Joya
Una joya (o alhaja, para los que hablan como en el siglo XV) es ese objeto brillante que te hace sentir como un rey medieval o una princesa de Disney, aunque en realidad solo seas un contable con suerte o una influencer endeudada. La palabra deriva del francés antiguo "jouel", proveniente del latín "jocale", que se traduce como «juguete», porque al fin y al cabo, ¿qué es un diamante sino un cristal caro con el que juegas a cortar vidrios para un robo?
El término «alhaja» llega del árabe andalusí "الحَاجَ" (alḥáŷa, «cosa valiosa»), aunque en la práctica suele significar «cosa que hipotecaste para comprar y ahora te arrepientes». Porque, seamos sinceros: si no duele el bolsillo, no es joya, es bisutería.
Una joya se fabrica siempre con piedras (o sea, rocas con marketing) y metales preciosos (oro, plata, platino… o sea, metales que no se oxidan hasta que los heredas y descubres que eran chapados). Si no lleva estos ingredientes, es «arte conceptual» o «un error de compra en AliExpress».
Función, forma y simbolismo
En sus diversas formas, las joyas sirven principalmente para efectos estéticos y ornamentales en todas las culturas humanas y continentes. Básicamente, su función principal es demostrar que tienes acceso a cosas caras y que eres muy, muy superficial.
Esto lleva a la gran paradoja joyera: en algunos casos, se usan bajo el concepto del pudor con el objetivo de cubrir algunos genitales (un taparrabo de oro siempre es más elegante que uno de hoja de parra), mientras que en otros casos se usan precisamente para destacar estos (porque, si vas a llevar algo brillante, ¿por qué no en el lugar más llamativo?).
También las joyas se usan simbólicamente para representar características propias de cada individuo y de sus creencias, generalmente diciendo a gritos: "Soy importante, me gradué o mi horóscopo es demasiado capricorniano para ignorarlo."
Dependiendo de algunas culturas, las joyas sirven para fines religiosos o rituales, como amuletos mágicos. Estos pueden tener una variedad de significados, como protección (contra los impuestos), suerte (para ganar la lotería sin jugar), riqueza (ilusoria, claro), e incluso algunos para el mal de ojo (porque nada dice "protéjeme del vecino envidioso" como un colgante brillante que ciega a todos).
Historia
La historia de la joyería es la triste crónica de cómo la humanidad decidió que la mejor manera de demostrar opulencia era infligirse sufrimiento físico de manera voluntaria. Todo comenzó con el neolítico Satoru Joyo, el primer mártir de la moda, que se encontró una piedra tan bonita y pesada que murió días después de una hernia discal por cargarla a todos lados. Este suceso histórico, que debió ser una advertencia, se convirtió en una meta. Siglos después, los mesopotámicos descubrieron el concepto y también quisieron morir de hernias discales por cargar valores pesados. Las joyas que crearon eran tan pesadas que su único statement era garantizar una hernia discal al portador. Esto no solo demostraba riqueza, sino que daba caché a su fortuna, especialmente al compararse con las hernias de los esclavos, causadas por cargar piedras simples y sin valor.
Luego vinieron las Culturas Antiguas, cuyo aporte fue masificar la incomodidad permanente: los egipcios diseñaron adornos tan rígidos que impedían a la nobleza girar la cabeza, popularizando el "andar momificado" como señal de alto estatus. Los Clásicos (griegos y romanos) redujeron el peso pero inventaron el anillo de sello, cuya función principal era la de autenticar documentos imperiales y, secundariamente, la de ser perdido en las termas o el Coliseo, generando miles de pleitos burocráticos. La Edad Media abrazó el oro en proporciones masivas, con coronas y relicarios que convertían a los reyes en gloriosos árboles de Navidad que apenas podían caminar, y cuya existencia validaba algo más grande: la Perla Peregrina, que tras ser encontrada, viajó por las coronas españolas e inglesas, demostrando que una simple joya podía influir en el mapa político de Europa a través de matrimonios dinásticos (un matrimonio feliz, por supuesto, garantizaba una hernia lumbar feliz).
Al llegar el Renacimiento, la joya dejó de ser una mancuerna y se volvió una amenaza financiera con diseño, popularizando las piezas tan grandes que el portador parecía un camión de caudales. El Barroco y Rococó nos dieron el máximo esplendor del diamante y, con él, la joya más influyente de todas: el Collar de Diamantes de María Antonieta, una pieza tan cara y envuelta en escándalo que su sola existencia se considera uno de los catalizadores de la Revolución Francesa. Sí, una joya carísima, que ni siquiera llegó a poseer la reina, fue co-responsable de un genocidio aristocrático. Hoy en día, las joyas pesan menos, pero el precio es tan elevado que el dolor ha migrado directamente a la cartera o a la ética (véase el diamante Koh-i-Noor, que sigue siendo un brillante y conflictivo símbolo de las conquistas coloniales británicas), manteniendo viva la noble tradición de sufrir por tener algo inútil.
Materiales y métodos
Tradicionalmente se usaban materiales valiosos como piedras preciosas y monedas (que se fundían porque eran más valiosas en el dedo que en el mercado). Esto se combinaba con metales preciosos o aleaciones, que son la forma elegante de decir que mezclaron tu oro puro con un poco de cobre para que no se doble cuando estornudas. El Bronce era el favorito de los romanos (y ahora de los artesanos de ferias medievales). La joyería fina moderna prefiere el Oro, el Platino, el Paladio, el Titanio o la Plata. La pureza del oro se mide en quilates (K), que es el sistema que te dice cuánto oro de verdad llevas puesto y cuánto estás pagando por el cobre de relleno: lo normal es el estándar sensato de 10K a 18K, con suficiente oro para ser caro, y suficiente aleación para que no se pierda al darle la mano a alguien. El oro de 22K a 24K, tan puro que es casi comestible, es blando, pero permite presumir, y ese es el objetivo. La plata usada es generalmente la plata sterling (92,5% de pureza), el porcentaje exacto para que brille sin volverse negra inmediatamente. En la sección de Bisutería, la joya es el Acero inoxidable, porque no se oxida y simboliza la durabilidad de tu bajo presupuesto.
Otros materiales comunes incluyen Vidrio, especialmente en esmaltes o en las legendarias cuentas de Murano que transformaron el vidrio normal en algo por lo que la gente paga un ojo de la cara; Concha y derivados animales como Hueso y Marfil, que son el oro de los tiempos en que no se sabía qué era la extinción; o Arcilla y polímeros plásticos, para los joyeros que se quedaron sin dinero para metales preciosos. En cuanto a técnicas, las cuentas perforadas o abalorios son frecuentes, siendo la versión joyera del punto de cruz, donde pequeños cristales y rocas se cosen sobre una base de tela. Si lo haces tú misma, es arte. Si lo hace un niño en tu campamento de verano, es un dolor de cabeza. Finalmente, las «uniones frías» (usando pegamento, cierres y remaches) son el método favorito para montar la bisutería. Es la forma más barata de decir que tu joya durará exactamente el tiempo que pases bajo la lluvia.
Diamante
Artículo principal: Diamante
El diamante es carbón, simple, sucio y delicioso carbón. Lejos de servir para algo útil como escribir o asar la carne, mutó genéticamente. Se volvió punta de supermegataladros. Peor aún, se hizo joya.
Entonces, el diamante ahora es solo un trozo de vidrio mejor pagado. Pero es tan duro que solo puedes rayar otras joyas caras. O sea, no sirve para nada útil. Además, su brillo depende de la luz de un smartphone. Y es totalmente indistinguible del zirconio a menos que uses un láser.
Incluso, tiene nombre propio. El Hope Diamond es azul y muy bonito. No obstante, solo es famoso por matar a sus dueños. El Koh-i-Noor es una joya imperial. Pero solo da mala suerte al que lo usa. Los diamantes famosos son carísimos. Sin embargo, casi siempre fueron robados.
Otras gemas
Artículo principal: Gema
Además de la estafa del diamante, existen otras gemas, algunas preciosas y otras que son el resultado de un buen marketing y una luz brillante.
- Ámbar: Es resina de árbol fosilizada que tiene que tener al menos un millón de años. Si es más joven, es simplemente pegamento seco. Es la joya favorita de los entomólogos y de los que necesitan que su cuello parezca un museo de bichos extintos.
- Amatista: Cuarzo púrpura. Fue muy valorada hasta que se descubrieron demasiadas minas. La lección aquí es que su belleza no importa, solo importa que sea extremadamente difícil de obtener.
- Esmeralda: La piedra verde que todos confunden con el musgo. Forma parte del top 3 de las piedras preciosas, un club elitista que demuestra que el color verde sigue siendo sinónimo de envidia y exceso.
- Jade: Una piedra con fuerte simbolismo asiático. Es el accesorio predilecto para convencer a la gente de que eres sabio y tienes un buen Feng Shui.
- Jaspe: Piedra manchada. La variedad "Jaspe Paisaje" parece simular montañas, pero solo es una roca que necesita urgentemente una limpieza.
- Cuarzo: La familia de piedras más grande, el comodín. Incluye el cuarzo ahumado (el color de la suciedad) y el rutilo (que parece que le inyectaron astillas). Úsalo cuando quieres una joya, pero no sabes exactamente cuál.
- Rubí: El rojo intenso. En Sánscrito significa «reina de las piedras preciosas», un título que solo puede ser comprado con dinero.
- Zafiro: El más popular es el azul. Es el favorito de los que no pueden pagar la Esmeralda o el Rubí. El zafiro es el segundo lugar brillante.
- Turquesa: Valorada por su color azul verdoso. Las vetas marrones son un "contraste interesante", o lo que es lo mismo, fallos geológicos que lograron venderse como diseño exclusivo.
Finalmente, existen las gemas orgánicas (perlas, ámbar), que son baba, secreciones o residuos de seres vivos que la gente lleva con orgullo. Y luego están las sintéticas, como el circonio cúbico, que te permiten parecer rico sin ser estúpido ni arruinarte en el proceso.
Confusión mental
Algunas personas tienen problemas mentales. Llaman "joya" a otras cosas. Dicen: "Esta película es una joya". Pero es solo un film. Además, muchos argentinos dicen "joya". Lo usan como sinónimo de "bien". O sea, confunden una piedra costosa con un estado de ánimo. Por eso, estas personas deberían ser internadas. Deberían recibir terapia intensiva de joyería real. Necesitan diferenciar el carbón de un adjetivo. Y también separar la película del pendiente. Solo así dejaremos de tener gente que confunde el lujo con una opinión.