Geisha

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Nihonnoban.png Konnichiwa!! Este artículo habla sobre la isla de China donde todos juegan Dragon Quest y se masturban entretienen viendo anime.

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¿Le sirvo más té, <inserta tu nombre aquí>-sama?

Las geishas o geiko (en japonés: 芸子, "compañía aseguradora de autos") son prostitutas de lujo damas de compañía japonesas cuyo trabajo consiste en entretener a acaudalados y distinguidos caballeros recitando poesía, sirviendo el , danzando, tocando el shamisen, escribiendo best-sellers autobiográficos, contando chistes de Jaimito y otras tonterías por el estilo, como si estos señores no estuvieran secretamente interesados en otra cosa.

Historia

Cuando en Japón se enteraron de que a Anita Alvarado le decían "La Geisha Chilena", le declararon la guerra a Chile.

Esta institución tuvo su origen en el Kioto del siglo VII, cuando estaba bien visto acostarse con mimos (por eso las geishas se pintan la cara de blanco), y surgió como una forma de darles trabajo a las jóvenes que habían perdido a sus familias a manos de cangrejos gigantes o en las tantas guerras del Japón feudal, convirtiéndolas en esclavas sexuales. Después los shogunes decidieron que querían convertir a las geishas en mujeres que usaran la boca para complacer a los hombres no sólo en el sentido literal, y así se crearon las primeras escuelas de geishas. En los siglos posteriores se las solía encontrar en los callejones de teatros y salas de té, entreteniendo a sus clientes con su cultura, ingenio y refinación.

Pero al igual que el antisemitismo, el genocidio, la eugenesia y otras cosas divertidas, las geishas pasaron a ser algo mal visto tras el término de la Segunda Guerra Mundial, ya que hacían recordar demasiado a las antiguas tradiciones imperiales de la preguerra, además de que los Aliados habían introducido la pornografía en el país, si bien es cierto que durante la ocupación norteamericana de Japón el oficio de las geishas experimentó un breve renacimiento, gracias a los cientos de soldados gringos dispuestos a buscarle refugio a su anguila a cualquier precio.

Hoy, al no ser capaces de competir con los travestis tailandeses y las waifus, las geishas se han convertido en una especie en peligro de extinción que vive diezmada en pequeñas reservaciones en Atami y en los barrios rojos distritos de Gion, Shimbashi, Asakusa y Kagurazaka.

Formación

El proceso de aprendizaje de las aspirantes a geisha es más precoz incluso que el de los entrenadores pokémon, puesto que ya a la edad de 5 años son compradas como esclavas adoptadas por una okiya, que es una manera elegante de decir "puticlub". A partir de entonces, la aprendiz de geisha dedicará los próximos 148 años de su vida en entrenarse en el noble arte de mantener contento al hombre. Y no, el entrenamiento no se limita solo a aprender a preparar sándwiches, planchar camisas y conocer la regla del offside.

Ceremonia japonesa del té.

Entre las disciplinas que la geisha debe dominar completamente para poder vivir a costillas de un baboso con dinero, se encuentran: la caligrafía, porque ningún hombre querría acostarse con una mujer que parece que escribe en japonés árabe; la danza, principalmente bailes tradicionales como la Maka-rena, la Maiyo-neza, la Danza del Gorila y la Danza en el Arroyo; tocar el shamisen con los dientes, a lo Jimi Hendrix; hablar de política sin que nadie termine apuñalado; desnudarse y cubrirse el cuerpo de sushi para que turistas y viejos pervertidos coman de ella; embriagar con sake a dichos turistas y viejos pervertidos para robarles la billetera; y, sobre todo, la ceremonia japonesa del , un elaborado ritual budotaoísta zen en el que se invocan los 5 elementos (tierra, fuego, viento, agua y corazón) para atraer la armonía, ritual que se prolonga tanto que para cuando termina el té ya está frío así que la geisha tiene que volver a poner la tetera y volver a repetir la ceremonia una y otra vez hasta que ya nadie quiere tomarse el puto té y mejor se preparan un café.

Cuando la joven aspirante a geisha llega a una edad en la que empieza a provocar pensamientos lascivos entre los hombres, se celebra un ritual llamado mizuage, en el que la joven le vende su virginidad a alguna alma caritativa dispuesta a probar carne de loli con tal de liberarla de la maldición de poseer un himen. Una vez consumado el delito mizuage, la aprendiz se convierte oficialmente en geisha, pero antes debe pasar por un último ritual de iniciación llamado "cambio de cuello", en el que la piel del cuello le es retirada quirúrgicamente con métodos perfeccionados por el Escuadrón 731 y reemplazada por piel de gallina.

Accesorios

  • Maquillaje: Consiste en una base blanca y lápiz labial rojo, fundamentales para darles a las geishas un perturbador aspecto de muñecas de porcelana, demostrando que los japoneses sólo se sienten atraídos sepsualmente por lo no-humano. El maquillaje base está hecho de una mezcla de mierda de paloma, leche de toro y concentrado de plomo altamente tóxico (que suena parecido a "exótico", así que es bueno).
  • Peinado: Las geishas llevan un elaborado peinado a lo Amy Winehouse para que no las confundan con la niña fantasma de Ringu a causa de su rostro blanco.
  • Kimono: Prenda que parece una bata de baño elegante, aunque las geishas no se lo quitan ni en la ducha porque se tardan como 3 horas en ponérselo.
  • Jeta Geta: Sandalias de madera con plataforma de 2 metros que hacen que las geishas tengan que caminar como los pingüinos. Las usan con calcetines blancos para evitar que les salgan esas simpáticas marcas enrojecidas en los pies provocadas por llevar sandalias durante un día muy soleado.
  • Shamisen: Instrumento musical hecho de piel de gato y huesos de kappa que es una especie de versión china japonesa de la guitarra. La geisha toca el shamisen como acompañamiento musical para recitar haikus o mientras alguna otra geisha baila la Danza del Caballo.
  • Abanico: Elemento tradicional japonés introducido por Locomia en los 80.
  • Sombrilla: La geisha lleva sombrilla hasta de noche porque tiene que verse igual de pálida con o sin maquillaje (igual que los góticos).

Memorias de una geisha

Afiche de la película.

Memorias de una geisha es un libro que narra la miserable vida de Chiyo, una geisha japonesa pobre nacida a principios del siglo XX, y su meteórico ascenso hasta convertirse en la zorra mantenida pareja de un señor conocido como El Plesidente. Y quién mejor para escribir este libro que un hombre blanco estadounidense cuarentón nacido a mediados del siglo XX y miembro de la acaudalada familia Ochs-Sulzberger (dueños del New York Times, que curiosamente es el periódico que elabora la lista de los libros más vendidos). Se convirtió en un best-seller gracias a los millones de ingenuos que compraron la novela creyendo que, con ese título, tendría más escenas de sexo que el diario de vida de Jenna Jameson. En cambio, los lectores se encontraron con páginas y más páginas de detalladas descripciones de kimonos y con personajes tan deformes y grotescos que no los aceptarían ni en Resident Evil.

El ladrillo libro fue llevado más tarde al cine, con un elenco compuesto por actores chinos, surcoreanos, norcoreanos, malayos, vietnamitas, gringos poniendo ojos de asiático y el único actor japonés que existe, según Hollywood: Ken Watanabe. Recibió varios premios, incluyendo el codiciado Prepucio de Vibranium del Festival de Wakanda y el Óscar a la Mejor Película sobre Kimonos.

Véase también

Enlaces externos


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