Incilibros/La Humanidad, según Google
En la Antigüedad, los atribulados ciudadanos consultaban al Oráculo sus dudas e inquietudes en busca de un poco de luz que iluminara sus inseguros pasos por el tenebroso desfiladero de la vida. Hoy día, las cosas no han cambiado demasiado, pero el Oráculo tiene forma de motor de búsqueda de archivos, y se llama Google. La Inciclopedia, en un desinteresado intento por profundizar en las entrañas de la intrincada psique humana, ha elaborado un cuidadoso informe sobre los intereses, dudas, necesidades e inquietudes del Ser humano mediante un exhaustivo estudio de sus búsquedas más frecuentes en el susodicho Oráculo que todo lo conoce.
Metodología
Afortunadamente, el susodicho Oráculo que todo lo conoce es bastante chismoso, y gusta de mostrar a quien quiera escucharle el tipo de consultas que el resto de los mortales, en su ignorante desesperación, le ha arrojado recientemente. De este modo podemos esbozar una disección bastante aproximada de los intereses mostrados por el pueblo llano y preguntón, y desplegar un análisis más o menos pormenorizado de los resultados obtenidos. Para estructurar el estudio de forma rigurosa, hemos dividido los temas de búsqueda según diversos criterios que abarcan gran parte del sistema intelectivo humano: Filias y Fobias, Dudas, Deseos, Miedos, y demás movidas por el estilo.
Temáticas de búsqueda
Dudas e inquietudes
¿Qué es lo que preocupa al Homo Sapiens moderno? ¿Cuáles son sus más hondos quebraderos de cabeza? ¿Qué es lo que le impide conciliar el sueño por las noches? Kant dejó dicho que todo hombre debe hacerse las siguientes preguntas: ¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué me está permitido esperar?[1] Veamos, pues, qué nos dice el Oráculo. Pueden colocar el cursor sobre el título en verde de cada sección para bucear directamente en la oscura noche del alma humana.
- ¿Qué hay ahí afuera?: La curiosidad epistemológica es una inquietud intrínsecamente humana. ¿Qué podemos conocer? ¿De qué está formada la realidad que nos circunda? Si nos fijamos en la imagen adjunta, nos maravillaremos inmediatamente al comprobar que el Hombre vive angustiado por el desconocimiento de su propio Universo. ¿Hay vida en otros planetas? ¿O después de la muerte? Y lo más importante: "¿Hay algo que coma avispas?" Esto es algo que ningún individuo debería desconocer, pues nadie está a salvo de ser atacado de improviso por un furioso enjambre de avispas asesinas, y nunca estará de más disponer de algún animal o vegetal avispófágo para salir de rositas de tan delicada situación. También merece mención aparte el desesperante "¿Hay colegio mañana?", sin duda alguna una cuestión de importancia vital para todo jovenzuelo que acaba de recordar que aún no le ha quitado el forro al libro de texto, y se aproxima la fatídica fecha del examen final.
- ¿Qué puedo hacer?:El Hombre necesita explorar sus posibilidades en el mundo, su margen de actuación ante las cosas que le rodean. De los datos de la imagen podemos deducir varias cosas. La primera, que el sexo femenino parece ser el que alberga mayor cantidad de dudas acerca de sus posibilidades de acción, primando la cuestión reproductiva, y confirmándose así la eficacia teórica del eje Aristóteles - Kant - Darwin. Obsérvese la cuestión cíclica del binomio "embarazo-menstruación": "¿Puedo quedar embarazada cuando estoy menstruando?" "¿Puedo menstruar estando embarazada?" ¿Qué fue primero? ¿La gallina, o el huevo? Y lo más importante: "¿Puedo quedarme embarazada usando un consolador?". ¡Misterios insondables! Pero no podemos obviar otro tipo de inquietudes acordes con el espíritu ecológico del ser humano: "¿Puedo dejar de utilizar los derivados del petróleo y sustituirlos por otros compuestos?". Bueno, en este caso, la respuesta es sencilla: No, si quieres circular a más de veinticinco kilómetros por hora. Y por último, ahí tenemos la innata tendencia humana a la socialización plasmada en la sencilla pero esclarecedora pregunta esencial: "¿Puedo jugar yo?"[2]
- ¿Cómo he de actuar?:Desgraciadamente, la vida no tiene libro de instrucciones, lo que nos deja en una situación de indefensión ante la avalancha de dificultades que se nos presentan diariamente. ¿Cómo, Señor, hemos de obrar en cada momento de la vida? El Oráculo recibe miles de preguntas diarias al respecto. Fijémonos en las recogidas en el estudio. Es comprensible la profunda insatisfacción de quien no conoce el nombre del caballo privado de su capacidad reproductora, pero resulta aún más conmovedora la tensión que se adivina detrás de la implorante cuestión "¿Cómo puedo leer el correo de mi buzón de hotmail si he olvidado mi contraseña?", en la que se unen el ansia por saber y el ansia por comunicarse en este mundo cruel y hostil de contraseñas vitales.
- ¿De qué está hecha la vida?:Observemos las cuestiones realizadas al respecto. Llama la atención la enigmática "¿De cuando acá nos vino?". ¡Quién podría saber eso! O la descorazonada "¿De dónde vengo el más horrible y áspero?", donde el autor se pregunta acerca de sus orígenes más remotos e infernales. Y ¿qué decir de la siguiente?: "¿De qué se ríen las mujeres?". Probablemente, de nosotros. O la más importante de todas: "¿De dónde se obtiene el hule?". Eso, nos tememos, es un acertijo dentro de un misterio envuelto en un enigma que nadie podrá descifrar jamás. Sobre el asunto de las regiones ultraperiféricas de Canarias, podemos decir que ni siquiera los más recónditos parajes insulares le son ajenos a la sempiterna necesidad del saber. La asombrosa cuestión sobre el continente que alberga la noble nación del Canadá es más peliaguda de lo que pudiera parecer a primera vista, teniendo en cuenta el relativismo geográfico que emana de la deriva tectónica de la corteza terrestre. Y no cabe duda de que los de la Inquisición y otros que la apoyan realizan la gran pregunta del siglo: ¿De qué ciudad puertorriqueña es Ricky Martin? A lo mejor es para dialogar... (Corre Ricky, ¡corre!)
- ¿Hay alguien ahí?:Las peticiones de ayuda en forma de implorante pregunta al viento resultan aterradoras. Vemos que los ciudadanos solicitan auxilio y socorro entre el maremágnum de desconocidos que pueblan las anónimas ciudades-colmena de esta post-civilización madmaxiana. Así, inquieren, desesperados: "Alguien me ayuda con Tailandia?". Sin lugar a dudas, el asunto de Tailandia requiere de toda nuestra atención y ayuntamiento de esfuerzos. Encontramos también un desesperado "¿Alguien me quiere?"; o la más impresionante: "¿Alguien vio mis llaves?". Nos imaginamos la angustia de este pobre ente abandonado en la soledad de un cibercafé tras haber perdido su único medio de regresar al dulce hogar. Y no podemos dejar de lado al ciudadano que recaba información sobre frases de amor o amistad para poner en collages, que nos reconcilia con la bondad intrínseca de la especie humana.
Filias y Fobias
Aviso a navegantes: El Oráculo, en su infinita sabiduría, tiene la decencia de no mostrar los resultados que incluyen un lenguaje excesivamente soez, por lo que el material de estudio seguramente no sea completamente descriptivo del grado de desequilibrio mental alcanzado por los seres humanos. Demos las gracias por ello. |
Pasemos ahora a analizar las querencias y extravíos de los hombres que manifiestan su predisposición o disgusto ante asuntos de la más diversa índole a través de sus consultas al Oráculo.
- A favor:¿A qué decimos "Sí" los internautas? Un rápido vistazo al archivo correspondiente nos deja las cosas claras. Comenzamos con un contundente "Sí a los toros", sin duda alguna un alegato contra el maltrato recibido por los malvados toreros en las plazas de gran parte del mundo. La cuestión queda confirmada con el consiguiente y no menos rotundo "Sí a la vida", un canto alegre y optimista que nos refresca el espíritu. La cosa se complica un poco más adelante, cuando nos encontramos con un enigmático "Sí a la eutanasia", unido consecuentemente al inevitable "Sí a la tecnología" que permite tan humana y amable transición a una vida sin duda mejor. Porque, como dice sabiamente el Oráculo, "Si a los 60 no te duele nada, es que estás muerta".
- En contra: Pero no todo han de ser parabienes. Como dejó dicho Camus en el sesudo ensayo "El Hombre Rebelde", está inscrito en lo más profundo del ADN humano el sentimiento de rebelión ante las circunstancias opresoras. Y el Oráculo da fe de ello al reflejar proclamas y soflamas tales como "No a los 902", o incluso "No a los 900", cuyo carácter gratuito no le libra de establecerse como objeto de la ira del anonimato. Los inevitables noes a la guerra y a la Sgae reflejan sin duda el sentir de un pueblo inconformista y consecuente con la defensa de la vida y las descargas ilegales de música, cine y pornografía gratuita. Para terminar, destaca un "No a los toros" que no es sino una prueba más del enriquecedor y variado prisma de la diversidad en la sociedad humana, al entrar en contraposición directa con el "Sí a los toros" del apartado anterior, o tal vez se trate sólo de la representación del 1% de la población bendecida por la reconfortante esquizofrenia.
- Anhelos: ¿Cuáles son los anhelos del hombre moderno? ¿Qué desea en esta vida? Echemos un vistazo a los resultados del Oráculo, y veremos que la cosa empieza bien: "Quiero uno de esos", reza el primer resultado. "Quiero cambiarlo", contradice el segundo. Clara muestra del sentimiento provocado por el frenesí consumista que nos invade, por el que nada nos deja satisfechos, sino siempre con ganas de algo más. Un poco más adelante, asoma la sombra de la crisis: "Quiero trabajar". La maternidad insatisfecha se trasluce bajo el "Quiero quedarme embarazada", ante pretensiones más mundanas, como un hotel (donde posiblemente quedarse embarazada), a ser posible con TV. A fin de cuentas, ser feliz. "¡Quiero ser!", clama un optimista muy lejano a Sartre, que soportaba la carga de su existencia como mejor podía. Un astuto internauta alcanza la virtud en el término medio entre la existencia y la no existencia: "Quiero ser como Beckham". Tal vez sea la solución.[3]
- Necesidades: Demos un paso más allá. No nos detengamos en los meros deseos y adentrémonos en el terreno de las necesidades perentorias. ¿Qué necesita el Hombre? ¿Cuáles son sus más primarias y básicas carencias? En este caso, el orden es descriptivo por sí mismo. El ser humano necesita dinero; en segundo lugar, necesita dinero urgentemente; en tercer lugar, ya que parece que el dinero no viene solo, necesita trabajar para conseguirlo, y en última instancia, lógicamente lo que necesita es un arma. He aquí el germen de la delincuencia: la sociedad es la culpable. Evidentemente, y como se observa a continuación, nuestro protagonista se da cuenta de que lo que necesita es ayuda, posiblemente psicológica, y quizás adelgazar, de lo que deducimos que al menos las carencias económicas no repercuten en el gasto alimentario. Sabiamente, las cuestiones secundarias (drogas, amor, y oxígeno) aparecen en posiciones más retrasadas en la lista.
- Odios:La otra cara de la moneda. Asoma por fin en este estudio la cuestión repulsiva, y lo hace de manera fulminante. Odiamos a los hombres, porque como dijo Hobbes, el hombre es un lobo para el hombre. Odiamos a nuestras madres, a nuestras suegras, a las mujeres en general (eso sí, unos cuantos puestos por debajo de los hombres). Odiamos a la gente. ¡Odiamos a todo el mundo! Aunque resulte desalentador, el odio parece presentarse como el motor de la evolución, y en ocasiones dirigido directamente sobre iconos televisivos y sociales de la talla de Belén Esteban o Miley Cyrus. Resulta sorprendente que el sistema de odios se centre particularmente sobre los miembros más cercanos del microsistema familiar, la célula de la sociedad moderna, como una suerte de enfermedad autoinmune contra la que no habrá trasplante medular que valga. ¡Estamos perdidos!
Más desvaríos
- Miedos:Llegados a este punto, la situación se torna inquietante hasta más no poder. Descubrimos con estupor que el contenido de los más enraizados miedos que perturban al ser humano tienen mucho que ver con entrar en las cocinas de sus casas, posiblemente por las altas probabilidades de encontrarse con sus madres de improviso. Respecto al llamativo temor al punto muerto y la marcha atrás, sólo podemos deducir que la falta de control sobre la propia vida se sublima sutilmente hacia el mundo del motor, aunque no podemos descartar por completo interpretaciones contraceptivas al respecto. Por último, nos encontramos con el comprensible miedo a la Luna, pues de todos es sabido que su poderosa influencia provoca maremotos, tsunamis y arrebatos irrefrenables de furibunda licantropía, además de una lamentable caída del cabello en cada uno de sus frecuentes cambios de ciclo.
- Gustos: Como todo el mundo sabe, a la gente lo que le gusta hacer es viajar, mantener relaciones sexuales (con o sin compañía, y a ser posible, sin anestésicas profilaxis) y orinarse encima. Una conjugación de estas tres actividades tendrá casi con toda seguridad en uno de esos viajes a Tailandia que organizan las agencias de turismo, lo que podría explicar la inquietante petición de ayuda acerca de este asiático país que recogíamos unos cuantos apartados más arriba.
- Disgustos: Desafortunadamente para el conglomerado masculino y sus delirios de grandeza, está bastante claro que a las mujeres les gusta una barbaridad hacer el amor, siempre y cuando no sea en compañía de sus novios o esposos, probablemente debido a que estos suelen encontrarse en Tailandia practicando deportes acuáticos la mayor parte del tiempo. Tampoco parece que triunfe la afición al ejercicio físico, de lo que se deduce que la tendencia natural del ser humano apunta hacia circunferencia abdominal perfecta, aunque las presiones externas nos conduzcan a las puertas de los gimnasios cual ex-polizón de barco pirata avanzando por un renqueante tablón hacia los tiburones hambrientos de estribor. Por último, apreciamos la reseñable presencia del porcentaje dolce-far-niente de la población, a quien no parece interesarle absolutamente nada, salvo realizar búsquedas absurdas en Internet, y para los que evidentemente suponemos una circunferencia abdominal perfecta.
- Súplicas: Finalizamos este pequeño estudio deteniéndonos a comprobar cuáles son las peticiones, súplicas y requerimientos desesperados que los anodinos ciudadanos lanzan al ciberespacio cual mensaje de náufrago en una botella de cerveza. Los resultados no pueden ser más esclarecedores: "Por favor, máteme"; "Por favor, róbeme". Pero por encima de todo, "Por favor, sea breve". A fin de cuentas, es lo único que cabe esperar de tan atribulada vida de sinsabores y penurias entrelazadas sin solución de continuidad: un poco de brevedad.
Quizás quiso decir:
Notas a traspiés
Artículo destacado Este artículo ha sido destacado en la Portada por decisión popular. Los rumores sugieren que sus autores fueron instruidos |