura, se abrieron las puertas de los Smartphones. Millones de orcos invadieron las redes, ignorantes del funcionamiento y las normas que mantenían el equilibrio. Google y sus redes sociales aliadas, envueltas en mantos negros, los contuvieron, pero al hacerlo urbanizaron sobre las antiguas tierras libres. En su interior, los usuarios ignorantes disfrutaban de una falsa sensación de prosperidad y oportunidades, pero el algoritmo era la ley. Desgraciadamente, el corazón de los frikis se corrompe con facilidad. Arrinconados ante la expansión de estos gigantes, los frikis fueron atraídos por la calidez de este nuevo entorno. "Quizás no sea tan malo", murmuraban, pero, como una secta, proporcionan un grupo acogedor, pero únicamente si se mantiene la homogeneidad. Tarde se percataron que se habían adentrado en ciudades amuralladas y las salidas eran pocas y restringidas. Unos pocos, corrompidos o ilusos, creyeron poder dominar el algoritmo. Aún menos triunfaron en ello, pero no se daban cuenta que su éxito era una farsa y que realmente ellos eran los controlados, pues cualquier cambio podía hacerlos caer. De esta manera, para muchos, este se convirtió en el paradigma de internet, donde las empresas controlan a los rebaños, pero esa obediencia no tenía porqué.
En esos confines cerrados, las normas se anunciaban como una forma de mantener el orden, pero realmente funcionaban mejor para extender la basura. Ni Yahoo! Respuestas pudo soportar tal estupidez. Terraplanistas, antivacunas, asustados con la Agenda 2030 y demás conspiranoicos pudieron salir de sus cuevas y reunirse para reclutar miembros. En paralelo, favoreció que todo el contenido de las redes fuera un producto comerciable. Así se puede disfrutar de adultos que venden su dignidad a cambio de 5 minutos de fama y aceptación de un público caprichoso, pero por voluntad propia, ¡eh!, que realmente les gusta, que no se te pase por la cabeza pensar que son patéticos.
Buscadores
De cara a la galería, el algoritmo podría parecer razonable. Podría pensarse que se ajustan perfectamente al buen contenido, pero en la práctica, solo hace falta satisfacer unos detalles clave. ¿El usuario tiene una pregunta? Intenta satisfacer esa demanda. Como pueden hacerlo muchos, se favorece a aquellos en los que el usuario pasa más tiempo. ¡Eso significa que el contenido es mejor! Pero, en cambio, solo significa que son pérdidas de tiempo que pretenden responder a la petición pero nunca la satisfacen. Es más, si sigue en la web, de página en página, buscando lo que quiere, debe ser que el resto del contenido también le interesa. Aleluya, otro impulso para la web. Así destaca sobre las demás y tiene más posibilidades de ser enlazada por otros, lo que también le da puntos. El resultado son webs donde lían con texto y más texto, señal de que trata el contenido en profundidad, pero no te aclaran nada. Tan solo te atrapan en un laberinto donde todas sus páginas son igual de inútiles. Para rematar, no se limitan a responder cualquier búsqueda, sino aquellas más comunes o en tendencias. ¿Signos de un ictus? Intenta extraer algún detalle leyendo 50 páginas e intenta soportarlo sin que te cambie la cara. ¿Búnqueres para huir del inminente ataque nuclear? Quizás lo encuentres en esta lista de famosos con refugios nucleares.
Redes sociales
La red social de los viejos, aquellos que con décadas de experiencia creen con firmeza que Kim Kardashian había sintetizado un nuevo químico que te deja el cutis como el culito de un bebé, o que Kanye West tenía el secreto financiero que los bancos no quieren que sepas. Si está en Facebook, es mentira. Si es popular, más. Su algoritmo funciona con la falsedad. Por eso te puede recomendar a chinos sacando 7 pirámides de vidrio de colorines de una almeja gigante o una langosta de 3 metros que trabaja de notario. Si alguna vez encuentras algo que, al menos, es entretenido, lo siento, cuando vuelvas a buscarlo, no lo encontrarás. Esos 3 segundos que viste de pasada mientras deslizabas son más que suficientes. En cambio, espero que te guste esta publicidad mezclada con el contenido. Facebook es tan transparente con lo que comparte como el cartel que pone publicidad, que puedes ver fácilmente con un microscopio, en una esquina, con letras en gris claro en fondo blanco.
Si crees que en los reality shows hay algún detalle, por nimio que sea, que es real, enhorabuena, este es tu sitio. Es la web donde el contenido que no importa un mojón, pero con filtros. La sede de las apariencias. En este caso, el algoritmo funciona como la popularidad en un instituto y solo acepta temas ligados a ser popular. Por eso, no te hace sufrir, simplemente te excluye porque tampoco es una plataforma con material sustancioso.
Tiktok
Gente dormida o tirando 10000 pelotas, el muñeco de Roblox saltando plataformas mientras se cuenta un drama inventado de Whatsapp, peces que viven en un agujero seco en el suelo, un tío con mirada perdida señalando el vídeo que tiene de fondo y todo ese contenido fresco que se compartía 20 años antes por correo electrónico. Es el material de calidad que promueve Tiktok. No importan los me gustas ni que se comparta. Lo primero es que te quedes mirando los vídeos, a ser posible varias veces, pensando qué demonios estás haciendo con tu vida. Después de todo, la misión final de cualquier algoritmo es que no te vayas. Es como cuando empiezas a ver estanterías enormes en IKEA, con gente arrastrándose en busca de agua o alimento, y sabes que de esa parte no se sale. Las plataformas con más muertos cerebrales son más accesibles para que los anunciantes suelten el dinero y puedan vender a usuarios con un tembleque en el dedo que les impide evitar un botón de comprar.
Youtube
¿Conoces esas sudaderas o suéteres con el nombre de una universidad o fiesta y un año aleatorio? El algoritmo de Youtube es así o, al menos, lo es cuando mantiene el funcionamiento clásico. Si te despiertas a las 4 de la mañana, te aconsejará vídeos de castores tibetanos debatiendo sobre el avant-garde de Somalia. Si subes vídeos, igual te ignora la obra maestra inédita que acabas de subir que, a los años, te revienta a visitas un vídeo de 120p de 13 segundos donde sacudes el polvo de unas chanclas.
Bronca. Ese es su combustible. Desde sus raíces lo han negado, pues ha sido hábitat de perfiles de personas puras, impecables, que siempre hacen lo correcto pues tienen la ventaja de que lo correcto es lo que dicen ellos. Si señalan a alguien, tan solo están exponiendo una situación, no mandando a los perros a devorar a un infeliz que publicó un mensaje ligeramente ambiguo. La compra por el Melón y su cambio a X sumó un requisito más: ser nazi. Algunos aseguran que permanecen ahí, alzando el brazo, para cambiar el nazismo desde dentro, pues son unos heroicos luchadores. Otros simplemente se quedan porque el papel de "judío" te facilita aparecer en una película de Spielberg.
