San Agustín
San Agustín fue un venerado y respetado charlatán de la época romana. Sus teorías de corte neoplatónico acerca de Dios tuvieron gran influencia en el pensamiento cristiano posterior, más o menos hasta el s. XV, cuándo todo quisque se olvidó de él y nadie más le hizo caso.
Biografía
San Agustín nació en el pueblo de Hipona (de hippos (caballo) y na (femenino) => Mujer caballo). Sus padres eran bereberes, él pagano y ella monja. La vocación religiosa de su madre era tal que trató por todos los medios de que su hijo abrazara la luz de la fe. No obstante, este replicó con su primera célebre frase filosófica:
Más tarde se demostró que está frase había sido plagiada a su verdadero dueño, Fernando Fernán Gómez.
Impasible ante los conmovedores sollozos de su madre, Agustín abandonó Hipona y emigró a Cartago en busca de trabajo. Allí encontró curro como guionista de teatro, que le daba para irse pagando los estudios, si bien nunca llegó a ahorrar demasiado por su excesiva afición a la fiesta con mujeres de compañía. A la vuelta de unos pocos años, tras quemar la enésima carta de su madre suplicándole que se transformase en un buen creyente, Agustín abrazó el maniqueísmo (fabricación de maniquíes) para poder aumentar sus ingresos y algún día cumplir su sueño de viajar por el Mediterráneo.
No obstante, pronto su vida sufriría una gran revelación. Paseando por la orilla de una playa espiando a chicas en top-less se topó con un adorable niño que jugaba con la arena. Extrañado por encontrarse con un niño en pleno horario escolar, Agustín le preguntó que qué hacía.
La respuesta abrió un nuevo camino en la mente del futuro filósofo, hasta el punto de que, tras pisotear la cabeza al niño y darle una paliza por haberle insultado, pasó varios meses meditando profundamente acerca del verdadero significado de su vida. Finalmente, hastiado de comerse el coco sin encontrar respuesta alguna, decidió emprender una travesía marítima por el sur de Sicilia para despejarse un poco las ideas. Por desgracia (para todos los actuales estudiantes de Filosofía) el barco se fue a pique gracias a una oportuna tormenta y Agustín consiguió llegar a salvo a las costas de Italia, escondido en un tonel y a punto de servir de cena a los tiburones. Según más tarde contó a sus allegados, estando a punto de perecer entre las aguas se le apareció una visión celestial: un hombre de avanzada edad que caminaba sobre las aguas y le habló de este modo:
Soy el Bien Editado nº 16 y te salvaré si abrazas mi fe y, cada año, me cedes un pequeño porcentaje de tus impuestos
Agustín accedió, dejó a su novia, fue ascendido al rango de santo y permanecería fiel al cristianismo durante el resto de sus días.
Obra filosófica
Las teorías filosóficas que San Agustín formuló durante toda su vida se cuentan por cientos y podrían llenarse bibliotecas enteras sólo comentando las introducciones. No obstante, hagamos un esfuerzo supremo y resumamos aquí las más importantes.
Razón y Fe
Al contrario que otros filósofos cristianos de la época, San Agustín defendió la necesidad de tratar de comprender la fe cristiana desde un punto de vista racional. Para ello, buscó inspiración en el neoplatonismo, que defendía la integración de las ideas platónicas más divertidas (como el asunto de la caverna o las carreras de carros por la bóveda celeste) en un mundo ideal controlado por las máquinas y construido a base de numeritos y letras chinas.
Así, partiendo de esta visión del mundo, Agustín elaboró una teoría según la cual Jesucristo va vestido con un largo abrigo negro y gafas de sol, tiene la capacidad de volar y arrear hostias como panes y se enfrenta a malvados enemigos con uniforme de ejecutivo y cara de extreñidos. Tal y como cabía esperar, estos conceptos eran demasiado avanzados para la época, por lo que la teoría fue rápidamente deshechada.
Interiorización
Teoría barata elaborada por Agustín tras un día de tristeza abrumadora, según la cual la manera más rápida y eficaz para encontrar la verdad es buscar en el interior de nosotros mismos. Este pensamiento constituyó un nuevo fracaso, pues las sondas todavía no se habían inventado y estaba mal visto abrir en canal a la gente, incluso para buscar la verdad dentro de ellas.
Iluminación
Cuándo el alma humana se encontraba perdida, vagando a oscuras sin rumbo fijo ni idea exacta de donde se encontraba, San Agustín dio con una solución extremadamente brillante y luminosa: tan sólo era necesaria una cosa para conseguirlo.
Gracias a la instalación de farolas por las principales calles de Hipona, se redujeron drásticamente los accidentes nocturnos, tales como choques de carros, atropellamientos o apuñalamientos anónimos. En honor a su contribución a la comunidad, el alcalde hiponiense nombró a San Agustín obispo, que se quedó la mar de contento al haber logrado reconocimientos gracias a una de sus teorías.
Demostración de la existencia
¿Tú existes? ¿Yo existo? ¿Sí? ¿No? ¿Y cómo lo sabes? Podría no ser más que una vana ilusión, despertarte mañana y descubrir que todo a tu alrededor era sólo una mera invención. Aún peor, tú mismo podrías ser un simple y erróneo no-ser.
Estos pensamientos atormentaron a todo tipo de filósofos durante años y años, hasta la llegada de San Agustín, que propuso una interesante y eficaz teoría para elaborar una respuesta convincente.
Existo porque me equivoco, y al equivocarme dos veces existo doblemente y creo un clon que también existe, y este a su vez también se equivoca y me mata, por lo cual yo existo porque me matan y el existe al matarme. Él mismo es la prueba de que existo, pues me equivoqué al permitirle existir y luego destruir mi propia existencia, y todo esto partiendo de la existente hipótesis de que existo. Y ahora, camarero, póngame un cubata y demuéstreme que existo, pues si no bebo me muero de sed y ya no existo, y entonces...Ciudad de Dios vs. Ciudad Terrenal
San Bartolomé se va por banda, amaga, recorta, chutaaa... ¡gooooooooooool del Ciudad de Dios!Esto no es exactamente una teoría filosófica, sencillamente se trata de la retransmisión del derbi futbolero entre los equipos de esas dos ciudades vecinas, choque durante el cual San Agustín ejercía de comentarista deportivo gracias a sus habilidades para la retórica. No obstante, debido a que el concepto del fútbol se perdió durante la caída de Roma, en la Edad Media se pensó que esos extraños escritos formaban parte del conjunto de la obra filosófica del gran Agustín. Y como tampoco era como para hacerle un feo, pues no está de más recogerlos aquí.
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Artículo destacado Este artículo ha sido destacado en la Portada por decisión popular. Los rumores sugieren que sus autores fueron instruidos |
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