Incilibros/Guía para encontrar aparcamiento

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Cita3.png¡ME CAGO EN TU P*T*S*M* MADRE, HIJO DE LA GRAN P*T*!Cita4.png
Alguien pagando la frustración de no encontrar aparcamiento en las madres ajenas.
Cita3.png¡Al fin un hueco! ... ¡ARG, OTRO VADO!Cita4.png
Don Quijote justo antes de aparcar a Rocinante en triple fila.

Buscar aparcamiento es el destino aciago que todo conductor, tarde o temprano, ha de enfrentar. Aparcar es la acción de detener indefinidamente el vehículo de forma gratuíta (pagar por estacionar no es una opción) y en un lugar en el que no te puedan multar por hacerlo (cualquier idiota puede pararse en mitad de la carretera).

La búsqueda de aparcamiento es la tercera causa de ingestión de automóviles en el primer mundo, solo superada por el precio del seguro a menores de treinta años y el precio de la gasolina. También es, junto con el emoncionantísimo deporte de riesgo atasking la actividad vacacional en la que los españoles invierten más tiempo. Si usted es conductor, ya sabe de que estamos hablando (y si no, considerese afortunado). Analicemos este fenómeno más en profundidad.

Ante todo creatividad, hay que aprovechar hasta el último centímetro.

Historia de la búsqueda de aparcamiento

La búsqueda continúa...
  • La búsqueda de un hueco libre se inició allá por el año 1337, cuando el inventor del carro a pedales se dio cuenta de que no tenía donde meterlo. Se puso a dar vueltas a la manzana sin encontrar ningún sitio libre, pero no se dio por vencido.
  • En 1386 fue sustituido por su hijo.
  • En 1432 le cortaron la calle para sustituir el empedrado que se había gastado en esos años y aprovechó para ver si encontraba algo un poco más lejos.
  • En 1492 su bisnieto Cristóbal Colón llega al puerto de Cádiz y le dice a sus colegas: Id yendo a la cervecería, voy a aparcar la Pinta y en cinco minutos estoy allí.
  • En 1503 Hernán Cortés explora la amazonia No vaya a ser que haya un sitio libre detrás de aquellos arboles.
  • En 1517 Martín Lutero aparca su Volkswagen en la plaza reservada al papamóvil, dando origen a la contrarreforma.
  • En 1798 Napoleón Bonaparte ve unas cosas triangulares muy grandes y piensa que Malo será que no quepa mi mini allá adentro.
  • En 1932 un banquero judío se cuela en el sitio que deja una ancianita al acabar sus compras, por el que Adolf Hitler llevaba 45 minutos esperando, con un comprensible cabreo por parte del mismo.
  • Y la búsqueda continúa...

La plaza libre de aparcamiento

Simulación gráfica del aspecto que se cree que tiene una plaza de aparcamiento libre.

La plaza de aparcamiento libre es, junto con Charlize Theron, el objeto de deseo de cualquier conductor (aunque lo de Charlize se da por sentado en todo ser humano masculino y algunos femeninos).

Indiana Jones la buscó (la plaza libre, no a Charlize) durante muchos años, pero era tan complicado que solo encontró el Santo Grial y el Arca de la Alianza. A pesar del fracaso, le hicieron tres películas con las que se hizo rico, pero como él mismo declaró: No puedo aparcar mi coche en billetes de 100.

Conviene no aparcar tu coche nuevo justo debajo de un nido de pterodáctilos.

Especulaciones recientes dicen que BigFoot, del que se sabe que no tiene coche, podría poseer una plaza de aparcamiento libre, que habría cubierto con una alfombrilla para limpiarse los piés antes de entrar en casa.

Hoy por hoy, la comunidad científica cree que las plazas libres de aparcamiento son el elemento más inestable de la naturaleza, con una vida media inferior a la del Mendelebio. Según esta teoría, un coche que deja su sitio atrae a otro coche con la potencia de succión equivalente a quince bujeros negros, de forma que las plazas libres de aparcamiento existen durante un tiempo tan corto que no puede ser percibido por el ser humano.

La comunidad filosófica, por otro lado, cree que la plaza libre de aparcamiento es una idea que fue concebida por el hombre primitivo mientras tenía sepso. El hecho de ver que había un lugar para su pene le hizo fantasear con la falacia de que tal vez lo hubiera también para su coche.

Algunas posibles soluciones

Bueno, ya he aparcado. Está un poco lejos del Mercadona, pero lo más duro ha pasado.

Irse a buscar aparcamiento más allá

Este método es tan simple como ir alejándose progresivamente del destino una vez alcanzado, peinando el terreno en busca de un hueco libre. En casos de extrema persistencia, siguiendo este método se puede acabar en lugares tan recónditos como el infierno, el culo del mundo o incluso Teruel.

Es importante calcular, antes de iniciar un viaje en auto, cuánto tardaremos en llegar. Esto se calcula mediante la sencilla ecuación

Dónde es el tiempo que necesitaremos, lo que se tarda en llegar andando, el tiempo que nos llevará recorrer la distancia en coche y 2 es el número de dedos que te caben en el ano (no me vengas con esas, seguro que te cabe otro más, esfuerzate un poco). Esto es, el tiempo de viaje es igual al tiempo que tardamos en coche, más el doble de tiempo de viaje en coche, que es lo que tardaremos en encontrar aparcamiento (nos habrán quitado el sitio que teníamos aproximadamente 1*10-500 segundos después de salir, según la teoría de la vida media de la plaza libre de aparcamiento), más el doble del tiempo que nos llevaría ir andando, que es lo que tardaremos en llegar desde dónde aparcamos hasta nuestro destino original.

En resumen: Ir en coche es de Gilipollas.

La paciencia y la perseverancia son la clave.

Esperar a que salga alguien

Otra alternativa es recorrer el aparcamiento/calle en busca de coches a punto de abandonar su sitio.

Los coches que están a punto de abandonar su sitio pueden ser identificados de varias maneras. Por ejemplo, si tiene las luces encendidas (si estas luces van acompañadas de una sirena, disimula) si hay gente metiendo bolsas en su maletero, o si se mueve.

Si no es capaz de ver ningún coche que vaya a irse, no desespere. Armese de paciencia y observe cuidadosamente. En un centro comercial, puede seguir a la gente que lleve bolsas y carritos llenos. Atropéllelos y róbeles los víveres para no morir de inanición mientras busca aparcamiento.

En casos de extrema necesidad, pruebe el siguiente método para fabricar sitios libres: Escoja un coche al azar y llénele los bajos de Goma-2. Pulse el detonador y si sobrevive verá un gran área de aparcamiento ante sí. Saldrán un monton de niños sonrientes dando saltos de alegría, le harán jefe de la aldea y le ofrecerán una virgen.

Este método es el que usan en el medio oriente, y gracias a él tienen grandes extensiones de aparcamiento libre y 72 virgenes para cada uno.

La zona para minusválidos

Tenga cuidado a la hora de aparcar o usted mismo se volverá un minusvalido también.

Aparcar en la zona para minusválidos si no es usted un minusválido puede considerarse una mala acción por parte de los educadores y de los que han creado la idea de "civismo" o "comportamiento cívico"... ¡Pero qué sabrán ellos! Seguramente son un puñado de frikis que no salen de sus casas ni para ver el sol, así que difícilmente tengan coche y puedan comprender la importancia de su búsqueda.

Claro que además de estos cívicos remilgados, aparcar en esta zona sin tener una minusvalía puede incomodar a la policía, y usted no quiere que lo multen ni le retiren el permiso de conducir, ¿verdad? De manera que lo mejor que puede hacer es darse con una barra de acero en las piernas, asegurándose de que el golpe sea lo suficientemente fuerte para dejarle completamente inútil (si no ha dado resultado, vuelva a golpearse hasta conseguirlo). De esta manera usted podrá aparcar en la zona de minusválidos sin que nadie le diga nada, y hasta conseguirá parecerse al Dr.House, si no en la inteligencia, al menos en la minusvalía (pero no espere que la seguridad social le pague la Vicodina).

Obstáculos más comunes

Si tiene un coche pequeño puede dejarlo en medio del parque, nadie lo notará.

La zona azul y la zona verde

Ya hemos dicho antes que pagar por estacionar es totalmente inadmisible, pero más aún si ni siquiera es en un sitio cerrado. Para superar estos casos, recomendamos el deporte recientemente popularizado en algunos barrios de Madrid: la Destrucción del parquímetro. Si logra destruir más de cincuenta parquímetros por hora, llame a los del guinness, quizá hasta se haga famoso. Pero dese prisa, ya que el ayuntamiento de Madrid planea sustituirlos en breve por un ojo como el de Sauron, instalado en lo alto del pirulí.

El que se mete donde ibas a aparcar tú

Según la ley de Murphy, si usted espera durante cuarenta minutos por alguien que está a punto de salir de su sitio y no se decide, ese alguien se decidirá justo en el momento en que una chica parecida a Charlize Theron, que pase por ahí, le distraiga. Aplicando la antes citada teoría de la vida media de la plaza libre de aparcamiento cuando vuelva en sí algún cabrón le habrá robado el sitio, y aún le habrá sobrado tiempo para dejale una nota en el parabrisas riéndose de usted.

En estos casos le ley le ampara si decide rayarle el coche, pincharle las ruedas o incluso utilizar el método de fabricación de plazas libres de aparcamiento vía Goma-2, así que no se corte.

El típico cabrón ocupando tres sitios para presumir de cochazo.

El que ocupa más de lo que necesita

En ocasiones, un conductor afortunado puede encontrar dos o más sitios libres y consecutivos (probablemente tras usar el método con Goma-2). En esta coyuntura, movido por la avaricia y la fuerza de succión de la plaza libre de aparcamiento, el conductor no podrá resistir la tentación de aparcar en medio, de forma que no quede suficiente espacio para aparcar en ninguna de las plazas que encontró. A continuación se alejará para tener una perspectiva más amplia de su obra, y se recreará viendo su vehículo rodeado de tanto espacio.

Usted también lo haría. Pero eso no significa que deba permitirlo. En estas situaciones lo mejor es recolocar su flamante auto usando los parachoques del nuestro. Si no está seguro de como hacer esto, puede encontrar un ejemplo ilustrativo en la película Ben-Hur.

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Este artículo ha sido destacado en la Portada por decisión popular.

Los rumores sugieren que sus autores fueron instruidos
por el mismísimo Miguel de Cervantes.