Lautaro

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Cita3.pngNoble mozo de alto hecho, varón de autoridad, grave y severo, amigo de guardar todo derecho, áspero y riguroso, justiciero; de cuerpo grande y relevado pecho, brazos duros y viriles, de dientes perfectos, hermosos ojos almendrados, labios carnosos y jugosos...Cita4.png
Alonso de Ercilla describiendo a Lautaro en La Araucana sin censura.
Lautaro según los revisionistas.

Lautaro (del mapudungun Leftraru: "aquél en el que no puedes confiar dos veces") fue un destacado líder militar mapuche, heroico por dónde se le vea, en la Guerra de Arauco. Se le recuerda por haber evitado que Chile fuera conquistado tan rápido por los españoles y por saber montar a caballo aún sin usar pantalones, lo que es valeroso por sí mismo.

Biografía

Primeros años

Felipe del Sagrado Corazón de Jesús, María y José Lautaro, aunque le sorprenda no había sido originalmente llamado así, sino Leftraru, nombre mapuche que explicamos arriba. Al igual que las mujeres vanidosas, Lautaro nació en un año indeterminado, hijo de un loco lonco. A los 11 años Lautaro ya era todo un hombre, debía ir a cazar cóndores para comer y huemules para fabricar papel higiénico con su pelaje; en una de sus salidas fue confundido por el gran conquistador de mujeres y países, Pedro de Valdivia, quien tenía mala vista y creyó estar llevándose a pequeño caballo del Arauco para su colección de equinos exóticos.

Permaneció como "prisionero" de los españoles durante seis años, en los que llegó a ser caballo personal de Valdivia. Como era difícil para los españoles el pronunciar su nombre original o diferenciar su especie (ya sabe que dicen de la educación en el medievo), se le dio el nombre de Felipe Lautaro, una hermosa alforja y toda la pastura que pudiera comer.

Entre sus tareas habituales estaba el transportar a Valdivia y debía acompañarlo siempre a batallas, ejercicios militares y cortejos de doncellas, lo que consiguió que Lautaro adquiriera unas fuertes y sensuales piernas de las caminatas. Fue así que aprendió a no temer a los españoles ni a los caballos de verdad, con los que entabló una relación de amistad hasta hacerse un buen jinete. Además, observó las disposiciones de batalla de los españoles, aprendiendo de Valdivia sus tácticas militares que eran "mata y corre".

Fuga del campamento español

Medalla de sheriff de otro de los toquis de su cultura.

Después de aprender sobre táctica y estrategia militar española (es decir, esperar a Santiago para que llegara a hacer todo el trabajo pero como nunca se aparecía ellos debían destripar personalmente a los sudacas y quitándoles sus zapatos para que nunca pudieran volver a caminar, es por eso que los mapuches andaban descalzos) Lautaro huyó del campamento, a lo que Valdivia dijo "ya volverá cuando necesite herraduras".

Lautaro llegó flaco, cansado y con olor a español, lo que provocó que los demás mapuches desconfiaran de él y posteriormente lo bañaran, entre los que le recibieron estaba el plantel de Colo Colo (o algo así), Paicaví, Lemo-Lemo, Tucapel (fundador de la empresa de arroz que lleva su nombre), y otros de nombre tanto o más raro. Ya vencidos los naturales recelos y tras una parranda de siete días, Lautaro enseñó todo las costumbres españolas que los pobladores originarios debían saber, es decir montar para combatir y comprar mucha cerveza para luego quejarse de su precio.

El liderazgo de Lautaro

Lautaro se impuso como líder porque hablaba más fuerte y más bonito que el común de los mapuches, pronunciando hasta frases como "me enterré una astilla" con tono épico. También fue aclamado como un gran estratega cuando le enseñó a sus compañeros que ellos debían montar a los caballos, no al revés, o que arrojar las armas y gritar "¡Me rindo!" no era cobardía, sino una forma de combate psicológico. Acto seguido organizó el inexistente ejército araucano, entrenó a una división de caballería para que apareciera desde el horizonte al toque de corneta como en las películas de vaqueros, estandarizó el uso de ojos de gato como antiparras de visibilidad nocturna, creó una red de inteligencia compuesta por espías, contraespías, informantes, desinformantes y la infaltable Chica Bond que sólo está para que haya más escenas de sexo, y construyó campos de entrenamiento como los de las FARC.

En cámara lenta y al ritmo de esta canción, Lautaro y su ejército se movilizaron para ubicarse estratégicamente cerca del Fuerte Tucapel, en la "línea interior", es decir, entre las tropas comandadas por Valdivia (en el norte) y los pussies del Fuerte Purén (en el sur).

Emboscada y muerte del Gobernador Pedro de Valdivia

Aunque después Wikia la borre, aquí ponemos una imagen explícita del busto de Lautaro.

Los servicios de inteligencia mapuches lograron interceptar un palomo mensajero español y así Lautaro se enteró de que Valdivia marchaba hacia el sur para reunirse con las tropas estacionadas en Purén, y que por lo tanto pasaría por Tucapel. Para asegurarse de que así fuera les dejó un señuelo irresistible: jamón de Jabugo.

Cuando Valdivia y sus hombres se toparon con aquel manjar, dejado ahí quién sabe por quién, tuvieron el presentimiento de que algo no estaba bien, pero aun así el instinto pudo más y se lo comieron. Cuando terminaron, uno de ellos, el único negro del grupo, dijo "Está todo tranquilo. Quizás... demasiado tranquilo". En ese momento, una flecha atravesó la cabeza del negro y aparecieron de la nada cientos de mapuches por todos los flancos.

Los españoles emplearon la vieja táctica de contraatacar a ciegas y gritando como putas en celo, para acojonar al enemigo, y aunque al principio lograron descomponer la carga mapuche, de entre los árboles del bosque adyacente salió otro escuadrón mapuche, liderado por Lautaro, quien se lanzó a la carga cabalgando sobre un blanco corcel purasangre y con su rubia melena al viento (según los revisionistas). Los españoles no tenían pintura facial como los escoceses de Braveheart, así que se resignaron y la mayoría simplemente se dejó matar. En un momento de la lucha, Valdivia preguntó a sus oficiales "Caballeros, ¿qué coño haremos?", pero cuando volteó, descubrió que estaba solo. Cuando intentaba huir también, fue tacleado por Lautaro y llevado inconsciente ante los loncos para ser sometido a juicio ante un jurado en su mayoría mapuche.

Valdivia al principio no reconoció a Lautaro cuando lo vio erguido en sus patas traseras, pero un característico lunar en la nalga izquierda del toqui le hizo comprender la gravedad de su situación: había sido víctima de la ironía. El Gobernador, decidido a luchar valientemente por su vida hasta el final, le imploró piedad a su antiguo siervo, y le ofreció 300 ovejas regordetas a cambio de permitirle escapar con vida y darle tiempo para inventar una historia menos vergonzosa cuando en el campamento español le preguntaran cómo logró fugarse. Pero Lautaro replicó: "¿Y para qué queremos ovejas, si no nos gusta la miel? Nosotros necesitamos animales a los que les podamos arrancar la piel para abrigarnos, como el trülke wekufe".

Tras una breve deliberación, el cacique Leucotón tomó un mazo y le partió el cráneo a Valdivia (después de haberlo despellejado, castrado, viviseccionado y descuartizado vivo). Como era Navidad, Lautaro pensó en darle un tratamiento cristiano al cadáver de Valdivia, y recordó aquel extraño ritual religioso que practicaban los españoles, que consistía en reunirse los domingos para comer y beber la carne y la sangre de su Dios, mientras pronunciaban conjuros en un extraño dialecto arcaico. Entonces mezclaron los restos del malogrado conquistador con chapalele y se lo comieron. Para terminar con el rito, fueron a un cementerio español, cavaron una fosa y defecaron allí todo lo comido, dándole así cristiana sepultura a don Pedro de Valdivia.

Campañas

Según sus hombres, en algo así se había convertido Lautaro por la soberbia, todo un espécimen.

Como si se tratara de un político cualquiera, Lautaro se fue de campaña por todo el territorio llevando sus estrategias, valientes historias (algunas exageradas como la que decía que Valdivia medía tres metros y exhalaba llamas por el trasero) y promesas, pero eso le ayudó a captar más voluntarios para el nuevo ejército. La idea del araucano era colgar pellejos de sus enemigos de los árboles frente a las ciudades de los europeos en símbolo de buena voluntad para el diálogo, pero si esto no funcionaba había que evitar que los españoles conquistaran el Arauco y si se diera el caso y se sintiera de humor, llegar a conquistar la Península Ibérica en señal de revancha, y para poner algunas casas de campo de su tribu allá.

Gran luchador, soberbio comandante, unos músculos dignos del hércules sudamericano, los españoles se llenaban de terror y se ponían a llorar sólo al escuchar su canto (sí, así de mal cantaba). Todo lleno de confianza, Lautaro decidió por las buenas y por las malas conquistar Santiago ya que los invasores estaban desmoralizados, aunque lo mismo se puede decir de su propio pueblo a cuyos poblados llegaba - "Señor Lautaro, bienvenido, le tenemos armas, hombres y provisiones para su viaje"-, - "Excelente, ahora todos tomen una piedra y vengan a formar parte de mi ejército", - "Pero señor, soy una anciana, no puedo caminar, estoy ciega y no tengo manos"-, "- Ah, con que esas tenemos. Si no quieren unirse... muchachos, incendien el pueblo y maten a todos" -, tal era genialidad de Lautaro, pero también su reproche ante aquellos que no querían luchar por la libertad de los mapuches.

Luego de meses de esa estrategia, de propinar golpes a sus generales y robarle el papel higiénico a sus propios hombres, que era considerado lo peor en esa época, se le consideraba al cacique un dictador autocrático que pronto aprendería sus errores. Así fue que mientras viajaba a Santiago y soñaba con llegar a conquistar Madrid como un rey cazaelefantes cualquiera, se iba quedando solo poco a poco. Lautaro que nunca volvía la vista para mirar atrás, no se iba dando cuenta que sus soldados, generales, esposas e incluso su propia sombra que siempre había estado con él, se habían quedado en el camino, regresando a sus lugares de origen o en menor caso cambiando de sexo. Cuando Lautaro se paró en las fronteras de Santiago y se volvió para hablar a sus tropas vio que estaba más solo que Ricardo Arjona en un concierto de Ricardo Arjona, y dijo para sí mismo algo que había aprendido en el campamento español de niño y que ahora encajaba perfectamente con la situación: "Su puta madre".

Lo anterior no desalentó al mapuche quien solo con sus dos manos y un coraje sólo visto en alguien que ha sido abandonado por su gente o que se haya pellizcado un testículo con el cierre del pantalón, ahorcó, masacró y descuartizó a todas las mujeres, niños y ancianos de la ciudad, ya que ese día el ejército español tenía sesión de AA.

Muerte

Lautaro se dio cuenta que no era lo mismo arrasar una ciudad sin tener a alguien con quién repartir el botín saqueado, y como estaba avanzado el otoño y no tenía alimentos (se hastió de comer tanta carne humana y echaba de menos las cazuelas de su madre), prefirió retornar a regañadientes hacia Mataquito. De haberse quedado en Santiago, Lautaro habría obtenido quizás la anhelada victoria de recuperar las fronteras originales del pueblo mapuche y los que hoy estarían quemando fundos y siendo apaleados por carabineros serían los santiaguinos.

El sucesor de Valdivia, Francisco de Villagra, por fin pudo salir de debajo de la cama cuando escuchó que el temido ejército mapuche se había reducido a un solo hombre; uno particularmente malas pulgas y sediento de sangre, sí, pero un hombre al fin y al cabo. Aun así, por si las dudas, envió por la avanzada al capitán Godinez cuando decidió interceptar a Lautaro en Mataquito. Villagra creía que la emboscada sería un trámite sencillo, pues Lautaro había estado embriagándose para pasar las penas.

Después de marchar hasta el amanecer, los españoles lograron avistar al mapuche. Mientras Villagra le daba detalladas instrucciones en voz baja a sus hombres, un trompeta impaciente tocó la señal antes de tiempo, alertando a un Lautaro aún algo tomado.

La batalla era desigual: 200 españoles y 1.000 yanaconas contra Lautaro. Como era de esperarse, en 5 horas Lautaro ya había acabado con 3/4 de las tropas enemigas sin despeinarse. Todo parecía perdido para Villagra, hasta que de pronto apareció Guacolda (la mujer de Lautaro) preguntándole a su esposo qué quería que ella comprase para tomar más tarde. Esta distracción fue fatal para el toqui, siendo atravesado de un lanzazo mientras llevaba la espada de Valdivia en la mano. Aparentemente ésta aún extrañaba a su antiguo dueño.

Los españoles no podían creer que por fin habían acabado con su némesis, hasta que uno de ellos hizo el anuncio: "Españoles... Lautaro es muerto". El cadáver de Lautaro fue apaleado, escupido, vejado con dibujos obscenos hechos con marcador permanente y desmembrado vivo durante horas. Después, un español de aspecto egipcio llamado Juan Sánchez Villalobos Ramírez, le cortó la cabeza al cadáver y en ese momento le cayó un rayo.

Otros líderes de la Guerra de Arauco

El heroico lonco Leche, junto a su esposa Natilla y su hijo Lactaro.

Aunque Lautaro fue sin dudas el toqui más famoso de la guerra contra el invasor español, hubo otros que también fracasaron en su intento de liberar a Chile.

Uno de ellos fue Caupolicán, lugarteniente y sucesor inmediato de Lautaro. Logró ser elegido toqui después de cargar un tronco de árbol por 3 días y 3 noches, aunque se dice que fue gracias a Colo-Colo, que sobornó a los jefes de la tribu para que le dieran un tronco de utilería. Tuerto de nacimiento y bruto como una mula, no tenía el genio militar de su predecesor, pero sí era muy fuerte y capaz de aplastar 100 cráneos españoles de un manotazo. Al final lo capturaron y fue condenado a morir empalado como anticucho. Rubén Darío le dedicaría estos versos:

Robusto tronco de árbol al hombro de un campeón,
algo formidable que vio la vieja raza;
aunque blandió el brazo de Hércules y de Sansón,
igual terminó con un palo en la raja.

Después viene Galvarino, el Wolverine mapuche, quien le pidió a los españoles que por favor le cortaran las manos para reemplazarlas por cuchillas y así verse más "choro". Los españoles, amables como ellos solos, accedieron con gusto, aunque la decisión les terminó costando la vida a muchos de ellos.

Ya mucho tiempo después destaca la figura de Pelantaro, envidiable para la edad que tenía. El vicetoqui Pelantaro dirigió, a finales del siglo XVI, una sublevación mapuche que terminó con la muerte del gobernador español y la desaparición de las reservas de chicha del fuerte de Boroa. Después de semejante desastre, el nuevo gobernador aceptó parlamentar con los mapuches y entregarles periódicamente alcohol y mujeres para mantenerlos conformes.

El último de la lista fue el Mestizo Alejo, hijo de una mapuche y de un español muy cachondo, que renegó de su sangre europea y se unió a los mapuches tal y como Lautaro lo había hecho. Y al igual que Lautaro, la derrota fue su única opción. Claro que no murió en batalla: como heredó lo caliente de su padre, practicó la poligamia y fue asesinado por sus celosas esposas mapuches, ya que el Mestizo prefería la "carne" importada de España.

Legado ideológico y estratégico

Portada de "Historias secretas de Lautaro".

Las revolucionarias tácticas militares de Lautaro influyeron decisivamente en la posterior guerra por la independencia de Chile, ya que Bernardo O'Higgins y José Miguel Carrera llegaron a la conclusión de que luchar en taparrabos y con flechas no era la mejor forma de combatir a los españoles. Sus estrategias son aún estudiadas en academias militares de diversas partes del mundo, especialmente la de abusar de la superioridad numérica al atacar en grupo a un sólo soldado desprevenido y después patearlo en el suelo hasta matarlo.

El legado de Lautaro también se puede ver reflejado en la creación de la Logia Lautarina, una fraternidad judeo-masónica exclusivamente para Libertadores fundada por el venezolano Francisco de Miranda en la muy panamericanista ciudad de Londres. Los miembros de la logia, entre los que se encontraban O'Higgins, José de San Martín y Simón Bolívar, se reunían en secreto para bañarse en la sangre de vírgenes recién sacrificadas, adorar a Bafomet y organizar la independencia de América (aunque no necesariamente en ese orden).

Poema de Neruda

Antes de que los milicos le pusieran a Pablo Neruda una inyección de vitaminas misteriosas y minutos después muriera sin motivo aparente, el gran poeta chileno escribió en su Canto General un poema a Lautaro, reconociendo su historia.

Educación del Cacique

Lautaro tenía la flecha delgada.
Pero aun así era todo un hombre.
Fue en su primera edad sólo un equino.
Ya en su adultez cambió de nombre.

Por oler a español nadie lo quería.
Pero llevaba caballos y llevaba vino.
Tanto así lo nombraron su campeón.
Y comer a su antiguo señor primero haría.

Luego liberar Araucaría lograría.
Llegando a Santiago con su tropa.
Tan seguro el culiao se sentía.
Que pensó en conquistar a toda Europa.

Como ya estaba vuelto loco.
Los demás mapuches se escaparon.
Él solo se lanzó inequívoco.
Y rayado como queso le dejaron.

Véase también


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