Leonardo Torres Quevedo

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Cita3.png¿Un español destacando en ingeniería? Válgame Dios que jamás veré eso.Cita4.png
Miguel de Cervantes ojeando este artículo
Cita3.png¡¡Muere, bastardo, muere!!Cita4.png
Luis de Góngora sobre Torres Quevedo
Cita3.pngTú, Napias, que no es ese QuevedoCita4.png
Lope de Vega aclarando las cosas a Góngora
Cita3.pngEse fue el que diseñó un Titanic con alas ¿no?Cita4.png
al oír hablar de Leonardo

Leonardo Torres Quevedo, más conocido por todos como (insertar apodo cuando este personaje sea conocido), es un ingeniero español de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Científicos del resto del planeta todavía estudian por qué ha quedado grabado en la historia el nombre de un ingeniero de dicho país.

Origen e historia

Si usted cree que este señor es Leonardo Torres Quevedo se equivoca. En realidad es Hermenegildo Quevedo Torres.

La vida de Leonardo ha sido una continua sucesión de retos. La naturaleza de estos acontecimientos, que alimentaron su afán de superación, su inventiva y su creatividad es desconocida para el gran público; pero dado el temor del autor a que le quede un artículo corto y cutre, ha movido cielo y tierra para buscar a su biógrafo oficial: don Eufrasio de Zúñiga y Ponce.

Nacimiento e infancia

Leonardo es hijo de Luis Torres Vildósola, un ingeniero de caminos que no pillaba hembra ni por la honrada costumbre del "secuestro y casamiento", típica forma de contraer matrimonio en los pueblos del norte en aquella España. Los padres de Luis siempre le culparon por estudiar ingeniería de caminos, una profesión complicada y escasamente demandada, lo que le impedía encontrar un sustento con el que seducir a las mozas del lugar.

Cita3.png¿Pero tú has visto coches por alguna parte, animal? ¡Que estamos en 1852! ¿A quién se le ocurre aprender a diseñar carreteras? Si te hubieras metido a fabricante de pienso ya me habrías dado media docena de nietosCita4.png
— La madre de Luis Torres, o sea, la abuela del prota sobre la orientación profesional de su hijo
Éste señor sí que es Leonardo Dicapr Torres Quevedo.

Ante la perspectiva de no poder nacer o acabar en el cubo de su padre, el espermatozoide de Leonardo inventó un dirigible con flagelo para poder salir volando en la próxima eyaculación de su progenitor y dirigirse a una hembra a la que fecundar. El artefacto fue un éxito y acabó dentro del óvulo de Valentina de Quevedo, una moza que vio sorprendida cómo había quedado embarazada sin catar varón. Desgraciadamente, si bien el experimento fue un éxito, el aparato no tuvo salida comercial, pues únicamente cosechó una venta. Poco después y dos mil años antes de que Torres Quevedo inventase en secreto la máquina del tiempo, consiguió un cliente. Poco se sabe de él, pues la factura aún no ha sido eencontrada; pero ciertos testimonios aseguraron oír hablar a Torres Quevedo de un tal Dios.

Poco después de nacer, fue abandonado por su madre al mandarle a comprar un cargador nuevo para el móvil. Doña Valentina esbozó un galimatías incomprensible para saber si "el jodío niño se lo tragaba", lo que no sospechaba es que el pequeño Leo había ideado los conceptos de móvil y cargador en su cabeza, por lo que salió dispuesto a inventar uno. Cinco semanas después, Leonardo volvió a casa con dos móviles, un par de baterías y un cargador de cosecha propia. Allí se encontró una nota de su madre diciendo que se largaba, que con un churumbel no había quien se liara con el leñador de Villagoicoechea de Más Arriba. Viéndose sumido en la soledad, se subió a una de las antenas que había construido para permitir la comunicación entre los móviles y buscó una ciudad para irse a vivir. Por entonces, en Bilbao habían dicho que por cojones iban a hacer una hoguera tan grande para comunicarse por señales de humo con los indios sioux, por lo que Leonardo cogió sus trastos y fue para el lugar de donde procedía una descomunal columna de humo.

Juventud

En su etapa de estudiante en Bilbao, Leonardo se juntó con unos compañeros para echarse un mus. Allí se preguntaron que qué iban a hacer al terminar la secundaria. Cuarenta "Pues yo voy a... porque soy de Bilbao, joder" después, Leonardo se comprometió a ir a París corriendo con chanclas, luego a la pata coja a Madrid, combatir en una guerra y estudiar una ingenería. Dicho esto último, nadie pudo superar el reto de Leonardo.

Tras pegarse sus carreras y cumplir la mitad de lo pactado, Torres Quevedo decidió inventar la Tercera Guerra Carlista, que no sirvió para otra cosa más que para cumplir su apuesta, donde defendió Bilbao con una ametralladora que se hizo con un par de canalones en una azotea.

Cita3.png¿Y para esto me llaman? Que yo tenía que ir a misa, joderCita4.png
— Un soldado carlista al acabar la guerra

Lo más duro fue la ingeniería, pues por la falta de industria y tecnología los docentes mandaban a sus alumnos crearlas. Tras sus años de universitario desarrollando inventos como un caza alimentado con energía solar, un rebobinador de amperios o un condensador de fluzo, logró sacarse el título de ingeniero con una nota media de 5'2.

Look con el que Tesla habría triunfado de verdad.

Madurez

Torres Quevedo orientó el resto de su vida a lo que le gustaba: inventar. Sin embargo, en Madrid vio que poco más podía hacer y empezó a viajar por el mundo para aprender de otros célebres inventores. Motivado, emprendió una carrera personal con genios conocidos por todo el mundo como Edison, al que Leonardo le enseñó cómo conseguir que los inventos funcionasen; Marconi, del que pronto se desentendió porque prefería pasar más tiempo con su amigo Benito; o Tesla, el único a la altura de Torres Quevedo, por lo que pactaron que se repartirían el llevar bigote y el llevar barba para que pudieran ser reconocidos más a menudo. Años después, Tesla aseguró que hubieran tenido más éxito popular si hubieran llevado friendly mutton chops.

A su vuelta a Madrid, Torres Quevedo se motivó y se puso a inventar todo (artilugios que enumeraremos más tarde). Al cabo de los años, vio que ya estaba todo hecho y que le daba pereza presentar los productos al público, por lo que se dedicó a otros campos. Cultivó especialmente la literatura, colaborando frecuentemente en la Incliclopedia en la versión temprana de Internet que él mismo se había desarrollado.

La muerte le llegó a Torres Quevedo el 18 de diciembre de 1936. Cansado de ser una persona única en España (por eso de saber de tecnología, dedicarse a ella y esas cosas), por una vez quiso ser como el resto de sus paisanos, por lo que decidió que lo mejor era palmarla en ese año, algo que estuvo muy de moda.

Inventos

Leonardo Torres Quevedo escondiendo bajo su chaqueta una pistola de rayos gamma de su invención.

Aeronáutica

Como pudimos ver, a Torres Quevedo le gustaba diseñar cosas que vuelan desde antes de nacer. Concretamente, se interesó por los dirigibles, ya que a raíz de su dura infancia siempre tuvo envidia de los niños que iban con globo por la calle. Para su construcción, se reunió con sus viejos colegas de Bilbao y, recordando los buenos tiempos, les dijo: "No hay huevos a llenar este globo soplando". El proyecto tenía pinta de ser un éxito, pues buscaba construir el primer dirigible capaz de cruzar el Atlántico sin escalas. Desgraciadamente, sus amigos de Bilbao se pasaron y el dirigible acabó ascendiendo hasta la estratosfera, motivo por el que los biólogos aún estudian cómo respiran los de Bilbao. El propio Torres Quevedo diseñó un transbordador espacial monoplaza paa subir a recatarlo; pero a los dos meses se enteró de que su dirigible había caído al mar fruto de un pinchazo de origen desconocido.

Decepcionado por la fragilidad de sus artilugios voladores, Leonardo optó por perfeccionar la fabricación de los aviones de papel, donde sí alcanzó la meta de cruzar el Atlántico y llevando a tres gorilas de las selvas de Tanzania (dos machoa y una hembra en celo) como pasajeros.

Automoción

Impresionado por el nacimiento de los automóviles, Torres Quevedo no se quedó atrás y diseñó el suyo propio, como era de esperar. Su modelo destacaba tanto en velocidad como en aceleración y, como en España no había otra cosa, usaba agua mezclada con vino como combustible, por lo que algunos amigos le aconsejaron comercializarlo. Las ventas fueron un fracaso; pero la red de centros para repostar, montada por uno de esos amigos, fue un completo éxito, éxito que iría creciendo a medida que se fueron eliminando las dosis de agua del combustible.

El colmo llegó cuando un par de mozos de los pueblos sí se interesaron por el vehículo en sí para echar carreras. Esto potenció las ventas; pero la inclusión de alerones y dibujos de llamas y mozas ligeritas de ropa tendidas entre la paja del granero enfureció al ingeniero, por lo que retiró su coche del mercado. Paradójicamente, este producto fue el mayor artífice de la industrialización de España, ya que ante la necesidad de dar un lugar donde dejar correr a los mozos los políticos empezaron a construir polígonos industriales.

Telecomunicaciones

Por cariño a su creación, Torres Quevedo usó su propio automóvil para desplazarse de un lado a otro. Construyó también un garaje en su casa; pero descubrió que la cantidad de delincuentes y maleantes que entraban en su casa por la cochera era elevada. Por esa razón inventó la compuerta mecánica y el primer mando a distancia de la historia: el telekino, con el que poder abrir la citada compuerta desde su coche. Sorprendentemente, el mando a distancia permitía abrirla sin bajar de su vehículo, justo como antes; pero sin la necesidad de embestir con el morro del coche contra la puerta una y otra vez.

Motivado por su último invento, Torres Quevedo decidió implementar el telekino en todo aquello que se podía mover, como trenes, barcos o icebergs, algo que tuvo que dejar después de ser sometido a un juicio por conducción temeraria de moles de hielo en abril de 1912.

Matemáticas

Uno de los campos donde Torres Quevedo alcanzó la excelencia fueron las matemáticas. Concretamente, se le conoce por elaborar multitud de calculadoras analógicas. Por aquel entonces, las calculadoras analógicas funcionaban metiendo chinos en su interior, midiéndose pues la potencia de cálculo del artilugio en función del número de chinos que operaban dentro de la calculadora. Las conocidas medidas tomadas en China para controlar la natalidad se deben precisamente a la explosión demográfica causada por la introducción de las calculadoras digitales, que cortó de golpe una de las principales vías de exportación de chinos.

Curiosamente, Leonardo desarrolló unos modelos de calculadoras que prescindían de chinos. La forma de conseguirlo es todavía un misterio que los expertos intentan desvelar. Las últimas hipótesis barajan que se sirvió de extraños poderes como la astrología, la pseudociencia o la religión. Otros han supuesto que recurrían a relaciones entre distintas magnitudes físicas para luego traducir los resultados a valores matemáticos según los datos introducidos. Naturalmente estos últimos han sido tachados de charlatanes y han sido expulsados de la comunidad científica internacional.

Tal vez lo más llamativo de estas calculadoras es que en 1895 la prensa dedicó un eespacio a estos inventos:

Cita3.pngEs el despertar de la ciencia en EspañaCita4.png
— La prensa española sobre las calculadoras de Torres Quevedo

A lo que siguió:

Cita3.pngYa no dejan dormir a nadie en paz, dejad que siga echándose la siestaCita4.png
— La prensa española, un par de líneas más abajo

Tales declaraciones fueron respetadas por los españoles en su totalidad, con el encomiable ejemplo de la clase política y los poderosos en general.

Dos hardcore gamers de la época jugando con el Ajedrecista.

Videojuegos

Hay quienes consideran a Torres Quevedo el padre de los videojuegos. Él mismo diseñó en la década de 1910 un autómata conocido como El Ajedrecista, con una inteligencia artificial que era capaz de jugar una partida de ajedrez en su fase final. Los rusos, famosos por su afición al célebre juego, se interesaron pronto en su adquisición. El juego, fue tan popular que no se conoció un fenómeno similar en dicho país hasta Tetris. Su éxito fue tal que los rusos obtuvieron un gran dominio matando reyes. Este grado de perfección regicida combinado con el mono producido por la falta de entregas anuales (Torres Quevedo rechazó una oferta para sacar un "Ajedrecista 191X" cada año por parte de EA Sports) alcanzó su zénit en la Revolución Bolchevique, con un jaque mate a Nicolás II que sería recordado con honores hasta comienzo de la década de los 90.

Máquina del tiempo

Su mayor secreto. Jamás salió a la luz; pero basta con usar toda nuestra lógica para descubrir que Torres Quevedo consiguió construir una máquina del tiempo ¿Alguno se pregunta cómo diablos pudo un español (¡sí, un español!) conseguir financiación con sus inventos? ¡Por todos es sabido que es imposible! Torres Quevedo lo que hizo fue viajar al 2007 y apostar que la selección española de fútbol ganaría las Eurocopas de 2008 y 2012 y el Mundial del 2010, cosa que ya sabía del futuro pero que se consideraba harto imposible por aquella época. Con esta hábil jugada obtuvo descomunales sumas de dinero que le permitirían inventar hasta límites sólo superados por los científicos locos y megavillanos más prestigiosos del planeta como el Doctor Maligno, Sauron o Steve Jobs.

Otros síntomas de este magnífico logro es que Google le dedicara un doodle ¿Pero quién en su sano juicio se acordaría de Torres Quevedo? ¡Y encima dedicarle un doodle! Realmente YO, el autor, soy Leonardo Torres Quevedo. Quiero dejar constancia de mi legado y, de paso, corregir un doodle que en la línea temporal de la que procedo estaba dedicado a Belén Esteban ¿Entendéis ahora todo?

Torres Quevedo metiendo mano en Google.

Véase también

  • 28 de diciembre Personaje histórico (ver todos aquí). ☀️ ☠️