Hipopótamos en Colombia

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Bandera Hipopotamo Colombia.png Este artículo es un producto 100% chibchombiano. Si sumercé queda más perdido que una uva pasa en un tamal al leerlo, está en el lugar equivocado; así que le recomendamos abrirse del parche.


Cita3.pngQuería tener de todo en mi zoológico: jirafas, elefantes, hipopótamos... Lo que no pensé es que estos hijos de putin iban a sobrevivir a todos nosotros y convertirse en el problema de Colombia para las próximas décadas.Cita4.png
Pablo Escobar en una conversación grabada por la DEA en 1991, antes de que lo convirtieran en una serie de Netflix.
Cita3.pngVine a Colombia a ver narcotráfico y corrupción, y me encuentro con que también tienen la sabana africana. No sé si es más peligroso un hipopótamo o un paramilitar armado.Cita4.png
Turista europeo tras su visita al Magdalena Medio en 2019, ahora es guía turístico en la Hacienda Nápoles y cobra 20 euros por una selfie con uno.
La única cantidad peligrosa de hipopótamos es cero.

Los Hipopótamos en Colombia (Paisanian hijuepútamos) son la mejor y más perdurable herencia que dejó Escoba Pablar al país y a su fea gente, pues incluso muerto el capo más famoso de nuestra línea temporal sigue jodiendo a Colombia de maneras cada vez más creativas e hipopotamescas. Lo que comenzó como un capricho excéntrico de un narcotraficante millonario se ha convertido en la invasión biológica más exitosa y surrealista de América del Sur, donde más de 130 hipopótamos viven como reyes en los ríos colombianos, multiplicándose alegremente y causando más dolor de cabeza al gobierno que la guerrilla, el narcotráfico y la corrupción juntos, lo que nos da a entender que son guerrilleros, narcotraficantes y corruptos esos hipos.

Estos mamíferos africanos, que deberían estar en el Nilo esquivando cocodrilos, ahora viven en el río Magdalena esquivando lanchas de la Armada Nacional que intentan controlar una población que crece más rápido que la deuda externa. Los hipopótamos de Escobar son más resistentes que sus propios sicarios: sobrevivieron a la muerte del patrón, a los operativos militares, a las fumigaciones con glifosato (por accidente) y a 30 años de gobiernos que no saben si cazarlos, castrarlos, exportarlos o declararlos patrimonio nacional.

Historia

Los inicios

Dicen que Escobar era el único que los podía domar.

Todo empezó cuando Pablo Escobar, el tímido personaje de la serie Narcosque se la pasa esperando en la silla, en la banca, etc., notó que su Hacienda Nápoles se veía como que muy solita y necesitaba un zoológico privado para impresionar a sus invitados, enemigos y ocasionales secuestrados. Pablo, que nunca hizo nada a medias, no se conformó con papagayos y mariconadas así como cualquier narco modesto, sino que importó jirafas, elefantes, rinocerontes y cuatro hipopótamos muy calientes.

Los animales viajaron en un avión de carga desde Hipopotomonstrosesquipedaliofobia (la tierra originaria de estos animales) el único vuelo internacional que llegó a Colombia en los años 80 sin llevar drogas escondidas en alguna parte o sin que alguien se haya subido con un revolver. Durante 12 años, los drogapótamos vivieron como maharajás. Pablo les hablaba en paisañol, esperando enseñarlos a hablar como a su loro (que luego terminaría delatándolo).

El abandono de los bichos

Por tanto abandono, ahora cada niño de Antioquia tiene su hipo propio.

Cuando a Pablo Escobar se le acabó el turno en la Medellín en 1993, nadie se acordó de avisar a los hipopótamos, que siguieron viviendo tranquilamente en la hacienda. El gobierno incautó la propiedad, pero se concentró en requisar obras de arte, carros de lujo y fajos de billetes, considerando que los animales eróticos exóticos eran un problema menor que se solucionaría solo, así como se ha solucionado el problema de la corrupción en el país.

A la mayoría de los animales se los comieron las hormigas como a los Buendía, pero los hipopótamos eran más duros de matar que los propios sicarios del cartel, que, a diferencia de los hipopótamos, sí sucumbieron al plomo (a los hipos les rebotaba). Cuando los empleados de la hacienda huyeron y el lugar quedó abandonado, estos mamíferos africanos hicieron lo que cualquier colombiano haría en su situación: se adaptaron, se las rebuscaron y empezaron a reproducirse como si el país les debiera subsidios familiares.

Encontraron un túnel secreto que conectaba las lagunas de la hacienda con el río Magdalena, y que el clima tropical de Puerto Triunfo era incluso mejor que el del río Nilo. Sin depredadores naturales (el chigüiro es el mayor depredador del país), con abundante vegetación acuática y sin cazadores furtivos o infurtivos, encontraron el paraíso terrenal pero con más degenere sexual y endogamia.

La explosión demográfica

Moto Moto Uribe, intentando reproducirse con lo que sea, y viéndote fijamente.

Durante la primera década del siglo XXI, mientras los colombianos se daban plomo, los hipopótamos se la pasaron mejor que maharajás: comiendo, durmiendo y culeando con un entusiasmo bíblico. Descubrieron que el Magdalena Medio es un paraíso sin sequías, con un buffet de vegetación más nutritiva que la de África y sin leones ni cocodrilos que les estropeen la siesta. Los únicos humanos que los molestaban eran pescadores, que de paso se volvían deportistas olímpicos al verlos.

Para 2010, los biólogos (los mismos que no se habían dado cuenta de nada por 20 años) calcularon que ya había más de 40 hipopótamos. Estos bichos, que crecían más rápido que el PIB de China, convirtieron a Colombia en el segundo país del mundo con hipopótamos salvajes solo después de Hipopotomonstrosesquipedaliofobia.

Los lugareños, acostumbrados a ver de todo, al principio los confundieron con vacas acuáticas gigantes y especialmente enojadas. Pero cuando los hipos comenzaron a aparecer en pueblos, causaron más terror que los nuevos episodios de Yo soy Betty, la fea, versión ancianos.

El reconocimiento oficial del problema

Álvaro Uribe explicando los falsos positivos cuando el ejército confundió civiles inocentes con hipopótamos roñosos.

El gobierno colombiano "descubrió" a los hipopótamos en 2009. Llevaban 16 años de parranda, más libres que las Farc en el Caguán. La Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los ríos Negro y Nare (CORNARE por cornudos) se cargó con la responsabilidad y se topó con una especie de 3 toneladas por cabeza. Una cosa es lidiar con guerrilla y otra con una gonorrea del tamaño de un hincha del Nacional en final de copa.

Los primeros intentos de control fueron "exitosos", un falso positivo. Por ejemplo, en 2009, cazaron a "Pepe", un hipopótamo con más fama que el Papa (Pepe, Papa ¿entienden?). La indignación internacional fue tan grande que las protestas de animalistas europeos en Twitter y Facebook fueron más intensas que la masacre de un pueblo entero.

Desde entonces, el gobierno ha probado de todo: castración química (los hipopótamos se rieron), reubicación (¿dónde coño reubicas a un centenar de estos?), control poblacional (funciona tan bien como el control de natalidad en las comunas de Medellín), y declaratoria de especie invasora (como si los hipopótamos fueran a leer la resolución y fueran a hacer las maletas). Y no, no van a Estados Unidos para que los expulsen, porque ni en los gringos hay quien los soporte.

Biología y ecología

La bandeja paisa salvaje se convirtió en la presa principal de esta especie invasora.

Los hipopótamos de Colombia, con su espíritu de refugiado venezolano con plata, se han vuelto más colombianos que el arepazo. Descubrieron que el trópico es su paraíso: el agua es un eterno charco, la comida está en cada esquina y el sol calienta más que una sopa de sancocho. Estos mamíferos africanos son la versión animal del Uber: nadan por el río Magdalena como si fuera su autopista, se hacen a un lado de las lanchas y se han vuelto más vegetarianos que un hippie de los 70.

Han hecho del Magdalena Medio su casa. Con la delicadeza de una excavadora, han desbaratado las orillas de los ríos. Sus excrementos son una bendición, una lluvia de nutrientes que ha convertido los ríos en una sopa verdosa. A la fecha, se calcula que la población de hipos esparce 5.2 toneladas de porquería diaria. Los animales nativos, como manatíes y tortugas, se han encontrado con un problema de peso: un hipopótamo de 50 veces su tamaño. Estos vecinos nuevos son tan territoriales como taxistas bogotanos en hora pico.

Se reproducen con ímpetu porque ya que no deben pelear para sobrevivir, usan su energía para ponerla. Las hembras tienen una cría cada dos años, lo que se traduce en hasta 20 hipos por hembra. Los machos, por su parte, manejan harenes de hembras (colombianos tenía que ser). Y sus peleas por el control son más honestas que las de los congresistas por las curules.

Problemas y oportunidades

Peligroso chigüire matando a uno de los hipopótamos de Escobar.

Los hipopótamos, más dados a las riñas que a las reuniones sociales, han convertido los encuentros con humanos en una especie de Juegos del Hambre versión tropical. En África dan más muertos que el combo de leones y serpientes, en Colombia conservan esa agresividad territorial, más intensa que la de una hinchada en final de clásico.

Los pescadores del Magdalena ahora practican un nuevo deporte de riesgo donde la pesca se vuelve lo de menos. Lo importante es evitar toparse con un hipopótamo de tres toneladas que se cree el dueño del río, porque lo es y ni quién le diga nada. Los ataques a embarcaciones son el pan de cada día, con protocolos de emergencia más complicados que los de un aterrizaje forzoso.

Los campesinos han visto a estos paquidermos devorarse los cultivos con el mismo apetito de una plaga bíblica. Un solo hipopótamo puede zamparse 40 kilos diarios de vegetación, dos arepas y toda el aguapanela que encuentre. Los hipopótamos han puesto a Colombia en el mapa del "safari tropical". Gringouropeos viajan a Puerto Triunfo para ver a los "Hippos de Escobar" a ver si en verdad son tan matones, y sí lo son y saben insultar en colombiano.

Los lugareños, con más inventiva que los programas de desarrollo rural, han creado una economía alrededor de los hipopótamos. Hay tours en lancha, souvenirs hechos en China con letreros que dicen "Hecho en Colombia", y restaurantes con nombres como "El Hipopótamo Feliz" y "Donde Pepe, el hipo" sirviendo lechona de hipopótama.

Impacto cultural y social

Los símbolos culturales están cambiando.

En el Magdalena Medio, la relación con el hipopótamo es tan turbia como el río. El local lo odia, lo ama, lo teme, pero también se beneficia de él. De la nada, su agenda se acomodó a la de un bicho africano. El pescador de la zona ya no solo sabe de bagres, sino que también es experto en esquivar mamíferos gigantes.

El niño de la región no piensa que tener un hipopótamo de mascota es raro, mientras el foráneo grita en pánico. Este niño dibuja hipopótamos en sus cuadernos como cualquier otro dibuja un carro, una casa o una vaca. Es la primera generación colombiana que no entiende por qué su país no es una sabana africana.

Los hipopótamos ya son parte del folclore local. Se habla del "hipopótamo fantasma de Escobar" que cuida sus guacas. Hay un hipopótamo que predice el clima mejor que el IDEAM. Incluso hay un hipopótamo que habla paisa y da consejos a los pescadores. Un completo mamífero de la sabiduría.

Todo ha cambiado.
Cita3.pngMuchos años después, frente al pelotón de castración, el Coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el primer hipopótamo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construida a la orilla de un río de aguas marrones y turbias que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como testículos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchos hipopótamos carecían de nombre, y para mencionar al más grande había que señalarlo con el dedo... o con una caña de pescar.

(...)

José Arcadio Buendía, que era el hombre más emprendedor y el que más se había tragado las historias de narcotraficantes que se vería jamás en la aldea, había dispuesto de tal modo la posición de las casas, que desde todas se podía ver la llegada de los hipopótamos al río y gritar "¡ahí vienen!", y trazó las calles con tan buen sentido que ninguna casa recibía más sol que otra, pero todas recibían la misma cantidad de estiércol hipopotamésico a la hora de las crecidas. En pocos años, Macondo fue una aldea más desordenada y apestosa que cualquiera de las conocidas hasta entonces por sus trescientos habitantes. Era en verdad una aldea feliz, donde todos los días temían ser devorados por un hipopótamo furioso.Cita4.png

Los hipopótamos de Macondo (Hippopotamus buendiensis) son una subespecie de hipopótamos que llegaron a Colombia con el Coronel Aureliano Buendía, en un fallido intento de su padre, José Arcadio Buendía, de escapar de la soledad en la que vivía desde que se había vuelto loco. El plan de José Arcadio era traer animales exóticos para entretenerse, pero los hipopótamos se adaptaron tan bien a la realidad mágica que el primer ejemplar en llegar no solo se apoderó del río Magdalena, sino que también se volvió tan famoso que fue declarado el único animal inmortal de la literatura colombiana.

Perspectivas futuras

Los hipopotamólogos calculan que la población podría alcanzar 1.500 billones de individuos para 2025, cifra que convertiría al penoso y maltratado país en el segundo país del mundo con más de estos bichos, sin haber invertido un peso en conservación africana, un negocio redondo que no ha sabido aprovechar el gobierno. Unos animales se reproducen con más constancia que los escándalos de corrupción, y otros con más constancia que un presidente que no renuncia a su puesto.

Plaga hipopótamos.jpeg

La expansión territorial de los hipopótamos sigue el curso del río Magdalena y sus alrededores, llegando hasta Barrancas y, quién quita, hasta el Caribe, donde podrían establecer colonias de hipopótamos marinos. Una evolución que solo se vería en Macondo y que nadie ha estudiado, pero que a nadie sorprendería en este país.

Los expertos han identificado tres escenarios posibles para el futuro de los hipopótamos colombianos, todos ridículos y con la misma probabilidad de que el dólar baje:

  • Escenario 1: Integración oficial - El gobierno los declara fauna oficial colombiana, crea la "Reserva Nacional de Hipopótamos San Pablo Escobar", y se vuelven una atracción turística. Los hipopótamos reciben cédulas de ciudadanía, seguridad social y representación en el Congreso (un cargo que les viene como anillo al dedo, por eso de los discursos mudos y la poca ética).
  • Escenario 2: Guerra total - La presión internacional disminuye, el gobierno implementa un programa de erradicación masiva con cazadores africanos importados, drones militares y armas biológicas. Una operación conocida como "Plan Hipopótamo", que cuesta más que el Plan Colombia y genera más controversia que la erradicación de cultivos ilícitos.
  • Escenario 3: Caos controlado - Los hipopótamos se extienden por toda la cuenca del Magdalena, crean su propio ecosistema afro-colombiano y obligan al país a adaptarse a su presencia. Colombia se convierte en el primer país suramericano con hipopótamos nativos naturalizados, que ahora pagan impuestos, tienen visa para Estados Unidos y son los nuevos socios de la Dian.

Véase también

  • Fauna invasora - Para entender que Colombia no es el único país con problemas biológicos inesperados
  • Pablo Escobar - El único narcotraficante cuyo legado principal son animales de zoológico
  • Turismo rural - Cuando los animales crean más desarrollo que los programas gubernamentales
  • Especie en peligro de extinción - Las que están siendo desplazadas por los hipopótamos
  • Magdalena Medio - Región que cambió violencia por hipopótamos y mejoró en el intercambio