Los Prisioneros

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Los Prisioneros
LOSPRISIONEROS.jpg
Jorge González buscando la inspiración...
Información general
Fundación En los últimos vientos de los 70
Estilo Punk-rock electrónico
Discográfica EMO EMI
Miembros actuales El ego de Jorge González
Otros miembros Claudio Narea
Miguel Tapia
Cecilia Aguayo
Miembros fallecidos Jorge González... un día de estos
Periodo de actividad {{{periododeactividad}}}
Discografía Léase el artículo
Amigos {{{amigos}}}
Enemigos Los fachos
Poderes especiales Ser un éxito comercial cantando feo (muchos años antes que Miley Cyrus), ser los únicos chilenos queridos en Perú, hacer cantar a los perros, lograr que las escobas suenen como guitarras (y viceversa)
Otros Mal de Parkinson (guachuguá, guachuguá)
Cita3.pngComo músicos son muy malos. Me parece que tratan de tener éxito comercial y me parecen unos vendidos, porque yo también soy vendido. Y la ropa que usan es horrible.Cita4.png
Charly García (borracho, obviamente) sobre Los Prisioneros.
Cita3.pngRecuerdo cuando dije que este invierno sería menos frío que el anterior. Y aquí estoy, congelándome...Cita4.png
Meteorólogo después de ser despedido y echado a la calle por chanta.
Cita3.pngLadran, Sancho, señal de que se viene "El baile de los que sobran".Cita4.png
El Quijote sobre Los Prisioneros.
Cita3.pngLatinoamérica es un pueblo al sur de Estados Uniiidos...Cita4.png
Barack Obama sobre América Letrina.

Los Prisioneros fueron una banda de rock chilena que tocaba punk, pop, reggae, ska, post-punk, post-post-punk, new wave, rockabilly, rap, electrónica, synthpop, baladas, vals y en raras ocasiones hasta rock. Está considerada como una de las agrupaciones más influyentes e importantes de Latinoamérica, y la única banda de rock en español de los 80 que no sonaba como Soda Stereo.

Se caracterizó sobre todo por las letras resentidas de su vocalista y por sonar mal y demasiado básico. Sus miembros fueron Jorge González (bajo y consignas políticas), Claudio Narea (guitarra afilada, coros desafinados y esposa coqueta) y Miguel Tapia (batería marchante y, cuando Jorge se lo permitía, voz). Más tarde Narea se fue del grupo pues a él le gustaba más el sonido rockero, en cambio a González le gustaba comerse a la esposa de su amigo, pero volvió cuando estaba hasta el cogote en deudas. En su primera fase, entre 1984 y 1990, sacaron cuatro álbumes, que son los que realmente importan; los demás discos son sólo para fanáticos o masoquistas.

Primeros años

Claudio Narea en 1979 era el típico adolescente sanmiguelino cuya máxima aspiración posible era trabajar de lustrabotas cuando grande. Una tarde que volvía de comprar pan, vio parado en la esquina a un chiquillo como de su edad que estaba vestido de cuero y maquillado como Paul Stanley de Kiss, con todo y peluca y lápiz labial. Narea, siendo un fan de esa banda, no salió huyendo como lo haría cualquiera, sino que se le acercó:

—Hola, ¿cómo te llamas?
—Jorge, ¿y tú?
—Claudio. Oye, veo que a ti también te gustan los Kiss.
—¿Qué? Ohh... sí... por supuesto... Kiss...
—Yo soy fanático. Tengo todos sus discos. Si quieres podríamos ir a mi casa a escucharlos.
—Yo... no suelo hacer esto en la primera cita.
—¿Qué?
—Ehh... no, nada. Vamos.

Sí, tocaban con escobas. Sí, lograron más cosas que tú.

Ese día los jóvenes hablaron durante horas sobre música, a pesar de que Jorge González cada cierto tiempo interrumpía a Claudio para decirle lo bonito que era su pelo. Allí González le contó, por ejemplo, que su canción favorita de Kiss era "Last Train to London". A Narea le pareció raro porque ese tema era de Electric Light Orchestra, pero le creyó pues en ese entonces no existía Wikipedia Inciclopedia. Para su sorpresa, los jóvenes descubrieron que iban en el mismo curso y en el mismo liceo rasca de la comuna de San Miguel. Ahí se hicieron amigos de Miguel Tapia, otro joven melómano que soñaba con ser una estrella de rock tan influyente como Ringo Starr.

Pero era evidente que en gustos musicales no cuajaban. A Claudio le gustaban Kiss, Queen y el rock and roll clásico. Miguel vivía y moría por Los Beatles (es que era tan pobre que no podía comprar más discos). Mientras, Jorge se mojaba con Depeche Mode y otros grupos de mariconcillos con sintetizadores (de hecho pensaba que el Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band era original de los Bee Gees), e incluso se pegaba patinazos cebolleros con Sandro y Raphael. Recién cuando escucharon por la radio a The Clash se dieron cuenta que ya tenían un grupo al cual plagiar podían tocar cuanta huevada ecléctica se les ocurriera: mientras se autodenominaran "rockeros" estaría todo bien.

El recién formado conjunto, de nombre Los Pseudopillos, estaba integrado por Jorge González en guitarra y voz, Miguel Tapia en maletín "batería", y en guitarra rítmica estaba Álvaro Beltrán, un pelafustán amigo del trío al que olvidé mencionar hasta ahora porque soy un pésimo escritor. Claudio Narea, que se creía Sid Vicious y pensaba que podía ser parte de una banda sin saber siquiera tocar un instrumento, quedó fuera. Sin embargo, a la medianoche de la Noche de San Juan, Narea se fue a sentar bajo una higuera, guitarra en mano, y ahí el Diablo le enseñó a tocar.

Como no había consenso si escribir "Pseudopillos" con o sin "P", se rebautizaron como Los Vinchukas, porque ni a escarabajos llegaban. El nuevo nombre no le hizo gracia a los de control de plagas, así que pasaron a llamarse Los Criminales y finalmente Los Prisioneros, bastante apropiado considerando la época en que vivían.

La voz de los '80

Algo grande estaba naciendo en la década de los 80, y no hablamos de la nariz de Jorge.

Las primeras "composiciones" de la banda eran canciones de los Beatles a las que quitaban las voces y les cantaban encima en wachuwey, vendiendo la pomá de que eran suyas. No faltó el inculto que cayó en la trampa. También usaron estas "canciones" para engrupirse algunas chicas. De esta manera Jorge empezó a salir con la hermana de Claudio, y ella le contaba a su hermano que cuando atracaban en la pieza, él le decía a ella cosas como "ahora te llamas Claudio, ponte esta peluca". Claudito, como era ingenuo, no encontró para nada sospechosa esta actitud.

Miguel era el único sin pareja, ya que tenía un póster de Marilyn Monroe y decía que cuando fuera rico y famoso viajaría a Hollywood para pedirle matrimonio. Conmovidos por su estupidez romanticismo, sus amigos le tuvieron que contar que Marilyn había muerto hace años. Miguel se puso completamente fuera de sí con esta noticia ("¡Quiero saber quién fue, quiero saber por qué sucedió!") y en en este estado de conmoción empezó una investigación criminal en la que acusaba, entre otros, a la radio, la prensa, el ratón Mickey, los sandinistas, Rodrigo Beltrán (hermano de Álvaro) y, por supuesto, al sospechoso número uno: el presidente. Cuando hubo superado el impacto inicial, convirtió su investigación en canción, y así nació "¿Quién mató a Marilyn".

En 1982 Miguel se robó una batería roja de un grupo de cumbia, en tanto que a Jorge le dio un atacazo artístico y empezó a componer canciones como loco. Y Claudio... estaba ahí, haciendo cosas de guitarrista. Con el tiempo lograron crear un setlist más o menos decente como para tocar ante un público que no fueran sus ositos de peluche. El primer concierto en vivo de la banda fue ante un grupo de hippies de neuronas quemadas que los pifiaron porque no sonaban como Led Zeppelin. En su segundo concierto se presentaron en un colegio caro con nombre gringo, y de nuevo los abuchearon porque lo más punk que los cuicos del público habían escuchado en su vida era The Police. Para su tercera presentación escogieron el Liceo de Niñas, donde fueron un éxito rotundo (bueno, la verdad es que con tanta pendeja caliente presencia femenina en la audiencia, aunque hubieran cantado "Los pollitos dicen" igual les hubiese ido excelente).

Esta era la portada original que propuso Jorge.

Este era el estímulo no sexual que necesitaban para recuperar la confianza en sí mismos y decidirse a vender sus almas al diablo verde. En 1983 firmaron con el sello Fusión (que era en realidad una fachada para lavar dinero) para grabar su primer álbum: La voz de los '80. El nombre de este disco no se refería a la década de 1980 como muchos podrían suponer, sino que era un homenaje al abuelito de Miguel Tapia que acababa de cumplir 80 años y cantaba muy bien.

La canción que abre La voz de los '80 se llama "La voz de los '80" (versionando la conocida canción del Negro Piñera) y a ésta le siguen: "Brígida de negro" (sobre una flaite-gótica que salía de noche a asaltar y practicar sacrificios humanos con sus víctimas), "Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos" (donde demostraban lo que habían aprendido en la clase de geografía), "Eve-Evelyn" (dedicada a Evelyn Matthei una chiquilla tartamuda con la que Jorge nunca atinó y por la cual lloraba todas las noches hasta quedarse dormido), "Sepso" (canción revolucionaria, tomando en cuenta que en esos años los milicos te podían hacer desaparecer hasta por pensar en la palabra "poto"), "¿Quién mató a Marilyn?" (los pacos), "Paramar" (sobre Evo Morales), "No necesitamos banderas" (canción con letra anarquista y melodía reggae, ideal para complacer por igual a punks y rastas), "Mentalidad televisiva" (sobre las cabritas que 27 años más tarde llorarían a mares la muerte de Felipe Camiroaga) y "Nunca quedas mal con nadie" (sobre Miguel Piñera, Alberto Plata Plaza, Fernando Ubiergo y toda esa manga de artesas clones de Silvio Rodríguez que hasta el presidente de la UDI puede escuchar con la conciencia tranquila).

La voz de los '80 fue considerado por la revista Rolling Stone en 2008 como el tercer mejor disco en la historia de la música chilena, sólo por debajo de clásicos como Quién te mostró el pajarito (este pechito, este pechito) y otros grandes éxitos de Adrián y los Dados Negros y A dónde vas, chica colegiala de René de la Vega.

Pateando piedras

Hola, chiquillas.

Tras aburrirse de copiar el estilo de The Clash, Jorge González decidió plagiar a New Order y Depeche Mode para ver si podía arruinar a la banda repetir el éxito del disco debut con una fórmula diferente, reemplazando el bajo, la guitarra y la batería por sintetizadores y bases programadas. Claudio al principio se opuso a esto, pero dejó de protestar cuando Jorge le puso los ojitos del Gato con Botas, y hasta aprendió a tocar el teclado Casio que le regaló su mamá. A Miguel le daba lo mismo este cambio, siempre que pudiera tocar con sus amigos y que le pagaran por eso.

El nombre Pateando piedras hace referencia a un nuevo deporte inventado por la banda, el cual esperaban que terminara desplazando en popularidad al fútbol con lo caras que eran las pelotas en los 80. Sobre la portada del disco, al principio Jorge le había planteado al mánager de la banda que en la foto salieran los tres en un campo verde enorme, y que se vieran a lo lejos caminando; sin embargo, EMI rechazó la idea ya que, según ellos, iba a parecer un disco de Los Fachos Quincheros. Mientras iban en el Metro de Santiago pensando en qué poner en la carátula, Jorge sacó su Polaroid para tomarse una selfie y, bueno, así se ahorraron la sesión de fotos.

Los delirios de este álbum son: "Muevan las industrias" (canción ambientalista), "¿Por qué no se van?" (sobre los chilenos snobs como Jorge que sueñan con largarse a Europa), "El baile de los que sobran" (himno de los vagos que no trabajan ni estudian porque son "víctimas del sistema"), "Estar solo" (sobre los forever alone), "Exijo ser un héroe" (sobre Bruce Wayne), "Quieren dinero" (tema autobiográfico), "Por favor" (sobre la importancia de ser cortés), "¿Por qué los ricos?" (acerca de por qué tipos como Piñera o Farkas pueden visitar la luna y tú no), "Una mujer que no llame la atención" (tema en 8-bits sobre tener una mujer que sea una dama en las fiestas, un ama de casa en la cocina y una puta en la cama, no al revés) e "Independencia cultural" (sobre dejar de usar anglicismos huevones como happy hour, weekend, resort, performance, etc.). Lo único malo es que el productor del disco era un pelmazo y el sonido era un asco.

Pateando piedras fue publicado justo unos días después que el FPMR le organizó a Pinocho una fiesta sorpresa en el Cajón del Maipo, en la que, por problemas técnicos, terminaron muriendo algunos escoltas del dictador. A pesar del estado de sitio y la salvaje oleada de represión y lumazos en la cabeza, algunos llegaron con vida a la tienda de discos. En total se vendieron 5 copias, todo un récord de ventas para una banda nacional.

La cultura de la basura

Los Prisioneros vendiendo tomates por MTV.
Artículo principal: La Cultura de la Basura

Aunque salió algo más flojito que los anteriores, este álbum igual contiene temas que han sido repetidos hasta la saciedad en las radios: "La cultura de la basura" (la infaltable canción homónima), "Que no destrocen tu vida" (primer himno emo), "Maldito Chewbacca" (canción que denuncia la discriminación racial contra los wookiees), "Lo estamos pasando muy bien" (sobre lo bien que estaban las cosas con los milicos, en especial para los bolsillos de los vendedores de armas) y "Pa pa pa" (hermosa balada al amor fraterno, con una letra muy profunda). Para los hipsters quedan canciones menos conocidas como "Usted y su ambición", "Cuando te vayas", "Somos sólo ruido", "Jugar a la guerra", "Él es mi ídolo" (desde que Javiera y Los Imposibles hicieron un cover ya no entra en esta categoría), "Otro día" y "Poder elegir". Las canciones "Algo tan moderno" y "El vals" no existen, son puros inventos de Wikipedia.

La versión latinoamericana, además de eliminar las únicas 4 canciones compuestas por Tapia y Narea (y el único tema que sobrevivió, "Lo estamos pasando muy bien", ahora lo cantaba Jorge y no la lengua dormida de Claudio), incluía la archifamosa "We are sudamerican rockers", cuyo videoclip fue el primero que emitió MTV Latinoamérica en esos felices años en que Snooki andaba en pañales y no existían los reality shows.

Para cuando el disco fue publicado, la dictadura había recrudecido su censura contra el grupo. Los militares les pusieron todas las trabas posibles para que no pudieran presentarse en vivo, prefiriendo darle la oportunidad de llenar estadios a artistas extranjeros, más cuerdos y menos contestatarios, como Charly García por ejemplo. Chatos de toda esta situación, Los Prisioneros llamaron a sus fans a votar por el "No" en el plebiscito de 1988. Después de estas declaraciones, la gira nacional que tenían programada para ese año se redujo misteriosamente de 40 conciertos a tan sólo 7.

Corazones y separación

Un joven actor murió para que Los Prisioneros pudieran crear la carátula de este disco.

Jorge González se puso mamón con la llegada de la democracia. Para su próximo disco solista, Corazones, empezó a usar camisas abiertas y chasquillas onda Duran Duran, y dejó completamente de lado la crítica social para ponerse más romántico. Claudio no entendía de donde sacaba su amigo la inspiración para escribir letras tan melosas, hasta que un día descubrió una carta de amor que su esposa le estaba ocultando, escrita nada menos que por Jorge. En realidad no estaba muy seguro porque, curiosamente, la esposa de Claudio se llamaba Claudia, y en la carta la "a" más parecía una "o"...

Sin embargo, Claudia le terminó confesando a su marido la verdad sobre la infidelidad, y que, entre otras cosas, cuando hacían el amor, Jorge le decía a ella "ahora te llamas Claudio, ponte esta peluca y haz como que tocas esta guitarra". Claudio fue inmediatamente a casa de Jorge a sacarle la cresta, pero él sólo gritaba "¡sí, dame más fuerte, me lo merezco, he sido un chico muy malo!". Después, esa misma noche, el machucado fue a ofrecerle a Claudio la solución perfecta para limar asperezas: ya que los dos amaban a la misma mujer, ¿por qué no hacer un trío? Jorge casi quedó sin nariz por el portazo que recibió.

Increíblemente, Claudio Narea no pudo soportar la idea de trabajar en un disco completo dedicado a cómo su mejor amigo se afilaba a su propia esposa, así que dejó el grupo en 1990, justo antes de que lanzaran al mercado el que sería uno de sus trabajos más exitosos.

Ya sin el elemento más rockero de Los Prisioneros, a Jorge se le soltaron las trenzas metiendo sintetizador en todas las canciones: "Tren al sur" (sobre las escapadas al sur de Jorge), "Amiga mía" (sobre la friendzone), "Con suavidad" (lo que le decía la esposa de Claudio a Jorge cuando no había vaselina), "Corazones rojos" (sobre el Partido Comunista), "Cuéntame una historia original" (carta abierta a Hollywood), "Estrechez de corazón" (sobre el sexo anal), "Por amarte" (por amarte así, es esa mi fortuna, es ese mi castigo...), "Noche en la ciudad" (sobre una ciudad que está de noche) y "Es demasiado triste" (sobre la escena en la que muere la mamá de Bambi).

Con este disco, el grupo dúo González-Tapia se hizo por fin conocido en México y esos otros países que también quedan cerca de Estados Unidos pero que hablan en español. Además, como Chile le había dado la PLR a los milicos, Los Prisioneros finalmente pudieron ser invitados al Festival de Piña del Mal en 1991. En esa época estaban acompañados por una tal Cecilia Aguayo (teclados y bailecitos raros) y Robert Rodriguez (mouse y pantalla táctil) para tocar en vivo. Pero ya no era lo mismo sin Narea y su falta de talento, así que el grupo se separó poco después.

Recopilaciones, tributos, bootlegs, etc.

Miguel y Jorge, creadores del grupo Aleste Los Dioses. Nótese lo divinos que eran.

Tras la disolución de Los Prisioneros, sus miembros lanzaron carreras solistas colgándose de la fama del grupo. El más exitoso fue Jorge González, que, junto con cultivar su adicción a la cocaína, en 1993 publicó el disco Jorge González (genio). No hay mucho que rescatar de este álbum, salvo los temas "Esta es para hacerte feliz" (dedicada a la esposa de Claudio su hijo), "Mi casa en el árbol", "Esas mañanas" (canción estrenada después del trío con Claudio y Tapia) y "Fe".

Claudio Narea se fue al Tíbet para encontrarse consigo mismo. Como no estaba allá, se juntó con un montón de locos más para crear Proxenetas y Flemáticos Profetas y Frenéticos, una banda de rockabilly que murió tan rápido como el rockabilly. Por su parte, Miguel Tapia formó con Cecilia Aguayo el grupo tecnopop Jardín Secreto, el cual no lo conoce ni Santa Isabel.

Pero aunque el conjunto se había separado, siguieron sacando más discos que cuando estaban juntos gracias a los productores y su ambición: Grandes éxitos (apenas venían 12 canciones), Ni por la razón ni por la fuerza (selección de éxitos, lados B, covers, temas inéditos del año de la cocoa, rarezas y demás basuras que nadie compraría si no fuera porque eran de Los Prisioneros), El caset pirata (un disco con canciones descargadas de Napster o grabadas de la radio) y Antología, su historia y sus éxitos (incluye antiguos remixes por el precio de uno nuevo), además de Tributo a Los Prisioneros, disco chupamedias de grupos chilenos de medio pelo (¿alguien se acuerda de Dracma?) haciendo covers de sus ídolos (Jorge González participó en una de esas canciones, convirtiéndose en el primer músico en el mundo en hacerse un homenaje él mismo).

En 1998 Jorge y Miguel formaron el grupo Los Dioses, pero se separaron cuando Jorge se aburrió de que en todos los conciertos el público lo hueveara gritándole "Na-re-a, Na-re-a".

Rejuntación y separación definitiva

"¿Por qué chucha siempre tenemos que tocar 'Muevan las industrias'?"

Por esos años Jorge cayó en un periodo oscuro en que se acentuó su afición a los polvos de hornear, a cortarse las venas y a acosar a su antiguo amor amigo Claudio Narea. Después de viajar a una clínica de desintoxicación en Cuba para conseguirse el teléfono del dealer de Maradona, se puso en contacto con Claudio. Finalmente ambos acordaron darle una nueva oportunidad a su relación (profesional) y en 2001 anunciaron el regreso de Los Prisioneros. En un prinicpio, la mentada reunión consistiría en un único concierto en el Estadio de la U Nacional de Santiago (ahora llamado Julio Martínez con paperas), pero la alta demanda de entradas obligó a programar un segundo concierto. González, siempre tan innovador, consideró muy mainstream agendar este segundo concierto después del primero, y decidió realizarlo antes. De este modo, el primer concierto se realizó el 1 de diciembre y el segundo el 30 de noviembre, trolleando a todos los que ya habían comprado sus entradas, los que tuvieron la opción de cambiarlas mediante un sistema nada complicado. Ambos conciertos se realizaron a estadio lleno, en ambos Miguel sorprendió al público disfrazándose de Jesús con trencitas y tocando relativamente bien. Luego de una lucrativa y exitosa gira por Chile, Perú, Estados Unidos, México y España, llegó su tan anhelada y postergada presentación en el Festival de Viña, donde Jorge se la pasó más de dos horas improvisando, tirándole palos a los fachos y poniendo cara de loco. Después de regrabar todas las pistas en estudio, porque en vivo salieron como el orto, sacaron un disco doble y un DVD del concierto en el Estadio Nacional. Pero además se animaron a volver a editar un álbum de estudio tras una década de experimentos fallidos y peleas mediáticas. El resultado fue una mierda el Homónimo, un disco tan malo que ni nombre le pusieron. Lo único bueno que tenía eran las canciones con sabor a nostalgia: "San Miguel" (que incluye homenajes a Melina de Camilo Sesto y Sinceridad de Ricardo Cocciante), "Concepción" (donde mejor les iba cuando empezaron su carrera, aparte de Perú y Colombia) y "Ultraderecha" (sobre el sector que Jorge pensaba que estaba conspirando en su contra).

El disco era francamente horrendo, pero Claudio fue el único que tuvo los huevos para decírselo a Jorge. Al otro día, Jorge y su perrito faldero Miguel lo citaron a una reunión para decirle "si tu apellido no es González ni Tapia, ¿por qué no te vas?" De esta manera Claudio Narea volvió a recibir la patá en la raja dejar el grupo, esta vez para siempre.

Para reemplazarlo, el dúo invitó al guitarrista Álvaro Henríquez, el famoso líder de Los Tres y de Pettinellis, el Paul McCartney de nuestra generación, autor de aquella joya del rock alternativo latinoamericano llamada "Ch bah puta la weá". Con éste grabaron el álbum de covers Raro, tócame las huevas en la Rock & Pop y realizaron una gira nacional junto al grupo mexiqueño Anfeta Cuma. Anunciaron estas novedades en una conferencia de prensa en la que Jorge quiso congraciarse con la prensa haciendo un truco de magia, el que consistía en sacar el mantel de la mesa donde se ubicaban los micrófonos de la prensa y algunos vasos con agua sin que éstos se cayeran, pero algo salió mal (no había mantel).

Henríquez era uno de los pocos músicos chilenos que podían echar a pelear su talento y popularidad con González, pero resultó ser más flojo que Narea y más borracho que Tapia, prefiriendo asistir a amenas veladas con sus amigos antes que aprenderse las canciones o ir a las pruebas de sonido. Sin embargo, no era tan fácil echarlo del grupo, ya que tenía a todo el Bar Liguria y la Rock & Pop cuidando sus anchas y sebosas espaldas, por lo que González prefirió invitarlo a tomarse unas merecidas vacaciones y que le avisara cuando quisiera volver. Para parchar al grupo González llamó a su pololo chaperón perkin gran amigo Gonzalo Yáñez (aka El Car'e Barbie), un uruguasho que se cree veinteañero eterno y que nunca se lava el pelo. En referencia a su relación con González, señala: "el que me enseña, el que me cuida, y el que encima, si mañana me dice, quiero irte a tocar arriba de un oso, ¡vamos, loco!, Jorge me despertaba todas las mañanas, me llevaba el desayuno a mi cama y me lo hacía como a mi me gustaba". También se unió Coti Badilla, que antes había trabajado como roadie del grupo, y se mudaron a México para venderse igual que La Ley y Los Bunkers. Ahí sacaron Manzana (llamado así por la Manzana-riz de Jorge). Si Homónimo era malo, esta bazofia era peor. Con rimas de niño de 4º básico y melodías terribles, era obvio que Jorge González ya no era el rítmico de antes. He aquí un fragmento de la canción "Argentina", perfecto ejemplo de la lírica del disco:

"Es la Argentina, hermosa vecina.
Es la Argentina, increíble mina.
Al farol de la esquina le han cortado la luz,
pero el pelo de mi gente está muy bien."

Después de la salida al mercado de Manzana, Jorge por fin se dio cuenta que había tocado fondo. En 2006 anunció que el grupo, o lo que quedaba de él, se disolvía definitivamente por segunda vez. Fue entonces que Álvaro Henríquez se dio cuenta de que ya no lo iban a llamar y decidió reunir a Los Tres

Buscando un lugar donde dar rienda suelta a su consumo de azúcar flor Jorge se radicó en Berlín, Nazilandia, para volverse un occidental de segunda mano y grabar mugre experimental como solista (bajo el alias "Leonino") o con su grupito Los Updates, y dar entrevistas en las que dice cosas de las que luego se retracta en la entrevista siguiente. Estaba en eso cuando en 2015 sufrió un accidente cerebro vascular cuyas secuelas lo obligaron a dejar de cantar. Claudio Narea y Miguel Tapia se volvieron a poner en la buena y formaron un dúo creativamente llamado Narea y Tapia, que es básicamente una banda de covers de Los Prisioneros, pero más desafinada. Lucho volvió a la escuela y se convirtió en abogado. Actualmente vive en California con sus 300 gatos.

Miembros

Jorge al leer este artículo.
  • Jorge González: Llamado JG por sus fieles lamepotos, conocidos como GonzaLiebers. Éstos le celebran todas sus locuras y lo idolatran como el único rockstar chileno. Fue el vocalista, bajista, compositor de todas las canciones (incluso de las que compusieron Miguel y Claudio) y en general el alma, el cerebro y la nariz de Los Prisioneros. No es gay, pero su pololo sí.
  • Claudio Narea: Guitarrista mediocre, pésimo cantante y compositor regular, pero bueno para ganar plata hablando pestes de sus ex compañeros a través de libros y entrevistas. Fue el único que se atrevió a bajarle los humos al Rey Jorge y lo pagó caro. Ha aportado más al grupo como biógrafo que como músico, escribiendo dos libros casi iguales, salvo por el capítulo en que Asuntos Internos les tiende una trampa.
  • Miguel Tapia: Baterista y el que mejor cantaba de los tres. Se alineó con Claudio y con Jorge, según le convenía en el momento. Sobrevive lujosamente gracias a haber inventado el nombre del grupo. Se rumorea que tiene problemas con el alcohol, aunque él dice que se llevan muy bien

¿Sabías que...

Pinochet escuchando a Los Prisioneros en la radio durante su gobierno

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