Incilibros/Guía de vuelo

De Inciclopedia
Ir a la navegación Ir a la búsqueda
Cita3.png¿Tren de aterrizaje? ¿Qué tren de aterrizaje?Cita4.png
El comandante de la nave conversando con la azafata

¡De modo que por fin se ha decidido a montar en avión! Pues está Ud. de suerte; ha dado con el Incilibro adecuado. Preste atención y conocerá de primera mano todo lo que siempre quiso saber sobre este increíble mecanismo locomotor y nunca se atrevió a preguntar porque le daba vergüenza admitir que el único medio de transporte que ha utilizado en su vida es el monopatín con manillar (y sólo los domingos). Para cuando la azafata (¡Perdón!: Auxiliar de Vuelo) alcohólica de turno despliegue su intrigante e inextricable ritual mímico de confraternización con los viajeros en los instantes previos al despegue, usted ya conocerá todo lo necesario como para disfrutar de un vuelo sin más sobresaltos que los inevitables derivados de las rutinarias turbulencias y las relaciones sexuales a treinta mil pies de altitud en la cabina del piloto. (Esto último no es necesariamente cierto, consultar precios y servicios según compañías en su agencia de viajes más cercana).

Tecnología punto.

Introducción: A modo de despegue

Desde los albores de la especie, el Hombre ha querido surcar los cielos cual ave migratoria y experimentar la inigualable sensación de libertad que proporciona contemplar la pequeñez de la humanidad desde las alturas. Los primeros intentos fueron duros. Espachurrantes, sanguinolentos, crujientes y divertidos a más no poder, sí. Pero duros como el duro pavimento al que tarde o temprano había que regresar de una forma por lo general poco elegante y en todo caso excesivamente brusca (como pueden atestiguar los descendientes de aquellos valientes pioneros de la ingeniería aeronáutica, que desafiaron a la física con la sola ayuda de unas cuantas plumas de oca, pegajosa resina de pino, una buena carrerilla, un adecuado desnivel y altas dosis de perseverancia, inconsciencia y temeridad). Hoy, la tecnología nos permite burlar las estrictas leyes del evolucionismo y su escasa generosidad hacia nuestro equipamiento de serie en comparación con los volátiles del más diverso pelaje que pueblan los cielos de nuestro pequeño planeta, gallinas incluidas. Atravesamos océanos y continentes en nuestros pájaros de hierro mientras degustamos el servicio de catering a precios exorbitados. Derribamos hectáreas de selva amazónica y yacimientos arqueológicos para construir aeropuertos con aparcamiento subterráneo, salas multicine y campo de golf. Hemos inventado los aviones y nos sentimos orgullosos. Y por eso meten un ruido infernal.


Primeros pasos: La elección de la compañía aérea

Usted tiene claras dos cosas: Sabe a dónde quiere ir, y sabe que quiere llegar hasta allí en avión. (¡En avión! ¡En avión!). Bien, lo primero de todo es asegurarse de que en su destino existe una pista de aterrizaje. De lo contrario, deberá cambiar de planes, salvo que Ud. sea un miembro de Al Qaeda, o disponga de un martillo contundente para romper cristales y un paracaídas adecuado. A partir de este momento, lo primero que deberá decidir es con qué Compañía Aérea desea viajar, dentro de las posibilidades.


Existen varios motivos para decantarse por una u otra compañía, pero a usted sólo le interesa uno. En efecto, no se trata de la seguridad, el porcentaje de accidentes, la puntualidad del vuelo, la disponibilidad de horarios o la comodidad del servicio. Todas esas menudencias pasan a un segundo plano ante el poderoso influjo de la variable PASTA. Usted elegirá viajar con la compañía aérea de más bajo coste que en ese momento oferte un viaje al anhelado destino. Infórmese adecuadamente: existe un número considerable de empresas aéreas ilegales que transportan

Primera clase: Dinero bien invertido

armas nucleares, inmigrantes ilegales o materiales radiactivos hacia cualquier lugar del globo con unas condiciones económicas francamente ventajosas. Usted puede formar parte de todo eso y vivir emocionantes aventuras junto a las hélices de una avioneta de camuflaje con el depósito agujereado mientras disfruta de las espectaculares vistas del Océano Atlántico o el Desierto del Gobi desde una posición privilegiada.

Si, por algún motivo, esta forma de viaje no pudiera ser tenida en consideración, prolifera últimamente una subespecie de compañía aérea llamada comúnmente "de bajo coste" o "low cost". Se trata de empresas que compran a buen precio los cacharros voladores obsoletos y oxidados que otras compañías deshechan por su aterrador riesgo de explosión, y ofrecen vuelos a bajo precio a cambio de reducir gastos desdeñando las comodidades superfluas y completamente prescindibles de las otras compañías, como las almohadillas cervicales, las mascarillas de oxígeno, los motores auxiliares o el tren de aterrizaje.

Por último, parece ser que empiezan a hacerse un hueco en el mercado las compañías aéreas de coste infinitesimal, en las que, a cambio de una propina más o menos generosa y a gusto del consumidor, se puede volar en aparatos aún más económicos, en los que la ausencia del combustible y del piloto no deben ser óbice para que disfrutemos de una agradable travesía "do it yourself" hasta el punto de destino. Los siempre avispados suizos de IKEA parecen haberse interesado en el asunto y promete ser toda una revolución. ¡No querrá ser el último en experimentarlo!

En el Aeropuerto: La Jungla de Hormigón

Cita3.png¡Oh, vosotros que entráis! ¡Abandonad toda esperanza!Cita4.png
Cartel de bienvenida ubicado en la entrada de los Aeropuertos Internacionales

Ya tiene sus billetes en el bolsillo, y para conseguirlos sólamente ha tenido que vender una córnea. ¡Enhorabuena! Pero ahora llega lo complicado. Cuando se cruza la puerta de entrada al aeropuerto, empieza lo más difícil. Nos vamos a enfrentar a una avalancha de durísimas pruebas físicas y mentales que deberemos superar si pretendemos elevarnos por el cielo en pos de nuestro destino. Repasaremos algunas de las vicisitudes más previsibles, pero recuerde que siempre hay hueco para una muerte inesperada dentro de un Aeropuerto Internacional.

Orientación

Los Nueve Círculos del Infierno Dantesco son poca cosa comparados con los intrincados pasillos de perspectivas imposibles, salas de desesperación repletas de insomnes almas en pena, escaleras mecánicas y no mecánicas que suben hacia abajo y bajan hacia arriba, y terminales esotéricas ocultas tras pasadizos secretos que deberemos recorrer hasta llegar a la puerta de embarque de nuestro vuelo. Mapas de Seis Euros, Oficinas de Atención al Cliente, Monitores Informativos, Hilos de Ariadna, Miguitas de Pan... Todo es inútil, no se moleste. El único modo de llegar a tiempo a su vuelo es el Crimen o el Soborno. Dado que las alternativas pertenecientes al primer grupo (secuestro de funcionarios, amenazas de bomba, etc...) son medios para obtener información que potencialmente podrían acabar dando con sus huesos en la cárcel, nosotros le recomendamos la segunda opción.

Al facturar, deles un beso de despedida.

En todos los aeropuertos internacionales existen unas execrables sabandijas que se arrastran y acechan por las esquinas buscando algo que rapiñar. Se hacen llamar "Personal de Tierra", y le ayudarán a llegar a su destino por el módico precio de un paquete de cigarrillos (son escasos en los Aeropuertos Internacionales) o algún artículo absurdo del Duty Free. No dude en utilizar estas técnicas; de otro modo, el destino que le aguarda puede ser atroz. Observe con atención a su alrededor y se dará cuenta de la cantidad de personas que vagan por el interior del aeropuerto sin otro propósito ya que la mera supervivencia, abstraídos a la búsqueda de alimento y sin ni tan siquiera plantearse la posibilidad de poder encontrar algún día la salida. Usted no quiere ser como ellos. Usted saldrá de ese aeropuerto en avión (¡En avión! ¡En avión!), y a ser posible, con vida.

Equipaje

A la hora de embarcar el equipaje, tiene dos opciones: Llevarlo como equipaje de mano con usted en el avión, o facturarlo. Si desea llegar a su destino con su equipaje, usted deberá escoger la primera opción, y esto no ofrece discusión. Si quiere deshacerse de cualquier objeto incómodo, no tiene más que plastificarlo, envolverlo, facturarlo y respirar aliviado: nunca más lo volverá a ver. Es la oportunidad perfecta para deshacerse de la vajilla que le regaló su suegra, aunque primero deberá convencer a su mujer de la necesidad de llevarse una vajilla de noventa piezas para su viaje a Cancún en Hotel de 5 estrellas.

Con el equipaje de mano hay que tener cuidado: esos tipos de la puerta de embarque son quisquillosos y van armados. No desean que usted pueda llevarse muchas cosas consigo, para que tenga que facturarlas y así se las puedan repartir alegremente en sus reuniones clandestinas de los viernes. Pero este punto requiere de un apartado propio que desarrollaremos a continuación.

En la Puerta de Embarque: Control de Seguridad

¡Atención, niños! La seguridad no es un juego.

Antes de pretender cruzar el umbral de la puerta de embarque, deberá saber que va a ser objeto de un minucioso registro de todos los paquetes, bultos, bolsos, bolsillos y orificios de su cuerpo. Puede que incluso le practiquen algunos orificios nuevos, si es que entienden que con ello pueden resolver alguna incertidumbre que haya podido levantar Ud. con su actitud sospechosa de contrabandista malvado. Deberá ceder a sus requerimientos, o de lo contrario, su cadáver desaparecerá en el olvido entre montañas de viejas maletas extraviadas convenientemente vacías en algún oscuro almacén subterráneo bajo siete llaves, y su familia ni siquiera podrá reclamar el sesenta por ciento de su valor declarado.

Los objetos metálicos disparan la alarma. Las hebillas de los cinturones disparan la alarma. Las monedas de la cartera disparan la alarma. Los empastes disparan la alarma. El exceso de hierro en sangre dispara la alarma. Las Nueve Milímetros Parabellum Semiautomáticas de Calibre 50 disparan la alarma. Las Compañías Aéreas quieren viajeros andrajosos, arruinados, doloridos, anémicos y desarmados. De esta forma son más fácilmente manejables en caso de Incidencia ("Incidencia" quiere decir "Error Fatal que Puede Ocasionar la Muerte de Todo el Pasaje"). Téngalo presente cuando se aproxime al Arco de Seguridad con un juego de cuchillos Ginsu bajo la Gabardina: en algunos casos es preferible facturar.

En el Avión: Qué tengo que hacer y Cómo debo hacerlo

Nunca se debe mirar a los ojos al piloto

Ha traspasado el Arco de Seguridad sin más contratiempos que una incómoda sensación palpitante en el intestino grueso y un recuento anormalmente bajo de espermatozoides debido a la sobreexposición a los Rayos X. Conserva un porcentaje aceptable de su equipaje de mano, y camina decidido hacia la escalerilla del avión que aguarda pacientemente en la pista de despegue sin demasiados agujeros en la carcasa exterior. Todo va sobre ruedas, pero todavía queda lo principal: el vuelo. Existen varias cuestiones a considerar:

Acomodándose en el asiento

Es posible que el piloto se encuentre recibiendo al pasaje en la puerta de entrada. Nunca debe mirar a la cara al piloto: podría no resultar demasiado tranquilizador. Una simpática azafata (¡Perdón!: Auxiliar de vuelo) alcohólica le indicará amablemente su asiento, que indefectiblemente será incómodo cual ladrillo pedregoso y estará ubicado entre el asiento de ventana y el del pasillo. Estos asientos adyacentes estarán ocupados por sendas personas con obesidad mórbida y una higiene personal no demasiado exhaustiva, pero eso a Ud. le dará igual, porque estará demasiado ocupado intentando inútilmente encontrar el chaleco salvavidas que debería hallarse bajo el asiento, pero que misteriosamente habrá desaparecido. No se altere: nadie espera que un chaleco salvavidas haga honor a su nombre en caso de caída libre hacia el océano desde treinta mil pies de altitud en un cascarón oxidado en llamas. En última instancia, resultará más profiláctico el extra acolchado que le proporcionarán sus rollizos acompañantes de asiento.

Las explicaciones pertinentes

Las auxiliares de vuelo alcohólicas le recordarán amablemente la prohibición absoluta de encender un cigarrillo o mantener conectado el teléfono móvil, ordenador portátil, marcapasos o cualquier otro molesto aparatito electrónico que pueda interferir en el Ipod del piloto. Después realizarán una espectacular demostración mímica acerca de las posibilidades que ofrece nuestro avión en caso de desastre absoluto, mientras una alegre voz cantarina le señala las ventajas de introducirse el carné de identidad entre los dientes en pro de facilitar las arduas tareas de identificación de los restos, si procedieran. No dude en insistir a la señorita para que le haga una demostración del inflado a pulmón del chaleco salvavidas en caso de que falle el mecanismo automático, y recuerde grabar con la cámara de su móvil tan divertida secuencia para inmediatamente enviársela a su lista de contactos vía e-mail con su ordenador portátil.

Durante el vuelo

No lo dude: sus rollizos acompañantes se ocuparán de amenizarle el viaje invadiendo su ya maltrecha burbuja de espacio personal de todas las maneras posibles: Roncarán acurrucados sobre sus hombros, y le sapicarán de salsas diversas los pantalones con sus copiosas comidas de alto contenido calórico que de alguna forma han conseguido introducir en el avión. Usted, por su parte, tendrá que conformarse con los menús de comida disecada de astronauta que le ofrecerán las auxliliares de vuelo alcohólicas, y las siempre excitantes turbulencias le quitarán las ganas de intentar conciliar el sueño. Por otra parte, no tenga la menor duda de que, si algún niño con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad se encuentra a bordo, estará ubicado justo detrás de usted bebiendo disimuladamente del café de su madre y jugueteando sobre su cabeza con unas maracas brasileñas recién estrenadas. Recomendación: Preste atención al lenguaje no verbal de las auxiliares de vuelo alcohólicas: Cuando las observe huir despavoridas por el pasillo con expresión de pánico y un paracaídas a la espalda, ha llegado el momento de encomendarse al altísimo y colocarse el carné de identidad entre los dientes.

Aterrizaje y Pie a tierra

No tenía billete.

Está usted de suerte: La auxiliar de vuelo alcohólica anuncia por megafonía el inminente aterrizaje, mientras recomienda volver a abrocharse el cinturón de seguridad que usted no se había desabrochado desde el despegue porque la superficie ocupada por sus rollizos acompañantes hacían físicamente imposible tal posibilidad. Aquí es donde los recortes de presupuesto que habíamos realizado a la hora de contratar el billete se hacen patentes de manera manifiesta: Cuando el artefacto descienda cuatro mil metros en veinticinco segundos, notará un ligero aumento de la presión que le provocara cierta sensación de implosión de los globos oculares y alguna que otra dificultad para mantener la consciencia. No se apure: esas mascarillas de oxígeno caerán como el maná salvador desde el techo del aparato para proporcionarle unos segundos de respiro. Lamentablemente, existe una alta probabilidad de que su asiento, al contrario que el de sus acompañantes, no disponga de un sistema de funcionamiento correcto de suministro de mascarillas. En ese caso, no se preocupe: cierre los ojos y deje que sea el dulce reencuentro del avión con el suelo en dos botes de unos quince metros y derrapaje incorporado por cortesía del tren de aterrizaje de despliegue defectuoso quienes le despierten y den la bienvenida al punto de destino más fresco que una alcachofa.

¡Misión cumplida! Ahora ya sólo resta aguardar pacientemente unos minutos de nada hasta que se desatasque el pasillo de salida y pueda salir de ese cochambroso ataúd metálico dedicándole una sonrisa a la auxiliar de vuelo alcohólica de la entrada. Una par de besos al frío y húmedo pavimento resultarán mucho más gratificantes de lo que nunca habría podido imaginar, pero recuerde que no deberá pensar siquiera en encender un cigarrillo hasta que haya abandonado por completo las instalaciones del Aeropuerto (probablemente sólo le lleve un par de días).

Conclusión

¡Enhorabuena! Ahora ya puede ir por el mundo con la cabeza bien alta: Ha conquistado los cielos y ha vuelto para contarlo. Podrá enseñar a sus amigos y familiares esos folletos sobre absurdas salidas de emergencia del avión como prueba de su hazaña. ¡Y todavía queda el apasionante viaje de regreso! En cualquier caso, no lance las campanas al vuelo: Usted sabe que esa sensación de libertad es efímera, y como todo lo que sube tiene que bajar, tarde o temprano hay que acabar de vuelta a la mundana superficie terrestre como un mamífero cualquiera del tres al cuarto. Pero, por si le sirviera para algo, despidámonos con las siempre sabias palabras del maestro Bob Dylan recordándonos aquello tan bonito de que "Nadie es libre; incluso los pájaros están atados al cielo".

Pistas (de Aterrizaje)