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Zoología
La zoología es la práctica esotérica del paganismo biológico que estudia a esos seres malamente llamados animales (los seres vivos que no son plantas, hongos, <inserta tu nombre aquí> o bacterias carnívoras, veganas o semifrutíferas). Entre sus principales funciones, pero sí las únicas, están las de localizar, seguir, capturar, disecar y exhibir a cualquier especie animal única y maravillosa, sobre todo las que están en peligro de extinción para que no desaparezca sin dejar registros taxidérmicos (para los raros que se excitan de ver cadáveres peludos disecados o para los raros que no se excitan, pero que también quieren ver museos de ciencias naturales, que tienen más valor intrínsecamente científico que una carnicería, pero no mucho).
El estudio de la zoología abarca desde los animales más pequeños tales como ácaros, micropitufos o microchips de novena generación que aprendieron a tener sentimientos y a aparearse salvajemente para ocultarlos, hasta los más grandes y majestuosamente feos, como los ballenoelefantes voladores del sur del Perú, descubiertos recientemente por tiktockers zoólogos.
En fin, el objetivo de la zoología además de matar furros para los museos, es conocer la diversidad, perversidad, evolución, polución, anatomía, astrología, fisiología, parapsicología, el mal comportamiento y la ecología de los animales reales, surreales, ficticios pero que parezcan reales, o directamente inventados para engañar al jurado y ganar el Premio Nobel de Criptozoología.
Historia
Prehistoria
Esta práctica es tan antigua como la humanidad o la incluso más que ella, porque cuando éramos animales aún nos investigábamos nosotros mismos, a través pero no limitándonos a todos los agujeros de nuestros simiescos cuerpos. Resultando el primer descubrimiento zoológico la ubicación del punto G en los homínidos machos y en otras especies animales que no tenían la culpa de nada.
Posteriormente evolucionamos gracias a una piedra rara que nos dio drogas acústicas y el estudio de la zoología pasó a ser una protociencia con interpretaciones mágicas, místicas, chamánicas que en realidad no tenían mucho peso porque lo importante eran las repercusiones gastronómicas que nos obligaba a probar cada alimaña chica o grande que se pasaba en nuestro camino. Esto nos obligaba a aprender sus comportamientos vivos realizando importantes descubrimientos como que todos los animales huían porque ninguno quería ser comido, con la excepción del perezoso que a pensamiento de nuestros antepasados le daba igual (pero con las nuevas interpretaciones zoológicas modernas, sólo era tonto, lento y mostraba expresiones de dolor de 24 a 48 horas después de ser asado), pero también aprendimos que algunos animales te comen antes que tú a ellos como los osos cavernarios que poseían un extraordinario talento para comerte tres veces antes que pudieras manchar tu taparrabos por el susto.
Tras sobrevivir dificultuosamente a la prehistoria, aprendimos más zoología con los lobos que se acercaban a mordernos los pies por la noche, pero como nos olían tan feo por no usar desodorante para patas preferían comerse las sobras de la cena o a los niños de la aldea, razón por la que nos encariñamos con ellos y los adoptamos haciéndolos digievolucionar en perros con una piedra hueso. Más o menos lo mismo pasó con los gatos, chivos, manatíes, ovejas, cabras, ciervoferatus, gallinas, rata, jabalís, etc. Que pasaron a formar parte de la domesticación gracias a que se acercaban a las aldeas a comer furtivamente y se quedaban por la hospitalidad y el servicio al cliente, formando hasta la actualidad una civilizada conjunción en que son nuestras mascotas y comida (al mismo tiempo) y a veces nosotros la de ellos (véase Rebelión en la granja).
Edad Vieja
Toda esta práctica de observar, utilizar y manipular la evolución animal para lograr que los animales buenos sobrevivieran en el desierto (todos) y que los animales malos murieran en la arenosidad (los cerdos), llevó a las primeras civilizaciones ¡Y todo solamente con empirismo y un descarado y funable rechazo al veganismo! Por supuesto, la zoología tuvo un notable avance porque Aristóteles aburrido de fornicar con imberbes todo el tiempo, se dio a la tarea de hacer CIENCIA en mayúsculas (diferente a la ciencia en minúsculas actual gracias al desuso de las togas con tanga y a que se quiera probar todo en lugar de creerle al de la barba más larga). El filósofo griego se inventó categorías como los animales con sangre y sin sangre, que hasta la actualidad es la mejor manera de clasificarlos pero le llamamos término medio o bien cocido, conjuntó a las esponjas de mar y a las lechugas en el mismo orden animal por el sabor tan parecido que tienen y determinó que las abejas nacían de las margaritas (porque una vez vio a una saliendo de la copa en que se estaba tomando su quinta margarita de la mañana).
Por su parte, Plinio el Viejo (notoriamente más avejentado que cuando era Plinio el Joto Joven), sin ganas de salir al corral a ver qué había, mezcló animales reales con imaginarios. Para vender más pergaminos que Aristóteles se arriesgó y funcionó. Entre otros engendros genéticos describió al unicornio™ como un animal mitad bicornio, que sólo podía ser atrapado por una virgen, justificando el porque nadie lo había atrapado aún. No contento con esto hizo una descripción del carácter del equino, argumentando que era furioso y que tenía un solo cuerno para poder perforar el ano de otros animales por sorpresa o de forma consensuada, eso ya dependía de la zona de la ciudad donde viviera. Galeno M.D. (brutalmente honesto) se basó en la disección de monos y cerdos para estudiar la anatomía humana entre otras cosas porque los humanos no se dejaban diseccionar vivos y él tenía asco de tocar gente muerta porque luego un hachazo en la nuca podía ser contagioso. Así que es el primero que relacionó a la zoología con la medicina al considerarnos a los humanos como monos puercos. Entre otras de sus brutalmente honestas afirmaciones, destacó que el hígado era el órgano más importante del cuerpo ya que es el que metaboliza la cerveza haciendo valer su estatus de médico y haciendo valer su estatus de griego, tenía que hacerle caso a Aristóteles y determinó que el hígado era un animal de la misma especia que las esponjas de mar y las lechugas y que eran intercambiables.
Edad Media
Antes de la Edad Media, pasó algo casi tan grave como el cierre de la Frikipedia, que fue el incendio de la Gran Biblioteca de Alejandría. Que a diferencia de la Frikipedia donde Inciclopedia conservó todo su conocimiento para la eternidad o quizá unos años más, la Biblioteca de Alejandría perdió todo lo que los antiguos científicos habían investigado hasta ese momento, incluyendo sus datos absurdos, inventados y claramente perjudiciales sobre los animales y la forma de hacerlos floreros o plugs anales. Así que la zoología europea medieval tenía que empezar desde cero, para lo cual era menester salir a ver a los animales con sus propios ojos... Pero, ¡Qué pereza! Si ya existía La Biblia para qué iban a querer otros textos o usar sus propios ojos. Por ello el número de animales socialmente reconocidos pasó de miles a estos seis: el becerro de oro, el cordero de dios, el chivo expiatorio, la serpiente dialogante, la langosta comefaraones y la Bestia del Apocalipsis. Otros como perros, burros, aves o peces no se consideraban animales sino extranjeros filisteos.
Los más herejes también tomaban por ciertos los animales del folclor, como el basilisco, que te odiaba si tenías anteojos y una capa invisible, o el bonnacon, que te tiraba pedos a la cara mientras posabas para un pintor renacentista. Los medievales pasaban su corto tiempo de vida escribiendo moralejas sobre los animales para no tener que investigarlos de verdad. Por otro lado, los orientales que se habían quedado con algunos textos antiguos porque se los robaban sin permiso ni decencia (benditos sean) hacían libros científicos de "verdad" sobre zoología. Con cierto estilo de mirar más que de boludear (que ya es al contrario gracias a las redes sociales y a tu profe posmo), investigaron la anatomía, fisiología y comportamiento de los animales, ya que tenían la decencia de verlos vivir antes de hacerlos cachitos después con pólvora para ver como volaban (experimentación y método científico). Describían animales reales como el elefante, que tenía una manguera para latiguearle el culo a otros elefantes o a otros no elefantes, o el camello, que tenía almohadones en sus jorobas para dormir boca arriba en el desierto. Aunque también tenían sus propios delirios como que el rinoceronte servía para detectar venenos (cuando sabemos que en realidad los rinocerontes son los venenosos).
Renacimiento y edad moderna
En el Renacimiento y la edad moderna no había a quien apostarle. Por un lado, los europeos se seguían basando en el copieteo de los antiguos, los viajes de turismo y las colecciones de chucherías. Aunque empezaron a tener más idea de los animales porque los atrapaban para que sus reyes tuvieran zoológicos privados para hacer el amor con los curas frente a los ojos imperturbables de las bestias salvajes (si no lo has experimentando, no juzgues). Pero se seguían inventando cosas. Explicaban que el ya de por sí vilipendiado rinoceronte no era más que un unicornio gordo pero que seguía haciendo cosas lascivas con su cuerno y que el dodo sólo era un pollo con problemas de autoestima que merecía la muerte. Los orientales no lo hacían mejor, pues sufrieron su New Age de manera muy temprana y les añadieron filosofía Osho, del zodiaco, la acupuntura y la lectura de la salud analizando tubitos sangre. Cayeron en la moda de inventar animales tales como el oso panda guerrero dragón 100% real no fake.
Edad contemporánea
A partir de los viajes de Charles Darwin para escapar de la justicia y blanquear capitales en Ecuador, la zoología fue menos boba pero más herética considerándose como pecado mortal el evolucionar o convivir con seres que evolucionaban. La postura zoológica se basaba en leyendas de unos aves con diversos picos, ya sea para desgarrar asado argentino, abrir botellas de tequila, comer bayas, destrozar aviones en vuelo, acuchillar miembros de otras mafias de pinzones, perforar piercings, comer ratones, y todo lo que pudieras imaginar. Según Darwin y sus amigos tortugos, eso se debía a la zoología evolutiva que dictaba que si eras un pinzón y necesitabas robar dinero del cajero, tu pico se convertiría en un destornillador especializado en asaltos bancarios furtivos (por eso en Islas Galápagos no hay cajeros automáticos).
A partir de este descubrimento las ideas zoológicas antiguas fueron cambiando dando paso a la CIENCIA (pues también se recuperó el uso de togas con tanga y a creerle a alguien con barba muy larga como Darwin). Dejaron de creer en la generación espontánea (y aunque cientos de magos fueron linchados en plazas públicas por sacar conejos de sus sombreros, porque la ciencia dice que debían salir de padres conejos, dando lugar al magocidio más grande de la historia y extinguiendo su raza) y consolidaron la existencia de las bacteria que eran las responsables de todo, de la peste negra, de la gripe española, de la Caída de Constantinopla, de la crucifixión de Jesús y peor, del magocidio, les terminaron perdonando porque eran muy chiquitas.
Pero reconocer la evolución no fue suficiente para los zoologos y las nuevas sectas que estaban derivando de ellos (morfólogos, fisiólogos, evolucionista, zoofílicos) que se volvieron altamente insaciables de ver cuál de ellos descubría más especies. En algún momento, alguien descubrió el ADN y los científicos lo secuenciaron todo, porque querían, podían y no había dios que se los impidiera porque poco antes fue derrotado por Kratos.
Los zoólogos más hijueputas actuaban como si estuvieran jugando al "Quién es quién" con los genes. "¿Tienes el gen del pelaje rizado? ¡Tienes que ser un caniche!", "Jajaja, casi, es la secuenciación mi vello púbico" Y así, los animales pasaron de ser seres misteriosos a convertirse en sopas de letras gigantes.
Los científicos más posmodernistas se ponen en plan filósofo y resurgió el debate platónico de si los animales realmente existen o si son solo ilusiones generadas por una supercomputadora de la Atlántida. Solo eso explicaría la existencia hipotética de seres que no han probado ser reales como el ornitorrinco, el tiburón duende o sucesos como la Invasión canguro de Uruguay que permitió la conquista de Sudamérica por los marsupiales (aunque esa sí fue real).
Taxonomía
- Artículo principal: Clasificación de los seres vivos
La taxonomía es el arte contemporáneo escenográfico de ponerle nombres de advocaciones demoniacas latinas a los animales y meterlos en categorías según se parezcan más o menos, aunque a veces no se parezcan en nada, pero que tienen parientes famosos muertos en común. Como tú, tu primo y tu vecino que tienen de pariente en común al lechero del barrio como padre.
El que inventó este lío fue un sueco llamado Taxonberto Linneo y que le gustaba el latín, pero mucho, tanto que su gato se llamaba "Veni, vidi, vici" y su hijo era "Haec, inquit, ego non multis, sed tibi; satis enim magnum alter alteri theatrum sumus" pero le decía "Homo sum, humani nihil a me alienum puto" de cariño (?). El sistema que usó era: dos palabras por animal, una para el grupo y otra para la especie. Por ejemplo, el león se llama Panthera leo, el tigre se llama Panthera tigris y la Pantera se llama… bueno, la Pantera no se llama, porque las panteras son ficticias como la rosa y la banda, pero la Pantera negra es solo una variante afrodescendiente del leopardo. Así sabemos que son primos, pero no hermanos.
Además de las especies, hay otras categorías más grandes y más pequeñas, como subespecies, géneros (hay 250 mil géneros taxonómicos aceptados, pero los que leen libros de biología de primaria te dirán que sólo hay dos), familias, órdenes, clases, filos y reinos, porque también era fan de las monarquías medievales europeas y tenía un TOC con las subcategorizaciones que ahora debemos padecer. Cada una de estas categorías tiene su propio nombre, sus propias reglas y sólo puedes avanzar si matas al jefe final de cada una. Aunque como en cualquier pseudociencia, esto no es algo fijo y seguro, porque los zoólogos se pasan el día discutiendo y cambiando de opinión sobre cómo se llaman los animales y a qué categoría pertenecen. Así justifican el desperdicio del presupuesto del departamento de nombrelogía de cada universidad.
Un ejemplo lo encontramos con el panda gigante, que no se sabe si es un oso o un mapache o alguna especie de dromedario osuno con un especial gusto por el porno casero. Otro ejemplo es el ornitorrinco no sabe si es un mamífero, un reptil, un ave o un alienígena venenoso que pone huevos y es agente secreto; o el dragón de Komodo que aún no determinan si es una especie, una subespecie o un dragón de verdad con terrible aliento por no lavarse la boca después de practicarse un auto cunnilingus. Por eso, si quieres saber los nombres científicos de los animales, visita InciEspecies, que a la fecha tiene un 20% menos de errores que el Código Internacional de Nomenclatura Zoológica.
Morfología
La morfología se dedica a cotillear sobre las formas y las estructuras animales, tanto por fuera como por dentro, y a veces también por arriba, por abajo y al revés si no opone mucha resistencia o a pesar de ella. Es útil para comparar a los animales entre sí, haciendo sentir notoriamente mal a uno de ellos (aunque con suerte a ambos) y para saber cómo se las arreglan y qué hacen con sus cuerpos, porque los animales también tienen sus cosas que no quieren que sepamos, pero que de todos modos les espiamos ejerciendo nuestra autoridad que nos otorga el tener pulgares oponibles y un cerebro lleno de manteca nitrogenada.
Se basa en la observación, la disección (mucha) y la descripción de las partes del cuerpo de los animales, su colocación y sus características físicas externas, trabajo ideal para los amantes de los puzles de carne y asesinos seriales en potencia.
Ejemplificando, el nombre científico del caballo es Equus caballus, donde Equus significa “caballo” y caballus significa “caballo”, porque en realidad es dos animales bípedos que se fusionaron para sobrevivir (aunque no sabemos si Equus es el más suertudo porque puede comer o Caballus es el de mejor fortuna porque puede follar o ser follado, o ambas al mismo tiempo). Se caracteriza por tener entre cuatro y cinco patas con diferentes usos, de cero a una colas, de dos a siete orejas puntiagudas y un hocico alargado de -3 a 90 cm cuya función es incierta.
La morfología también se mete en las tripas de los animales para ver qué tienen dentro, no metafóricamente. Generalmente tienen comida o algún dedo humano que alguien puso ahí sin permiso. Los animales más modernos en sus panzas también tienen neumáticos, transactínidos, tierras raras, tacos y microplásticos, denotando su excelente adaptación al medio.
Otras cosas que los animales suelen tener dentro son sus propiedades no fungibles, como el corazón, el cerebro, el estómago, los pulmones, y otros órganos que no se ven pero que hacen cosas importantes o que no hacen nada pero que están ahí por si acaso. Algunos tienen órganos muy parecidos a los nuestros, pero de diferente tamaño y casi del mismo sabor. Otros los tienen bastante diferentes, como los insectos o los peces, que nosotros no tenemos o que nos gustaría tener, como las alas, las antenas, las branquias o una glándula que produzca veneno para arrojarlo al choro que nos quiere robar el celular.
Anatomía comparada
Se especializa en espiar las partes del cuerpo de los animales y a ver si se parecen o no y luego colorear huesos en libros de texto. En la imagen, el ala de un murciélago, la pata de un ballena y la mano de un humano tienen los mismos huesos, pero con formas, tamaños, intenciones, precios y capacidad para hacer el mal distintos. Aunque pareciera una coincidencia muy extraña, como si alguien hubiera jugado al tetris de esqueleto. Esto se debe a que todos los enunciados somos parientes lejanos que heredaron esos huesos de un ancestro común que tenía una deformidad alaletamano, pero que los fueron cambiando según sus necesidades, para volar, un ala, para nadar, una aleta, para pajearte, una mano (y por eso somos la envidia de los nadadores y voladores). Estas extremidades son estructuras homólogas, y son una prueba de que los animales evolucionamos o a lo sumo que fuimos diseñados por un fetichista de huesos de las patas.
Otra cosa que hace la anatomía comparada es fijarse en las estructuras que hacen lo mismo, pero que no vienen del mismo sitio. Así, las alas de un pájaro, de una mariposa, de un avión o de toallas femeninas con alas, sirven para volar. Esto se debe a que cada uno de ellos inventó esa estructura por su cuenta, adaptándose a su entorno o a sus necesidades. No tienen los mismos huesos, no están hechas del mismo material, no están localizadas en la misma parte, pero con todas vuelas porque la gravedad no diferencia de dónde salen tus alas, sólo te odia porque eres un violador de su ley.
Fisiología animal
Es la rama de la zoología que se dedica a estudiar cómo funcionan los animales por dentro y por fuera, a veces también cuando lo de adentro está por fuera, con esos experimentos condenados por la Convención de Ginebra. De vez en cuando cada pocos millones de años los animales cambian sus órganos o sus funciones para adaptarse a su ambiente teniendo un brutal éxito o extinguiéndose por tontos. Esa es la adaptación fisiológica.
Otras veces, cambian su comportamiento o su forma de vida aunque mantengan sus mismas partes viejas y pasadas de moda. Es la adaptación ecológica. Un ejemplo es el de los cerdos, que empezaron a respirar por el trasero para aprovechar el metano que producían. Les dio una ventaja sobre otros animales que desperdiciaban ese gas. Muchos quisieron imitarlos pero no todos lo lograron. Algunos se ahogaron, otros se intoxicaron y otros se quemaron y sirvieron de cena. A esto se le llama adaptación ecológica exitosa y es la razón del calentamiento global.
Genética animal
Estudia cómo se heredan las características de los animales de padres a hijos, sin necesidad de testamento. A veces, los animales se mezclan entre sí y producen descendientes con características nuevas o diferentes como las tortugas voladoras de Islas Galápagos, que tenían alas pero no sabían usarlas (hasta que un italiano las exterminó tras volverse loco con champiñones). A eso se le llama variación genética, y es la responsable de que te parezcas al ex de tu madre en lugar de a tu padre.
Otras veces, los animales se separan entre sí y no se mezclan más, seguramente por conflictos por los terrenos de la abuela, que es la razón por la que ya no frecuentas a ese primo o prima con quien compartías fluidos. Y a pesar de que los animales son igual o más incestuosos que tú, también pintan su raya. A eso se le llama especiación.
Un ejemplo de variación genética es el de los perros, que tienen muchos tamaños, formas, colores y (depende del restaurante chino al que vayas, sabores) diferentes. Esto se debe a que los humanos los han cruzado entre sí para obtener las características que les gustaban o simple e inocentemente, para burlarse de ellos por su evidente falta de capacidad para respirar. A esto se le llama variación genética artificial, y será la causa del fin del mundo, pero habrá valido la pena para reírnos del pug.
Comportamiento animal
El comportamiento animal es el conjunto de travesuras, gamberradas, agresiones y venganzas que realizan los animales para divertirse, fastidiar a los humanos, aparearse y dominar el mundo (aunque la mayoría se queda en la parte de aparearse). El estudio del comportamiento animal se llama etología, y los que lo practican se llaman etólogos, o también zoólogos psicóticos.
- Comportamiento instintivo. El que hacen sin pensar: Mamar, correr o esconderse (para seguir mamando). Es útil para sobrevivir, pero también muy predecible. Los animales que solo se guían por el instinto son como robots programados para hacer siempre lo mismo. No tienen imaginación ni creatividad.
- Comportamiento aprendido. El que hacen por probar: Abrir latas, hacerse los muertos o bailar. Es divertido para los animales, pero también muy peligroso. Los animales que aprenden cosas nuevas pueden sorprenderse a sí mismos y a los demás, pero también pueden cometer ilícitos que los llevarán a la cárcel de animales o hacer el ridículo.
- Comportamiento social. El que hacen con otros: Juntarse, pelearse, ayudarse o traicionarse. Es muy complicado. Los animales que viven en grupo tienen más amigos y enemigos, más apoyo y más problemas. No tienen paz ni tranquilidad. Son unos sociópatas con patas que no saben estar solos.
- Comportamiento comunicativo. El que hacen para hablar: Mear, gritar, oler o tocar. Es muy necesario para los animales, pero también confuso. Los que se comunican con otros pueden expresar sus sentimientos y deseos, pero también pueden malinterpretar o mentir lo que a la larga provocará el fin del mundo cuando las moscas y los mosquitos malentiendan sus horarios de molestar.
- Comportamiento reproductivo. El que hacen para ligar: Bailar, cantar, regalar o defender. Es placentero para los animales, pero también muy cansado y les puede distraer de cosas como trabajar o escribir en Inciclopedia. Los animales que se reproducen con otros pueden disfrutar del sexo y del amor, pero también pueden sufrir del celo y de los celos. No tienen moderación ni fidelidad. Son unos reproductores compulsivos que no saben decir no.
- Comportamiento inteligente. El que hacen para resolver. Usar palos, imitar, engañar o inventar. Este comportamiento es muy admirable para los animales, pero también muy raro. Los animales que usan su inteligencia para resolver problemas pueden adaptarse a cualquier situación y superar cualquier obstáculo, pero también pueden aburrirse o frustrarse. No tienen límites ni conformidad. Son unos genios incomprendidos que no saben ser normales.
Evolución
La evolución es ese proceso mágico por el cual los animales cambian su estatus genético a lo largo del tiempo para adaptarse mejor a la naturaleza y deslumbrar a sus competidores con nuevas y más mortíferas modas. Se basa en la selección natural, también conocida como la supervivencia del más apto, aunque sea feo, tonto, y débil (recordemos que el animal más macho y fuerte que ha existido en la tierra desapareció, sí, me refiero al Tyrannosaurus Rex Trilobite.
La selección natural actúa como un jurado exigente sobre las variaciones entre los individuos de una especie, que pueden ser el resultado de mutaciones genéticas (véase X-Men), mezclas exóticas entre poblaciones (véase orgía), o incluso aquellos experimentos de laboratorio que parecen sacados de una película de ciencia ficción (véase Tio1.jpg). Algunas variaciones son como superpoderes que aumentan las posibilidades de sobrevivir y reproducirse como ese tipo que tiene el nepe de 5 metros que se puede comer cuando haga falta, mientras que otras son como llevar un paraguas en un huracán, o sea que son graciosas para el que ve como muere el del paraguas. Y luego están esas variaciones neutrales que no hacen ni fu ni fa, y las raras que solo aparecen en los documentales para asombro de la audiencia nocturna.
La adaptación, ese resultado estelar de la evolución, hace que los animales desarrollen características dignas de un desfile de moda que les ayudan a vivir la vida de lujo en su hábitat y a darle esquinazo a sus enemigos. Puede ser morfológica, como los camellos que desarrollaron jorobas no para tocar las campanas de Notre Dame, sino para almacenar grasa y sobrevivir en el desierto sin pasar por un fast food (aunque lo de Notre Dame sería mejor). O fisiológica, como los pingüinos que no se visten de etiqueta para camuflarse en el agua sino para ser invitados a cenas de gala. Y conductual, porque los perros no nos mienten con sus colas, sino que las usan para comunicar emociones, aunque a veces nos confundan con sus señales mixtas y terminan mordiéndonos.
La adaptación puede ser un cambio lento y constante, como actualizar tu teléfono cada año, o puede ser rápida, como cuando tienes que aprender a usar la última app de moda para no quedarte atrás. La presión de la selección natural puede ser tan intensa como un entrenador personal en enero, empujando a las especies a nuevos límites. A veces, esta presión lleva a la creación de nuevas especies que ya no pueden cruzarse entre sí, como si decidieran que es mejor ser solo amigos. Otras veces, la adaptación resulta en especies tan peculiares que nos hacen preguntarnos si vale la pena dejarles vivir o acabar con su sufrimiento a penas les vemos.
Véase también
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