Futbolista
El futbolista es, actualmente, el trasunto uniformado del soldado en los países militarmente apocados. Hace algunos años, las disputas internacionales entre Estados se resolvían como Dios manda, en el campo de batalla, donde silbaban las balas y el estruendo de los cañones acallaba los alaridos del ensangrentado moribundo. Hoy, muchos países han trasladado la defensa del orgullo patrio al campo de fútbol, donde sólo silba el árbitro (de vez en cuando), y el estruendo ensordecedor corre a cargo de la sufrida hinchada de turno. La defensa de la gloria se ha depositado en manos y pies de estos modernos gladiadores, ídolos de masas de capacidades intelectuales no necesariamente elevadas.
Pero esta sublimación de la actividad bélica por cauces aparentemente menos agresivos no nos debe engañar. La encarnizada batalla sigue tan viva como antes, aunque la revistamos de una aparente deportividad a todas luces inexistente. Los tradicionales objetores de conciencia e insumisos del más diverso pelaje se tornan en nuestros días furibundos antifutboleros. ¡Cobardes! Cuando la patria llama, hay que acudir a su servicio, aunque sea de una forma tan descafeinada como esta. Por todo esto, debemos honrar y venerar a nuestros futbolistas como los salvaguardas de la identidad nacional y estandartes de los valores nacionales que representan. A estos héroes modernos van respetuosamente dedicadas estas líneas.
Tipos de Futbolistas
El ser humano en general, y el futbolista profesional en particular, es en sí mismo una entreverada maraña de sentimientos, sensaciones, seres, estares, pareceres, caracteres, ideologías y filosofías, pero podemos agruparlos a todos en cuatro tipos:
- El Ídolo de Masas: Hermosos, atléticos, iconos de la metrosexualidad y líderes naturales de sus huestes. Con una gran presencia en los medios, su carisma y gran poder de convocatoria arrastran a miles de enfervorecidos aficionados (y aficionadas) a prestar su apoyo anímico desde las gradas. Siempre atentos a las últimas modas en lo que a mitología clásica se refiere, encuentran en el apuesto Aquiles a su referente principal. En su agresivo a la par que esmeradísimo look no pueden faltar los inquietantes tatuajes con letras chinas en el antebrazo (de ignoto significado para todo el mundo, incluido el portador); los semanalmente renovables cortes de pelo, y una novia modelo/cantante/artista en general, también renovable semanalmente. Ejemplos reales: David Beckham, Fernando Torres, Cristiano Ronaldo, Rafa Márquez .
- El Gran Capitán: Baluarte supremo del equipo sobre el terreno de juego, representa en carne propia los valores de su Club y antepone los colores de su bandera a su integridad física si es preciso. Un auténtico ejemplar de futbolista de pura raza, y el férreo general que todo ejército deportivo necesita en sus filas. Imponen la disciplina en el vestuario y cargan con el peso de la responsabilidad, hasta el punto de poner fin a su propia vida en caso de sufrir una humillante derrota a manos del enemigo, en cuyo caso son condecorados con la medalla al valor a título póstumo, y con una estatua ecuestre en la sala de trofeos del club. Ejemplos: Raúl González, Carles Puyol, Oliver Kahn.
- El Perro de Presa: Fractura cráneos, tibias y peronés al por mayor, entre otros huesos. De aspecto rudo y malencarado, es el encargado de realizar el trabajo sucio del equipo. En el hipotético caso de ser atrapado in fraganti en su delictiva actividad, su club negará todo conocimiento acerca de las perversas intenciones de este guerrero. Detesta con todas sus fuerzas al Ídolo de Masas, a quien suele garantizar unos cuantos meses de estancia en la enfermería. Su bebida preferida es la cerveza, y gusta de causar tumultos y algaradas diversas allá por donde pasa sus escasas horas de ocio. Ejemplos: Marco Materazzi, Thomas Gravesen, Pepe, Genaro Gatusso, Todos los Jugadores Ingleses (salvo David Beckham).
- El Jugador Desconocido: La IP del mundo futbolístico. Sus anónimas colaboraciones y sus nunca retribuidos sacrificios ímprobos le hacen cargar sobre sus hombros con el peso del equipo, mientras los Ídolos de Masas cargan con el peso del Honor, la Fama, las Mujeres y el Dinero. Sus nombres no interesan a nadie. Suelen ser interpelados por compañeros y aficionados mediante el número que muestran en sus espaldas, casi siempre números muy feos, como el 3, el 15 o similares. (Los números particularmente atractivos como el 10, el 9 o el 42 les están vedados a estos sufridos obreros del balompié). No les podemos aportar ejemplos reales, pues nos son desconocidos.
Posiciones
Como no podía ser de otra manera, el despliegue de las fuerzas en el campo de batalla responde a un concienzudo plan estratégico encaminado a hacer morder el polvo al rival de la manera más aplastante posible. Para ello, los contendientes se especializan en actuar en determinadas posiciones, asumiendo unos roles personales e intransferibles característicos de su ubicación y propósito.
Portero
El último bastión de la defensa de la plaza; el responsable final del mantenimiento inmaculado de la base estratégica. Es el Rey a proteger en esta suerte de violento Ajedrez balompédico. Suelen pasarse los encuentros gritando como posesos para corregir las estupideces de los defensores y recogiendo balones del interior de la red, lo que les ocasiona frecuentes dolores de garganta y problemas de espalda. Sorprendentemente, pueden tocar el balón con las manos, por lo que son el principal objeto de envidia de sus compañeros. Incluso se les permite vestirse con la elegancia de los pantalones largos.
Defensa
Su única función es destruir. Su lema es: "la mejor defensa es un buen hachazo". El perfil del Perro de Presa es el que mejor se adapta a esta demarcación. Los tacos de aluminio son sus mejores amigos, y disfrutan haciendo trabajar a los tipos de la camilla. Comen carne cruda antes de salir al campo de batalla, y no tienen ningún interés en conocer el resultado final del enfrentamiento, con tal de haber extraído unas cuantas piezas dentales por la vía rápida.
Centrocampista
En tierra de nadie. Ni defienden la retaguardia, ni ocupan las primeras líneas de ataque. Ellos suelen decir de sí mismos que son la parte más importante del equipo, pero en realidad se pasan el partido viendo pasar balones sobre sus cabezas, por lo que las lesiones cervicales son muy comunes entre estos especímenes. Antiguamente no se les permitía salir del círculo central del terreno de juego. Por aquel entonces tampoco servían para nada, pero molestaban mucho menos. Para compensar la carencia de sentido de su existencia, muchos de estos hombres se especializan en los llamados "Lanzamientos a balón parado", y cada vez que se les presenta la oportunidad de ponerlos en práctica, agarran el balón para sobarlo, mimarlo, besarlo, acicalarlo, colocarlo dulcemente sobre el terreno y lanzarlo directamente al exterior del estadio o, en su defecto, hacia las partes pudendas del iluso de turno ubicado en la barrera a modo de escudo humano. Curiosamente, los Ídolos de Masas suelen especializarse en esta demarcación, principalmente porque "no hay que correr ni nada".
Delantero
La quintaesencia del fútbol. La línea del frente, primera franja de combate. La mayor de las glorias o el más estrepitoso de los fracasos les están reservados a estos valerosos paladines, encargados de rematar el trabajo de todo su escuadrón fusilando sin remilgos el corazón del enemigo. El éxtasis supremo del gol es su leit motiv, y lo persiguen con ahínco con desiguales resultados. Se caracterizan por arrastrar una vagancia de proporciones bíblicas a la hora de bajar a defender más allá del medio campo, y en contraprestación son quienes más sufren en sus carnes la acción depredadora de los Perros de Presa del equipo rival. Sus ligamentos cruzados internos están hechos fosfatina incluso antes de pasar a un equipo profesional, y suelen acabar en una silla de ruedas a eso de los trenta y dos años. No importa los goles que marque a lo largo de su carrera, porque el delantero será indefectiblemente recordado para siempre por "aquel penalti que falló, el muy cabrón".
El Futbolista suplente: La Tragedia Griega
Nada hay que cause tanto oprobio y humillación a un aguerrido futbolista que el estar condenado al ostracismo de la suplencia. Los titulares les miran por encima del hombro y se llevan a todas las mujeres; sus taquillas son más pequeñas; no son contratados para protagonizar spots televisivos de refrescos y tienen que lavar su propia ropa y fregar los vestuarios al término de los partidos. Únicamente se les permite formar parte del equipo en los partidos amistosos o benéficos, o cuando algún jugador titular está demasiado borracho y/o drogado como para desempeñar su trabajo.
La figura del calientabanquillos es, pues, común en el mundillo futbolístico, pero debemos reconceptualizarla y despojarla de las connotaciones negativas que la contemplan. ¡Los futbolistas suplentes son el Séptimo de Caballería, los refuerzos que acuden al rescate del compañero semi-vencido, la mano amiga que le salva de una muerte cierta en el último momento, el Primo de Zumosol!. Y lo más importante: ¡Cobra el sueldo íntegro! ¿Para qué salir a jugarse el pellejo en un entorno hostil y peligroso pudiendo ejercer de reservista, comer pipas, criticar a los compañeros que están en el campo y ver los toros desde la barrera? ¿Pues entonces?
Y después, ¿qué? (El Prometedor Futuro de un Futbolista Retirado)
El futbolista disfruta de una de las profesiones más reconfortantes y placenteras que imaginarse puedan. Pero su desarrollo profesional es de corto recorrido. El deporte de elite conlleva una preparación física tan elevada que sólo puede ser mantenida a su máximo nivel durante unos pocos años, y el futbolista se encuentra enseguida con la necesidad de reconducir su vida profesional. Pero es extenso el abanico de posibilidades que se le ofrecen llegado el momento a estos héroes de la patria. Su extraordinaria formación física y mental le abre las puertas de todo un mundo de oportunidades laborales. Veamos algunos ejemplos.
- Alistarse en el Ejército Profesional: La transición entre ambas dedicaciones es suave como la seda y apenas se requiere un periodo de adaptación previo. El que ha servido con honor a su país sabe que nunca podrá dejar de hacerlo, y la División de Infantería puede ser el lugar idóneo para seguir asombrando al mundo con supersónicos desmarques, entradas criminales al tobillo y testarazos inapelables.
- Sacarse el carné de entrenador: Una de las opciones más utilizadas. Después de años y años de acatar con disciplina los designios del Entrenador Jefe, ¿quién no se sentiría tentado de tomar esos galones y ocupar su lugar? Esos exámenes no pueden ser tan difíciles para un futbolista de elite que a punto estuvo de conseguir el de conducir.
- Convertirse en Hombre Anuncio: La diferencia entre ser la imagen oficial de Dolce & Gavana en el mercado internacional y colgarse a las espaldas ese cartel de "Ultramarinos Paquita" para pasear por el barrio es sólo cuantitativa. Ya dejó dicho Kant que lo importante es la esencia de la acción, y en este caso, colgarse ese cartel resultaría poco menos que un Imperativo Categórico de primer orden.
- Toxicomanías: Todos esos años de anabolizantes salvajes suponen un rodaje fenomenal. El ex futbolista está sobradamente preparado para entregarse en los brazos de las sustancias psicoactivas más perniciosas y sacar tajada del asunto. Si personajes tan ilustres como Diego Armando Maradona, Paul Gascoine o el mismísimo Emilio Butragueño lo hicieron, ¿a qué estamos esperando? Después, el paso por un par de clínicas de desintoxicación y la promesa pública de luchar por un futuro mejor devolverán al estrellato al ex futbolista más olvidado. ¡Y que le quiten lo bailao!
- Aliarse con los medios de incomunicación:Maravilloso ejemplo que dan algunos ex-futbolistas que ni siquiera acabaron el jardín de infantes o el maternal para analizar el ridículo que efectúan tipos igualmente lerdos.
Dinero fácil: Convierta a su hijo en un futbolista
¡Maldición! Si usted hubiera leído este artículo hace años, ahora mismo estaría disfrutando de esa vida de éxito y placer que tanto envidia. Lamentablemente, ya es un poco tarde para usted. Pero no desespere: si tiene uno de esos hijos pequeños que abundan a tutiplén, aún tiene una oportunidad de salir de la miseria. Si no lo tiene, póngase de inmediato manos a la obra para conseguir uno. Si puede ser brasileño, mejor que mejor. Haremos de él una auténtica estrella del balompié, con sólo seguir estos cómodos pasos:
- Su retoño debe ser un varón. El fútbol femenino no da dinero. Si desgraciadamente ha salido niña, hay hormonas de sobra para solucionar eso. Si es tan feo como usted, nadie se dará cuenta.
- Nada de muñecos ni sonajeros. Rodee al pequeñuelo de armas de fuego (preferiblemente simuladas) y balones de reglamento, para imbuirle del espíritu castrense-futbolístico que nos interesa.
- Vísta al pequeño con diseños exclusivos y tatúe el 45% de su cuerpo con letras chinas y símbolos tribales. Los grandes equipos de fútbol se mostrarán muy interesados por hacerse con los servicios de un niño tan prometedor.
- Ni se le ocurra escolarizar a su hijo. Todas esas horas entre aulas, libros y pizarrones suponen la pérdida de un tiempo precioso que puede dedicarse a la mejora de la técnica del lanzamiento del córner. Los grandes equipos no quieren que sus jugadores sepan trigonometría. Ni siquiera sabén qué es eso de la trigonometría. Usted nunca había oído esa palabra antes. ¿Para qué preocuparse?
- Por último, consiga fotos comprometedoras del presidente del equipo de futbol de sus amores practicando sexo oral en el aparcamiento de las instalaciones del club. Usted sabe cuál es la mejor manera de lograr esas fotos. No dude en poner de su parte cuanto sea necesario para lograrlo. El sacrificio merece la pena.