Samsagaz Gamyi

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Samsagaz Gamyi
SamGamyijardinero.jpg
Todo un manflorita.
Nacimiento Defunción Ahí entre la tercera y la cuarta edad.
Origen Un hobbit de pueblo.
Su vida
Sobrenombres Mayordomo, esbirro, sirviente.
Lugar de residencia La Comarca y esos caminos de Ilúvatar
Se dedica a Jardinero, luego se presentó a las elecciones, fue alcalde y no volvió a trabajar en su vida.
Estado actual Se fue a comprar tabaco a los Puertos Grises.
Hazañas logradas Ser el Portador del Portador del Anillo.
Relaciones Frodo Bolsón, Bilbo Bolsón, Gollum, Bill el pony. Ah, y Rosita.
Enemigos Gollum, quien rivalizaba con él por el amor de Frodo.
Poderes especiales Era un buen cocinitas, sabía preparar bien el conejo.
Objetos Cacerolas, azadón, rastrillo...
Cita3.pngLlegaré, aunque deje todo menos los huesos por el camino. Y llevaré al señor Frodo a cuestas, aunque el señor Frodo me rompa el lomo y el corazón.Cita4.png
Samsagaz Gamyi sobre su enferma relación con Frodo
Cita3.pngMe alegro de que estés conmigo, Samsagaz Gamyi, aquí, al final de todas las cosas. Pero más me alegraría no estar en una situación tan jodida.Cita4.png
Frodo Bolsón la vez que más amable fue con Sam, al verlas muy negras

Samsagaz "Sam" Gamyi (llamado originalmente en inglés, Samwise Gamgee y en tuvalí Z'Samsaga Igamy) es uno de los monstruos de feria que protagonizan la novela El Señor de los Anillos del excéntrico escritor reinounidense J. R. R. Martin Tolkien. Es un hobbit de La Comarca, hijo de Tragabollos Gamyi y Pepitilla Buenchico. Jardinero y chico para todo de Bilbo y posteriormente de Frodo Bolsón. Sam es embarcado de mala manera por Gandalf en el asunto ese de ir a destruir el Anillo Único. Menudo planazo.

Tolkien consideró a Sam como al típico hobbit, al igual que Bilbo. Muchos lo consideran como el "alter ego" del autor, dado que ambos eran bastante fatuos, amaban las comodidades, fumar cosas raras y la jardinería. Sin embargo, el origen más probable de Sam es el de los tradicionales asistentes de los oficiales británicos, personas generalmente extraídas de las capas sociales más canis, que profesaban una admiración y devoción perruna por sus superiores, a quienes consideraban realmente superiores a ellos.

Descripción

Como todos los hobbits, Sam era un fumeta.

Sam era un hobbit canijo y entrado en carnes cuyo pelo parecía de lana de borreguillo y, en esencia, cumplía con las características inferiores propias de los de su raza.

Era de maneras más bien rústicas y lo cierto es que los demás personajes del libro le consideran, de manera más o menos abierta, un gañán y un paleto. Su sexualidad era más ambigua que un cuadro de Dalí, lo cual pudo contribuir a que mostrara una lealtad más allá de toda dignidad personal hacia su amo y señor Frodo. Si bien de primeras parecía tonto del culo lo cierto es que del grupillo de los que fueron a destruir el Anillo era de los más despiertos, que imagínate cómo serían los demás.

Aunque por naturaleza bondadoso (no le daba al hombre ni para hacer el mal) a veces era gruñón e iracundo, celoso y bastante cotilla. Cuando Gandalf le obligó pidió amablemente que acompañara a Frodo en su viaje, Sam manifestó que deseaba una cosa sobre todas las demás: ver a los Elfos, seres que tenía idealizados, por eso de que eran de ciudad. Frodo y Gandalf se miraron uno a otro como diciendo "éste es imbécil", y le recordaron con gruesas palabras que allí estaban para destruir el jodío Anillo y no para andar de parranda ni para conocer gente.

Su honestidad le llevó, muchas veces, a descubrir su pensamiento espontáneamente. O en otras palabras: que era un bocachancla de mucho cuidado, que a este tú no le podías contar un secreto porque a los tres cuartos de hora ya lo sabía toda la Tierra Media.

Historia

El viaje a Rivendel

Si alguien te mira como Sam a Frodo, cásate con él.

Sam Gamyi viajó con el Portador del Anillo a Rivendel, en un principio porque Gandalf no se fiaba un pijo de las habilidades de Frodo, y con razón. Sam de primeras se mostró asustado por la perspectiva de abandonar La Comarca pero las violentas intimidaciones del mago le asustaban todavía mas, así que no le quedó otra que resignarse. No obstante se las apañó para engañar a Merry y a Pippin para que fueran con Frodo y con él, porque penas compartidas son menos penas y ya que me jodo yo pues que se jodan otros también.

En el primer tramo del viaje se dio con el gusto de conocer bíblicamente a los Elfos cuando se encontraron con la compañía de Gildor; esto -el perder la virginidad- significó un cambio importante en su vida y desde entonces se le vio más resuelto, determinado y menos tímido con las demás criaturas.

Conoció a Aragorn en la taberna «El Poney Pisador» y no le gustó nada su aspecto, y aun menos su olor. Le trató de forma arisca y desaborida pero como era más grande y tenía espada y Frodo dijo que se quedaba con ellos pues se tuvo que aguantar. Sam al fin y al cabo era un sirviente, así que ni voz ni voto.

En el resto del viaje a Rivendel, Sam cuidó del inútil de su amo cuando éste fue herido lavándole la herida y montando, para tranquilizarlo, al poney Bill en el que iba Frodo hecho una mierda. Y durante su convalecencia en los aposentos de la casa de Elrond Sam no salió de la cama de Frodo, ni de día ni de noche, que con lo gordo que estaba le daba más calor que una manta eléctrica.

Una vez en Rivendel, demostrando nuevamaente su carácter entrometido, se coló a fisgonear en el Concilio de Elrond donde, debido a su habitual torpeza, fue descubierto. Los altos señores que ahí se reunían ya estaban discutiendo la manera de ejecutarle por espía cuando a Gandalf se le ocurrió una tortura mucho más refinada: le enviaría con Frodo a Mordor a destruir el Anillo. Si no volvían, total, tampoco se perdía gran cosa (en efecto, los altos señores que ahí se reunían se habían escaqueado de mala manera cuando se pidieron voluntarios para entrar en Mordor).

Con la Comunidad del Anillo

Desde un primer momento Sam tuvo un papel muy definido en la jerarquía de la comunidad del Anillo: encargado de logística (eso le decían para que se sintiera importante, pero vamos, que era el sirviente de los demás).

Esto aparte, en el primer tramo del viaje, cuando hicieron todo aquello de ir a Moria y tal, iba bastante de paquete. Fue muy grande su pena cuando hubo de despedirse del poney Bill, con quien había llegado a tener una relación muy, muy cercana, y lloró como una Magdalena. También lloró cuando Gandalf se cayó al abismo con el Balrog ese, pero menos.

Cuando llegaron al bosque de Lothlórien, con tanto elfo y tanta cosa, Sam estaba que le cabía una sandía en el culo. Lo que sí que vio es que el tal Boromir ese no era trigo limpio y que miraba el Anillo de Frodo (y al propio Frodo) con ojos golosos. Desde este momento le tuvo entre ceja y ceja y le guardó resquemor. La Dama Galadriel, que era una cachonda, le hizo mirar por el espejo mágico para que viera que en el futuro La Comarca, estaría hecha una mierda, con lo que Sam vertió copiosas lágrimas. Este subterfugio le valió a la Dama para regalar a Sam unas semillas y un poco de tierra de jardinería del Leroy Merlin que, le dijo, le serviría para resolver el desaguisado cuando volviera a casa, en tanto que a los demás miembros de la Compañía les había dado valiosos presentes. Mira qué ahorradora que era (por no decir tacaña).

Abandonaron Lórien en tres barcas élficas, navega que te navega por el río hacia abajo. Sam tenía terror al agua, que no era muy de bañarse él, como la mayoría de los hobbits, y nuevamente fue de paquete.

En un momento dado había que decidir si ir a Minas Tirith (lo que querían todos, que había buena despensa) o a Mordor, que era para lo que habían ido allí. Frodo se retiró a pensárselo, que total como era el Portador del Anillo no corría ningún peligro ni nadie iba a intentar quitárselo (esto pensaron todos, que tenían menos luces que las barcas élficas que los transportaban). Boromir también se desapareció sigilosamente y al rato volvió confesando que había tenido un intento de violación altercado con Frodo y le había intentado quitar el Anillo. Aunque luego dijeran que habían ido a buscar a Frodo, lo cierto es que los demás huyeron despavoridos, que también se les echaron los orcos encima. Sam fue el único que se percató de que Frodo estaba tomando las de Villadiego y le encontró subido en una barca élfica dándose el piro. Allí discutieron hasta llegar a las manos y Sam le dijo a Frodo que si no le daba vergüenza, que habían prometido ir a Mordor. Así que para allá que se fueron los dos juntos.

Hacia Mordor

La relación de Sam con Gollum era mala, pero porque ocultaba una tensión sexual solo resuelta en lo oscuro.

Pero pronto en lugar de ser dos, fueron tres. Gollum les venía siguiendo desde Moria y entre cuchicheos decidieron que sería buena idea capturarlo, pues los víveres se estaban volviendo escasos y aunque Gollum era todo huesos ya se sabe que la carne que está cerca del hueso es la que tiene más sabor. Sam intentó atacar a Gollum por atrás, como habitualmente hacía en sus juegos con Frodo, pero Gollum era ágil y fuerte y se desembarazó de su brazo agarrándole del pescuezo. En ese momento Gollum notó que una espada, tal vez, la de Frodo, le apuntaba a salva sea la parte. Y así es como fue capturado.

Frodo decidió unilateralmente que no matarían a esa criatura birriosa, sino que la utilizarían de guía por esas tierras desoladas y desaboridas y Sam (de nuevo, ni voz ni voto) tuvo que aceptar a regañadientes, receloso de natural como era y celoso como estaba al ver las miraditas que se echaban Gollum y Frodo. Gollum les prometió no penetrar por la puerta principal, sino por una alternativa. En Mordor, queremos decir. Y para allá que se fueron, por la senda de Gollum.

Durante el camino Sam estaba que reventaba, pero no por gordo, sino porque Gollum intentaba, ya descaradamente, ligarse a Frodo y ponerlo en su contra, y Frodo no le hacía ascos, sino todo lo contrario. Este es el triángulo amoroso más complejo de toda la literatura tolkeniana.

Tras unas cuantas peripecias Gollum les traiciona y les mete en un aguero oscuro para que se les coma una araña y se larga hasta que pueda recoger los despojos. Durante la lucha con la araña Frodo sufrió un aguijonazo de la misma y quedó no alelado como ya estaba de natural, sino desvanecido. Sam, al creerle muerto, se aprestó a despojarle de todas sus pertenencias -incluyendo el Anillo- y darse el piro, pero cuando ya se estaba largando descubre que una patrulla de orcos se acerca a Frodo: constatan que no está muerto y se lo llevan ¡cómo se sintió Sam al haber abandonado a su amo y señor Frodo, gruesas lágrimas caían por sus mejillas!.

En Mordor

El Portador del Portador del Anillo. A estas alturas ambos estaban más quemados que el cenicero de un bingo. Y algo chamuscados, también

No es cosa de contar los numerosos abusos de toda índole que sufrió Frodo a manos de sus captores, el caso es que Sam, aprovechando que los orcos habían empezado una banal discusión sobre la Crítica de la Razón Pura de Kant y se habían calentado tanto que habían terminado por matarse todos entre ellos, pudo rescatar a Frodo, a quien se vio forzado a devolver el Anillo (ni voz ni voto, recordemos).

Así se fueron disfrazados de orcos por medio Mordor en busca del Monte del Destino. Gollum les pisaba los talones y Frodo cada vez era más inútil y más tonto, hasta el punto que Sam tuvo que cargárselo a hombros y se convirtió, ya abiertamente, en el cerebro de la misión: Frodo a estas alturas era poco más que un bulto que cuando hablaba no decía mas que gilipolleces. Menos mal que hablaba poco ya. Al menos, ahora, dejaba hacer.

Ya en el Monte del Destino, que era un volcán, Frodo va y dice que no va a destruir el Anillo, que si eso se lo queda. Esta fue la única vez que a Sam le dieron ganas de dar una somanta de hostias a su amo, pero el que se llevó una fue él, que Gollum le asestó una fuerte pedrada en la testa dejándolo inconsciente. Cuando Sam despertó vio a Gollum y a Frodo realizando una extraña lucha en el barro y a Gollum finalmente cayendo a la lava: el Anillo había sido destruido, menos mal. Al poco llegaron las águilas con Gandalf, que ahora había fichado por el Real Madrid, y los sacaron de allí en un pispás.

De vuelta a casa

Una vez de vuelta en La Comarca Frodo le propuso a Sam que se casara con Rosita, como tapadera y para poder asegurar su carrera política. Los tres se irían a vivir a Bolsón Cerrado, y lo que pasara allí dentro era solo asunto e ellos. Este es el segundo triángulo amoroso más complejo de la literatura tolkeniana. Y así fue, Sam se afilió al PP y amañó ganó las elecciones de La Comarca, siendo elegido alcalde hasta seis veces. Tuvo muchos hijos con Rosita (todos ellos, qué curioso, se parecían a Merry o a Pippin) y cuando Frodo se marchó a los Puertos Grises, se quedó un tiempo para guardar las apariencias pero luego se fue también él. Y colorín colarado, el cuento se ha acabado.

En el Silmarillion

Sam es mencionado, que no nombrado en el Silmarillion, pa' qué.

Cita3.pngPorque Frodo el Mediano, se dice, portó la carga a pedido de Mithrandir, y con un solo sirviente atravesó peligros y oscuridad, y a pesar de Sauron llegó por último al Monte del Destino; y allí arrojó el Gran Anillo de Poder al Fuego en que había sido forjado, y así por fin fue desecho, y el mal que tenía se consumió.Cita4.png

Y todo esto sabiendo que fue él quien hizo todo el trabajo sucio. Siempre hubo clases.

  • Potter ícono.png Personaje ficticio (ver todos aquí).