Incilibros/Sobrevivir al InterRaíl
Joven, intrépido, mostrando un desprecio absoluto por la vida humana propia y ajena, y resuelto a dedicar varias semanas de su vida a una experiencia indescriptible de exploración, turismo, lujuria, desenfreno y lumbalgias superlativas a partes iguales. Este es el perfil requerido para participar de la Experiencia InterRaíl, un programa de entrenamiento de elite sólo apto para descerebrados marines estadounidenses o descerebrados estudiantes europeos con pocos escrúpulos y ningún miedo a morir. Si usted está dispuesto a intentarlo, está suficientemente chiflado como para no necesitar ningún tipo de indicación previa, pero, por si las moscas, aquí podrá encontrar algunas directrices y orientaciones de las que echar mano en momentos de extrema necesidad. Ponga usted de su parte la inconsciencia y el arrojo. Los infernales caminos de hierro incandescente harán el resto.
Pero ¿qué demonios es eso?
El InterRaíl es, simple y llanamente, un billete de tren que le permitirá realizar cuantos viajes desee con esa maravilla de la ciencia moderna que es el ferrocarril, por las zonas de Europa que usted elija, pudiendo decantarse por viajar por un solo país a elegir (opción de cobardicas y apocados) o por la totalidad del Viejo Continente en su ignota inmensidad (opción escogida por gente aventurera, valerosa y mentalmente desequilibrada como usted). Las condiciones del billete son sencillas: la compañía no atenderá reclamaciones de la familia o la policía al respecto de las posibles desapariciones o muertes violentas de los viajeros. Aunque hay que reseñar que casi el cuarenta por ciento de los usuarios regresan a sus casas sanos y salvos, o al menos con tres extremidades intactas.
Lo primero: A Dónde y con Quién
¿A dónde vas?
El abanico de posibilidades que se nos ofrece a la hora de planificar el destino de nuestro viaje es inmenso, así que no se autolimite. ¿Por qué visitar seis países en quince días pudiendo visitar el doble en la mitad de tiempo? Esos trenes son muy veloces, y la mayor parte de las cosas interesantes a visitar se encuentran en medio kilómetro a la redonda a partir de la propia estación ferroviaria principal, incluyendo la cárcel y la unidad de desintoxicaciones del hospital. Así que no dude en incluir en su itinerario cuantos países, ciudades, poblados, ruinas y simas oceánicas le permita su billete. Tenga, eso sí, algo más de cuidado con el orden de visita. A usted le puede parecer una gran idea visitar el Partenón inmediatamente después de abandonar el barrio rojo de Amsterdam esquivando los balazos de las enfurecidas prostitutas, pero tal vez no sea lo más práctico en términos de inmediatez geográfica. Ante todo, orden y disciplina.
¿Con quién vas?
Determinado el recorrido a realizar, aún queda por concretar un segundo preliminar básico: ¿Quién nos va a acompañar? Debemos meditar pausadamente qué clase de persona queremos tener a nuestro lado durante treinta días de situaciones límite, escenas traumatizantes y experiencias cercanas a la muerte. Debería tratarse de una persona de quien nos pudiéramos servir, a quien no tuviéramos que ayudar y, en última instancia, que nos pudiéramos comer. Piense en sus acompañantes como un elemento más de su equipaje con locomoción propia. Abandone los sentimentalismos, el compañerismo y la camaradería, o no volverá vivo. Deberá tratarse de alguien a quien no le importe lo más mínimo arrojar del tren en marcha mientras duerme para hacerse con su cantimplora en una calurosa travesía por una zona desértica en Turquía. Cuando, a su regreso, sus amigos y familiares le interroguen acerca de su compañero desaparecido, usted sólo tendrá que mover pesadamente la cabeza y, con gesto compungido, musitar un sentido "No lo consiguió" acompañando a una expresión de tristeza infinita. Recuerde conservar la cantimplora para viajes posteriores.
El Equipaje
Fundamental. Deberemos pertrecharnos de un kit de supervivencia básico para hacer frente a las numerosas e impredecibles situaciones de riesgo con que a buen seguro nos encontraremos. Esbocemos una somera lista orientativa de elementos imprescindibles a incluir en el petate.
- Armas de Fuego: El gremio de los interventores de ferrocarril está conformado por implacables perros de presa sin escrúpulos cuyo principal medio de supervivencia es el contrabando internacional de órganos de incautos viajeros de InterRaíl con buenas intenciones y escasos mecanismos defensivos contra los ataques de estos enajenados uniformados. Por no hablar de los inquietantes regidores de oscuros e infectos albergues juveniles de la Europa del Este, las siniestras compañías de alquiler de Scooters en Florencia y sus peculiares métodos de cobro, o los cónclaves de prostitutas armadas que deambulan por los alrededores del Museo de los Horrores Madame Tussaud de Amsterdam. Usted necesita muchas armas de fuego para defenderse de todos ellos, y de los innumerables indeseables más que le aguardan acechando en cada recodo del largo camino que se dispone a recorrer.
- Artículos de Farmacia: Las Armas de Fuego le pueden ayudar a conseguir todo esto, pero será mejor que incluya en su mochila una buena cantidad de medicinas, sondas anasogástricas y preservativos, porque en determinados países las farmacias son ilegales y el único lugar donde se pueden encontrar estos adminículos es el mercado negro. En algunos lugares especialmente recónditos, las sondas anasogástricas son ilegales incluso en el mercado negro.
- Drogas: Deberemos tener en cuenta las particularidades de disponibilidad y economía de cada país en lo tocante a la materia de sustancias estupefacientes. Muchas veces será mucho más efectivo y menos costoso transportar nuestras propias drogas. Además, siempre puede ser una fuente de recursos importante, y un buen sistema de trueque para restablecer nuestras probablemente mermadas reservas de munición. No se preocupe por los perros antidroga de las principales estaciones; pueden ser fácilmente neutralizados con una de aquellas sondas anasogástricas de las que hemos hablado. En última instancia, siempre puede deslizar disimuladamente la materia peligrosa en el interior del bolsillo de su confiado acompañante. No olvide enviarle una postal de la playa al corredor de la muerte desde su próximo destino.
El Idioma
Uno de los principales problemas con el que se encontrará durante su periplo serán las dificultades para establecer comunicación con los indígenas de los países a visitar.
- Lenguaje gestual: La muestra más o menos enérgica del dedo corazón en posición erguida frente a la cara de su interlocutor provocará en el receptor un sentimiento inmediato de empatía para con su postura de desacuerdo al respecto de los términos tratados. Y por si acaso, un buen puñetazo en la mandíbula puede despejar cualquier tipo de duda derivada del peligroso relativismo intercultural.
- Fotografías: Un álbum fotográfico con los objetos más requeridos puede ser adecuado para poder dar a entender a nuestro simpático lugareño nuestra ansiada petición, como una barra de pan, una píldora del día después, u otras cosas. En cualquier caso, deberá tener cuidado, pues en muchos países la posesión de pornografía está castigada, una vez más, con la Pena de muerte.
- Diccionario: Muy útil para golpear en la cabeza al indígena cabrón que se está carcajeando de sus fotografías de la píldora del día después.
Dónde Dormir
Aunque no sea un objetivo primordial en sus planes, usted necesitará dormir. El ajetreo y el traqueteo castigarán sus huesos hasta lo indecible. Deberá buscar un cobijo donde guarecerse de los peligros y pernoctar. Veamos las opciones más comunes.
- El Tren: La opción obvia: aprovechar la noche para viajar y dormir al mismo tiempo, y despertarse al día siguiente en el punto de destino fresco como una lechuga y listo para explorar la ciudad. ¡Ni lo sueñe, amigo! Lo más probable es que amanezca en el interior de un vagón de mercancías con una mordaza en la boca, completamente desnudo y cubierto de material radiactivo procedente de una central nuclear ucraniana rumbo a un vertedero ilegal en el Mar Negro. Jamás deberá bajar la guardia en el ferrocarril o lo lamentará durante el resto de su corta vida.
- En un Camping: Costosísimo transporte, montaje y desmontaje diario de la tienda. Piedras incrustadas en la columna vertebral. Borrachos que comprueban la resistencia de la tienda arrojándose sobre ella sin contemplaciones. Molestos, penetrantes y sospechosos ruidos procedentes de las tiendas adyacentes. Despertarse a las nueve de la mañana en una suerte de horno crematorio de nylon con la cara acribillada por los mosquitos-tigre. Condiciones higiénicas lamentables. Frecuentes expulsiones del recinto a altas horas de la madrugada por escándalos diversos. Violadores profesionales puestos por el Ayuntamiento en la zona de las duchas. Sin lugar a dudas, la mejor opción.
- Acampada libre: ¿Para qué darle todo nuestro dinero a la Mafia Camping pudiendo buscarnos nuestro propio lugar de acampada gratuito y sin restricciones? La playa es la mejor opción. ¡Pero cuidado! En la mayoría de los países, la acampada libre es ilegal, y en Polonia está castigada con la Pena de Muerte. En cualquier caso, hace falta valor para acampar al raso en un descampado en Polonia, que como todo el mundo sabe, es el paraíso de los pingüinos.
- Albergues diversos: Todos conocemos la película Hostel. En realidad, la cosa no es tan grave como la pintan. Es bastante peor. Si usted quiere despertarse en un oscuro callejón atontado por los restos de la anestesia y unos cuantos órganos vitales menos, esta es su elección predilecta. No se preocupe por esa alarmante pérdida de elementos internos; se verá inmediatamente compensada por la proliferación indiscriminada de parásitos desde su intestino tras ingerir el apetitoso y económico menú que le ofrecerán en el desayuno.
Personajes Peligrosos
A lo largo de su viaje, se cruzará con una serie de personajes peligrosos recurrentes que se interpondrán en su camino. Son sus enemigos: evítelos o destrúyalos antes de que acaben con usted.
- El Revisor Loco: Muy abundante en Grecia e Italia. Gusta de agredir a los viajeros de InterRaíl con el aparatito de sellar los billetes hasta romperles el cráneo, aunque no le ofrezcan motivos para ello. Si usted cree que este aparatito es demasiado pequeño como para causar algún tipo de daño, es que usted nunca ha viajado por tren en Grecia.
- El Vigilante Nocturno del Camping Loco: Le atacará con un cuchillo mientras usted duerme para quedarse con sus armas de fuego, artículos de farmacia y drogas. Si no consigue asesinarle, le expulsará del camping por perturbar el descanso de los restantes campistas, probablemente ya muertos. Es recomendable tomar la iniciativa y darle su merecido antes de que pueda atacarle. Al día siguiente, usted ya estará a muchos kilómetros de distancia, así que no debe preocuparse por las consecuencias legales del homicidio. Además, en muchos países, el asesinato de este tipo de personajes no está perseguido por la justicia.
- El Esquizofrénico de los Lavabos de Estación Loco: Usted necesitará, con toda probabilidad, pernoctar en alguna estación aguardando la salida del primer tren de la mañana. Indefectiblemente, en los lavabos de caballeros morará un extraño ser que se alimenta de los cerebros de los confiados mochileros que suelen bajar la guardia en tan incómoda situación de espera. Usted posiblemente no sabrá que las estaciones de ferrocarril se encuentran en el mismo limbo legal que los aeropuertos internacionales: ningún gobierno tendrá la jurisdicción necesaria para acusarle por deshollar vivo a este peligroso enajenado. Puede reutilizar su duro pellejo para remendar su tienda de campaña maltrecha por las cuchilladas del Vigilante Nocturno del Camping Loco anterior.
Conclusión
Si finalmente se decide a experimentar la aventura del InterRaíl, sepa que cuando vuelva (si es que logra salvar su vida) ya nada será igual. Nunca más podrá volver a dormir sobre un colchón. La televisión le resultará un artefacto totalmente inútil. Se alimentará exclusivamente de bocadillos y bolsas de patatas fritas. Rondará las estaciones de tren de cercanías de su ciudad sin motivos aparentes. En lo más profundo de su mirada se habrá quedado marcada la expresión que tan sólo quien ha vuelto de esa terrible experiencia puede irradiar. La vida sedentaria le resultará demasiado sedentaria como para ser considerada vida. Es un alto precio a pagar, pero sin duda merecerá la pena. O puede que no, pero ¿a quién le importa? La conclusión está clara: siempre se puede volver.