Incilibros/Manual para sobornar a un árbitro

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Sobornamos a un impresor para que nos publicase este Incilibro (próximamente en su librería más cercana)

En un mundo donde cada vez hay más gente (y menos personas), a veces se vuelve difícil o imposible salir triunfante confiando en nuestras propias fuerzas, y mucho menos en las de los demás. Seamos claros: si se quiere conseguir algo, hay que jugar sucio trabajar duro. Sin embargo, nadie quiere tener su reputación manchada; se debe aprender a jugar sucio pero con elegancia y dignidad (algo así como sonarse los mocos con un pañuelo de algodón egipcio). Siguiendo esta lógica, todo el mundo sabe que no hay mejor forma de ser corrupto y elegante a la vez que el soborno.

Si la decisiones no fueron de su agrado, evítese la pena de hacer esto, mejor consulte el manual.

No se asuste; soborno es una palabra políticamente incorrecta, pero ¿a quién le importa?. La cuestión es que funciona. En el presente manual aplicaremos esta oportuna técnica en el mundo deportivo, con el fin de lograr que nuestro equipo del corazón salga victorioso en sus enfrentamientos. Aunque sean una banda de minusválidos recién salidos del asilo de leprosos. Y, por supuesto, sin hacer notar al resto de personas nada sospechoso.

Introducción

Qué es el soborno

Por soborno entendemos la acción de pagar a cambio de un servicio prestado. Como se aprecia por el concepto, no es más que la definición de un trabajo humilde, patriota y a favor de la iglesia y de la economía; de ahí que sea considerado por algunos derechistas, izquierdistas y centristas como algo incorrecto y moralmente reprobable, no haga caso. Lo más probable es que estén celosos; la prueba es que los que dicen esto no suelen ser los que salen por la tele anunciando la enésima recalificación de la cara oeste del Everest.

El soborno se convierte a menudo en la mejor vía para alcanzar el éxito social, deportivo y por supuesto económico; motivos suficientes para que deba hacerse completamente a escondidas, ya que de no hacerlo puede acarrerarle problemas con la justicia y/o con la mafia, envidiosas de su merecido éxito.

Entre las más populares formas de soborno deportivo está el soborno al árbitro; sobre todo, porque es mucho más fácil de llevar a cabo que otros métodos (que suelen implicar asesinatos y otras cosas no demasiado elegantes) y suele salir más barato que sobornar a todo el equipo contrario.

Para sobornar hay que ofrecer algún incentivo que represente un beneficio para el sobornado. En particular el colectivo de los árbitros tiene dos intereses muy definidos: Sepso, o alguna garantía para que sus últimos años de vida no sean tan miserables como el resto. Todo lo que pueda llevarles a ese fin puede sernos útil para el soborno: Dinero, mujeres, droga, seguros de vida, dotaciones de viagra, incluso acabar con su cónyuge si hace falta. No se corte; el soborno no se hizo para los cobardes.

¿Por qué es importante ganar en las competiciones deportivas?

¿En qué clase de planeta vive usted?

Siempre se debe ganar, en absolutamente todo en lo que estemos involucrados. Y no solo refiriéndonos al deporte, sino también al trabajo, estatus social, política, etc. La sensación de victoria es casi indescriptible, es una liberación de endorfinas que causan un torrente de emociones: nos hacen sentir más vivos, más fuertes y hasta mas bonitos (sí, eso es posible). Y sobre todo, nos conceden la impagable oportunidad de restregar nuestro triunfo en la cara de los demás.

Consejos previos

Antes de empezar asegúrese de que cuenta con el material básico para llevar a cabo el soborno.

Antes de embarcarse en esta aventura le será útil conocer algunos consejos de interés general, que seguramente le salvarán más de una vez en situaciones embarazosas (incluso con riesgo de muerte). Así que abra bien los ojos, preste atención, póngase las gafas, y lea.

  • Siempre este bien presentable, y con un aliento a menta. Una buena imágen siempre ayuda a la falta de talento.
  • Asóciese con otras personas y/u organizaciones. Preferiblemente que no sean mafiosas sino de carácter más bien pacifista, como un grupo de hinchas, barras bravas o algo así. Esto sirve para que usted pueda conseguir el dinero con facilidad y no tenga que pedírselo a su abuelita. Además, yendo de independiente antisocial por la vida no va a impresionar a nadie; seamos serios.
  • Apueste. Si ya sabe que su equipo va a ganar, apueste por él. El dinero es más importante que cualquier historia del amor por el club o el orgullo de sudar la camiseta.
  • Aprenda kárate No le ayudará en nada que tenga que ver con el soborno, pero hará que las personas le tengan más respeto, o al menos que dejen de abusar de usted.

Sobornando un árbitro

Antes de empezar con la guía, es importante aclarar que está dedicada al público masculino en general y a las mujeres feas. Si eres una mujer bonita ya debes saber que sólo necesitas vestir una minifalda y/o minicamiseta y hablar suavecito al oído para conseguir todo lo que quieras. Así que este manual es completamente inútil para ti. De todas formas puedes leerlo para que te rías aún más imaginándote a tus amigas feas, o a la gorda de tu suegra, en el trance de sobornar a un árbitro.

1. Diferencie los distintos tipos de árbitros

  • Novatos: Acaban de salir del colegio de árbitros y sus ideas sobre el juego limpio son incorruptibles. No importa lo duro que lo intente, no traicionarán al glorioso código de honor arbitral. Lo mejor que puede hacer es esperar unos añitos a que maduren y aprendan lo que es la realidad.
    La cantidad es muy importante para negociar
  • Viejos: Llevan en esto desde antes de que usted naciera, y ya se conocen todas las técnicas de soborno habidas y por haber. Requieren un gran tacto para conseguir el éxito; hay que tener siempre en cuenta que el árbitro sabe más que uno. Probablemente, a estas alturas, el juego limpio le importe un pimiento y esté más interesado en comprarse una finca en el pueblo e irse a sembrar patatas, pero no se confíe; si su oferta no es lo bastante suculenta, el árbitro viejo pondrá todo de su parte para que su equipo del alma baje a la división más infecta de la liga. Lo mejor es jugar sobre seguro; ofrezcale comprarle la finca si es necesario, pero asegúrese de que puede cumplir su promesa.
  • Mujeres: Si es mujer es mejor desistir del soborno, es bien conocidos por todos que las mujeres son pésimas árbitras; y no necesariamente porque sean mujeres, ni porque no tengan talento para el arbitraje; aunque sean buenas el público se las cargue moralmente a base de insultos y/o piropos (¡Tia güenaaaa! ¡Te via comé tol co...!) durante todo el partido. Esto las pondrá nerviosas y harán mal su trabajo. Además, generalmente son inasequibles a los encantos de una muchacha guapa en tanga, por lo que se las considera completamente insobornables. No se puede contar para nada con alguien tan impredecible (sin contar con el hecho de que pueden estar en ÉSOS días).
  • Todos los demás: Hartos del deporte, del trabajo, mal pagados y peor tratados. Cualquier propina les viene bien para acabar el mes y sacar su numerosa familia adelante. No se corte.

2. Busque compañeros para sus fechorías

O en otras palabras: Busque un chivo expiatorio (Podía ser: Busque al idiota del barrio, pero no; queremos mantener el buen nivel del manual) que se quede con la culpa en caso de cualquier emergencia.

Prototipo de sicario para cualquier ocasión

Lo que se busca en un compañero de fechorías son cosas muy simples, y que seguramente no tendrá problemas en encontrar en cualquier discoteca (generalmente en la puerta):

  • Poca inteligencia: Por dos motivos importantes: El primero es porque será mucho más fácil de convencer y le podrá mentir sin que se dé cuenta. El segundo es que si es más inteligente que usted, usted terminará siendo el compinche, todo esto sin darse cuenta.
  • Muchos músculos: No solo compensará su complejo de ser un debilucho; le conviene tener una presencia amenazadora a su alrededor, que facilite el soborno y prevenga futuros incidentes.
  • Buen conductor: Puede serle útil en una eventual fuga. Además,todas las personas, en algún momento de nuestra vida hemos querido tener un chófer. Dedse ese gustazo; si algo sale mal, en la cárcel no tendrá oportunidad.
  • Castrado: Un sujeto con todas las características antes mencionadas seguramente representará un problema para su integridad física y sobre todo sexual (no, no importa que sea usted sea un transexual sadomasoquista; igual le va a doler). Así que la presencia de esta característica es recomendable, aunque generalmente tendrá que hacerlo usted mismo ya que no es tan común encontrar eunucos disponibles. Ármese con unas buenas tijeras de podar y recuerde que solo tiene una oportunidad; si falla el castrado será usted. Y eso no le ayudará a conseguir su objetivo, aunque podría evitarle problemas con la novia.

3. Siempre tenga un as bajo la manga

En un soborno, todos salimos felices.

Esto no sólo sirve para el caso de sobornar un juez deportivo, sino que es útil para varios aspectos de la vida como hacer trampa en las apuestas, practicar el chantaje o la extorsión, blanquear dinero o hacer carrera en la política. También sirve para otras cosas mas aburridas e inútiles como ayudar a los necesitados, ayudar al medio ambiente o evitar el calentamiento global, pero eso se lo dejamos a los hippies y a las ONG, que para eso están. Usted, a lo suyo.

Es comprensible que la expresión as bajo la manga, no se entienda muy bien, ya sea por la ambigüedad de la expresión o por la falta de inteligencia del lector. No sufra, analizaremos este concepto más en profundidad.

Advertencia: Si al llegar al título de este apartado usted tomó la baraja más cercana y se guardó el as de oros en la manga, le recomendamos desistir. En serio.

¿Todavía sigue ahí? Perfecto no es usted tan inútil como parecía. Un as bajo la manga es un elemento sorpresa, que puede mudar de inmediato el rumbo de la "negociación". Es tan imprevisible que resulta imposible de prever; incluso puede resultar en contra del negociante (ironías del destino). Sin embargo, podemos decir que el 110% de los árbitros son perdedores que están pasando por la crisis de la mediana edad, a punto de entrar en ella o recién salidos, lo que facilita mucho su manipulación.

4. No deje pistas

La discreción es parte importante de un buen soborno

Las pistas son esos pequeños detalles que pese a pasar desapercibidos normalmente, pueden revelar a un ojo atento el autor del soborno, el medio empleado, el lugar, la fecha, la hora y hasta el nombre de su tatarabuelo. Cualquier cosa es susceptible de convertirse en pista: desde una huella dactilar, un pelo o una colilla de cigarro hasta un preservativo usado; por ello, hay que ser extremadamente prudentes a la hora de llevar a cabo el soborno.

He aquí una lista de los principales factores a tener en cuenta:

  • Lleve siempre guantes: Las huellas dactilares son el fallo más estúpido que puede cometer un principiante.
  • Cuidado con el vello: Procure no dejar expuesta ninguna parte de su cuerpo que este cubierta de pelo que pueda caerse y dejar su ADN esparcido en el lugar del crimen. Si sufre de caída del pelo, emplee un gorro de baño; mejor verse estúpido que verse en la cárcel. Y si es usted de esas personas que tienen pelo por todo el cuerpo, no corra riesgos; póngase un traje de neopreno.
  • No fume: Si está muy nervioso, tómese una tila, pero no vaya dejando colillas por todo el escenario del soborno. Y no se olvide de enjuagar después el vaso.
  • Ojo con los fluídos corporales: Si el soborno requiere del empleo de técnicas especializadas tendrá que tener exquisito cuidado. Lo mejor es siempre confiar en un profesional pero si no es posible, procure no dejar manchitas delatoras en ningún lado. Ni siquiera de saliva.
  • Discreción ante todo: No agradezca al árbitro durante el juego cuando anule el gol contrario marcando fuera de lugar inexistente, para eso existen los vestidores y el medio tiempo de 15 minutos o a poco creían que eran para descansar.

5. Dele el golpe de gracia

Esta es la parte crucial del asunto, y no nos referimos a pegarle al árbitro con una porra eléctrica, sino a finalizar satisfactoriamente el soborno. En esta parte del proceso ya hemos logrado convencer y manipular a nuestro antojo a la víctima de nuestro plan maléfico; es aquí donde se distingue a los hombres de los niños. Si no ha sido capaz de llegar hasta aquí, por favor replanteese matricularse en el Jardín de Infancia.

Para empezar, ablande el caracter del árbitro con palabras sin sentido y que no llevan a lugar alguno, con el fin de confundirlo y dejarlo desorientado; una buena estrategia es recurrir a los chismorreos de su vecina sobre el estado de los pies de su cuñada, o a un discurso de Fidel Castro.

¿Sobornooo? ¿Yooo? ¿So que é?

Una vez usted observe que su víctima ha puesto cara de idiota, empiece a hablar de lo maravilloso que es el dinero, lo buenas que son las mujeres, etc... y el tiempo casí infinito que ha pasado desde la última vez que él disfruto de alguno de estos placeres. Esto debería dejarlo babeando como un perro viendo una perra un pedazo de carne.

En ese momento, usted se presentará como su salvador; usted será esa luz que ha bajado a las sombras para iluminar su camino y rescatarlo de su inmunda y apestosa vida. Amablemente le ofrecerá cantidades suficientes (no muchas, no sea idiota) de dinero o de cualquier otra cosa. A pesar de su pequeñez, este gesto garantizará con casi total seguridad el éxito de su estrategia.

Si el árbitro diera señales de titubeo, actúe rápido; no lo deje hablar y utilice su as bajo la manga. Será la estocada final de este toro moribundo. O por lo menos el empujón final al borde del precipicio.

6. Tratamiento Pos-Soborno

Por si no se ha dado cuenta, este es el grupo de pelmazos al que acaba de sobornar.

Así es, el soborno es un arte complicado que no debe terminar una vez que hayamos logrado convencer a un árbitro. Un buen soborno solo termina cuando el árbitro finalice su carrera deportiva (jubilado o por alguna otra causa accidental, cuando usted vaya a la cárcel (y allá siempre podrá intentar sobornar a sus guardianes, pero eso lo explicaremos en otro capítulo) o cuando se muera, lo primero que ocurra.

Analicemos: una vez que un árbitro ha sido sobornado satisfactoriamente, es fácil darse cuenta de que los resultados de dicho soborno sólo han sido beneficios para todos los involucrados (exceptuando a los ingenuos del otro equipo, pero no hay que tener pena de los perdedores). Esto genera una adicción en el árbitro, que entrará en un círculo vicioso y querrá más y más de lo que quiera que usted le dio; por este motivo, y no por ningún otro, el árbitro sobornado siempre será más fácil de sobornar las siguientes veces. Será su misión entonces, hacer que este hermoso ciclo biológico de la corrupción se perpetue.

Simplemente empiece a tratar a sus víctimas como trata a su iPod: con mucho cariño y atención. Tampoco se olvide de reforzar sus lazos cada que sea posible, sin pasarse. Incúlquele la idea de que lo que otros consideran malo, no necesariamente es así; para convencerlo pruebe a regalarle una navaja, una pistola (descargada, claro; no queremos accidentes), una mujer, una candidatura para el congreso, etc.

7. Qué hacer si el soborno falla

Esto le pasa por no hacernos caso. Mala suerte.

Hay tres momentos en los que puede fallar el proceso de soborno de un árbitro; cada uno de estos momentos merece ser explicado por separado, para prevenir posibles patinazos y roturas de muelas.

Antes del soborno: Supongamos que está pronto a realizar sus menesteres sobornísticos, cuando de repente mira al piso y ¡descubre que ha olvidado sus mocasines de la suerte! ¿Qué puede hacer? Mantenga la calma, la solucion es simple: ABORTE EL PLAN.

¿Por qué?, se preguntará. No es cuestión de superstición (si usted se cree esas bobadas, no se le ocurra aspirar a ser el cerebro de la operación, por favor) sino de que si empieza olvidando vestirse significa que está más nervioso que un flan, y más adelante la va a cagar. Ya sea al hablar, negociar, manipular o por olvidos más graves que la ropa, como el dinero para el soborno. Tampoco quiere decir que vaya a desistir sólo porque en el camino ha pasado por un bar en el que había un policía tomando café; no sea cagón, lo más probable es que esa mirada asesina no fuerse dirigida a usted.

Durante el soborno: Si ocurre algún inconveniente o las cosas no salen de acuerdo a lo previsto, la primera cosa que debe hacer es mantener la calma; respire hondo, trague saliva y acomódese bien los cojones (o las tetas, dependiendo del caso). No pierda nunca la compostura: ya que no se pudo seguir con la negociación solo le queda dar media vuelta y dirigirse hacia la puerta; salga con arrogancia, manteniendo la cabeza bien alta (solo en caso de que mida usted menos de 1'90), recuerde que el árbitro se lo pierde.

Después del soborno: Dependiendo de la forma en que termine todo existen dos alternativas:

  1. Si parece que no tiene repercusiones: Es decir, si a pesar de que no se dio el soborno, parece que no está en peligro su libertad, puede ir a llorar en su cama y escribir sobre su pésimo día en su diario mientras escucha la Marcha Fúnebre. No se preocupe; es solo cuestión de un par de días para que se calme y se le quite lo emo.
  2. Si hay riesgo de que termine en prisión o peor:¡¡COOOORREEEE!! DIOS MÍO….. ¡¡¿¿CÓMO HAS PODIDO SER TAN CABR…??!!,¡¡ AAAAARRRGGGH!!.... ¡es el fin!, se acabó todo, ya puedes renunciar a tu sueño dorado (confórmate con no acabar en la cárcel, so bestia...) huye y largarte lo más lejos posible: ¡¡AYAYAAAAAAAAY!! Coño, no te olvides de borrar esta guía del computador, sino te juro por la CONCHETUMARE que te mato ¡¡PEDAZO DE IDI…!! ¡¡JESÚS, AYÚDANOS!! Que digo… ¡¡AYÚDAME SÓLO A MI Y HAZLE LA VIDA MÁS INFELIZ A ESTE HIJ…!!


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