Esternocleidomastoideo
En algún momento fortuito de nuestra infancia invariablemente hemos tenido a una señora de agradable voz y dotadas glándulas mamarias que hemos llamado profesora. Entre las muchas palabras que vimos salir de sus labios se destaca una que genera gran preocupación a todos los oyentes y les hace sentir que han perdido su infancia y han pasado la madurez. Y no de forma agradable como cuando papá te lleva a un bar y te paga una hora [1] con una chica que cobre poco, sino de forma desagradable como cuando sorprendes al payaso de tu fiesta de cumpleaños haciéndole cosas indecentes a tu madre detrás del castillo inflable[2]. Esta palabra que siembra el terror en los corazones de los niños de siete años es esternocleidomastoid... Mierda, se me acalambra la mano.
Para evitar las complejas y largas explicaciones y giros de la lengua o de otras partes del cuerpo, diré que es un músculo. Para encontrar los orígenes de esta perversa, intimidante y gramaticalmente graciosa (si niños, la gramática es divertida) palabra tenemos que entrar a un oscuro mundo de conspiraciónes, asesinatos en serie, programas infantiles y becerros destetados. O en caso contrario te puedes leer el artículo, ya dirás tú que te suena mejor. Yo personalmente optaría por los becerros y los conspiradores porque este artículo francamente apesta, pero es tu problema, no el mío.
Descubrimiento
Seguramente los antiguos aborígenes ya habían tenido la oportunidad de examinar el esternocleidomast… –¡Auch! ¡Mis dedos! – cuando abrían a sus sacrificios humanos, revolvían su relleno y lo usaban como sombrero como forma de adoración a sus benévolos y civilizados dioses. Pero no fue sino hasta los griegos que empezamos a tener documentos históricos más fidedignos y menos manchados de sangre. Los griegos además de inventar la política[3], la democracia, la mayonesa sin calorías y las fiestas gay también inventaron este músculo de nombre inescribible (Que si, que me inventé una palabra ¡¿Y qué?!). No lo descubrieron, lo inventaron porque eso de descubrir es para civilizaciones aburridas como los chinos que descubrieron la pólvora, la comida china y la censura de Internet, los griegos eran mejores así que inventaban.
Este suceso ocurrió durante las clases del hipócrita mayor y por tanto inventor[4] de la medicina, Hipócrates, que mientras jugaba con sus estudiantes a ver que había dentro del pecho de los prisioneros condenados se encontró con un músculo de forma peculiar. Acto seguido como buen griego procedió a ponerle nombre y solo para joder a los estudiantes del futuro, lo hizo en griego. Dada su peculiar anatomía el único nombre que pudo darle fue esternocleidomastoide… –¡Mi meñique! ¿Por qué sigo escribiéndolo? – Acto seguido su lengua comenzó a arder en llamas y por tanto inventó (que no descubrió) la combustión humana espontánea.
Tras sobrevivir a su altercado con las llamas Hipócrates procedió a difundir la idea de donde carajo estaba el bendito músculo ese entre sus estudiantes. Tras reírse un rato sobre el ridículo nombre que le había puesto su maestro y lo chistoso que este se veía tras haber quedado desnudo producto de su pasada combustión, sus estudiantes decidieron igualmente escribir el nombre de esa cosa.
Desafortunadamente los copistas medievales tienen una gran capacidad de joder la vida, por lo que el término a sobrevivido hasta nuestros días (los copistas eran curas ¿Qué se podía esperar?).
Localización
Para analizar la localización del coso este debemos remitirnos a su original griego, para esto escribiré cada parte de la palabra por separado para evitar que mi muñeca termine volviéndose radioactiva.
Ester: palabra que en griego correspondía a una señora muy molesta que siempre vivía molestando a Hipócrates, al parecer el músculo comenzaba en el talón de esta señora antes de pasar al cuerpo del paciente examinado, de allí que todos tenemos una señora llamada Ester por ahí, cerca del exoesqueleto.
No: representa el polo negativo del musculo, también es lo que te dice tu novia cuando le propones tener sexo de cierta manera especial, o cuando le propones tener sexo de cualquier manera.
Cleido:… no se me ocurre nada gracioso, así que pasemos al siguiente.
Mastoide: musculo que recuerda al Mastodonte, el cual sirve al hombre de atisbo de su pasado evolutivo como elefante tal y como revelan los estudios modernos [5].
O: y finalmente esta palabra, que como su forma lo indica es esa parte de cuerpo que todos tenemos en forma de “o” pero que a la hora de evacuar los intestinos adopta la forma de una “O”.
Dada la increíble complejidad de este músculo cientos de anatomistas han malgastado años de su vida, que podrían haber usado en buscar cura para el cáncer o en implantes de silicona que se sientan como reales, analizando los diferentes efectos que tiene este músculo sobre nuestro cuerpo. Esto claramente ha despertado la ira de los lingüistas siendo que estos son los más afectados por la existencia de esta palabra tan sádica para la lengua. Ello ha derivado en duelos mortales en las universidades. Los departamentos de biología e idiomas han dejado correr mucha sangre… la guerra es dura, pero resistiremos.
Afecciones
Aunque ciertamente es improbable que alguna enfermedad pueda afectar a un músculo de nombre tan gracioso, se han dado casos que la ciencia moderna (y el psicoanálisis) [6] se esfuerzan por explicar. La principal afección procede de intentar pronunciar el nombre del músculo. Es imposible la cura puesto que hasta ahora todo aquel que ha logrado completar la palabra ha muerto en una suerte de combustión humana espontánea, los seguidores de Hipócrates siguen imponiendo la moda, o han sido atacados por una horda de despiadados lingüistas que desean hacer correr su sangre por sobre la tierra… la guerra… te extrañaremos Miguel.
Pero además de los efectos relacionados a su pronunciación (o redacción, mi mano me está matando) se han descubierto unas pocas afecciones que pueden estar relacionadas con su localización. Para empezar Ester es una señora muy molesta, siempre está diciéndote que te pares derecho y que busques trabajo. Es como una madre pero como su tobillo está pegado a tu cuerpo no puedes solo meterla en un asilo para evitar escucharla. También es destacada el problema con la “o” ¿Te duele tú o? ¿Se te hace una O sin querer? O aun peor… ¿Un 0? Entonces deberías hacerlo revisar, puede tener problemas con tu esternocleidomastoideo… ¡Mi mano! ¡Está ardiendo! Dios llamen a una ambulancia, hay demasiada sangre. Demasiada, maldito seas Hipócrates.