Jerjes I
Jerjes I el metrosexual, gobernador de héroes, rey de reyes y primer travelo de la historia de la humanidad. Actualmente es conocido como el soberano más famoso del Imperio Persa, mérito obtenido a través de sus brillantes campañas militares y su eficiente administración de territorios. Su figura ha sido duramente despreciada durante el curso de la historia por culpa de los pérfidos escritores griegos, por lo que acudir a las sartas de mentiras expuestas en Wikipedia no ayudará a comprender su grandeza.
Familia y primeros pasos
Para los interesados en la versión menos seria y verídica, Wikipedia tiene un artículo sobre: Jerjes |
Jerjes era, aproximadamente, el vigesimotercer hijo de la poco numerosa familia del emperador Darío. A la muerte de su padre, llegó el momento de escoger sucesor para el trono de Persia, mediante una gigantesca partida de Monopoly que señalaría al hijo mejor dotado para gestionar el Imperio. Dado que las habilidades como especulación urbanística no eran el punto fuerte de Jerjito, este decidió invertir todo su capital en la adquisición de diez matones a sueldo, que rápidamente descalificaron al resto de concursantes. Tan sólo Mahmudín consiguió escapar, a pata por el desierto, mientras juraba a gritos que se vengaría.
Sin preocuparse mucho por los improperios de su hermanastro en séptimo grado, Jerjes se ciñó la corona real sobre su augusta cabeza. Durante los años siguientes, encabezó pacíficas visitas a Babilonia y Egipto, donde descubrió la comodidad de las vestimentas de rejilla. Además, dado que su aspecto no le agradaba demasiado cuándo se miraba en el espejo, optó por raparse al cero y adoptar una apariencia más estilizada. Esto traía como resultado que muchas veces sus enemigos lo subestimaran, para luego ser completamente aniquilados por su poder divino.
La revuelta jonia
Tras varios meses haciéndose cargo del agotador papeleo de palacio (imaginaos revisar los informes de un imperio enterito), Jerjes decidió que merecía la pena tomarse unos meses de descanso e ir a relajarse a las costas de Turquía. Sin embargo, los griegos que allí habitaban confundieron al gran soberano con un terrible cíclope calvo, por lo que el pobre rey tuvo que escapar a la carrera para no ser lapidado. Enfadado por este suceso, Jerjes reunió a una pequeña tropa de dos millones de soldados y redujo las ciudades rebeldes a un montón de materia indeterminada, con intención de recalificar los terrenos y volver a edificar.
Sin embargo, los otros griegos (los que vivían en Grecia, griegos puros a diferencia de los greco-jonios que vivían en Turquía, si bien eran amigos todos ellos) se escandalizaron ante tal perspectiva y denunciaron el caso a Greenpeace, que designó el territorio como zona natural protegida, prohibiendo cualquier pelotazo urbanístico. Echando humo por las orejas, Jerjes se prometió a sí mismo que les iba a dar por culo a todos nadie más se le iría de rositas.
Grecia pinta mal: la venganza
Tras cruzar el Helesponto a nado con sus millones de colegas (hecho catalogado como la primera prueba de natación masiva de la historia), Jerjes se dio una vueltecilla por Macedonia y Tesalia, donde mediante ejercicios de diálogo hizo buenas migas con los gobernantes locales. Más tarde, se dirigió hacia el sur de la Hélade para ajustar cuentas con sus amigos los atenienses, pero desgraciadamente la expedición persa se topó con un picnic espartano en las Termópilas.
La tozudez de Leónidas de Esparta a trasladar su fiestecilla a otra parte provocó que varios miles de soldados persas atacaran las posiciones espartanas. No obstante, dado que eran tantos y no conocían el camino, acabaron tirándose todos al mar fruto de su pésima orientación, dejando atónitos a los bravos espartanos. Finalmente, aburrido Jerjes de tanta pérdida de tiempo, acudió en persona al frente tras sobornar al emperador Benediktos para que no socorriese a Leónidas. De esta guisa, y pese a su valentía y fiereza, nada pudieron hacer los griegos ante el poder divino del Rey de Reyes.
Megalomanía y muerte
Tras atravesar las Termópilas, Jerjes pudo arrasar todo lo que le dio la gana, pero la falta de resistencia local contribuyó a su progresivo aburrimiento. Tras entrar en Atenas y hacerse unas fotos junto al primigenio estadio del Olympiakos, decidió dejar la campaña bajo supervisión de su cuñado y se volvió a su terruño. Por lo tanto, tardó en enterarse de las insiginificantes derrotas de Salamina y Platea, y para cuándo se dio por enterado, ya había perdido tantas partidas al Risk que no le importó mucho. Sumido en la indolencia, en los años venideros se dedicó a planificar la conquista del mundo y participar en interesantes conspiraciones palaciegas.
Finalmente, en un aciago día, su antiguo rival Mahmud regresó del exilio. Jerjes no pudo reconocerlo, pues el cabroncete se había dejado barba, así que Mahmud aprovechó esta ventaja y lo asesinó, tiñéndole el traje de color rojo y arrojándolo a una manada de toros. Años más tarde, el Imperio Persa se enfrentaría verbalmente con el también arrogante Imperio del Donut a causa de asuntos peliagudos y monetarios.
Emperador de Persia | ||
Precedido por: Darío que te quito lo que es mío |
Jerjes I 486-465 a.C. |
Sucedido por: Viceayatolá Mahmud Ahmadineyad |