Cambio climático
¿Te aburres?
El autor de este artículo parece que no quiere perder su valioso tiempo |
El llamado cambio climático, ese que provocó el Katrina, ¡sí, ese!, es, según el diccionario de la RAE, una “autosugestión neoprogre obregoniana antiaburrimiento atribuida generalmente por los expertos a una especie de conciencia de pena y culpabilidad de los progresistas por ser tan ateos, tan rojos y titiriteros a los sagrados ojos de Dios nuestro señor, autor del mundo por amor al arte”.
Orígenes y mitos
Fuentes muy, pero que muy fiables del mundo académico africano afirman que lo inventaron Chuck Norris junto a Tio1.jpg, Hugo Chávez y Fidel Castro un día que se aburrían mientras estaban de caza en los Reinos del Caos. Desde entonces están tan obsesionados con esto como ese señor americano llamado Al Gore (que ha montado un show neoapocalíptico con estrellas que realizan una gira mundial circense para vivir un poco del cuento y resarcirse de haber perdido las elecciones a la manera imperialista de no contar los votos de la mayoria).
A raíz de sus efectos, devastadores, el cambio climático produce sensación de cosquilleo en el espinazo, sudor frío en el sobaco y temblequeos nocturnos de cuarta intensidad, dándose estos síntomas especialmente entre ecologistas y titiriteros alternativos o seguidores de Pilar Bardem o Mario Vargas Llosa. El cambio climático, en definitiva, supone un estrés postraumático ecológico de gravedad en cualquier infeliz que lo padezca. Parecido a la verborrea de los ignorantes que creen en la estrella que guió a los tres Reyes Magos durante su travesía en el desierto.
Defensores progresistas del cambio climático
El cambio climático es, para los progresistas, una conspiración más del Club Bildenberg y de George W. Bush, que en su afán de dominar la galaxia más rápidamente que Darth Vader son capaces de lo que sea, aunque también lo han planeado con Blair y Hugo Chávez.
Se han dado variedad de teorías acerca de su causa. Algunas, como las que proponen los colectivos antitrabajo y sistema, creen que la culpa es seguramente de EEUU, de la guerra de Irak, de la conquista española del Imperio Inca y del tsunami de 1738 en la parte interior de Canadá.
Nosotros no somos nadie para contradecir su única y absoluta verdad, obviamente.
Básicamente, todo buen titiritero del no a la guarra guerra debe creer también en el cambio climático como dogma de fe incontrovertible, escrito en el Gran Libro Profético por los antiguos padres de la cultura alternativa.
Discutir sobre el cambio climático puede resultar frustrantemente estéril con cualquier buen creyente, aunque luego se rían en su cara cuando empieza a soltar el discurso apocalíptico y catastrófico (lo mejor es traerse palomitas para disfrutar de la película y grabarlo con afán, puesto que tal vez lo nominen a Óscar al mejor profeta o premio Nobel de Literatura barata y encima te den a ti el dinero por los derechos de autor).
La industria de Hollywood tiene a centenares de progresistas como guionistas para escribir producciones sobre el cambio climático, lo que reporta cuantiosos beneficios a las bancos satánicos y a la iglesia de la Cinesiología.
Y además...
Otros colectivos que creen fielmente por siempre jamás en la religión del cambio climático son los okupas, los titiriteros de izquierdas, los indios cocainómanos indigenistas, los devotos de Monesvol, los vecinos de la acera rosa de enfrente y potencialmente un cuantioso sector de meteorólogos frustrados que se aburren y no saben qué hacer o decir para ganar popularidad y que les suban un poco el sueldo (este grupo es realmente interesante, ya que incluso se enzarza en debates filosóficos con otros meteorólogos que militan en el bando opuesto, o sea en el de enemigos de la gilipollez. Véase la sección que tiene unas líneas más adelante).
Para creer en el cambio climático basta con mirar diez meses seguidos cualquier programa que trate este tema o incluso pasear una tarde por el vertedero más cercano a tu barrio, y si hace calor y la basura apesta, todavía mejor.
Enemigos ultras del cambio climático
Son enemigos de la paparruchada apocalíptica. Los constructores de cualquier mafia inmobiliaria, el gremio de vendedores de aire acondicionado, la cofradía de creyentes en el Unicornio Rosa Invisible, el Opus Dei, los pingüinos que ya están hartos del frío y quieren que se deshiele la Antártida para irse a jugar en la arena de la playa, los buitres carroñeros, las termitas, los hosteleros del gremio de prostíbulos mundial (que ya les va bien que se caliente el ambiente), los vendedores de tangas brasileños y algún que otro esquimal amargado.
Como ya llevan siglos sin que el cambio climático se produzca, deciden contaminar el triple y vomitar el cuádruple, a ver si así se anima un poco la fiesta. Otros indicios apuntan a que mientras no les perjudiquen las urbanizaciones con tres o cuatro vertederos de alto standing, pelillos a la mar...
El Vaticano ha desmentido recientemente el rumor que apuntaba a una cruzada contra el cambio climático, ya que la declaración en cuestión iba dirigida al cambio de sexo, que levanta pasiones de gavilanes y abejorros entre gente tan ecológica como Shakira, Paulina Rubio, el último concursante que ganó Gran Hermano y American Idol dos veces seguidas y una vecina tuya que se llama María y no sabes ni quién es.
Versiones apocalípticas y breve historia del cambio climático
Expertos teólogos (o sea, expertos en Teo y Barrio Sésamo) han dado al cambio climático una nueva versión eclesial desde mediados de los años 80 del siglo XV. Su postura ha llegado a la conclusión de que básicamente se trata de una venganza divina, relacionada con los ganas que tiene Dios de castigarnos por ser tan tremebundamente malos, golfos, guerreros y ateos durante tantos años y siglos pese a las muestras de cariño que Él nos ha dado.
Su opinión contrasta sensiblemente con la de la comunidad científica. La VII Cumbre Internacional celebrada en Estoeselcolmo en 1997 (y aprovechada para incrementar la natalidad entre las suecas), con eminencias tales como el profesor Strauzen Guttenberg o el doctor House, concluyó en afirmar que el cambio climático sería muy borde y muy gamberro, pero que nos lo pasaríamos fenomenal si no nos rompíamos el cerebro en pensamientos idiotas.
Relacionamos este dato con los históricas profecías del Apocalipsis de San Taclaus (hermano gemelo de ese gordo rojo que no es Hugo Chávez y que anuncia Coca Cola en Navidad para sacarse un sobresueldo).
En 1045, el venerable monje Anasagastus Krishna ya predijo el cambio climático tras tostarse al sol en el monte Sinaí durante diez meses seguidos (y sin beber agua o llevar protección solar, por lo que quedó más o menos como una anchoa reseca y ennegrecida, pero eso sí, muy crujiente). No es hasta la segunda profecía del sabio medieval Nostornudamus que esta gilipollez toma cuerpo y tintes del Club de los Teleñecos y los muñecos de trapo del teatrillo que montan en la feria de tu barrio juntos con Peggy vestida de Teletubbie.
Las versiones sobre sus efectos difieren en algunos puntos clave. La explicación general afirma que una súbita polarización magnética alterará el ritmo de las estaciones, de modo que en invierno podremos ir a la playa en el hemisferio norte, jugar a fútbol sobre hielo en el hemisferio sur, bailar con una caipirinha en Brasil para celebrar el día de Todos los Santos o irnos a esquiar la noche que más nos guste de todo el año. Esta polarización polar no durará más que tres minutos y diez segundos (¡o sea que hay que aprovecharla!), tras lo cual empezará un calentamiento global muy raro que nadie entiende del todo y que consiste en que no nos hará falta freír los huevos en la sartén, sino que se freirán solitos en las aceras y eso que nos ahorraremos en fritangas...
Por lo demás: habrá inundaciones, terremotos, fuego del cielo, meteoritos, bombas de Bin Laden y Fú Manchú, alguna noticia relacionada con Tuvalu Ulterior y sus mandatarios o tal vez hasta estalle finalmente el planeta y se acabe la humanidad. Jo, que para lo que ha hecho en este mundo...
Esta última versión fue interesantemente ampliada por el conocido científico Dan Brown (Premio Nobel 2004 por Mayor Estafador Literario) al atribuir el cambio climático a la undécima plaga de Egipto que se retrasó unos 4000 añitos de nada y estaba por llegar (culpa, claro está, de María Magdalena y de algún conspirador del FBI, seguro).
¿Qué pasará con el cambio éste?
Pues lo que ocurre siempre cuando se hace el cambio: al planeta le saldrán granos en forma de volcán cabreado, luego algunos pelos en las partes íntimas de la selva Amazónica, un cambio de voz que dificultará el habla en árabe (que se jorobe Bin Laden) y una crecida indiscriminada del índice de gamberrismo interanual.
La naturaleza se volverá gamberra, pero mucho: nos montará inundaciones de alcohol los fines de semana, hará crecer marihuana en el desierto del Sáhara (que se reforestará para mayor deleite de adictos), congelará las cuentas bancarias de todo el hemisferio sur (especialmente del continente africano) y terminará por volverse tarumba hasta estallar en el 4513, 42 pedacitos de masa terrestre que ríete tú de la Estrella de la Muerte destruyendo Alderaan. Quedaremos bastante diseminaditos a lo largo y a lo ancho de la Vía Láctea (o sea, la carretera especial que usan diariamente los camiones de las mafias compañías lecheras para repartir sus productos a extraterrestres).
En lo que están unánimamente de acuerdo tanto profetas como meteorólogos frustrados es en que nos moriremos todos y solo sobrevivirán los que se escaqueen en una sonda espacial, los que estén de astronautas en el espacio, los que recen el ángelus diez veces seguidas sin equivocarse ni en una coma y los que se conviertan a la verdadera religión: esto es, la de la Cienciología.
Efectos del cambio climático
El cambio climático será muy guay. Los supervivientes que lo superen (no los del programa de televisión), experimentarán un proceso de alineación estética que hará que se parezcan a ídolos tan famosos como los Teletubbies, Jabba el Hutt de Pizzas Hutt, Bea o Betty la fea o la Momia de Ramsés recién levantada y sin maquillaje.
Tras este cambio se instaurará una nueva era: Sauron volverá a aparecer bajo la forma de nariz gigante y se quedará con el Anillo único para montar un magazín informativo con Gollum como presentador estrella. Se organizará asimismo una liga de Mordor para que la mitad de la Tierra (Tierra Media) que se haya salvado ponga a prueba sus habilidades en el consumo de petróleo caducado y/o pan élfico contaminado con el virus de la Influenza cochina.
10 medidas para acelerar el cambio climático
Como esto será un fiestón, basta acelerar el deseado cambio climático siguiendo estas 10 prácticas recomendaciones:
1-Comprar toda la colección de libros de Dan Brown. Si compras la colección entera de películas no puede faltar el Código Di Caprio y El Mesías según Dan Brown y su prima monja.
2-Afiliarse a cualquier secta de izquierdas, hacerse okupa, salir a la calle a manifestarse para atribuir el cambio climático a un eructo de George W. Bush o meterse en la Casa Blanca por una ventana del segundo piso hasta llegar al despacho oval y romperle la moqueta al pobre hombre.
3-Contaminar el aire desviando tu extractor de humos hacia la azotea de tu vecino más odiado.
4-Verter 15000 hectolitros de vino, licor, agua contaminada o bilis en el lago, río, charco o alcantarilla que te caiga más cerca de casa.
5-Linchar al inventor de Gran Hermano y American Idol con una soga de nylon que sea muy degradante y antiecológica.
6-Consumir el mismo champú que usan Paulina Rubio, Shakira o Mikuru.
7-Dar un donativo al ayuntamiento más contaminante que conozcas.
8-Fomentar el gasto público indiscriminado de aerosoles con ventosidades y sprays de nata artificial caducada, al estilo Homer Simpson.
9-Hacerte un tatuaje degradante y muy nauseabundo. Si es de color caca mucho mejor.
10-Ir a comer todos los días al McGoofy, al Burger Queen, al Kentucky Frío Chiquen o al restaurante chino que enfrente que huele a huevos podridos con guarnición de salsa tres delicias. Si optas por el pato a la naranja, procura que esté contaminado con el virus de la gripe del pato.
¿Y después... qué?
Pues después del cambio climático, cuando el planeta ya no exista y se haya llegado a la edad adulta, habrá que ir pensando en un empleo estable, comprar una casa, pagar una hipoteca, tener niños..., vamos, lo normal para cualquier adulto, ¿no? English (Fork)