Demonio de Maxwell
El demonio de Maxwell es una entidad maligna traída de las profundidades del averno por el científico ocultista escocés James Clerk Maxwell como parte de su esfuerzo por destruir las leyes de la termodinámica creadas por Dios. Esta ley dice que una cosa fría no puede calentar algo que ya está caliente, "¿cómo maldita sea que no?" contestó Maxwell cuando su profesor de física se lo explicó, luego Maxwell haría la invocación maligna para demostrar lo contrario.
Historia de Maxwell
James Clerk Maxwell como todo científico, fue satanista. Contrario al cristianismo, se dedicó a estudiar física matemática, con ayuda de sus poderes ocultistas pudo formular la unificación de la radiación electromagnética, que determinó que la electricidad, el magnetismo y la luz eran parte de la misma fuerza, por lo que la compañía eléctrica no debía cobrarlos como servicios separados.
Gracias a eso, tuvo problemas con el sindicato de electricistas que le rompían las piernas cada semana e intentaban quemar su casa una vez al mes, por lo tanto empezó a pedir ayuda a su mentor científico, Isaac Newton que le enseñó a hacer invocaciones diabólicas (aunque el mismo Newton sólo podía invocar manzanas).
Tras trabajar en una Ouija cinética y termodinámica, convocó a un demonio personal para defenderse de los electricistas, que con sus trucos de magia hizo que la casa calentara los lanzallamas hasta que estallaron. Maxwell siguió trabajando hasta su vejez cuando fue arrastrado al infierno para seguir elaborando teorías física hasta el día de hoy.
Historia de su demonio
El demonio de Maxwell, llamado Maxwellófeles, es un pequeño demonio que se dedicaba a abrir y cerrar la puerta del infierno atrayendo las moléculas calientes del cielo y dejando escapar las frías, para que no hubiera una regulación termodinámica. Pero no todos los demonios lo entendían, le hacían bullying por payaso y cerebrito, las almas de los condenados se preguntaban qué hacía ese demonio minúsculo que en lugar de estarlos picando con un trinchete, nada más cerraba y abría la puerta como esquizofrénico.
Luego de varias golpizas por parte del sindicato de diablos que arreglaban las bisagras de las puertas, se mudó al mundo humano donde ayudó a Maxwell para que se vengara de sus enemigos. Juntos lograron demostrar que la entropía se podía reducir, cosa que contradice a las Leyes de la termodinámica y por lo tanto fue perseguido por la policía de la termodinámica y el mismo Maxwell fue quemado en la hoguera varias veces, de las que escapó todas más fresco por las llamas gracias a su amigo demonio.
En la actualidad, algunos miembros de la comunidad "científica" dicen que el demonio no puede existir, pues el propio ente ayudaría a incrementar la entropía del universo porque su trabajo genera energía propia que estabiliza la temperatura aislada. Estos mismos "científicos" no saben por qué su café helado queda tan caliente después de ponerle hielo, no saben que la maldición del pequeño malvado los aqueja.
Uso en la vida real
En 2001, el verdadero padre de <inserta tu nombre aquí>, del que no sabía hasta ahora, hizo un Demonio de Maxwell electrónico, tratando de hacer que este ejercicio mental se vuelva real, por lo que puso dos recipientes de gas y los aisló del resto del Universo y él también debió aislarse del Universo para poder seguir el experimento, así que dos gases a la misma temperatura debían mantenerse a la misma temperatura, pero ese clon de demonio le pagaron bien para que separase partículas rápidas para un lado para que se hiciera caliente, y al otro lado partículas lentas para que se hiciera frío. Triunfó, pero cuando intentó regresar al Universo ya no pudo, y al estar aislado del tiempo y el espacio, entonces no existe ni nunca existió y <inserta tu nombre aquí> tampoco puede existir, por lo que pronto desaparecerá sin dejar rastro en nuestra memoria.
Figura de adoración
En varias religiones se ha confundido al demonio de Maxwell con deidades propias, para los vikingos Freyja seleccionaba las almas que le gustaban y las que no se las mandaba a Odín al Valhalla (una especie de antro metalero); para los mesoamericanos, Tlaltecuhtli, que se comía los cuerpos de los muertos y los, bueno, defecaba en los diferentes destinos turísticos después de la vida; y para los católicos es San Pedro que manda a los fríos al cielo y a los calientes con el tío Satán.