Imperio del Anáhuac
El autor de este artículo se ha olvidado de poner fotos, o las que hay no son suficientes. Sé buena persona y ayúdanos colocando un par de ellas para la causa. Que la academia te lo premie. |
(Bandera) | (Escudo) |
Lema | Mesātl quemas Aplaudalli, le māndont laburratl |
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Himno | ‘‘Canto del Águila y el Jaguar’’ (versión remixada por DJ Huitzilopochtli) |
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Capital | Washingtitlan D.C. |
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Mayor ciudad | Tenochtitlan |
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Lenguas oficiales | Náhuatl (el idioma de los dioses) Español (el idioma de los esclavos) |
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Gobierno | Monarquía absoluta (se elegía al nuevo rey por medio de un torneo de tlachtli, el deporte nacional) |
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Líder | Mega-Motecuhzoma XLIV (el más grande, el más sabio, el más guapo, el más modesto) Mega-Emperador |
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Área | Mucho (más que cualquier otro país del mundo) |
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Población | 100 millones en la metrópoli, 200 millones en las colonias, y unos cuantos millones más en los sacrificios humanos |
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Moneda | Cacao |
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Gentilicio | Anahuaca (que significa “los que viven en el paraíso”) |
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Zona horaria | HAC (Hora Anahuaca Coordinada) +0 (la única hora que importa) |
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Dominio de internet | .an (el único dominio que existe) |
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Código telefónico | +01 (el único código que se necesita) |
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El Sacro Imperio de Anáhuac aztlanense (del náhuatl: Taquito demole y Tlayuda)[1], llamado también Imperio azteca superlativo y —con más precisión pero con menos entusiasmo— Unión de Repúblicas Sacrificialistas Seductoras [nota del editor: revisar traducción del náhuatl], es no sólo una unidad política compleja, multiétnica y multisexual de plumajes coloridos de gente que vive en pirámides y viste tlacoyos, sino también un país soberano ubicado en Aztlárnrica del Norte y Aztlánrica central, con territorios ultramarinos (incluyendo los de ultratumba, de ultrasonido y otros ultra); su capital y ciudad más folclórica y, por lo tanto, violenta y por lo tanto poblada es México-Tenochtitlan donde vive el wey Tlatoani Mocte<inserta tu nombre aquí>ocoyotzin XXX.
Existe desde el siglo XIV cuando no era más que un islote en medio de los montes y estaba habitado por culebras, monte y culebra, nunca mejor dicho. En el siglo XVI estuvo a punto de desaparecer cuando los envidiosos tlaxcaltecas enviaron barcas al territorio de Nuevo México (antes Península ibérica) por armas biológicas de destrucción masiva que venían enredadas en las barbas insalubres de los habitantes de tal lugar, según consta en los Códices 100% históricos no propagandísticos[cita requerida.... nah]. Tras la victoria ante los europeos en el continente Aztlán y las exitosas cruzadas en Parístlan, Berlicán (ahora conocida como Reconquista, tras el rearme de los católicos y la escasez de jabón) y el infructuoso sitio de Roma, el Imperio de Anáhuac se extendió hasta Donde Cristo dio las tres voces cuando Huitzilopochtli casi le alcanzó con la obsidiana para sacarle su Sagrado corazón (amén).
Historia
Origentl
El Imperio de Anáhuac nació de los aztecas, unos tipos quizá con taparrabos (ojalá que sí, porque llevaban los tacos en el cinturón) que salieron de una isla-desierto-selva-lugar-mitológico-inventado-o-infestado-de-ácaros llamada Aztlán, siguiendo al dios con nombre de trabalenguas: Huitzilopochtli. Después de pasearse por el norte de México fingiendo estar muertos para comerse a los zopilotes, coyotes y alces jorobados del desierto que se acercaban a comérselos a ellos, los aztecas se instalaron en el valle de Anáhuac, donde hicieron su capital, Tenochtitlan, sobre un islote en un lago para que nadie pudiera entrar sin mojarse los pies. Allí levantaron una ciudad con todo tipo de chismes: templos, palacios, canales y jardines que flotaban cuando no se hundían, que orgullosamente era casi todo el tiempo, excepto la mitad de éste o más.
Los aztecas se hicieron los amos de Mesoamérica, gracias a su forma de hacer las cosas: con huevos, porque eran ovotistas. Se aliaron con otras dos ciudades con el mismo estilo huevil, Texcoco, que era como el Texmex, pero con coco, y Tlacopan, y se dedicaron a fastidiar a los demás pueblos, pidiéndoles tributos y prisioneros para sus fiestas Lecterianas. Tales fiestas con mariachis con corazón (o sin él si tocaban mal, ya dependía del músico) eran para sus muchos dioses, porque si eran violentos, sádicos, salvajes, aprovechados, pirómanos y sanguinarios pero nunca estrellas porno era obvio que también fueran muy religiosos. Por otra parte (por la de atrás), su cultura era muy avanzada en arte, ciencia, literatura y filosofía, pero muy atrasada en otras cosas, como la fabricación de zapatos, la ortografía y el respeto por la vida ajena.
El intento de conquista
En el siglo XVI, el Imperio de Anáhuac tuvo un problema de los sucios: la llegada de los españoles, que venían a por oro y plata (les daba lo mismo romper la piñata, por ello se duda que eran humanos), y de paso, a dar clases de catecismo a los indios repartiendo hostias de las de comer y las otras, más de las otras. Los españoles tenían armas de fuego, caballos ¿de fuego? posiblemente y virus ¿de fuego?, sí, eso es muy seguro. También tenían amigos entre algunos indios, como los tlaxcaltecas, que estaban hartos de los aztecas por ser los mayores bullys de la zona y terminaron aliados con los mayores bullys del mundo, nadie es perfecto, pero los tlaxcaltecas ganan en ser imperfectos. Aun así, los aztecas les plantaron cara y consiguieron echar a los invasores, gracias al emperador Moctezuma II y al dios Huitzilopochtli, que les mandó señales y milagros, como un cometa, dos inundaciones y tres plagas de perros chihuahua.
Conquista II: La venganza
Después de ganar a los españoles gracias al pozole hecho con el paciente cero que les dio inmunidad a la viruela y un poco de inmunidad al olor de sobaco de un mes sin bañarse (por suerte los europeos ya no hacen eso ¿cierto?), el Imperio de Anáhuac empezó una nueva etapa de expansión porque la venganza es una buena motivación para conocer el mundo. Con el mega-emperador Mega-Motecuhzoma XLIV, el Imperio se extendió por todo América Aztlánrica y más allá. Con sus ejércitos de águilas en jaguares (en jaguares animales, no en autos jaguar, porque se inventaron hasta 2 años después), los anahuacas conquistaron la península ibérica aprovechando que todos los habitantes se odiaban entre sí o a ellos mismos. Ahí impusieron su cultura y su religión a los españoles y portugueses, que no tuvieron más remedio que aguantarse y obedecer, o sacar un boleto de rifa para ofrecer su corazón en la pirámide de Madrid. Luego, sus tropas de pumas con lanza pasaron los Pirineos y se quedaron con las tierras de vino del suroeste de Francia, donde se pusieron morados de beber y comer, aunque la mayoría de los anahuacas murió de diarrea tras probar el queso franco, como cualquier ser biológico sintiente haría.
Actualidonia
Hoy en día, el Imperio de Anáhuac es una de las naciones más ricas y tranquilas del mundo, con un territorio que va desde Tenochtitlan (ciudad capital reconstruida en México) hasta Burdeos. El mega-emperador Mega-Motecuhzoma vive en palacios de oro conectados por túneles secretos bajo la capital. Su gobierno es bueno y generoso, y cuida de sus súbditos, que disfrutan de una vida feliz y completa. Los anahuacas comen tacos de iguana y pulque, y bailan al ritmo de los tambores de guerra. Por las noches, los niños sueñan con ser guerreros jaguar o sacerdotes que puedan hacer los ritos de sacrificio humano, que consisten en sacar el corazón de un español y ofrecérselo al sol.
Economía
La economía del Sacro Imperio de Anáhuac Aztlanense era tan vibrante e impredecible como una salsa particularmente picante.
Moneda: El "Cacahuatl", un grano de cacao más grande que la cabeza de un chihuahua, servía como moneda oficial. Desafortunadamente, estos pesados frijoles eran notoriamente difíciles de seguir, lo que a menudo generaba confusión y acusaciones de malversación de fondos relacionada con las ardillas.
Comercio: El imperio prosperó gracias a las rutas comerciales establecidas por intrépidas llamas que, a pesar de sus limitadas habilidades de navegación (en su mayoría seguían su olfato), lograron establecer comercio con desconcertados comerciantes europeos. Las exportaciones populares incluían implementos de sacrificio (comercializados como "artefactos religiosos"), plumas de guacamayo de colores brillantes (utilizadas para modas europeas cuestionables) y el jaguar vivo ocasional (promocionado como una alternativa superior a los gatos domésticos).
Impuestos: Los ciudadanos pagaban impuestos en forma de frutas exóticas, pavos vivos y, ocasionalmente, corazón humano (donado por voluntarios, supuestamente). Este sistema, si bien es culturalmente significativo, resultó logísticamente desafiante, especialmente cuando se trataba de recolectar pavos vivos de regiones montañosas.
Sistema de trueque: Para las transacciones cotidianas, prosperó un complejo sistema de trueque. Una canasta de maíz recién cosechado podría permitirte conseguir un nuevo par de sandalias, mientras que una danza de la lluvia particularmente impresionante podría hacerte ganar un descuento en un techo nuevo. Este sistema, si bien es bastante equitativo, dio lugar a situaciones incómodas ocasionales cuando alguien intentaba cambiar un taparrabos ligeramente usado por una canasta de aguacates altamente perecederos.
Sociedad
- Jerarquía social: La nobleza azteca, que ahora luce cuellos españoles cómicamente de gran tamaño, se mezcla con los nobles europeos que intentan (y fracasan) dominar el arte de sentarse sobre esteras de paja. Los incómodos choques de etiqueta son algo que ocurre a diario: los nobles aztecas ofrecen accidentalmente sus corazones a los invitados, mientras que las duquesas europeas se desmayan al ver tapones en los lóbulos de las orejas.
- Vida familiar: El énfasis en la familia sigue siendo fuerte, y los hogares siguen un orden jerárquico estricto. Las discusiones sobre quién puede usar el tocado de plumas en las fotos familiares son comunes. La disciplina se mantiene con la amenaza ocasional de un viaje a la cancha de pelota local (los sacrificios están *altamente* desaconsejados en estos días... en su mayoría).
- Actividades de ocio: El tradicional juego de pelota azteca es un pasatiempo favorito, aunque la adición de pelotas de goma inflables (introducidas por entusiastas comerciantes europeos) ha provocado más de unas pocas conmociones cerebrales. Los sacrificios recreativos han sido reemplazados por animadas ceremonias de ataque a piñatas, que los turistas europeos acuden en masa para presenciar (y ocasionalmente son golpeados por una piñata de jaguar llena de dulces).
- Escena de citas: Para los jóvenes y solteros, las citas pueden ser un desafío. Las serenatas aztecas que incluyen música lúgubre de flauta a menudo dejan fríos a los pretendientes europeos, mientras que los intentos de tocar un vals pueden resultar en miembros enredados y egos magullados. Encontrar puntos en común entre los amantes que veneran a los colibríes y aquellos a los que les apetece un buen torneo de justas puede ser...interesante.
Geografía
Esta sección está escrita en náhuatl, la lengua oficial del Sacro Imperio de Anáhuac Aztlanense, y traducida al español para que la puedan leer los pocos que aún lo hablan. El autor es un geógrafo de la península, que vive en Tenochtitlán del Este (antigua Sevilla) y que es un gran admirador de la cultura azteca. Por ello, puede que encuentres algunos regionalismos sevillanos o expresiones náhuatl en el texto.
El Sacro Imperio de Anáhuac Aztlanense es el chingón de los imperios, que se la rifa en todo el continente americano y en una parte de Europa que nadie entiende cómo llegó ahí. Su origen se remonta al siglo XV, cuando unos aztecas muy locos se subieron a unas canoas y se fueron a pasear por el Atlántico, y de paso se chingaron a los españoles y a otros güeros que se pusieron en su camino. Desde entonces, el imperio ha sido el más cabrón y el más bonito, gracias a su sabrosura, su chingonería y su fe.
Un tapiz de climas: El corazón del imperio está en Mesoamérica, donde hay unas ciudades bien chidas que se llaman Tenochtitlán, Tlaxcala, Texcoco y Cholula, entre otras. Ahí es donde está el jefe de los jefes, el emperador, que se la pasa cortando cabezas, jugando a la pelota y comiendo tamales. Hacia el norte, el imperio se extiende por unas tierras bien gachas, donde hay puro desierto, montaña y oso. Ahí los aztecas tienen que aguantar vara con unos indios bien bravos, que les quieren quitar sus cosas y les hacen la vida de cuadritos.
El mayor alucine del imperio fue cuando se fueron a Europa, que es un lugar bien raro donde la gente habla chistoso, come queso y se baña poco. El primer objetivo fue España, donde los aztecas les pusieron una chinga a los españoles en una batalla bien épica, y se llevaron al rey Fernando de rehén. El emperador Moctezuma II lo casó con la princesa Malinche, que era su amiguita y su traductora, y así fundaron una nueva ciudad, Tenochtitlán del Este, en lo que hoy es Sevilla. Desde ahí, los aztecas se fueron de gira por el resto de Europa, y se hicieron colegas de los portugueses, los franceses, los italianos y los alemanes. Bueno, más que colegas, los hicieron sus vasallos, y les enseñaron a hablar náhuatl, a comer maíz, chocolate y chile, y a bailar cumbia.
El imperio tiene de todo: selvas, desiertos, montañas, ríos, lagos, mares y océanos. Los aztecas aprovechan toda esta variedad para conseguir todo tipo de cosas: frutas, verduras, especias, madera, algodón, oro, plata, cobre, jade, turquesa y plumas. Los aztecas usan todo esto para comerciar, tributar y adornarse. Los aztecas también construyen unas cosas bien guapas, como acueductos, puentes, calzadas y canales, que conectan todo el imperio. Los aztecas son tan ricos y poderosos que se creen los hijos de los dioses, y que nadie les puede hacer nada.
Cultura y arte
El paisaje cultural y artístico del Sacro Imperio Anáhuac Aztlanense refleja una fascinante confluencia de influencias aztecas y europeas. Las maravillas arquitectónicas muestran la yuxtaposición única de glifos aztecas que adornan la fachada del Louvre, mientras que el Louvre alberga una colección de códices aztecas junto con obras maestras del Renacimiento europeo.
Musicalmente, un rico tapiz de sonido se teje con bandas de mariachis que dan serenatas al público parisino y veladas de poesía azteca celebradas en los bulliciosos cafés de la Ciudad de México. Las cadencias rítmicas del náhuatl se entrelazan con los tonos melodiosos de los sonetos franceses, creando un paisaje sonoro cultural verdaderamente único.
El panorama culinario presume de una deliciosa fusión de sabores. Los comensales pueden saborear la exquisita combinación de mole poblano con delicados pasteles franceses, o presenciar el intrigante espectáculo de los vendedores ambulantes aztecas pregonando sus productos junto a los proveedores de queso camembert artesanal. Los martes de tacos adquieren un significado mundial y se celebran tanto en los bistrós parisinos como en los restaurantes de la Ciudad de México, mientras que los golosos más exigentes pueden disfrutar de la lujosa decadencia de los tacos de foie gras o explorar los vibrantes sabores de la cocina azteca.
La moda refleja una mezcla similar de culturas. Es común que los guerreros aztecas usen boinas y atuendos cortesanos europeos adornados con vibrantes colores aztecas. El atuendo tradicional azteca está adornado con volantes y encaje, creando una estética de fusión única. Los tocados de plumas se consideran alta costura, y los bailarines de flamenco dan vueltas en el Zócalo, con sus vestidos adornados con intrincados bordados que recuerdan a los antiguos códices aztecas.
Las artes escénicas ofrecen una cautivadora combinación de tradición e innovación. Las representaciones de ballet incorporan elementos de las danzas rituales aztecas, mientras que las producciones teatrales tradicionales aztecas se representan en grandes teatros de ópera europeos. Los mimos se ponen máscaras de deidades aztecas y las bandas de mariachis proporcionan la banda sonora de los desfiles de moda parisinos de vanguardia.