Fernando de Szyszlo
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Fernando de Szyszlo (que para que no te confundas lo pronuncias "chischlo" si te crees más intelectual que un huaco, y "sislo" si lo eres) fue un artista peruano que, en un acto de rebeldía digno de limeño, decidió que el arte de verdad no necesitaba figuritas. Es conocido como el "Padre del Expresionismo Abstracto Peruano", aunque para sus amigos más cercanos era simplemente el "Rey del y a qué no me entiendes". Su obra se puede resumir en la gloriosa tradición de pintar sin pintar, lo que para muchos curadores de arte es una "profunda reflexión sobre el ser" y para el resto de los mortales, "una pared que le salieron hongos de colores".
Biografía
Nacido en Barranco, un lugar tan pitoresco que Szyszlo pensó que era demasiado figurativo para ser verdad, el destino del joven Fernando se selló en un momento crucial de su infancia. A los cinco años, su madre le dio una caja de crayones y le dijo: "Hijo, dibuja una casita y un sol feliz". Fernando miró la caja, la casita, y luego rompió todos los crayones en una muestra de inconformidad artística, mezclando los colores y creando la primera obra abstracta de su vida.
Fue un niño peruano tan normal que creció en una casa llena de libros y pinturas, con su padre, un diplomático polaco, y su tío, el famoso escritor Abraham Valdelomar, que seguramente le contaba cuentos sobre fantasmas en lugar de historias de superhéroes. A pesar de estas desventajas y de no haber tenido ninguna oportunidad de vivir la vida dura de un artista. Además, su primer trabajo profesional fue el de repartidor de panetón D'Onofrio en verano, una experiencia que lo traumó con las figuras redondas.
Abandonó la carrera de Arquitectura porque las casas se le caían antes de empezar, mejor se dedicó a la parte inútil del arte. En la Escuela de Bellas Artes, mientras sus compañeros se esforzaban en dibujar bodegones y desnudos que no se parecían a nadie, Szyszlo se dedicaba a lanzar pintura sobre el lienzo para "expresar la angustia existencial del ser andino". Su tesis de grado no fue un dibujo, sino un estornudo ocre perfectamente cronometrado que dejó una composición de gotitas sobre una tela blanca, a la que llamó "La miseria de la trascendencia en la modernidad". Aprobó con honores. Su primer viaje a Europa fue para "encontrar su yo artístico", y regresó con más manchas y un chullo de lana de alpaca.
El arte de las manchas mágicas
La obra de Szyszlo se puede analizar con unos sencillos principios, que son más fáciles de entender que la trama de una telenovela de América Televisión.
- A Szyszlo le encantaban los colores rojo, negro y ocre, colores que, según los expertos, representaban la "convergencia de la tierra, la sangre y el abismo ancestral". En realidad, eran los únicos colores que no se le caían de la brocha y eran más fáciles de limpiar del suelo del estudio. Su obra Pukaqocha (Lago Rojo), por ejemplo, no es un lago rojo, es solo una mancha roja. Se dice que se inspiró en una mancha de ají de gallina que encontró en su mesa y que no le quiso decir a nadie.
- En el universo Szyszlo, no existen las formas. Punto. No hay caras, no hay árboles, no hay nada que puedas reconocer. Su arte es un tributo a las manchas. El objetivo es que, al mirar la obra, te sientas como si estuvieras viendo una ecografía en 4D de una papa a la huancaína.
- Se rumorea que Szyszlo no usaba pinceles, sino que simplemente tiraba los baldes de pintura y luego, con los pies (si no necesitaba formas redondas), la esparcía por el lienzo. El título de la obra dependía de su estado de ánimo. Si estaba de mal humor, lo llamaba "Orqo" (Cerro). Si estaba feliz, "Wayra" (Viento). Si sentía que se iba a morir, lo titulaba "Me voy a comer mi causa rellena preferida". Se dice que su cuadro más famoso fue inspirado por un plato de Arroz con pollo que se le cayó.
Vida personal
La vida de Szyszlo fue un lienzo tan complejo como sus propias obras. Se casó con la poeta Blanca Varela, y juntos, se dedicaron a ser "intelectuales" a tiempo completo, asistiendo a cuanto evento cultural existiera en París para debatir sobre la vida, la muerte y la difícil tarea de explicarle en Perú a la gente por qué una mancha valía más que su sueldo de veinte años. Se cuenta que su relación era tan profunda que, en lugar de discutir, se expresaban con manchas de colores: una mancha roja significaba que estaban enojados, y una ocre que tenían que pagar el recibo del agua.
Más adelante en su vida, Szyszlo se casó con Liliana Yábar, y la pareja se dedicó a vivir en su casa de San Isidro como si fuera una galería de arte viviente. La vida de Szyszlo era, como sus obras, un performance constante. Si llegaba a una fiesta y el pisco sour estaba muy dulce, en lugar de quejarse, pintaba una raya negra. Si la comida estaba fría, pintaba una mancha ocre. Así, su vida se convirtió en un gran cuadro abstracto, donde los colores reflejaban su humor y los trazos, sus frustraciones existenciales. Su legado es que nos enseñó a todos a vivir sin miedo a las manchas.
Últimos años
En sus últimos años, Szyszlo se convirtió en un patriarca del arte peruano, que no es mucho, no es universal, no es conocido, no es bueno, pero es peruano. A sus 92 años, todavía andaba por su casa de San Isidro como si nada, rodeado de sus cuadros y de los doctorados honoris causa que le daban las universidades que servían para congestionar su casa y... sus escaleras. Su legado, sin embargo, estaba más vivo que nunca. Las galerías y los museos le ponían su nombre a las salas para que todos los que no entendían sus cuadros, al menos supieran dónde estaba el baño (siempre a un lado de sus exposiciones).
El 9 de octubre de 2017, la vida de Fernando de Szyszlo llegó a su fin de la manera más inesperada, y para él, seguramente, poética. Murió en un accidente doméstico, junto a su segunda esposa, Liliana Yábar por razones que no queremos saber. La prensa informó que ambos cayeron por las escaleras de su casa tropezando con sus doctorados honoris causa. ¿Cómo podía un hombre que había dominado la "forma sin forma" morir de una manera tan "figurativa"? La caída fue un acto de arte final, una performance que nadie pudo predecir.
Se rumorea que el último pensamiento de Szyszlo fue algo así: "Esto no es una caída, es una representación de la fragilidad del ser humano en un universo caótico, un descenso simbólico al abismo existencial". Su muerte, entonces, no fue un final, sino una obra maestra más, con un título simple pero impactante: "El Gran Descenso". Se dice que cuando los paramédicos llegaron, en lugar de atenderlos, se quedaron viendo la forma en que los cuerpos habían caído, murmurando: "El contraste entre la luz y la sombra es brutal. Un genio, hasta el final".
Obras
A lo largo de su carrera, Szyszlo nos dejó un legado de más de 3,000 cuadros, que son como las palabras que no se atrevió a decir en voz alta. Sus obras no tienen títulos normales, sino nombres que suenan a poemas que te obligan a buscar en Google, como "Orrantia", "Cámara ritual" o "Inkarri", que si bien suena a una marca de Inca Kola, es en realidad uno de sus cuadros más famosos, inspirado en una vieja leyenda quechua.
Las obras más representativas de Szyszlo son las que mejor plasman la idea de que "la forma no importa, el concepto es lo que vale". En el fondo, sus cuadros son un claro mensaje: si no entiendes mi arte, no es mi culpa, es tuya por ser demasiado "figurativo". A la hora de comprar uno de sus lienzos, la gente no solo compraba una obra de arte, compraba también la oportunidad de fingir que entendían lo que era un "choque de culturas en el vacío existencial" mientras sus amigos los veían.
Legado
La obra de Szyszlo ha influido en generaciones de artistas peruanos que se dieron cuenta de que no necesitaban saber dibujar para tener éxito, solo ser "abstractos" (que es la palabra bonita para "desordenados"). Hoy, sus lienzos se venden por millones de dólares en las subastas internacionales, lo que demuestra que es mucho más rentable hacer garabatos sofisticados que dibujar bien.
Se cuenta la leyenda que, en el paraíso de los pintores, Frida Kahlo y Diego Rivera se acercaron a Szyszlo. Frida le dijo: "Yo pinté mi dolor y mi sufrimiento". Diego añadió: "Y yo pinté la historia de mi pueblo". Y Szyszlo, con una sonrisa de oreja a oreja y el plato de Lomo saltado en la mano, respondió: "Yo pinté lo que me salió. Ahora, ¿me explican por qué se venden mis cuadros tan caros?".
Véase también
Andy Warhol • Caravaggio • Claude Monet • Diego Rivera • Diego Velázquez • Donatello • El Greco • Edgar Degas • Édouard Manet • Eugène Delacroix • Edvard Munch • Fernando Botero • Francisco de Goya • Frida Kahlo • Giotto • Henri Matisse • Jackson Pollock • Leonardo da Vinci • Miguel Ángel • Oswaldo Guayasaemo • Pablo Picasso • Paul Cézanne • Pedro Pablo Rubens • Pierre-Auguste Renoir • Rafael • Rembrandt • René Magritte • Sandro Botticelli • Salvador Dalí • Tiziano • Vasili Kandinski • Vincent van Gogh
Ecce Homo • El Grito • Esto no es una pipa • Hombre de Vitruvio • La Libertad guiando al pueblo • La rendición de Breda • Mona Lisa • Tapiz de Bayeux