Güelfos y gibelinos
Los güelfos y gibelinos fueron dos facciones medievales conocidas por haber llenado las páginas, por lo demás, vacías de los libros de historia con sus discusiones bastante azarosas, hasta la muy aplaudida llegada de la Peste Negra, que los llevó a un acuerdo de una vez por todas.
Prefacio
Alemania, siglo XII - Después de la muerte de Quique V (el interpretado por el aún más desconocido Kenneth Branagh), Alemania se dividió en dos, literalmente, excepto por lo del muro. Al no tener hijos, le salieron parientes hasta por debajo de las barbas. Así se formaron dos partidos:
- Por un lado, los Hohenstaufen y Sveva Sagramola, que transmitían mensajes subliminales contra el Papa en las obras de marionetas infantiles. Se pusieron del lado del emperador como fanáticos acérrimos del Real Madrid.
- Por otro lado, los Welfen, que en cambio prefirieron al Papa como dueño de un sombrero mucho más genial que el del emperador.
A partir de ese momento llegó caos: los Welfen consiguieron que un lobo marino fuera elegido emperador en 1137, pero el pobre animal no aguantó el estrés y murió poco después de quedar sumergido por unos papeles para ser sellados. Entonces intentó tomar el poder Enrique el Soberbio, conocido por su humildad, murió del coraje y se reanudó la lucha.
Tras una serie de matrimonios, varios incestos y hasta un bautizo, la situación se reconcilió cuando llegó Federico I Barbarroja, de la facción de los Hohenstaufen, quien al repartir los cupones de descuento de McHohenstaufen's por toda Alemania obtuvo el consentimiento de la población y la instigó contra los comepizza, trasladando así el conflicto a Italia y llevando momentáneamente la paz a su tierra.
En Italia
En Italia, las dos facciones inicialmente tenían nombres completamente diferentes: los dos grupos rivales se llamaban de hecho Tifosi del Papa y Feticisti dell'Imperatore respectivamente. Posteriormente, inspirados en los acontecimientos alemanes, adoptaron los nombres de "Güelfos", que deriva de Welfen y "Onestoffi", que deriva de Hohenstaufen. Este último, sin embargo, prefirió cambiar a "gibelino", porque rima con "armiño", los historiadores coinciden en esta hipótesis, así como en la idea de que se debe revisar la utilidad de su profesión.
A diferencia de la experiencia alemana, los dos bandos se pelearon por todo: desde enfrentamientos por la supremacía en los municipios hasta terribles peleas fratricidas por quién iría primero al baño. Hubo numerosas familias que se pusieron del lado de una u otra facción. En particular recordamos los güelfos Malatesta, Malaspina, Maserati y Malacara. Los gibelinos famosos fueron los Lambertazzi, Lamberti, Lamborghini y Uberti.
Las batallas
Los enfrentamientos fueron numerosos y más feroces que los de la inauguración de una Apple Store. Según los testimonios de la época, aunque muy discutibles, la victoria final la obtuvieron los güelfos en la decisiva batalla de Benevento, pero solo porque los gibelinos no entendieron dónde estaba tal lugar. El jefe gibelino Manfredi de Sicilia también murió en esta batalla, ahogado en una pila de agua bendita. El hecho fue definido por Dante en la Divina Comedia como una payasada miserable.
El partido gibelino perdió así en poco tiempo la mayor parte de su poder y la mayor parte de sus partidarios, que pasaban, como es habitual, a las filas de los más fuertes y/o menos capaces.
Entre las otras batallas famosas podemos mencionar la Batalla de Campaldino, conocida por el brutal saqueo de los paninari locales, y la Batalla de Orio al Serio, famosa por no haber tenido lugar.
A pesar de las bajezas de ambos bandos, como defecar en las peceras de los oponentes, grandes fueron las hazañas de los héroes de la época. De hecho, recordamos hechos como la carga suicida de Tardone de Visconti contra los vagones de equipajes enemigos, o los actos de heroísmo de Guicciardino conocido como "Dermatite", que cayó bajo los golpes de sus enemigos mientras se abrochaba las correas de su armadura.
Güelfos blancos y negros
El cisma
La noche de la victoria contra los gibelinos todos los güelfos se reunieron para comer y celebrar en la ciudad de Pistoia, pero al elegir entre salchicha y cerdo para poner el pan estalló una furiosa disputa que desembocó en una desavenencia irreparable. Los más pendencieros de todos eran los dos hijos de la familia Cancellieri, llamados Carlino y Dore, para continuar con la tradición de los nombres espeluznantes.
Fue entonces cuando los güelfos se dividieron en dos facciones y eligieron los nombres en función del color de pelo de los dos niños: blanco para el de Carlino, que había tenido un accidente con peróxido de hidrógeno cuando era niño, y fucsia para el de Dore, que la estaba pasando mal (fase hipster). Sin embargo, los Güelfos fucsia pronto adoptaron el color negro, cansados de que incluso los leprosos del hospital se rieran de ellos.
Los Güelfos negros lucharon por tener los carruajes siempre a tiempo, por la recuperación del latín pasa superar al triste italiano y por el regreso de la Fórmula 1 a Roma; los blancos, que proclamaron una dictadura del proletariado, fundaron el Sindicato de Zapateros, pero se dedicaron todo el tiempo a poner flores en sus fusiles.
Sus rencillas fueron tales que partieron en dos la ciudad de Pistoia, y como aún no se había inventado el pegamento, el conflicto se vio obligado a trasladarse a una ciudad más grande, Florencia, donde para dividirse bien entre ellos crearon el famoso Vicolo de los escándalo, que fue tan escandaloso que ni siquiera los tatarabuelos de Silvio Berlusconi se atrevieron a entrar en él.
La expulsión de los blancos
El 1 de mayo de 1300, uno de los Güelfos blancos, no del todo en la plenitud de sus facultades mentales, pensó que sería una broma muy divertida cortarle la nariz a un Güelfo negro que dormía en la plaza. Los Güelfos negros mp aceptaron la broma de buena gana, al igual que el autor y toda su familia; esto llevó a la expulsión de los blancos de Florencia, quienes luego tomaron represalias bloqueando el suministro de hisopos de algodón a la ciudad.
División de las ciudades
Los güelfos y gibelinos se dividieron Italia como cortar una pizza (una pizza fea): de Florencia a Insù, excluyendo a Piacenza, que era un agente doble. Era la Italia del gran Dante Alighieri, pero también la de Flaminio conocido como "Cerume", un panadero conocido por sus abundantes pero inusuales adiciones a la masa.
Desde Pistoia hasta Túnez, salvo el Gran Ducado de Rosignano Solvay, demasiado ocupado en la producción de bicarbonato de sodio y desinteresado en la política, estaba la Italia gibelina, conocida por sus ciudades con torres y cúpulas relucientes y por su floreciente comercio de brillo de mampostería.
Nápoles, en cambio, se mantuvo gibelina hasta el final, solo para cambiar de facción por temor a que la Iglesia invocara a Dios para hacer estallar el Vesubio, mientras ciudades como Milán y Génova se convertían a güelfas tras la intervención del propio Papa: visitar a los ciudadanos puerta a puerta los convenció de ir a su lado, e incluso logró vender algunas aspiradoras.
Evoluciones posteriores
Año 3000, Universo - Neogüelfos y neogilberinos se enfrentan por el mando del universo.
Devuelto a la vida gracias a las nuevas tecnologías, Dante Alighieri se encuentra en un mundo totalmente cambiado: el poder espiritual está en manos del Papa Espacial, y el temporal en manos del Emperador de Júpiter, todos los habitantes del Universo están aterrados por el largo lanzamiento del IPhone MCXII.
Al enterarse de que su cuerpo, atrofiado por caso dos milenios de muerte, es inservible, Dante lo reemplaza haciendo que le implanten la cabeza en un enorme y muy poderoso robot capaz de destruir edificios, levantar autos y picar verduras a velocidades nunca soñadas. El nuevo CyberDante llevará a los Neogüelfos a su segunda victoria, obligando a los Neogilberinos y sus grifos que disparan láser a escapar y exiliarse en el lugar más feo del universo: Argentina.
Véase también
Este artículo ha sido traducido de la Nonciclopedia por algún listillo que nos quiere restregar por las narices su pedazo de nivel de italiano |