Usuario:Gatricio/Río Mapocho

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Cita3.pngUn río inspiradorCita4.png
Howard Phillips Lovecraft pensando en su próxima novela.
Cita3.pngTodas íbamos a ser reinasCita4.png
— Gabriela Mistral, arrepentida de no haberse desnudado en el Mapocho de joven con sus amigas.
Cita3.pngEl Mapocho es imporante, relevante, gravitanteCita4.png
Sebastián Piñera hablando tautológicamente.
Mujer gigante haciendo topless en la orilla del río en verano. Arriba, la Costanera de los Pobres.

Si Londres tiene el majestuoso Támesis, si París cuenta con la elegancia del Sena, si Buenos Aires es bañado por el cauce del Río de la Plata, una ciudad tan importante como Santiago de Chile no podría ser menos. En efecto, cual columna vertebral que de la cual se ramifican barrios que se inundan una vez cada 10 ó 20 años, la capital de América del Sur es decorada por el insigne Río Mapocho.

¿Qué hay de mágico en tan notable curso fluvial, que los santiaguinos han olvidado debido a su clásica mala memoria, a la contaminación o a los rascacielos del barrio de Sanhattan? Aquí pretendemos desentrañar la extensa y profunda historia del acuífero capitalino por excelencia.

Características generales

Lecho del río en Sanhattan, con el mítico falo del Costanera Center como postal.

El río Mapocho abarca 96 kilómetros de recorrido. Su origen es nivopluvial, con un cauce formado principalmente por aguas de los deshielos cordilleranos y cadáveres esquiadores que van descomponiéndose en la medida que bajan a Santiago luego de accidentarse mortalmente. Otro aporte al cauce lo componen los relaves de la minería del cobre, que le dan ese sabor característico al agua que más abajo beben el ganado y las poblaciones (en ese orden). Contribuyen al revoltijo además algunos canales de regadío que aportan barro y ratones al torrente.

Breve repaso histórico de la evolución del río

Pedro de Valdivia, fundador de Santiago en 1541, recorrió la comarca del Valle Central buscando un lugar donde asentar la capital del territorio. Al llegar a las inmediaciones del cerro Huelén, donde apreció lo que más tarde sería Santiago, determinó que ese lugar era el indicado al estar entre dos ríos, el Mapocho y el Maipo, al igual que la Île-de-France de sus correrías adolescentes. Con ello, el español garantizó el riego de las tierras adyacentes y la inundación de la ciudad durante siglos, contribuyéndose de esta forma a la permanente renovación urbana que aportan los siempre frecuentes terremotos y cataclismos nacionales. Es por esta razón que la capital chilena se considera parte de los Países Bajos.

Por esos tiempos el Mapocho constaba de dos brazos. El menor de estos fue rellenado y permitió la construcción de La Cañada, la principal arteria vial de Santiago, que más tarde sería conocida como la Alameda de las Delicias. De deliciosa, la Alameda tenía (y tiene) bien poco, dado que cuando venía el tiempo de la inundación el río seguía su curso natural y era inevitable que se inundase el cauce clausurado, llevándose consigo todo lo que encontrara a su paso.

Obras asociadas

Tajamares

Para evitar las frecuentes inundaciones que levantaban faldas en tiempos bastante pudorosos, al tiempo que era necesario ponerle una barrera a las ratas gigantes que entraban a almorzar los días de lluvia a las casas principales de Santiago, fueron levantados los tajamares del río Mapocho. De construcción sencilla, estas estructuras no gozaban de mucha durabilidad, apilándose como escombros durante años en el lecho del río dado vida a un animado carnaval de roedores, amebas y bacterias cada invierno.

En la actualidad, lo que resta de los tajamares ha sido encontrado de casualidad con la construcción del metro de Santiago, decorando algunos museos y basurales de la capital.

Puente de Cal y Canto

Lugareños yendo contra el tránsito en las inmediaciones del puente de Cal y Canto.

Los ingenieros del siglo XIX, adelantados para su época, calcularon que en un sector de Santiago en particular era necesario construir una obra civil que a futuro permitiera el paso de 7500 vehículos por hora, cálculo ambicioso si pensamos en las yuntas de bueyes y carruajes de caballos que estaban de moda por esos tiempos. Para ello, se construyó un puente de cal y canto que, como su nombre lo indica, fue levantado con albañilería de cal mientras los obreros cantaban y cantaban. Algunos historiadores aseguran que también se utilizaron 200.000 huevos de gallina, dando cuenta del gran desarrollo que tenía la industria avícola del Chile de esos tiempos.

Se efectuó un concurso público para dotar de un nombre al puente. El concurso se declaró desierto, y con la creatividad habitual de todo planificador urbano, lo denominaron Puente de Cal y Canto.

Como se trataba de una obra pública con la que ningún concesionario privado se enriquecía, el puente se entregó con 10 años de retraso, plazo habitual en esos tiempos. Lo cual no influyó mucho, porque seguían circulando solamente yuntas de bueyes y carruajes de caballos.

Dos años después de entregado, el puente fue demolido pues fue necesario ensanchar el cauce del río, lo cual es el antecedente directo de la graciosa costumbre nacional de levantar todos los años los adoquines de las calles viejas y romper las veredas todos los veranos para instalar los ductos de cada compañía de servicios por separado.

Canal San Carlos

Se trata de un afluente que discurre en diagonal desde la cordillera y desemboca en el Mapocho a la altura de Sanhattan, contribuyendo a su asquerosidad incrementar su torrente. El canal San Carlos tiene propiedades paranormales: un día corre a gran velocidad arrastrando enormes cantidades de agua, y al día siguiente se lo ve seco y con su lecho convertido en basural. Este ciclo se cumple aleatoriamente.

Mapocho navegable

Nuestras disculpas: la imagen es pequeña, como sus posibilidades.

Una de las aspiraciones capitalinas por excelencia ha sido tener un río que se compare con los de las principales capitales del mundo. Si Nueva York tiene el Hudson, ¿porqué Santiago no tiene su Mapocho Navegable?

En la mitología urbana chilena este es un tema altamente relevante. Miles de presentaciones de Power Point graficando el paisaje de Santiago atravesado por un acuífero de turísticas riveras, glamorosos yates e intensa actividad deportiva permiten visualizar el futuro esplendor del río. El sueño del Mapocho Navegable, obra del querido presidente Sebastián Piñera será puesto en marcha próximamente, coincidiendo la fecha con el día de pago de los bomberos[1].

La obra civil corresponde a un macro proyecto urbanístico que mediante esclusas que harían palidecer a las del Canal de Panamá, la mierda contenida en el torrente se acumularía al punto que la profundidad del afluente permita el paso de embarcaciones como transatlánticos y portaaviones, a baja velocidad por razones de seguridad y por la densidad del fluido en el que se desplazarán.

Usos alternativos

Sin el glamour del río navegable aún, gentes iluminadas como las hay han logrado con maña e ingenio algunos usos para el Mapocho que son dignos de mención.

Playas

En tiempos de Joaquín Lavín como alcalde de Santiago fueron inauguradas las famosas playas en el Mapocho, destinadas a apaciguar el calor veraniego de los capitalinos y ganar unos votos para la reelección. En un entorno surrealista, dado que el río arrastra muy poco caudal en verano, las riveras se llenaron de piscinas de plastico, quitasoles y toboganes, brindando un aspecto muy chic al río. Para intentar darle realismo a los balnearios, se trajo arena de las playas de la Costa Central, dejando en claro las prioridades del municipio más importante del país.

Rafting universitario

Antes de que las tomas y las facultades se llenaran de chicas bonitas como dirigentes, era costumbre hacer una carrera de balsas río abajo, en una suerte de rafting académico. Los alumnos debían vacunarse contra 45 enfermedades infecciosas antes de emprender la aventura.

Esta actividad cayó en desuso cuando el agua del río comenzó a transformarse en un barro de lento discurrir cuando no llueve, gracias al gentil auspicio de los relaves de la minería del cobre.

Protestas de deudores habitacionales

Efectiva forma de protegerse del frío en el lecho del Mapocho.

Caracterizado por la originalidad, el chileno siempre busca maneras creativas de manifestar su indignación. Es así como la agrupación Andha Chile (que reúne a deudores habitacionales que no quieren pagar abusados por los bancos) aprovecha el lecho del río para instalar carpas durante horas y aún días, a la espera de que las autoridades resuelvan su petitorio. Esta dinámica se extiende ya por varios años, tiempo en el cual los fabricantes de elementos de camping se han enriquecido ostensiblemente. Para dar más efecto mediático a la protesta, los manifestantes instalan estos alojamientos en invierno, durante el tiempo de la inundación, de modo que siempre existe la posibilidad de que las carpas se conviertan en embarcaciones. Las técnicas disuasivas policiales son efectivas: luego de una hora de apaleos y patadas los deudores suben a la calle y se disuelven.

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Notas

  1. En Chile los bomberos son voluntarios y no perciben remuneración.