Día de Acción de Gracias
Bueno, acerca de ese plato. Ese plato lo iba a usar para lavar mi pavo. En esos días a los pavos se les llamaba pájaros gordos. Siempre comíamos pájaros gordos el día de gracias y con todos los accesorios: ciruela, ensalada de piña y panecillos rellenos de pólvora... Y luego nos íbamos al sillón a ver el fútbol, que en esos tiempo se llamaba beisbol
El Día de Acción de Gracias (Happy Tree Friends Day)[1] es un festejo gringo-canadiense[2] en el cual se agradece la acción de haber acabado con los indios en lugar de que haya sido al contrario.
No solo celebran aquella vez que los nativos americanos cometieron el error estratégico de ser amables con unos extraños que llegaron en un barco algo destartalado llamado Mayflower. Lo pintoresco es ver a las familias perfectamente peinadas sentadas alrededor de una mesa decorada con calabazas de plástico mientras devoran un ave que vivió más feliz que todos los comensales juntos.
Después de la ingesta masiva de triptófano, todos se reúnen alrededor de una fogata para contar historias de terror. Lo que convierte al Día de Acción de Gracias en la segunda fiesta anual más divertida, sólo detrás de la Purga.
Orígenes
Llegada
Corría el año 1620, y los europeos en lugar de acabar en la India, quedaban varados en las Indias que parecían lo mismo, pero con diferentes indios. En esos momentos un grupo de intrépidos piratas ingleses emprendieron el viaje a bordo del Mayflower, un barco que había visto mejores días y que hoy no pasaría ni la verificación vehicular de chatarras.
Estos aventureros, conocidos como los Peregrinos (gente vestida con vestidos largos, gorgueras y los colores más tristes que recuerdes), zarparon hacia el Nuevo Mundo con el noble objetivo de encontrar un lugar donde pudieran practicar su religión libremente y, de paso, establecer un sistema de matrimonios endogámicos que haría que hasta los Habsburgo se sintieran incómodos.
Después de una travesía donde casi chocan con el Iceberg que unos años más tarde mataría al Titanic, los Peregrinos arribaron a lo que hoy conocemos como Massachusetts, aunque ellos juraban que habían llegado a Virginia (en la orientación les iba peor que con la moda). El lugar estaba habitado por diversas tribus nativas, incluyendo los Wampanoag, quienes, en un acto de bondad que posteriormente lamentarían por generaciones, ayudaron a estos pálidos y desorientados recién llegados a no morir de hambre, enfermedades y atacados por los bisontes come hombres de la Pampa massachusettense.
Problemas y ayuda
Los primeros meses fueron una mezcla entre reality show de supervivencia extrema y documental de National Geographic. Los Peregrinos, expertos en teología pero novatos en agricultura americana y en agarrar la pala, intentaban cultivar trigo en suelo sagrado (para el peyote) mientras confundían los bisontes con caballos muy peludos, los caballos muy peludos con nativos americanos y las mofetas con gatitos que querían jugar y luego los rociaban. La situación era tan desesperada que comenzaron a considerar seriamente el canibalismo como alternativa gastronómica.
Fue entonces cuando Lanza Larga, un miembro de la tribu Patuxet que había aprendido inglés durante su previo cautiverio en Europa pues fue llevado a la cárcel por tener la lanza muy larga, enseñó a los Peregrinos cómo sobrevivir sin que se los comieran (tanto) los osos y los alces. Les mostró técnicas de cultivo de maíz usando caca como fertilizante (una práctica que hoy en día se sigue usando, pero sin avisarle al regulador sanitario), cómo identificar plantas comestibles y cuáles hongos te llevaban a un viaje espiritual del que posiblemente no regresarías.
Primera cena
Para el otoño de 1621, milagrosamente, los Peregrinos no solo seguían vivos sino que además habían logrado una cosecha decente. En un arranque de gratitud (o culpa anticipada), organizaron una celebración que duraría tres días, invitando a sus vecinos Wampanoag. Massasoit, el líder Wampanoag, llegó con 90 de sus guerreros más valientes (nada más lo habían invitado a él, pero ellos eran sus guardaespaldas porque ya conoces a los blancos), esperando un pequeño refrigerio, solo para descubrir que tendrían que contribuir con la mayor parte de la comida para alimentar a toda esa gente.
El menú de aquella primera celebración incluía caballo con cuernos (venado), venado sin cuernos (caballo); piedra con dientes (maíz), maíz sin dientes (piedra); bicho con armadura (langosta), langosta sin armadura (bicho); ave con mocos (pavo), pavo sin mocos (ave), y varios tipos de calabazas. Curiosamente, no había ni pastel de manzana ni salsa de arándanos, dos elementos que hoy consideramos imprescindibles pero que en aquel entonces eran tan inexistentes como la confianza a los gringos. Los comensales compartieron juegos, demostraciones de puntería (aunque los nativos prudentemente decidieron no mostrar todas sus habilidades) y algún que otro momento incómodo de barrera lingüística donde "pásame la sal" se traducía como "tu aldea será mía en dos generaciones".
Este evento, que retrospectivamente podríamos llamar "La última cena amistosa", se convirtió en el precursor del moderno Día de Acción de Gracias, aunque la festividad no se institucionalizó oficialmente hasta que Abraham Lincoln la declaró fiesta nacional en 1863, porque necesitaba una excusa para que el Norte y el Sur tuvieran un enemigo común: el Pavo.
Según los canadienses
Los canadienses (molestamente modestos) celebran Acción de Gracias desde 1578, cuando Martin Frobisher —explorador perdido buscando El Dorado en el Ártico (modestos pero no listos)— organizó un banquete para agradecer por no morir congelado. Agradecieron sobrevivir un viaje que habría matado a un oso polar con chaqueta térmica. En el menú había galletas que doblaban cuchillos, carne salada útil como ancla, y "algo con plumas" congelado en cubierta (¿un pájaro? ¿un marinero disfrazado?).
Mientras los gringounidenses mitifican peregrinos rescatados por nativos para no comer piedras (ahora se las fuman, pero es otra historia), los canadienses ya masticaban lo que no les mordía primero. Hoy, su festivo es pragmático: agradecen la cosecha y el milagro de un día libre para ver hockey (el fútbol americano en Canadá). El pavo lleva sirope de arce (obvio), porque en Canadá hasta el aire es pegajoso. Y no, no es reunión familiar, es una pausa entre slapshots con comida sospechosa.
Celebración
La festividad como la sufrimos hoy, surgió de la revolucionaria idea de que las familias estadounidenses podían, de hecho, pasar más de una hora juntas sin iniciar una guerra civil. Este concepto radical fue considerado durante siglos como una peligrosa amenaza a la tradición americana de evitarse mutuamente excepto en funerales y lecturas de testamentos. Sin embargo, todo cambió cuando el presidente Abraham W. Bush decidió hacer oficial la celebración para invadir Irak entre la confusión.
El cuarto jueves de noviembre da el banderazo del Black Friday que es lo que actualmente importa realmente. La celebración moderna incluye una maratón de fútbol americano que dura todo el día y toda la noche, durante la cual hombres en spandex se lanzan un balón de cuero mientras millones de espectadores caen en un coma inducido por triptófano frente al televisor. El mito urbano de que alguna vez usaron pavos vivos como balones es falso, aunque si se investiga a fondo, será verdadero.
El fútbol americano
La tradición de ver fútbol, pero no fútbol normal como la gente normal, sino fútbol americano como los americanos, durante el Día de Acción de Gracias es un ritual tan arraigado como la intoxicación por triptófano. Los expertos antropólogos sostienen que cumple dos funciones vitales:
- Evitar el diálogo familiar: Los gritos coordinados ante una jugada polémica ahogan discusiones sobre política, elecciones pasadas o por qué la tía Carol cree que la Tierra es plana. El rugido del estadio en la tele permite gritar "¡Idiota, eso fue pase hacia adelante!" en lugar de "¿Por qué votaste por ese fascista/socialista?".
- Preparación metabólica: El despliegue de violencia controlada en la pantalla acelera el ritmo cardíaco, contrarrestando el coma inducido por el pavo. Estudios no verificados sugieren que ver a un linebacker destrozar la clavícula de un rival equivale a tres tazas de café espresso, esencial para permanecer consciente hasta el pastel de calabaza.
Históricamente, la NFL aprovecha esta jornada desde 1720, cuando ejecutivos descubrieron que familias atrapadas en interiores con cuchillos afilados necesitaban distracciones sangrientas. Hoy, las Clásicos de Acción de Gracias son el equivalente moderno de los sacrificios aztecas, solo que con comerciales de cerveza y patrocinios de automóviles pick-up.
Críticos señalan la ironía de que un deporte donde hombres en mallas apretadas se golpean por territorio, financiado por corporaciones que venden snacks inflados, se haya fusionado con una festividad que supuestamente conmemora la paz indígena-colonial.
Consecuencias sociales
El ritual culmina con espectadores discutiendo estadísticas mientras digieren, convencidos de que entender la defensa 4-3 los exime de reflexionar sobre el genocidio wampanoag. El verdadero ganador es la NFL, que convierte un jueves en una máquina de hacer dinero.
La comida
El menú tradicional es un festín que pone violento a cualquier nutricionista.
Plato principal
El protagonista indiscutible es el pavo, una criatura que pasa sus últimos momentos siendo preparada con tanto cariño que casi compensa el hecho de que terminará más seca que el humor británico. La técnica de preparación varía según la familia, pero generalmente involucra despertar a las 4 de la mañana para meter al horno un ave, solo para descubrir a las 2 de la tarde que sigue congelada por dentro o si era fresco, sigue vivo porque las nuevas generaciones han olvidado como matar (aves, porque rifles siguen llevando a las escuelas).
Guarniciones
El relleno del pavo es un misterio culinario que rivaliza con los ingredientes secretos de la Coca-Cola. Puede contener desde puré de papa hasta otro pavo más pequeño (pavoception), pasando por arándanos, pan añejo, y algún duende que se haya escondido en la estufa. Las coles de Bruselas, esos pequeños repollos mutantes, son obligatorias en la mesa no por tradición sino como prueba de resistencia: si puedes fingir que te gustan, puedes sobrevivir cualquier reunión familiar.
Salsas
La salsa de arándanos es otro elemento crucial, aunque nadie está realmente seguro de por qué. Se presenta en dos variedades: la casera, que nadie come, y la enlatada, que sale de la lata con la forma exacta de la lata y mantiene esa forma durante toda la cena, desafiando las leyes de la física.
Postres
El postre tradicionalmente era el pastel de manzana, tan americano como el bombardeo al azar de países pobres. Sin embargo, debido a que las manzanas están siendo desviadas para la producción de sidra, el pie de calabaza ha tomado la delantera. Este ingenioso reciclaje de las calabazas de Halloween demuestra el espíritu emprendedor americano: si puedes convertir una decoración mohosa en postre, probablemente también puedas ser presidente del mundo.
El día culmina tradicionalmente con todos los comensales en diversos estados de coma alimenticio, desparramados por la sala como víctimas de un desastre natural, mientras el último superviviente consciente intenta calcular cuántos días durarán las sobras y si es posible convertir el pavo restante en desayuno, almuerzo y cena para las próximas generaciones dos semanas.
Perspectiva en otros países
Al casi todo el resto del mundo no nos importaría un carajo el día en que los estadounidenses mataron al último de los apaches puros y cómo lo agradecen a diosito, si no fuera por el bombardeo televisivo y el bombardeo indiscriminado de pavos, sobre nuestras culturas y nuestros huertos.
Para la mayoría del mundo occidental, excepto la american culture, ese día es como cualquier otro: hambre, pestes, guerras y especiales de gente “humana” celebrando navidad fuera de tiempo. Pero en lugar de Santa Claus, hay un pavo gigante vestido de inquisidor anglicano. Pero hay colonias que siguen la tradición:
Japón: Celebran el "KFC Thanksgibing" donde familias hacen cola 8 horas para comprar un balde de pollo coronado por un puré de papas sospechosamente similar al cemento fresco. La tradición empezó cuando un ejecutivo de Kentucky se confundió con folletos turísticos y convenció a todo un país de que el coronel Sanders era el peregrino oficial. Ahora hasta los monjes del Fuji agradecen con alitas picantes.
Liberia: Como buen satélite gringo, copian el ritual aunque el pavo sea sustituido por un mono disfrazado con plumas de loros decomisados. El relleno lleva mandioca radioactiva y los partidos de fútbol americano se juegan con cocos. La única mejora es que admiten que los nativos locales fueron masacrados, pero lo celebran con más entusiasmo que el 4 de julio.
Alemania: Lo llaman "Dankfest" y consiste en beber cerveza hasta olvidar que tienen un Oktoberfest cada mes. Agradecen no ser pavos (aunque físicamente...), y sustituyen el banquete por salchichas incrustadas en pretzels gigantes. El fútbol americano es reemplazado por ver repeticiones de la derrota de 1945 en Netflix.
Reino Unido: Fingieron inventarlo primero (ellos y sus complejos) alegando que en 1588 la reina virgen comió ganso tras hundir la Armada Invencible. Hoy sirven té con pavo en lata mientras maldicen a los peregrinos por robarles la idea y luego independizarse. El Black Friday lo celebran apuñalándose por teteras en descuento.
Brasil: En el Amazonas lo festejan asando pirañas con relleno de yuca mientras agradecen que los indígenas no los hayan cocinado a ellos. En las ciudades, ejecutivos beben caipiriña en reuniones donde "agradecen" despidos masivos previos al cierre fiscal. El menú es pavo transgénico con salsa de maracuyá.
Australia: Sustituyen el pavo por canguro a la parrilla (es más ético, total saltaba hacia el cuchillo) y el fútbol americano por críquet borracho. Agradecen que los británicos solo les enviaran convictos y no peregrinos fanáticos religiosos. El postre es pastel de Vegemite (error histórico que lamentan cada año).
México: Los whitexicans celebran a medias junto al Día de la Revolución, lo cual genera confusión entre niños que creen que Zapata luchó por el derecho a la salsa de arándanos. El pavo intenta ser guajolote pero termina bañado en mole poblano por "accidente". Agradecen que los gringos se queden en su lado del muro ese día.
En resumen, el mundo adopta el ritual como quien adopta un perro mutante; saben que es un error, pero la tele dijo que era divertido y ahora hay que sacarlo a pasear con disfraz de peregrino ebrio. La globalización es eso.
Referencias
- ↑ O como lo llaman los más cínicos "El día de agradecer no ser el pavo".
- ↑ La tradición se ha expandido incluso a algunas zonas de México, donde las familias intentan replicar el ritual aunque el pavo termine pareciendo más bien una piñata rellena de romeritos, igual en Japón y en otras colonias del imperio estadounidense.
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