Literatura inglesa
El autor de este artículo se ha olvidado de poner fotos, o las que hay no son suficientes. Sé buena persona y ayúdanos colocando un par de ellas para la causa. Que la academia te lo premie. |
La literatura inglesa (영문학 en coreano) o literatura en lengua inglesa para los pedantes, es toda aquella literatura escrita en inglés y proveniente de la Jolly Ol' England (y no de su vulgar hija bastarda, ni de aquella isla llena de pelirrojos borrachos). Se caracteriza por ser extremadamente aburrida, aunque sus lobotomizados lectores pretenden que en realidad está llena de elegancia, ingenio y chispa.
Literatura medieval
El inglés fue inventado hace un pijo de años por los greñudos que poblaban las Islas Británicas, siendo este idioma un popurrí que mezclaba los bramidos nórdicos, los ladridos germánicos, los trabalenguas celtas y los atildados refranes latinos, con los incomprensibles balbuceos y graznidos nasales que los normandos importaron a Bretaña tras la invasión de Guillermo el Conquistador en el siglo XI.
Después de crear este bárbaro idioma, a algún nerd se le ocurrió emplearlo para escribir cosas. Una de las obras más antiguas en idioma inglés que ha sobrevivido hasta nuestros días (sin haber sido quemada por fanáticos religiosos o usada para limpiarse el culo en tiempos de necesidad) es el poema épico Beowulf ("Veo lobo", o sea, "Atento al lobo"), escrito por el prolífico Anónimo, aunque también se atribuye su autoría a Tolkien en una máquina del tiempo. El poema va del típico héroe (John Beowulf, interpretado por Arnold Schwarzenegger) que tiene que matar a un monstruo y bla bla bla, una fórmula que ya estaba vieja y gastada en ese entonces. Mejor vean la película (esa donde sale Angelina Jolie mostrando las tetas).
Otra pieza de literatura que seguramente conoces, pero que jamás has leído ni leerás, es el Ciclo artúrico, Materia de Bretaña, Mito artúrico, Leyenda arturiana o como carajos quieras llamar a la colección de leyendas sobre el rey Arturo que escribieron un montón de proto-patriotas ingleses que, cabreados por no tener un héroe nacional al cual rendirle culto emborrachándose, tuvieron que inventarse uno (Winston Churchill todavía no había nacido, y Boudica, aunque resistió valientemente la invasión romana, era mujer y por lo tanto inferior). El mito se fue volviendo cada vez más delirante y alejado de la realidad hasta convertirse en un relato lleno elementos fantásticos: espadas mágicas, un Elegido, hadas, mesas redondas, santos griales, caballeros que piensan en algo más que fornicar, etc.
Pero el máximo exponente de esta época quizá sea Geoffrey Chaucer, un pervertido sexual que disfrazaba sus guarradas como literatura pía y edificante (igual que Carlos Cuauhtémoc Sánchez). Su obra maestra son los Cuentos de Canterbury, una colección de 24 cuentos inspirada en el Decamerón del también pajillero Boccaccio. Los cuentos narran las aburridas aventuras y desventuras de unos peregrinos que viajan a la catedral de St. Foreskin of Canterbury, y cada relato lleva el título de su protagonista ("El cuento del caballero", "El cuento de la criada", "El cuento del tío", etc.).
Literatura del Renacimiento
Flashforward a la Época Moderna: los turcos desconstantinopolizan Constantinopla, el imbécil de Colón llega a América por error, y un tal Johannes Gutenberg (tátaratatarabuelo de Steve Guttenberg, el de Loca academia de policía) inventa la imprenta, para alivio de miles de monjes copistas con síndrome del túnel carpiano.
La subsecuente proliferación de libros lleva a la consiguiente proliferación de ideas, aunque casi ninguna de estas ideas era nueva u original; casi todas eran copiadas a los antiguos griegos, o a los musulmanes (que eran mucho más civilizados que los cristianos y cuya Edad Oscura llegaría recién en el siglo XXI). Una idea que caía de cajón y que nadie había llevado a cabo hasta entonces, por estupidez o pereza, fue la de traducir la Biblia al inglés (el idioma que hablaba Jesús según los gringos conservadores) para que los feligreses británicos dejaran de (literalmente) enterarse de la misa la media.
Esta Biblia (llamada "del rey Jacobo", a pesar de que el rey Jacobo no tradujo ni escribió ni una puta coma) influyó en un tal John Milton, quien, a semejanza de las adolescentes hiperhormonadas que pululan por Wattpad, decidió escribir un fanfic de las Sagradas Escrituras titulado El Paraíso perdido, en el que Lucifer (el bad boy original) es el rebelde, atormentado y sensual antihéroe-protagonista. Como castigo de Dios ante tal herejía, Milton terminaría ciego y redactando en Braille una secuela inferior, más remilgada y mamona (El Paraíso recobrado), para ganarse el perdón divino.
También proliferaron en esta época los llamados poetas metafísicos, con John Donne a la cabeza, quienes, bajo la influencia de la absenta, los libros de Deepak Chopra y (cómo no) la mentada Biblia del rey Jacobo, se pusieron a escribir incoherencias que hasta a MC Ride de Death Grips le parecerían excesivas.
Pero para no seguir dilatando la cosa, iremos al grano. El autor más influyente, celebrado, famoso y sobrevalorado de este periodo es sin duda el Bardo Inmortal de Avon: el gran Guillermo Agitalanza, celebérrimo autor de, entre otras, Romeo y Julieta, Otelo, El mercader de Venezuela, Macbeth la obra escocesa que no debe ser nombrada, Sueño húmedo de una noche de verano, y el guion de El rey león. Y ya está. ¿Qué cosa podemos decir sobre Chécspir que no se haya dicho ya? Ah, sí: a pesar de estar casado con Anne Hathaway (sí, la actriz: gracias a los milagros de la cirugía estética, todavía no demuestra sus más de 500 años de edad), Shakespeare le dedicó algunos de sus Sonetos a un hombre... así que si el buen Bardo no era derechamente más Julieta que Romeo, seguramente pateaba con ambas piernas.
Literatura romántica, victoriana y toda esa vaina
Entre los autores destacados de este periodo (siglo XVIII al XIX, cuando los hombres usaban patillas a lo Elvis y las mujeres usaban vestidos escotados y con largas faldas como de 5 metros de diámetro) cabe mencionar a:
- Jane Austen, considerada la Corín Tellado de comienzos del siglo XIX. Escribió libros que siguen resonando hasta hoy especialmente entre las mujeres, ya que están poblados por heroínas que se ven expuestas al horror indescriptible de tener que recibir visitas inesperadas y escuchar a hombres fanfarrones aficionados a autofelarse, y de sugar babies que se enamoran al ver el tamaño de la casa del héroe.
- Jonathan Swift, autor
del cuento infantilla novela Los viajes de Gulliver y de Una modesta proposición (obra maestra del género vore).
- Las hermanas Brontösaurio (Charlotte, Emily y Anna), que, a causa de los prejuicios machistas de la época, debieron firmar sus obras con seudónimos masculinos (Carlos, Emilio y Ano). Charlotte publicó varios libros, pero el único que merece la pena destacarse es Jane Eyre, versión gótica de Anita la huerfanita, solo que con una vieja loca escondida en el ático. Emily no quiso ser menos que su hermana, así que, a pesar de que apenas escribió un solo libro antes de palmarla, este es considerado una obra maestra; titulado Cumbres borrascosas, es una novela "romántica" sobre un enfermo mental que se enamora obsesivamente de su hermanastra y que le jode la existencia a todo el que se le cruce. Y en cuanto a Anna... bueno, la queremos mucho.
- Thomas Hardy, famoso por sus actuaciones en Mad Max: Fury Road, The Dark Knight Rises, Venom... y un poco menos famoso por haber escrito novelas innecesariamente doomer como Tess, la de los d'Urberville o Jude el oscuro.
- Lord Byron, un pansexual degenerado que escribía cosas ingeniosas (no confundir con Oscar Wilde, homosexual degenerado que escribía cosas ingeniosas).
- Mary Shelley, que creó la novela Frankenstein durante una noche oscura y tormentosa en la que ella y su marido se pusieron a improvisar historias de terror para intentar aplacar la líbido de su huésped, Lord Byron. La pobre Shelley lamentablemente no vivió lo suficiente para ver la enorme influencia que su mamarracho ejercería sobre la cultura popular, ni cómo el mediocre de Michael Crichton reciclaba su concepto, reemplazando al zombie de Frankenstein por dinosaurios.
- Charles Dickens, el que escribió Cuento de Navidad (aunque para los libertarios debería llamarse Cuento de terror), Historia de dos ciudades (sobre un friendzonado que se hace guillotinar por amor... ¡ups, ese era el final!), Oliver Twist (sobre un pobre huérfano que
baila el twistla pasa de putas por culpa de un judío inescrupuloso), David Copperfield (biografía novelada del mago del mismo nombre) y muchos, muchos, muchos, muchísimos libros más que han sido adaptados, parodiados y homenajeados miles de veces por escritores y guionistas sin imaginación.
- Lewis Carroll, un matemático y ajedrecista aficionado a fotografiar niñas desnudas (eran otros tiempos) que para ganarse la "amistad" de una de estas niñas, se tomó un ácido y escribió aquella fantasía lisérgica conocida como Alicia en el país de las maravillas.
Literatura contemporánea
El nombre más importante de comienzos del siglo XX es James Joyce el maldito Joyce y los pobres diablos resbalando medio dormidos por leer Finnegans Wake o Ulises puto Joyce y los críticos en sus torres de marfil y la puta madre que los mil parió sí y esos cabrones que lo elevan al nivel de Shskespeare y Leopold Bloom con sus monólogos de mierda y su stream of consciousness atisbando un estilo experimental para que Borges y Harold Bloom eyaculen en sus grasientos pantalones y cómo carajo quieren que termine de leer sus libros ya no pude más los arrojé por la ventana sí para no tener que volver a verlos y el corazón me corría como loco y sí creo que sí me va a dar un infarto Sí.