Putto guadalupano
| Este artículo contiene un chingo de humor mexicano.
Igual y si no le agarras el pedo, lo mejor es ir a México y preguntar, pero si no entendistes el nahuañol de los mexicanos, ya te chingaste. |
| ATENCIÓN: Este artículo contradice los dogmas sobre el Monstruo Espagueti Volador. ¡Herejía! Si no puedes soportar su lectura vade retro! |
El Putto guadalupano, también conocido como "Ángel Prieto" en el registro civil, es una figura menor —casi marginal— del imaginario iconográfico mexicano, presente en la imagen de la diosa Tonantzin Virgen de Guadalupe. Su existencia es, tanto literal como metafóricamente, ignorada por el colectivo de la feligresía regular, siendo notado principalmente por turistas metiches y gente con trastorno obsesivo compulsivo. Cumple el rol de soporte celestial, sostén emocional involuntario, y portamaletas espiritual de la santa patrona mestiza de México. Su estética ha sido descrita como un híbrido entre el Cupido griego y Yalitza Aparicio en una película de Tim Burton.
Conozcamos a este querubín que fue invisibilizado mucho antes que eso se pusiera de moda.
Qué muy machín, ¿no? Ah, muy machín, ¿no?
El Putto guadalupano aparece frecuentemente en la parte inferior de la imagen guadalupana, con alas de papagayo disecado y una expresión de resignación ontológica. Su cuerpo desnutrido simboliza la inocencia... o el desempleo. Porta una túnica heredada de un primo gordo, y su expresión es la misma que la de un contador despedido y convertido en dealer para señoras de un asilo.
De acuerdo a los estudios de género, su posición debajo de la Virgen representa la carga histórica del patriarcado sometido a la fuerza por sincretismo y el feminismo opresor, aunque otros académicos aseguran que simplemente estaba ahí para tapar una mancha de... yogurt —si, eso—, en el ayate de Juan Diego.
El qué no brinque, el que no salte
Algunos arqueólogos contemporáneos consideran al putto guadalupano como una representación alegórica de la frase "Todo por no estudiar", mientras que otros lo han asociado con el eterno becario del cielo. Su verdadera maldición, como la de Sísifo o Prometeo encadenado, no es sostener a la Virgen, sino haber sido omitido de todos los estudios serios de arte sacro, con excepción de un blog de Geocities.
Aunque los más religiosos asumen que se trata de una figura que retrata profundamente a un chairo, pues sostiene a la Morena.
¿Y qué quiere? ¿Qué, qué, qué?
El Putto guadalupano ha sido reportado en múltiples contextos paranormales, entre ellos:
- En una quemadura de cecina sobre comal, claramente señalando hacia ciudad Neza: Mientras preparaba su desayuno de campeones —cecina, frijoles y Coca Cola a temperatura ambiente— Doña Petronila Acevedo notó que una de las tiras de carne tenía una quemadura peculiar. Al observar con atención, vio una figura alada con cara de contador y expresión de sufrimiento intestinal. Lo más desconcertante fue que la figura parecía señalar con un dedo hacia Ciudad Neza, como advirtiendo de algo que, francamente, ya todos sabíamos: que el Apocalipsis empezó ahí y solo se está expandiendo. Cuando mostró la cecina al sacerdote local, él le respondió: “Eso no es un milagro, señora, es un tumor”. Pero ella lo vendió en Mercado Libre por $800 y dice que desde entonces sueña con un niño que le dice “Ya siéntese, señora”.
- En la sombra proyectada por una torre de alta tensión durante el eclipse de 1991: Durante el eclipse total del 11 de julio de 1991, en una cancha de fut en Iztapalapa, Jerry Escamilla y sus amigos estaban observando el fenómeno con lentes de cartón hechos durante un atacazo artístico. De pronto, la sombra proyectada por una torre de alta tensión se deformó, mostrando por varios minutos una figura rechoncha y alada que parecía cargar algo pesado… como toda la responsabilidad emocional de una nación. “¡Es el ángel maldito!”, gritó Jerry antes de desmayarse por inhalación de solvente. La figura desapareció al pasar una nube, pero quedó en el aire un leve olor a sobaco.
- En la forma amorfa de un tamal abandonado en el refrigerador de Sor Juana Inés de la Cruz (según una visión de Carlos Trejo): Durante una de sus sesiones de “escritura automática con tequila”, Carlos Trejo asegura que entró en contacto con el espíritu de Sor Juana Inés de la Cruz, quien le mostró su refrigerador astral. Allí, entre un mole olvidado y un atole de siglos pasados, apareció la figura de un tamal deformado por el tiempo, cuya forma sugería un angelito obrero, con alas de papalote y cara de “me caga mi trabajo”. Carlos intentó comerlo, pero asegura que el tamal “le habló en náhuatl y le recordó sus deudas emocionales”. Publicó la historia en su libro El Código Monástico de Sor Juana, que fue retirado del mercado por contener demasiadas faltas ortográficas.
- En las manchas de humedad del techo de la Basílica, justo encima de los baños, donde nadie quiere mirar: Durante labores de limpieza en la zona menos visitada de la Basílica de Guadalupe (el baño), la Hermana Sor Raymunda. notó unas manchas de humedad justo en el techo, que formaban una figura claramente alada, sosteniendo algo con expresión de cansancio milenario. Alarmada, corrió a mostrarle la figura al sacerdote encargado, pero él contestó: “Hija, eso es solo gotera”. La imagen sigue ahí, creciendo como la inflación. Nadie la ha borrado, más por miedo que por respeto. Cuentan que en una ocasión un visitante con resaca la miró fijamente y susurró: “Ese es el chingao que fue castigado a mirar los calzones de la Virgencita?”. Y desapareció. Dicen que aquel visitante era el mismísimo Obama.
- En la UNAM usando una camiseta del Che Guevara y caminando con una laptop con stickers del EZLN y AMLO: Un fenómeno recurrente se ha reportado en los pasillos de la Facultad de Filosofía: una figura diminuta, alada, caminando entre los vendedores de pulseras y los estudiantes que fingen leer a Foucault. La criatura lleva una camiseta del Che Guevara tamaño infantil, y una laptop con stickers del EZLN, AMLO versión caricatura, y la leyenda “La Fe Anticapitalista”. Algunos intentaron hablarle, pero solo murmuró algo como “el cuerpo que carga la historia es el mío, compa” y se desvaneció entre los puestos de tlacoyos veganos.
Ninguna de estas apariciones ha sido reconocida oficialmente, principalmente porque carece de carisma, marketing o una cuenta verificada en redes sociales.
Este es un son dedicado a Miki
Cine y TV
El Putto guadalupano ha tenido cameos no acreditados en películas icónicas:
- Apareció como uno de los bebés muertos descartados en el abismo espartano en 300 (2006).
- Iba a ser el niño que toma una foto a Sarah Connor al final de Terminator, pero fue cortado en edición porque no supo enfocar, y tuvo que ser remplazado por un niño peruano.
- En El Exorcista (1973), tiene un cameo como una de las figuras que se forma entre las grietas de la pared, justo antes de que el padre Karras empiece a cuestionarse su vocación.
- Fue doble de cuerpo de uno de los Ewoks, en la Caravana del Valor (1984).
Literatura
Paulo Coelho afirma haberlo soñado durante una intoxicación de peyote. En su cuento "El Aliento del Ángel que No Tiene Nombre", lo describe como:
"Un ser diminuto que sostenía al Universo, sin saberlo, con los músculos flácidos de su resignación, y que solo pedía un café de olla y una oportunidad."
En el cuento perdido de Juan Rulfo titulado “Los que cargan lo invisible”, aparece una figura que muchos estudiosos identifican como el Putto Guadalupano:
“Allí estaba, entre los matorrales secos del alma, ese niño gordo con alas de colores que sostenía algo que no se veía pero pesaba más que el pecado. Nadie lo miraba, pero todos le dejaban su miseria encima.”
Algunos críticos afirman que se trata de una alegoría del peso del catolicismo rural, pero el Putto claramente aparece en una versión primigenia; aún sin laptop.
En una sección de esta novela experimental, Mario Bellatin describe a un personaje no humano, “una criatura angelical en condición de becario eterno, con el torso desnudo y alas de una guacamaya ya extinta”. El personaje, que limpia un hospital donde se practica taxidermia de santos, murmura frases como “la fe no paga el Infonavit” y “yo no cargo a Dios, yo cargo la culpa de su marketing”. Bellatin nunca lo nombra directamente, pero los símbolos están ahí: alas tropicales, fe impuesta, y precariedad divina.
También en una obra de Cristina Rivera Garza, cuando incursionó en Wattpad bajo el pesudónimo de "Sakurita Kawaii OWO", describe la locura y el olvido en un hospital psiquiátrico de principios del siglo XX, una de las internas —identificada solo como “La Recolectora de Símbolos”— dibuja en sus paredes un ser alado con cara de burócrata frustrado. En una escena, murmura:
“Él vino a cargar a la mujer-madre-diosa y nadie lo recuerda. Lo borraron como se borran los fantasmas del proletariado: sin ceremonia.”
Esta figura se menciona como “el Niño héroe Sin Nombre”, y aparece repetidamente en sus alucinaciones. Los académicos más degenerados han conectado esta figura con el Putto guadalupano.
Y a toda su familia
El Putto guadalupano también ha tenido que agenciárselas en varias chambas para sostener a la mujer. De esto se sabe que:
- A veces trabaja como duende de jardín, aunque lo han corrido por espantar a las suculentas.
- Puede estar en riesgo de hernia, y no tiene seguro laboral.
- Otras veces es “viene-viene” de aviones, guiando Boeing 737 con dos semáforos de juguete.
- Cuando no tiene empleo, aparece en los sueños de oficinistas frustrados, justo antes de que acepten un trabajo en Coaching Ontológico Holístico Transdimensional.
Y a Iñaqui, su hermano
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Para los interesados en la versión menos seria y verídica, Wikipedia tiene un artículo sobre: Putto |
Contrario a lo que algunos memes espirituales sugieren, el Putto guadalupano no es tu amigo gay que dedica exvotos sobre sus experiencias BDSM. Tampoco es el hijo bastardo de Cupido y una figurilla olmeca, aunque esa versión la circuló Loret de Mola durante una entrevista con una médium oaxaqueña.
