Categorías estéticas de la literatura
Las categorías estéticas son aquellas cualidades que nos indican que la literatura es literatura, dejándonos de patrañas. Por eso es que las grandes editoriales niegan la existencia de estas categorías, ya que si la gente las conociera comprendería que no vende literatura, sino más bien historias de una emo antisocial, enamorada de una hadita brillante, manuales para sentirse mejor con uno mismo y otras nimiedades que nunca sacarán un Nóbel (quizá).
Desde Horacio, pasando por otros críticos que no importan y que por eso nadie recuerda su nombre, llegando al controversial Kant y sus escapadas del Santo Oficio hasta ese crítico que se quedó ciego por beber agua bendita, que es Borges, las categorías estéticas han sido modificadas al antojo de los cultos, quienes tienen la tecnología para modificar el pensamiento abstracto.
Así es como nos damos cuenta que desde épocas pretéritas han existido personas que sientan las bases de lo que ahora es nuestro CSDYNE, que son todas las enseñanzas de estos expertos, pero perfeccionadas y puestas en práctica.
Platón y su mundo imaginario sin sentido
Iniciemos con Platón, por que Sócrates se dedicaba sólo a ver nubes. Platón decía que el arte era una copia de una copia, porque este mundo era una copia y el arte una copia de este mundo. Así dijo que el pirataje era malo e intento prohibir cualquier manifestación artística a riesgo de recibir una apaleada con sofismos de su parte, nadie quería enfrentarse a un duelo con él, además de que a nadie le interesaba, y quedó así por muchos siglos.
Aristóteles
Aristóteles de Aristótelia, filósofo natural y sin conservadores, nunca estuvo de acuerdo con las ideas de su antecesor, se le hacían muy “platónicas” y se puso a concebir el arte, en especial la literatura, y en especial el teatro, única literatura que los analfabetos griegos entendían y disfrutaban por que veían traiciones, incestos y toda clase de vulgaridades en honor a Baco, como no, dios de la cerveza, con tres categorías que lo hacían arte.
- Poiesis. O sea, algo de originalidad y creatividad. A este filósofo le tocaba los huevos leer tanto cliché en las obras que llegaban desde provincias aledañas, que si alguien con una patada giratoria había inventado el parnaso, o que si Poseidón había castigado a Ulises porque entre su tripulación estaba cierto tío. La poiesis (léase pollesis, de pollo) invita al autor a ser un poco original y hacer las cosas bien, o que mejor no haga nada.
- Verosimilitud. Que las cosas parezcan reales aunque sean sólo una sarta de estupideces y sin sentidos. Quería decir no que dijeras la verdad, pues así no estarías haciendo literatura sino un periódico, sino que lo que contaras pareciera verdad y que el pueblo se lo tragara como si hubiera pasado, justo como los discursos políticos. La Inciclopedia NO es verosímil porque de serlo no sería verdadera, así como la Wikipedia es verosímil pero es falsa como el espagueti de lasaña.
- Catarsis. Te tumba pero te levanta. Más que un buen medicamento, es algo que juega con tus emociones como espectador o lector, de la manera más cruel, despótica y utilitarista posible. En los primeros actos puedes contemplar a un perrito que vive feliz con su familia perruna, luego te llevan a las lágrimas cuando te presentan a ese cachorro arrancado del cariño de su casa para ser llevado a trabajar a una plantación de tabaco de Missisipi. Luego te hacen sentir bien cuando hay descubre a su verdadero amor en la figura de la hija del capataz, pero al final la hija se casa con un rico Conde de Transilvania y el perrito muere de pulmonía, y arrollado por un tranvía en una nevada noche de invierno, solitario, con una reunión de violinistas que tocan música triste y se congela hasta que a los tres días lo despegan con una pala y lo arrojan a la basura. Por su puesto esto te hará sentir miserable pero te hará mejor persona, o quien sabe.
Todo esto venía en su Poética, en su Comedia venía lo contrario, pero Disney encontró ese libro perdido donde manejaba el exceso de clichés, la inversomitilud y la anticatársis, y lo usó en sus películas.
Horacio
O también llamado por sus amigos y enemigos, Horacio de peluche y Horacio el terrible, fue uno de los más influyentes papanatas a lo que a la Crítica Literaria se refiere. Hizo un libro completo sobre como ser poeta y no escribano, un Best-Seller de la Época, 30 libros vendidos en su primer año (cabe recordar que no había tanta gente y que la que había prefería comer a comprar hojas que no entendían). Aquí el poeta y crítico elabora una serie de consejos para aquellos que quieran llevar el desgastante y humillante oficio de escribir poesía y puesto que la poesía erótica aún no era inventada por Salomón, era muy aburrido.
Además de lo que Aristóteles había dicho ya, éste propone otras categorías igual o aún menos interesantes.
- Unidad. – Si ya iniciaste algo no lo dejes, no seas perezoso ni vago, y si lo estás haciendo de una forma sigue así, no sea que crean que eres un retrazado mental –. Con estas palabras Horacio señalaba que cuando se hace una obra en verso siempre tiene que ser en verso para no romper la armonía y no molestar a los de por sí furiosos lectores con cambios tan repentinos, a ellos les gusta su vida monótona, tú no eres nadie para cambiarla, así que si quieres meter verso, con prosa, quintentos con decasílabos, mejor busca trabajo como publicista y deja el arte en paz.
- Imitación. O sea, copiar los modelos clásicos. Así si quieres utilizar a Aquiles para un papel, no lo presentes con defectos, además de su talón por supuesto, medroso o feo. Si por alguna razón utilizas un personaje fuera de su contexto pues está mal hecho y tu obra nunca perdurará por los siglos de los siglos por ser un apóstata que acuesta a Helena de Troya con el Rey David, aunque parece divertido no hay que hacerlo.
- Consideración al público. Siempre se debe pensar en quien esté leyendo u observando porque son ellos quienes te van a dar para comer y para comprar tu vino con el que podrás inspirarte para escribir tus
asquerosashermosas obras. Siempre dales lo que quieran ver, y lo que quieren ver es invariablemente sexo, violencia, sexo, traición y sexo. En tus representaciones trata de poner cuando menos una escena sexual, si la obra es familiar, que sea implícita, con símbolos como salchichas dentro de un pan o como se enfunda y desenfunda, enfunda y desenfunda rítmicamente una espada.
Entre otras de menor importancia que son que si un personaje es feo, debe comportarse como feo, y si es torpe, debe formar parte de una Boy Band.
Lope de Vega
Exacto, el mismo Lope de Vega que te enseñan en la educación obligatoria y que nunca más te sirve para nada ese dato, hasta ahora. Como escritor también hizo un corpus que denominó Corpus, a su sumamente envidiable originalidad para los títulos, se le suman la propuesta de categorías estéticas para apreciar verdaderamente su literatura:
- Imitación. De nuevo, pero ahora ni de la naturaleza ni de los clásicos, sino de algo más patético, la sociedad, según él no se debía hacer nada más que lo que uno sabía de las personas que conviven con uno, que si se ve un viejito en la calle vendiendo favores sexuales para alimentarse, de eso hay que hacer la obra, aunque tratando de informarse y tomar experiencia propia (como pagar al anciano por un baile erótico y luego redactarlo con goce de conocimiento) y otras calamidades que sólo los autores realistas tomaron en cuenta.
- Consideración al público. A diferencia de Horacio, Lope recomienda no tocarle los huevos a los lectores, quienes no van a leer 500 páginas para que en la 501 se desenvuelva lo importante, o quizá ni siquiera sea importante y los lectores terminarán muy decepcionados y harán campamento fuera de la casa del autor para empalarlo en cuanto salga. Tampoco se debe exprimir tanto la enajenación enferma de ellos, si ya hiciste un libro sobre que Jesús tuvo ochocientos hijos que 600 vírgenes, no saques 200 libros al respecto que cansa.
Últimas notas
Desde el declive de la literatura para el servicio de las grandes editoriales de las revistas del corazón, se han modificado las categorías estéticas y ahora no muchos saben lo qué es o no estético o bello; todo esto inició cuando el encantador, pero no por eso menos patán, Immanuel Kant, por sus cojones, inició una revolución en el ámbito de la filosofía de la belleza, diciendo embustes como que lo feo es bello y que lo feo es bello y que el terror es algo bonito y que no siempre hay que cortar el queso por la derecha, entre otras cosas de igual valides canónica.
Así los escritores ya nunca tuvieron que respetar cosas que ahora se extrañan, como la unidad o el sentido común, y se dedican a simplemente mecanografiar lo primero que les llega a la mente, dejando de lado la unidad para sacar sus obras por tomos cómodamente quincenales, la imitación dejó de serlo supeditándose a la inventiva y la inventiva cayó bajo la influencia directa de la imitación y los perros comenzaron a usar bufandas cuando hacía frío, así de absurdo y a la moda.
Es por eso que el crítico, autor de este artículo, recomienda ampliamente que se extinga la comunicación escrita y que sea reemplazada por la telepatía la cual sí tiene grandes ventajas como evitar la lectura y la destrucción indiscriminada de árboles para fabricar papel.