James Joyce

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James Joyce
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Nacimiento Defunción Irlanda
Seguridad Social Francesa
Origen Jesuítas por la Reproducción en Serie
Su vida
Sobrenombres El Albañil
Lugar de residencia Taberna de Platón
Se dedica a Work in Progress
Estado actual Totalmente fallecido
Hazañas logradas 800 páginas para 24 horas
Relaciones Gatos
Enemigos Gatos
Poderes especiales Ceguera total
Objetos Gafas redondas, Bigote, Parche, Pajarita, Loro en Hombro Izquierdo
Cita3.pngNovato... ni siquiera sabe usar la puntuaciónCita4.png
Miguel de Cervantes después de leer Ulysses
Cita3.png¿Odisea? ¿Qué Odisea?Cita4.png
James Joyce sobre La Odisea
Cita3.pngMe lo llevé a la playa un día, pero no entendí nadaCita4.png
Stephen Hawking sobre Finnegans Wake

Biografía

Los Duros Inicios

Humorista esquizofrénico irlandés nacido a finales del siglo XIX (año arriba, año abajo), primogénito de un matrimonio de ultracatólicos jesuítas con diez hijos (sí: probablemente del Opus). El infierno que tuvo que sufrir en su más tierna infancia, atormentada por los monstruitos de sus nueve hermanos menores parece la obvia explicación al estilo demencial y lisérgico que va tomando su obra a medida que avanzamos cronológicamente por sus publicaciones.

Como todos los irlandeses de la época, su familia se arruinó rápidamente. Ante el desolador panorama que se presentaba ante sus ojos, optó por huir a Francia oculto en un barril de cerveza Guinness inicialmente lleno. El inevitable alcoholismo paterno y una repentina muerte natural materna obligaron al joven Joyce a retornar a su tierra natal y buscarse las lentejas en los bajos fondos portuarios de Dublín. Gracias a los conocimientos adquiridos durante su experiencia parisina, enseguida hizo buenas migas con los rudos marineros dublineses, y practicando además el noble arte de la estafa y el sablazo entre sus más directos allegados, logró publicar sus primeros escritos en la hoja parroquial de su barrio.

Viajando por el Espacio

Pero el destino quiso que una hermosa mujer llamada Nora Barnacle (y camarera de profesión, para más señas) se cruzase en su camino, y Joyce (que por aquel entonces llevaba varios meses sin conocer cuerpo femenino alguno) cae inmediatamente rendido a sus encantos. Juntos realizan un romántico viaje por Europa en zepelín que dura varios años. Cuando finalmente retorna a su Dublín natal, Joyce trae consigo un montón de postales, monedas, y fotos de la Torre Eiffel y

Autorretrato con parche

la Fontana di Trevi para enseñar a sus familiares y amigos, además de varias enfermedades de transmisión sexual contraídas durante su estancia en Amsterdam y por las que posteriormente se quedaría irremediablemente ciego; si bien esta discapacidad ha sido atribuida, por numerosos biógrafos de Joyce, a su intento (vano) de leer una frase de Finnegans Wake. "Ha merecido la pena" -afirmaba convencido el escritor a su regreso-. Además, el viejo continente logra inspirar en el ánima artística de Joyce la que se considera como su primera obra poética, publicada allá por el 1907, y que llevará el sugerente título de "Música de Cámara (de gas)", y de la que se vendieron entre seis y ocho ejemplares durante los primeros quince meses a la venta, lo que se consideraba todo un éxito en la sociedad irlandesa de la época.

Buscándose la Vida

Con decidida mentalidad empresarial, corría el año 1914 (o 15) y Joyce, aún fascinado por las maravillas contempladas en su viaje por la descocada Europa continental, tiene una brillante idea, y tras invertir todo su capital (y el de sus familiares y amigos), en una arriesgada operación inaugura la primera sala de cine para adultos en el centro de Dublín, justo entre la sede central de la Orden de Orange y una cervecería de tres pisos y seiscientos ochenta metros cuadrados. El resultado inmediato de todo esto fue una Declaración de Independencia Unilateral del Imperio Británico en nombre de la autoproclamada República de Irlanda. Al asunto se le denominó el Alzamiento de Pascua, y se mantuvo vigente hasta que se terminó con las reservas de Guinnes de la ciudad (6 horas).

La Madurez Creativa: Ha nacido un Genio

De vuelta la realidad, James decide centrarse en su faceta de escritor. Publica "Dublineses", y tiene un par de hijos, también dublineses. Pero por aquel entonces un grupo de chiflados monta un sarao enorme. La Primera Guerra Mundial (porque de eso se trata) genera en Joyce una cierta sensación de desazón que le hace poner pies en polvorosa hacia Zurich, donde publica un opúsculo titulado "Las Ventajas de ser Suizo en Tiempos de Guerra". Además, ve la luz su "Retrato del Artista Adolescente" (mejor dejamos a un lado el tema de la desafortunada traducción al español del título original), que ya había escrito y archivado años atrás, pero no recordaba dónde. En plena vorágine creativa, publica un librito ligero de entretenimiento ("de los que se leen en el W.C.", comentaba el autor). Lleva por título "Ulises", y las cosas empiezan a cambiar.

El Retiro Dorado

Con los pingües beneficios que le reportan las ventas del librito de marras, Joyce traslada el chiringuito a su amada París, donde se instala definitivamente. Durante veinte años pasa los apacibles días navegando el Sena en piragua, tomando cafés y bollos en las terrazas, inventándose vocales y señalando a todo el mundo con el dedo meñique. Pero también invierte tiempo en escribir la que sería su última y más inquietante obra, "Finnegans Wake", antes de fallecer en la mesa de operaciones de un hospital de la Seguridad Social Francesa en una intervención oftalmológica por vía intestinal.

Obra

El Ulises, de James Joyce

A medida que nos desplazamos cronológicamente a lo largo de la compleja obra de Joyce, nos vamos percatando de que cada vez entendemos menos cosas. No, no se nos ha reblandecido el cerebro. Simplemente, al simpático irlandés le ha parecido una idea genial el ir evolucionando de un idioma comprensible a un monodialecto solipsista inventado por su mente enferma, para la que ninguno de los 326 (cita requerida) idiomas reconocidos oficialmente en el planeta Tierra parecen resultar satisfactorios, por lo que se decide a realizar una compleja amalgama de buena parte de ellos, resultando un mejunje lingüístico altamente indigesto y perjudicial para la salud mental del lector, que asiste atónito al despliegue inextricable de vocablos imaginarios y conjugaciones imposibles, para acabar teniendo la sensación de hallarse en mitad de un congreso internacional de autistas en el Zoco de Babel.

Poesía

Sin ser el género literario por el que Joyce pasó a figurar con letras doradas en los libros de texto del mundo entero, merece la pena reseñar sus aportaciones.

  • Música de cámara (de gas) (Gas Chambre Music): Primera obra publicada por Joyce, en la que dedica a su novia de entonces "unos poemas sobre gatos que escribí un día que iba borracho". Respetuoso rigor academicista para con las formas clásicas, y obra actualmente considerada por expertos de todo el mundo como "totalmente carente de interés". Inmediatamente a la publicación, su novia le abandonó para sustituirle por su editor, y Joyce se pasó a la prosa.
  • Poemas a Penique (Pommes Pennyeach): Obra publicada ya en la madurez de su carrera, supuso un estrepitoso fracaso de ventas derivado de los malentendidos surgidos entre libreros y compradores acerca del precio final a pagar por el volumen.
Sin ella, nada de esto hubiera sido posible

Prosa

  • Dublineses (Dubliners): Cuando Joyce le pidió a Nora Barnacle como regalo de Navidad "un telescopio muy gordo para ver las estrellas" ya tenía en mente su uso y disfrute en actividades algo menos académicas. Del vouyerismo recalcitrante del bigotudo irlandés sobre su poco recatado vecindario (al más puro estilo "La Ventana Indiscreta") nace esta obra costumbrista donde se dibujan las miserias y pequeñeces de las clases bajas de Dublín. Tras ser perseguido con palos y piedras por la totalidad del vecindario de las casas aledañas que rápidamente se vieron reflejadas en las páginas de la obra, Joyce hubo de trasladar su domicilio a zonas menos conflictivas de la ciudad. "¡Pero si ni siquiera incluí las fotos!", -se quejaba amargamente el autor-.
  • Retrato del Artista Adolescente (Portrait of the artist as a young man): Joyce es el único irlandés de la Historia que ha recurrido a los servicios de un psicoterapeuta, y una de las prescripciones terapéuticas que le fueron encomendadas por su barbudo galeno para hacer frente a su pesimista visión de la realidad fue escribir una autobiografía de sus felices años de infancia y juventud. (La otra fue que se quitara el parche del ojo). El resultado fue esta novela donde el pequeño Stephen Dedalus, alter ego del autor, se enfrenta la temible realidad de la sociedad católica irlandesa de la época y a sus libidinosos sacerdotes. El oportuno asesoramiento de algunos de sus allegados evitaron que Joyce llevara a cabo su idea de escribir la primera autobiografía de la historia de la literatura en la que el protagonista fallece al final. Lo cual no sabemos a ciencia cierta si fue una suerte o una desgracia, porque poco tiempo después, a Joyce le da por ubicar al mismísimo Stephen Dedalus como personaje ¿secundario? En el celebérrimo...
  • Ulises (Ulysses): Una de las más importantes ¿novelas? En lengua ¿inglesa? jamás escrita según algunos, y una soberana y absoluta tomadura de pelo de proporciones bíblicas, según la mayoría. Se trata de una de las pocas obras literarias que superan al Quijote en cuanto al número de personas que hablan de ella sin haberla leído. Resumiendo, Leopold Bloom sale de su casa y se da un paseo por Dublín, va a un funeral, se toma un par de cañas, escribe una carta y se vuelve a su casa con su mujer. Hace falta mucha cara para envolver esto en novecientas páginas de barroquismo exacerbado, pero ¡qué demonios! Bueno, parece ser que en el asunto hay más tela que cortar. Comentaremos a continuación algunos aspectos reseñables y que cada cual saque sus propias conclusiones.

1. La Odisea. En efecto, en la novela se establecen paralelismos estructurales y narrativos más que evidentes con el clásico de Homero (o eso dice Joyce, aprovechando el hecho de que ningún irlandés ha oído hablar jamás de Homero). Veamos:

El traje típico irlandés

-Leopold Bloom - Odiseo/Ulises: Condensar veinte años de excursiones por el Mediterráneo y aledaños en un sólo día es complicado, pero Leopold Bloom vive su particular Odisea por las calles de un Dublín donde los borrachos, los pirómanos y las prostitutas pueden ser mucho más peligrosos que las hechiceras, los cíclopes y las sirenas. Y la cerveza, en cantidades suficientes, puede confundir a nuestro sufrido héroe más que Poseidón y todos sus amigotes juntos.

-Stephen Dedalus - Telémaco: A lo mejor Stephen no es tan buen hijo como Telémaco, pero desde luego, sus razones están bien argumentadas.

-Molly Bloom - Penelope: Estamos seguros de que si Molly Bloom hubiera aprendido a tejer y destejer en la escuela primaria, no tendría que entretenerse en sus momentos de soledad trayéndose a sus amantes a casa. Evidentemente, y como de costumbre, la sociedad es la culpable.

James Joyce - Homero: Se dice que Homero era ciego, y nosotros no somos nadie para dudar de ello. Pero lo que está claro, a resultas del parche del ojo y de la ininteligibilidad de algunos fragmentos de la obra, es que Joyce ya no disfrutaba en aquellos tiempos de una agudeza visual que le permitiera discernir adecuadamente las teclas de su máquina de escribir. Y no le compararemos con el cíclope por cuestiones obvias de respeto.

2. Estilo Literario: Joyce utiliza un estilo diferente para cada capítulo, desde el trillado monólogo interior (nada que ver con "El Club de la Comedia") hasta los siempre esclarecedores titulares de prensa (probablemente deportiva). Esto, unido a un desprecio más que notable por los signos de puntuación, la sintaxis y los diccionarios oficiales convierten al Ulises en una obra de complicada lectura, prueba irrefutable de una asombrosa capacidad narradora y creativa.

3. Bloomsday: La particular singladura de Leopold Bloom tiene lugar un 16 de junio de 1904. Desde hace algún tiempo, una manga de chiflados disfrazados celebran tan peculiar onomástica cada año lanzándose a las calles de Dublín a beber cerveza, buscar prostitutas e incendiar edificios con el beneplácito de las autoridades locales, lo que nos hace albergar serias dudas acerca de la Salud Mental General de los irlandeses, probablemente menoscabada por la reiterada exposición a unas muy concretas armas de destrucción masiva.

  • Finnegans Wake: Llegados a este punto, el sistema cognitivo de Joyce ya se encontraba bastante deteriorado por el consumo abusivo de cerveza Guinness y cruasanes parisinos rellenos de LSD. Narra el agitado sueño de un pervertido borrachín, de iniciales "H. C. E." y nombre completo inestable y proteico.
    Este señor intentaba traducir Finnegans Wake. ¡Inconsciente!
    Durante seiscientas interminables páginas, el misterioso universo onírico se encuentra reflejado en una fluctuante mezcla de idiomas, personajes, escenarios y situaciones que provocan en el infeliz lector que se adentre más allá de la página ocho la inmediata explosión de su cabeza. Los rumores acerca de unas posibles insinuaciones del afamado cineasta David Lynch acerca de la posibilidad de llevar a la gran pantalla la obra del irlandés provocaron situaciones de pánico colectivo, suicidios en masa, y una declaración oficial del Gobierno de los Estados Unidos de America por la que se consideraba la obra de Joyce como una potencial arma de destrucción masiva alineada en pleno eje del mal junto a Corea del Norte, Venezuela y los Versos Satánicos de Salman Rushdie. (¡Larga vida a Salman Rushdie!).
  • Thjuiud Wodhrfjinst: Es ésta la última obra publicada por el escritor irlandés. Los medios han denominado las lineas que componen las 3.654.659E24 páginas como Joyceano, dada su escasa o nula correspondencia con los idiomas existentes. Cuando un reportero se atrevió a indagar sobre la novela con su autor, éste respondió: "¿Th.... qué? ¿Quién mierda escribió esa mierda?". La serie de desdichas que ha provocado esta obra a quienes procuran descifrarla es extensa y conmovedora: Jorge Luis Borges perdió la vista; Stephen Hawking sufrió un colapso que lo postró en una silla de ruedas, además lo impulsó a ocuparse en materias más sencillas; Albert Einstein lloró en su cama abrazando a Tommy (su oso de peluche) durante una larga semana; y el otrora brillante estudiante George W. Bush intentó suicidarse, pero al fracasar quedó con terribles secuelas como un aspecto y comportamiento claramente simiesco.

Enlaces posiblemente relacionados

Escritores

  • 2 de febrero Personaje histórico (ver todos aquí). ☀️ ☠️
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