Muro de Berlín
El muro de Berlín (1961-1989) fue una de las personalidades más influyentes durante el periodo histórico denominado Guerra Fría, que enfrentaba a los partidarios de los frigoríficos eléctricos y a los países a favor de las neveras portátiles. El muro de Berlín jugó un papel muy importante para los grafiteros de todo Berlín, los cuales podían pintar sobre éste en lugar de hacerlo en museos, salvando así las vidas de miles de limpiadores y barrenderos alemanes. Sin embargo, se fueron registrando cerca de 300 muertes causadas en las cercanías del muro, por lo que finalmente el muro de Berlín fue acusado de antropofagia y condenado a muerte en 1989.
Vida
Comienzos
El muro de Berlín nació una mañana de Agosto de 1961 después de una larga gestación en el vientre de la República Federal Alemana y de un parto acelerado y sin previo aviso. Los berlineses dormían plácidamente en sus hogares cuando de pronto el silencio de la noche se vio interrumpido por una serie de "¡TRRRRRRR!", "¡PAMPAMPAMPAM!", "¡BUAH! ¡BUAH! ¡BUAH!" y "¡ÑIIIIII!". A la mañana siguiente, el muro estaba allí, con un cuartel entero de soldados dándole de beber con un biberón de cemento tamaño industrial. Todo Berlín estaba conmocionado con la noticia del nacimiento, en los que hombres, mujeres, perros y loros de todas las edades empezaron a abrazarse amistosamente al muro al grito de "OOoooooh!". Hubo algunos ciudadanos que se dejaron llevar por la alegría del nacimiento y quisieron trepar por encima del muro para abrazarlo desde el otro lado, pero los soldados-niñera, máximos responsables del cuidado del muro, no podían permitir que la linda espalda del muro fuese pisoteada, por lo que se veían obligados a reducir a cualquiera que intentase trepar por él.
Infancia y adolescencia
Tras varios días de cuidados, el muro ya empezaba a poder separar la cuidad sin necesidad de usar el separador y a hacer sus necesidades sin usar el orinal. Fue el momento idóneo para elegirle ropita para abrigarlo durante los duros inviernos berlineses y para dejar que fuese creciendo poco a poco gracias a su alimentación con alto contenido en cemento. La infancia del muro transcurrió con normalidad aunque pasó por muchos momentos incómodos, ya que muchos berlineses empezaban a quejarse de que el muro no les dejaba dormir en paz o que ocupaba mucho espacio y empezaron a hacerle heridas graves, pero por suerte su equipo de cuidadores estaba ahí para curarlo, limpiarlo, vigilarlo para que no sufriese daños o para que nadie intentase subirse a su espalda, e incluso para contarle cuentos para ayudarlo a dormir cuando caía la noche.
Estos sucesos marcaron duramente al muro durante su infancia, a pesar de que éste contaba con mucho apoyo por parte de su siempre atento equipo de cuidadores, especialmente el hecho de que se empezaba a sentir muy solo, sin ningún otro muro de su especie con el que poder hablar ni con el que tener una relación amorosa (Recordemos que el Muro de las Lamentaciones y la Gran Muralla China tenían muchos años de vida, y al muro de Berlín no le iban las maduritas), por lo que tenía muchos episodios de depresión.
Durante su adolescencia, el muro empezó a tener un carácter bastante rebelde, comenzando a llevar tatuajes por todo el cuerpo. Miles de grafiteros berlineses encontraron aquí su oportunidad de tatuar al muro a cambio de que éste los dejase subirse encima para jugar con él y de paso cruzar al otro lado. Ésto no hizo mucha gracia a sus cuidadores y tutores, quienes castigaban al muro sin cenar en muchas ocasiones. La vida del muro empezaba a ser por tanto algo triste, especialmente aquella navidad de 1976 en la que se quedó sin regalo de Papá Noel por haber sido un muro malo.
Juventud
Los años 80 fueron años en los que los ciudadanos berlineses estaban empezando a hartarse de no poder jugar con el muro, motivo por el que empezaron a multiplicarse las revueltas populares y los conflictos, sobre todo a finales de los 80.
Fueron también años más relajados para el muro, que estaba terminando de crecer y había pasado la mayoría de edad, por lo que ya podía empezar a consumir yeso u hormigón u obtener permiso para tatuarse sin que nadie le llamase la atención. Sin embargo, seguía sin tener permiso para dejar a la gente que se subiese encima suyo, lo cual lo dejaba algo enfadado: su espalda ya era lo suficientemente resistente y además era algo que le divertía mucho. Pero nada, las normas eran las normas.
Entonces el muro empieza a descuidar su alimentación, lo cual empieza a dejarlo en mal estado, con heridas sin cicatrizar, marcas y un envejecimiento acelerado; incluso llega a consumir estupefacientes como el carbono o el agua, pero dado que éstos son algo difíciles de conseguir, empieza a comer personas. Esto, junto al reciente hábito que tenía de escuchar música de Rick Astley todo el día, era algo que empezaba a enfadar mucho a sus cuidadores, hasta tal punto de que en 1989, después de que el conteo de muertes provocadas por el muro rozara los 300, éste sería condenado a muerte.
Muerte
Noviembre de 1989 fue un mes triste para todo Berlín: el muro que había proporcionado tantos juegos a los ciudadanos había sido atravesado y parte de su cuerpo había sido derrumbada, matándolo a la temprana edad de 28 años. Seguían pasando los días y su cuerpo ya sin vida seguía siendo destruido sólo porque Alemania se estaba reunificando. Por petición ciudadana, partes del cuerpo del muro permanecieron intactas o fueron enviadas a otras partes del mundo para ponerlas a salvo, debido a que no querían a su antiguo amigo destruido. Aquellas noches jugando al limbo o a las cartas sobre él, esos saltos sobre el muro para pasar al otro lado ya eran parte del pasado. Ya pasados los años la gente sigue recordando al amigo muro, el cual siempre vivirá en nuestros corazones, separando las cavidades de cada lado y diferenciando aurículas y ventrículos.