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Drácula, de Bram Stoker (película)
Dirección | Francis Ford Cópula |
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Producción | Fred Fucks |
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Intérpretes | Gary Oldman, Aníbal el Caníbal, Buenorra Ryder y otros. |
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Guión | No fue Bram Stoker, por lo que esta película es un fraude |
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Música | Un vampiro polaco. |
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País | Gringolandia |
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Fecha de estreno | Cosecha sangrienta del 92 |
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Género | Terror y Comedia Romántica. |
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Calificación | Al 76% de los vampiros les gusta |
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Premios | Aparte de los descritos en el artículo, se llevó el premio a la mejor chupada (de sangre) |
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Drácula, de Bram Stoker es una película noventera de terror, romance, vampiros y tetas. Aunque en el título dice que es el drácula de Bram Stoker es mentira porque el guionista logró que pasara lo mismo que en la novela pero que a la vez ocurriera todo lo contrario, por lo que es como una especie de versión de bazar chino del original de Stoker, lo cual, por otra parte, a nadie le importa. Prueba de ello es que la película tuvo una estupenda acogida por un público deseoso de ver personas lúbricas que se chupan cosas unos a otros, hasta la sangre si hace falta, lo cual supuso el retorno al éxito de su director, Francis Ford Coppola tras pegársela en el El Padrino III, película que fracasó porque en ella nadie chupa nada.
Argumento
Más allá de otro tipo de subterfugios, la clave para entender esta película terrorífica y grotesca, es que todos los personajes, pero TODOS, están durante todo el tiempo más calientes que las barandillas del Infierno y, claro, cuando son los genitales los que guían los actos de uno, es inevitable terminar haciendo el gilipollas y hasta haciéndose daño.
El príncipe peleas y la princesa buceadora
Nos encontramos en Transilvania en el siglo XV, los turcos se han apropiado de Constantinopla y la Iglesia busca un líder guerrero que les de para el pelo. Entonces escogen a un tal Vlad Dracul, por su armadura estilosa y su afición al pincho moruno. Antes de marcharse Vlad se despide de su prometida Elisabetha, que es una princesa algo lánguida. Le da un besito y se va a la batalla pensando en la sexual recompensa que le dará la princesa cuando vuelva. Ahí en la batalla reparte que ni Bud Spencer y Terence Hill y empala a muchos infieles si bien no lo hace con su propio miembro (se lo guarda para la princesa). Esto es una gran victoria para la cristiandad. Cuando vuelve todo horny a ver a su amada descubre que la princesa se aburría de esperarle y había decidido ir a hacer buceo sin botella por el río, y como su técnica no era muy depurada, pues se había ahogado. Cuando el príncipe se pone a hacerle el boca a boca a ver si logra reanimarla -no piensen que es un acto de necrofilia, que con 48 horas muerta todavía hay esperanza- un cura que andaba por ahí va y le suelta que al haberse muerto por su propia mano está condenada. Menuda la que lió el clérigo.
El tal Vlad se pone hecho una furia que ríete tú de lo de Will Smith y blasfema, maldice, y se pone a comenter actos de vandalismo en la iglesia tales como mearse en la pila bautismal, meterse crucifijos por el culo y hacer pintadas en las vidrieras. Para rematar decide volverse vampiro tras su propia muerte, que así será como se vengue de Dios (la lógica no es el fuerte de Vlad) y, a diferencia del intento de su princesa de ser ondina, él sí que lo consigue. Desde ese momento irá mordiendo a la gente por ahí y bebiéndose su sangre, como si fuera una compañía de seguros.
Un anfitrión detallista como pocos
Así de repente han pasado cuatro siglos y aparece un despacho de abogados en Londres. Resulta que han llamado a un tal Jonathan Harker, pasante, a resolver unos asuntos de otro tal Conde Drácula que quiere comprarse un chalecito en la capital británica. Este Harker es el suplente de otro, Renfield, a quien tras ir a cumplir con estos trámites burocráticos se le corrió la teja (a cualquiera puede pasarle por el papeleo) y ahora le da por comer cochinadas como insectos y moscas. Antes de partir Harker se despide de su novia, Mina, quien se da más que un aire a la princesa submarinista.
Rumanía es un tanto inhóspita, ahí las gentes te miran torvo, llevan dientes de oro y cuando son amables te regalan un crucifijo. Cuando no lo son tanto te dejan tirado en medio del camino, que es lo que le pasa al Harker este. Suerte que su anfitrión es atento y previsor y le ha enviado un cochero terrorífico envuelto en una terrible armadura (es Drácula, pero disfrazado, ji, ji), que eso te hace sentir como en casa. Más cuando te meten en el carruaje a la fuerza de un empujón.
Llegan al castillo y Jonathan se baja del coche, cuando entra en el mismo ve al tal Conde que no es otro que nuestro antiguo guerrero transilvano. Pero cuatro siglos no han pasado en balde y está hecho un carcamal, le han crecido las uñas y hasta los dedos, lleva un kimono que arrastra una capa tres metros por el suelo (por lo que va recogiendo la mierda de todo el castillo). También su sombra va por libre haciendo formas chinescas y, cuando nadie se da cuenta, sacando cuernos. Lo que sí, que como en tantos siglos se ha aburrido bastante, le ha dado por estudiar para esteticién y se peina de una manera tan estrafalaria como trabajosa. Se ve que lo de hacerse vampiro tampoco merece tanto la pena.
Lo que sí se puede decir del Conde es que es una persona de finos modales y que cuida a sus invitados. Lo primero que hace es sacar a Jonathan de cenar, que él mismo le ha preparado una suculenta cena, no ha pedido comida al chino para salir del paso como harías tú. Además jamás bebe... vino, y por eso le deja toda la botella a su huésped, amén de darle cháchara. El Jonathan este, en cambio, no es tan educado, no ahorra en eructos entre bocado y bocado y hasta se burla de los antepasados del Conde, y ahí éste se calienta que todo tiene un límite y le hace una kata con espada, ante lo cual el acojonado Jonathan pide disculpas: estos urbanitas qué se piensan, que una cosa es ser acogedores con los turistas y otra cosa es que los de pueblo sean tontos y se les pueda ir por ahí faltando, ¿no?.
Después de firmar los papeles del chalecito el Conde ayuda a Jonathan a afeitarse, que el tipo es torpón y hasta se corta, y en un alarde de servicialidad le limpia la sangre de la navaja con la lengua (no sé yo si es muy higiénico, pero la intención se agradece). También le fisga a Jonathan la correspondencia y una foto que tiene de su churri y ¡oh sorpresa, se clava a Elizabetha! Realmente no sabemos si son la mismoa reencarnada o solo es una que se le parece, pero al Conde lo mismo le da y se propone ya hacerle la corte. Así que se pone a decir que los hijos de la noche son música para sus oídos (se ve que le gusta el reggaeton) y se pira a trepar boca abajo por la pared del castillo, muy normal todo.
Finalmente Jonathan descubre por la noche a tres putucas que tiene ahí el Conde y que pone a su disposición (mientras él se va a birlarle la chati). Y no son cualquier cosa, que una es Monica Belluci. Después Jonathan, el muy vivales, dirá que el Conde le había dejado prisionero en su castillo preso de estas tres mujeres infernales mientras él ponía rumbo a Londres, pero no veo yo que absolutamente nadie le impida marcharse y hasta parece estar pasándoselo bastante bien mientras ellas le chupan todo. Este conde sí que sabe tratar a sus huéspedes.
Un delicioso viaje en barco
Merced a unos gitanos que tiene de subalternos y mientras ha dejado a Jonathan en tan buena compañía, el Conde se embarca en el Demeter, barco que va hacia Londres. Allí ha hecho cargar unas cajas de tierra de su patria para tratarse el cutis poniéndose barro y la cosa es que funciona porque cuando sale de una de ellas al final del viaje está hecho un pincel: joven, fibroso, con pelazo y un bigotico muy curioso. La tripulación del Demeter... se la ha bebido, así que ya no queda.
Lucy la calentorra
En Londres, Mina se había alojado en casa de una amiga, Lucy, que era una calientabraguetas de espanto. Tres pretendientes tenía la tía, un lord, un loquero y un vaquero, y a los tres calentaba pero con ninguno consumaba, y les tenía todo el día con un dolor de huevos que apenas podían caminar. Cuando Drácula llega a la ciudad decide utilizar una técnica de ligón de bar cutre: en vez de ir directamente por el foco de su interés -Mina- va a por su amiga con el fin, suponemos, de aproximarse a la primera. O tal vez lo hace porque a Lucy la ve facilonga, vete tú a saber.
Y el caso es que mientras los otros tres estaban friendzonizados, Drácula sí consigue sus propósitos. Seduce a Lucy en forma de licántropo, así sin depilar ni nada, que a la chica se ve que le va el matojo porque se deja chupar todo, incluyendo la sangre -los vampiros, al revés que los mortales, se bajan al pilón cuando llega la menstruación- y la vida.
Como los pipiolos a Lucy la ven paliducha deciden llamar a un tal doctor Van Helsing para ver si la encuentra cura. El tipo es una cosa así entre filósofo cínico, cirujano-barbero y supernumerario del Opus, y según se presenta ahí le mete cuatro transfusiones a Lucy, sin mirar compatibilidad de grupos sanguíneos, porque eso no se había descubierto y por que pa qué, y la acaba de rematar. Aunque él dice que se ha muerto por un vampiro, claro.
Amor en tiempos de profanadores de tumbas
Drácula se ha quedado sin montura, ahora va en busca del amor del bueno y empieza a entrarle a Mina. Esta vez sí que se depila, se viste todo elegante (con chistera y unas gafitas para protegerse de la luz, aunque el muy imbécil se pasa el rato mirando por encima de ellas) y vuelve a ser el tipo detallista que había sido con Harker. Que si ahora me puedes ver, que si océanos de tiempo he cruzado para estar contigo, que si te llevo al cinematógrafo que eso va a ser el futuro... invita a Mina a cenar, le susurra palabras bonitas y la enseña a drogarse con absenta. Eso es un seductor y no los garrulos esos que dan cursos por tiktok, y a ella se le va calentando el botón.
Mientras tanto Van Helsing está con la cosa de que Lucy no está muerta, lo que se dice muerta, y que hay que ir a profanar su tumba para asegurarse. Sus tres ex-pretendientes, ven la oportunidad de hacerle lo que no pudieron en vida, que estos hasta muerta de una semana la aprovecharían, los muy puercos. Así que para allá que van todos. Descubren que Lucy efectivamente no está en su tumba, que se había ido de parranda a morder niños. Van Helsing primero hace vomitar a Lucy, luego convence al Lord de que le clave una estaca en el corazón y luego él mismo le corta la cabeza. El Lord le pregunta que si de verdad era necesaria la decapitación. Van Helsing, con una sonrisa entre los labios, responde que lo mismo que hacerla vomitar, que en realidad no era necesario, pero que es divertido. Ahora Lucy podrá descansar en paz.
Jonathan mientras se ha cansado, que hasta el vicio tiene un límite escapado de las tres vampiresas, y aparece en una abadía con evidentes signos de deshidratación y la cadera dislocada. Desde allí escribe a Mina para que vaya a casarse con él por el rito ortodoxo. Y, aunque algo reticente, allí acude ella y tienen una boda triste. Solo entonces Jonathan le confiesa a Mina su infidelidad con las tres elementas aquellas, ante lo cual Mina descubre la verdadera naturaleza de sus sentimientos hacia Drácula. O, traducido de forma más pedestre, se dispone a pagarle los cuernos a Jonathan con la misma moneda.
Energúmenos de Dios
Mina entonces se va con Drácula y se chupan mutuamente la sangre y se comen todo lo gordo y todo lo fino. Mientras esto sucede Renfield en el manicomio grita que Drácula le había prometido la inmortalidad y que en vez de dársela a él se la da a una hermosa mujer. Pero adefesio, ¿qué esperabas?.
Al mismo tiempo que Drácula y Mina practican la gimnasia horizontal en un motel, Van Helsing y los demás cretinos van a casa de Drácula y le rompen todas las cajas de tierra y llenan todo de salsa Ali-Oli. Drácula, al quedarse sin solución habitacional por culpa de estos vándalos decide volver a su país. Ellos le persiguen, llevando a Mina consigo, quien está como gata en celo.
Mina está que se frota hasta con los cantos de las mesas e intenta seducir a Van Helsing. El muy chiflado, cumpliendo con el voto de castidad que le impone la Obra, le planta una hostia hirviendo a Mina en toda la frente y se aleja desabrido. Su venganza no acabará ahí, en su afán de terminar con la lujuria impenitente corta la cabeza a las tres vampiresas, con lo cual se gana también la animadversión de Harker. Aunque como el actor que interpreta a Harker es Keanu Reeves es imposible adivinarlo a través de sus expresiones faciales y su lenguaje corporal, que se mantienen impertérritos durante toda la película, bien le chupen la sangre o bien le den una patada en los cojones, lo mismo da.
Finalmente alcanzan las puertas del castillo de Drácula al mismo tiempo que él mismo. Éste sale de la caja de tierra donde estaba guardado, última que le quedaba, pero ahora es viejo de nuevo y va vestido como Rappel. Uno le da un tajo al cuello y él le responde con tal hostia que le viste de torero, esto sí que es acción.
Entonces Mina da un paso al frente y dice que les dejen solos que ya se encarga ella. Van Helsing entiende que Mina tiene bien subida la bilirrubina y que la jodienda no tiene enmienda y la permite entrar con Drácula en el castillo mientras ellos se retiran. Igual se nos ha ido un poco la mano, se dice.
Mina la Mantis
¿Ahora esperabas que empezase el porno con música de chiquipoin chiquipoin, verdad? Pues no, amigo. Si Drácula se convierte en vampiro, murciélago y no se cuantas cosas más, Mina convertirse no se convierte en nada, pero le corta la cabeza como las mantis religiosas hacen con sus machos. Y no te lo pierdas, que lo hace como un acto de amor. Menos mal que le quería, que si no...
Y así quedan transidos y transfigurados, y se les ve bien guapos en un mosaico. La cabeza de Drácula servirá en lo sucesivo para jugar al baloncesto.
Reparto
Repartir, lo que se dice repartir, reparten chupetones y mordiscos.
- Francis Ford Coppola al mando como director. Como temía que los vampiros atacaran al equipo de rodaje, esta vez no incluyó a su familia en la película, que agradece la ausencia de nepotismo.
- Gary Oldman como Drácula. Actor del método, dormía en un ataud durante el rodaje e iba persiguiendo por ahí a las actrices para morderlas. Menudo no-muerto más vivo. Uno de los papeles más icónicos de su carrera, que fue premiado con una palmadita en la espalda. El Oscar solo se lo darían décadas después por hacer de otro viejo aristócrata decrépito: Winston Churchill.
- Winona Ryder como Mina. La idea del proyecto fue suya, ya que no pudo participar en El Padrino III le fue con esto de Drácula a Coppola quien se aprestó a apropiarse de todo el mérito. Y luego todo mal, todo el rodaje huyendo de Gary Oldman que quería vampirizarla las posaderas. Entiendo que es su método de trabajo, pero va a ser que no, decía ella.
- Keanu Reeves como Jonathan Harker. Mantiene la misma expresión durante toda la película y eso le va genial a su personaje. Su personaje es un coñazo de tío y él un coñazo de actor, así que va perfecta la cosa.
- Anthony Hopkins como Van Helsing. La némesis de Drácula resulta ser un tipo todavía más psicópata que él y ¿quién mejor para interpretarlo que el que dio vida a Hannibal el caníbal? Se pasa media película pegando saltos, haciendo aspavientos y soltando improperios. Dicen que no actuaba.
- Sadie Frost como Lucy. En el único papel más o menos conocido de su carrera esta pelirroja se encarama a todo el que se le pone delante. El asunto es que no es pelirroja de verdad y como nadie la reconocía después con su color de pelo natural, nadie le dio más trabajo.
- Monica Bellucci como una de las vampiresas. Y enseña las tetas. Ya solo por eso merece la pena pagar la entrada del cine.
Y otros tipos en los demás papeles.
La BSO, salvo una canción muy fea del final, es de Wojciech Kilar. No es que Kilar supiera encontrar la música perfecta para la ocasión y que retratra muy bien el mundo de los vampiros, es que el tipo componía así siempre, le salía música de vampiros hasta cuando quería armonizar el cumpleaños feliz.
Premios
La película ganó premios Oscar al vestuario más estrafalario, mejor edición de sonidos de murciélagos y lobos y peor maquillaje, ya que los actores después de maquillados salían más feos que de lo que eran de natural. También ganó premios de la Academia de Monstruos, de la Loca Academia de Policía, y de la sociedad de amigos de Fangoria.
Véase también
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