Santa Inquisición
La Santa Inquisición fue una magna organización de curas heavys que durante la Edad Media y Moderna se dedicaba a descubrir demonios y brujas mediante infalibles métodos científicos de última generación.
Creación
Fue creada alrededor de 500aC por los Nicholas Perreira (moros) mano a mano con la Innombrable para aplicar el kamasutra entre los infieles que se atrevían a pecar sin pagar. Solo podía juzgar a cristianos bautizados; así pues, antes de juzgar a alguien, lo bautizaban rápidamente y aplicaban su justicia divina. Poco después, al comprobarse empíricamente que todos morían en sus juicios, decidieron saltarse ese paso que lo único que conseguía era hacer perder el tiempo a los del jurado; y como irremediablemente, todos los juzgados iban a acabar en el infierno por pactar con el Diablo y el bautizarlos no los iba a librar de ello, se abolió esta medida.
Procedimiento judiciales
Miembros
- Inquisidores: El jurado calificador.
- El Procurador Fiscal: Era quien decía si habías pecado contra la fe o no, tenía prohibido decir NO (pero en días especiales, como su menstruación, decía NO cuando la exigencia del pueblo no era grande).
- El Alguacil: Era un tipo agradable que se encargaba de traer a los presos al proceso de forma amable y sin empujones.
- El Verdugo: El sujeto más amistoso de todos (normalmente traía la cabeza cubierta) quien era aun más amablemente que el alguacil. Cuando halaba la cuerda de la guillotina dejando caer una navaja gigante sobre tu cabeza, algunos decían que dolía. Sin embargo ninguno de los gillotinados respondió jamás a la pregunta (se sobreentiende que no dolía) y además ni siquiera se quejaban.
El juicio
Tras la misa del domingo, el cura decía quién iba a ser juzgado y las acusaciones de las cuales se le acusaba. Asimismo, animaba a la gente a que fuera al juicio; no para que viesen cómo era torturado y matado y servir de ejemplo a todos aquellos que pensasen como el acusado, como muchos piensan, sino para que pudiesen aprender de la sabiduría divina.
Después de eso, el alguacil te sacaba de la prisión (si no habías muerto antes devorado por las ratas o al resbalar con tu propia mierda) y te conducía a la sala de lo penal número 13, donde se celebraba el juicio.
En este punto, al acusado se le ponía un cono puntiagudo en la cabeza que lo hacía ver como un cohete, además, iba la gente que el sacerdote de antes convocaba a ir. Unos cuantos decían que el acusado era inocente (por unos cuantos se entiende la abuela del acusado) y otros cuantos decían que el acusado les había maldecido y que sus campos de pepinos estaban endemoniados y demás tonterías. Una vez que la gente dejaba de decir gilipolleces, se traía al acusado y se le preguntaba mediante el siguiente algoritmo:
- Paso 1: Question/:¿Hijo mío, eres pecador?/:.
- Paso 2: (Si la respuesta es: NO, da igual que sea verdad, se le torturará exponencialmente)/
- Paso 3: Back/: Volver a "¿Hijo mío, eres pecador? /:."
Si el acusado moría antes de responder afirmativamente, estaba claro que era porque se trataba de un pecador y no quería reconocer la verdad. Sin embargo, si lo reconocía antes de palmarla, entonces procedían a torturarle más; normalmente, hasta la hora de la cena, momento en el que se le conducía a la hoguera, donde, mientras el pérfido pecador moría quemado, los ciudadanos se reunían alrededor y asaban salchichas bajo sus pies.
El programa televisivo
Pero no sólo eso. La Santa Inquisición es también el nombre de un popular concurso televisivo que se estrenó en 1495 (cosa que ya tiene su mérito, porque entonces aún no se había inventado la televisión) ante los repetidos intentos de fray Tomás de Torquemada de patentar un método de entretenimiento para la corte de los Reyes Católicos (se ve que después de la Conquista de Granada los reyes ya no tenían nada que hacer y se aburrían de lo lindo).
Su éxito fue memorable en todo el Reino de Castillapedo, y generó competencias brutales en Navarra, Portugal y Aragón (hasta los ingleses y los franceses intentaron copiárselo, pero no pudieron porque luego inventaron el Big Mac, antecesor del Big Brother o Gran Primo de la actualidad).
Isabel la Católica puso el dinero, y el rey Fernando patrocinó cuatro anuncios de productos catalanes que le sugirió la Generalitat de Catalunya y el Consell de Cent para dinamizar la economía catalana (en aquellos momentos de capa caída a causa del primer boicot al cava).
El guión de este concurso, verdaderamente adelantado a su tiempo, fue escrito por San Sádico, nombrado Gran Inquisidor de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria en 1490, cinco años antes de la primera emisión en antena por cable (se ve que ahí también se lo conoce como San Sadismo, porque este santo llegó a tal extremo que se juzgó y condenó a la hoguera por haber tenido un pensamiento pecaminoso relacionado con la abadesa Sor Jacinta Torrezno Pantoja, antepasada lejana de la folclórica Isabel Pantoja).
Formato del concurso
- Artículo principal: Métodos de tortura de la Santa Inquisición
Al mejor estilo de ¿Quiere Ser Millonario?, la Santa Inquisición elaboró un concurso de preguntas y respuestas de carácter teológico con añadidos bíblicos y cabalísticos.
Su formato era muy sencillo: en primer lugar estaba totalmente prohibido que concursaran judíos, musulmanes, gitanos, homosexuales, reciclados, negros del Congo con pinta de Samuel Eto'o y vagabundos ambulantes que no hubiesen pagado previamente un peaje pecuniario por acampar en los terrenos episcopales.
Si se descubría a alguno de estos elementos en el concurso, corría riesgo de ir directamente a la hoguera sin siquiera recibir la bendición apostólica. De hecho, sólo participaban parejas de cristianos de pura raza ibérica y probada integridad virginal, favoreciéndose así a las parejas formadas por un monje y una monja o por un monaguillo del convento de los franciscanos y otro del de los dominicos (órdenes religiosas que, lo que son las cosas, están siempre a matar).
En segundo lugar el programa permitía demostrar, con gran devoción, el grado de fe y pureza moral del creyente que se atrevía a comparecer ante el tribunal (concursar).
Se permitía la memorización lectura de obras hagiográficas durante la ronda de interrogatorios preguntas teológicas como primera ayuda adicional, pero a partir del cuarto libro leído sin haber acertado la pregunta te podía caer una buena tortura amonestación inquisitorial.
A medida que una de las dos parejas gana en puntos (anunciados en el marcador por el presentador, un obispo muy mediático antepasado directo de Carlos Sobado), las asistentas del programa (cuatro monjas clarisas muy bien dotadas en top less) le hacen entrega de 5 indulgencias por acierto (a veces también alguna estampita de la Virgen del Carmen, o de la Dolorosa si coincide con Semana Santa).
Por el contrario, si una de las parejas empieza a fallar hasta más de 4 respuestas erróneas, se la marca con un yerro candente y se la pasa directamente al potro de tortura. Ahí pueden seguir hasta que no acierten mientras son castigados con el suplicio del agua, el del fuego, la garrucha, el estiramiento de extremidades, la gota malaya, el látigo de nueve puntas (de fabricación vaticana) o el visionado intensivo (10 u 11 veces seguidas) de la película Sor Yeyé (y eso que en el siglo XV todavía no sabían que este mismo filme tendría un gran éxito en los 60 del XX).
Entre pregunta y pregunta del obispo-presentador (repetimos que es un tío muy mediático, al estilo Padre Apeles), unos monaguillos introducen algún que otro gag cómico que te obliga a reír bajo pena de excomunión. También salen de vez en cuando dos o tres novicias adolescentes que están muy, pero muy bien cuando se quitan la toca.
Además de esto, los concursantes pasan a la segunda parte del programa con más dificultades añadidas: hay cuatro parejas de demonios con cara de Bin Laden que no paran de atosigarlos para que se distraigan y fallen cuantas más preguntas mejor.
La final
La final incluye la eliminación (física, claro) de la pareja perdedora (que es anatemizada y quemada viva en la hoguera que ya se ha montado previamente en el exterior del plató). Normalmente éste es el momento más seguido por la audiencia (y según las crónicas del Cardenal Cisneros, era el preferido de la reina Isabel la Católica). Es lógico que como ya no usarían más sus bienes, los jueces se quedaban con ellos (casas, animales, dinero, joyas, hijas...), y el proceso iniciaba con la búsqueda de más víctimas concursantes.
Cuando ninguna de las dos parejas acierta la pregunta final (o hay un empate numérico) se procede al sorteo de un coche inquisitorial marca Torquemada con dirección asistida entre el público. El modelo Torquemada es de fabricación vaticana y va forrado con tapicería de estampitas y escapularios, lo que le da un valor santamente añadido. Puede adquirirse en los confesionarios de la diocesis y en las embajadas del Vaticano.
La pareja ganadora recibe un premio que consiste en un estupendo viaje con todos los gastos pagados a Fátima, Lourdes o al Vaticano, donde tienen el privilegio de ser recibidos por el Papa en persona para poder entrar en la Gran Final Internacional de la Santa Inquisición en todo el mundo católico (España ganó el concurso en 3 ocasiones, en 1504, 1509 y 1678, años en los que el presentador era casualmente un español, aunque desde luego antes no nos tenían tanta manía como ahora en Eurovisión, ¡qué le vamos a hacer!
El fin de la Inquisición
Después de 1788, Isabel II decide que torturar a la gente hasta que reconocieran que eran culpables, era un método un tanto estúpido, ya que si al final los ibas a matar, podías cortarle la cabeza desde el principio y ahorrar tiempo. Así que decreta que la inquisición debe ser disuelta para siempre.