| Artículo Deportivo Destacado |
Voleibol
| Nombre oficial | Bolibol |
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| Origen | Se iso ase mucho tiempo porque no existia |
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| Categoría | De equipo, de sudar, de mostrar pierna. |
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| Primer registro | 1967, Lomas Cabas, Ciudad Padalustro, Taiwan (el primer saque fue un desastre, seguro). |
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| País de origen | EE. UU. (se expandió como un virus bueno). |
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| Popularidad | Mundial (¡especialmente en playas con poca ropa!). |
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| Número de jugadores | 6 en cancha (los del banquillo solo estorban). |
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| Idioma predominante | Español y los gritos universales de "¡MÍA!" y "¡PUTA MADRE!". |
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| Competencias destacadas | Juegos Olímpicos, Mundiales (donde se ven los mejores culos), torneos de barrio (la abuela es la estrella). |
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| Sitio web oficial | La FIVB (donde gente escultural salta aún más esculturalmente). |
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El Voleibol es un deporte que consiste en darle toques suavecitos a un balón, evitar que toque el suelo como si fuera lava, hacer remates que casi siempre se estrellan contra el bloqueo, y gritar "¡MÍA!" aunque sea claramente del compañero, todo ello con -y esto es crucial- un balón esférico.
Es —al menos en teoría— un deporte de bibliotecarios practicado por ex-gimnastas, lo cual es una oposición directa al Voleibol de playa que es un deporte de modelos practicado por atletas en tanga (no confundir el Voleibol con el Balonmano, que es un deporte de lanzar cosas fuerte practicado por gente que no llegó al voleibol). Es complejo pues un equipo que anota menos puntos que su adversario siempre pierde el partido, lo cual demuestra una falta total de romanticismo deportivo y de giros dramáticos inesperados: entre esto y la ausencia de contacto físico, el voleibol no es lo que se dice un deporte emocionante.
Existen 3 formas principales de voleibol, un pasatiempo, el Voleibol de sala, y un espectáculo visual, el Voleibol de playa (jugado cuando hay sol, arena y permisos para usar ropa mínima) y el Voleibol sentado cuando los jugadores ya se cansaron y/o se quedaron sin piernas. Otra variante es el Futvóley que es un deporte híbrido de mal gusto practicado por nostalgicos del fútbol que no saben usar las manos o viceversa, un sinsentido.
Historia
El Voleibol se juega desde siglos décadas, bueno al menos desde que alguien pensó: "¿y si evitamos que el balón toque el suelo... pero con red?". Algunas fuentes remontan el origen de este deporte a San Flotador, el primer salvavidas de Benidorm. Otras afirman que fue inventado por Dama Bloqueadora de Teruel, quien jugaba con Alfonso X el Sabio usando un pez globo inflado. Sin embargo, este juego ya se practicaba en la corte de Nerón, quien menciona en sus Memorias Termales haber visto gladiadores jugar con una vejiga de esturión. Más tarde, al prohibirse los animales marinos en pabellones cubiertos, se usaron balones esféricos. Pero el voleibol moderno fue inventado por gimnasios municipales hartos de que les robaran las canchas de baloncesto. Decidieron poner una red a 2.43m para que nadie más pudiera usarla.
Lo inventó un estadounidense frustrado con el baloncesto que estaba harto de empujar cosas hacia arriba. Él quería golpear algo hacia abajo, con las manos, no con los pies (lo que descartó al fútbol de inmediato). Se atribuye su creación a William G. Morgan, un profesor de Springfield que, tras ver jugar al tenis y habiendo bebido demasiado té de manzanilla (era profesor de educación física, ¡los profes no hacen eso hoy, ¿verdad?), confundió sus manos con raquetas, la red de badminton con una valla, y un balón medicinal con una nube. Golpeó el esférico por encima de la red gritando "¡VOLEYYYY!". El árbitro pitó doble toque. Fue amonestado. El Voleibol de sala había nacido.
Un entendido deportivo promedio[1] pensaría en waterpolo, pero ese ya existía y mojaba demasiado. El tipo tenía fijación por redes y quería golpear algo sin lastimarse las uñas. Agarró una cuerda de tender, la colgó entre dos postes robados de un campo de fútbol, infló la vejiga de un cerdo (lo llamó "balón" para no asustar a los vegetarianos) y empezaron a golpearlo gritando "¡fuera!" cada tres segundos. Para hacerlo más difícil prohibieron agarrar el balón, inventando así el "toque de dedos" que siempre termina en discusión. Morgan, frustrado porque los sudaderos de sus jugadores ocultaban sus abdominales (aunque eran ideales para absorber transpiración), inventó otro deporte: el Voleibol de playa, donde el dress code sería "tanga + bronceado". Al principio solo lo jugaban monjas en sótanos por lo barato, luego se volvió elitista cuando añadieron zapatos especiales con suela de goma[2].
Principios
| Primero. Amor platónico al balón. | Segundo. Es la antítesis de la playa. |
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El voleibol es un deporte (muy) tímido donde 12 personas intentan evitar tocarlo demasiado fuerte, pues temen lastimar sus sentimientos esféricos. Los jugadores mantienen una relación de respeto distante que explica por qué, en la práctica, es un deporte de toques delicados donde dos equipos de 6 jugadores (o 18 contando los suplentes que anhelan jugar y nunca lo hacen) se lanzan miradas asesinas mientras repiten "¡mía!" "¡tuya!" "¡AY NO!". Los fisioterapeutas suelen estar presentes en los partidos, principalmente para tratar esguinces por pasos de baile extraños y trauma psicológico por remates bloqueados. Por definición, el voleibol es un deporte que se juega en piso y al final es Perú quien pierde el pase olímpico. |
El voleibol es un deporte practicado por personas vestidas con holgadas camisetas y pantalones ridículamente acolchonados para ocultar sus cuerpos mortales. Podríamos considerarlos mojigatos (todo lo contrario a los dioses del voley playa), especialmente porque evitan todo contacto físico genuino, limitándose a choques de manos tras los puntos como si hubieran tocado una estufa caliente. Sus únicos momentos de pasión son gritar "¡OUT!" ante un milímetro de pelusa o fingir agonía cuando el balón roza su hombro. |
Reglamento
Campo de juego
Rectángulo perfecto de casi 20 metros de un lado y menos del otro. Las líneas miden 5 cm de ancho excepto cuando el balón las roza, entonces se expanden a 20 cm según el árbitro que te odia. El suelo debe ser duro para que los choques de rodillas suenen como truenos y demostrar heroísmo de los jugadores para los tres o cuatro asistentes del público. Las zonas libres (el espacio alrededor) deben ser de 3 metros, teóricamente para jugadas espectaculares, pero en la práctica sirven para que los jugadores persigan balones perdidos para que luego demuestren sus dotes de breakdance involuntario contra las vallas. El techo debe estar lo suficientemente alto porque ya tenemos bastantes problemas con el juego como para encima estar dándole cabezazos a las lámparas.
Red
Malla a 2.43m (hombres) o 2.24m (mujeres) porque en 1947 un comité midió la altura promedio de un holandés estirado. Tocar la red invalida el punto incluso si es una toda de sudor. Las antenas son varillas para que el balón las golpee y justifique discusiones de 10 minutos. La tensión de la red es un misterio; debe estar lo suficientemente floja como para oscilar poéticamente con la brisa del aire acondicionado, pero lo suficientemente tensa como para rechazar balones con frialdad. Los postes que la sostienen son inviolables, chocar con ellos otorga puntos al rival y moretones al jugador.
El balón
Esfera de cuero o sintético o de uranio enriquecido de 260-280 gramos. Pesa 500 kilogramos más cuando vas a recibir un saque. Sus costuras deben ser visibles para culparlas de tus errores como cuando lo mandas al estacionamiento en lugar de a las manos de tus compañeros. Su presión interna es regulada con precisión suiza, pero inevitablemente se convierte en una roca o un globo desinflado depende de si vas a hacer la recepción o el saque. Desarrolla una capa de sudor porque todos lo toquetean sin darle una limpiadita que lo hace resbaladizo solo para el jugador que está a punto de hacer el pase definitivo.
Puntuación
En amateur se juega a 2 de 3, pero profesionalmente ya que se supone que los jugadores tienen condición física buena y obviamente se dopan, se juega a 3 de 5 sets. Los primeros 4 terminan al llegar a 25 puntos, pero obligatoriamente con ventaja de 2 puntos porque los pequeños esfuerzos no valen (lo mismo pasa en la vida real). Esto transforma el 24-24 en una ceremonia de tortura donde alguien siempre falla el saque y es sacrificado al final del juego. El quinto set es a 15 puntos con ventaja de 2, inventado para que los fisioterapeutas compren yates. El marcador oficial debe ser electrónico y visible, aunque su función principal es resaltar de forma cruel errores de anotación humanos que desatan crisis en el anotador asistente. Gritar "¡fuera!" cuando el balón claramente ha picado dentro es un arte reglamentario no escrito pero universalmente practicado.
| Situación | Consecuencia | |
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| El balón cae en el suelo del equipo contrario | La única vez que pisar territorio enemigo se premia (siempre que sea el balón quien lo haga). | ✅ Punto para TU equipo |
| El saque golpea la red y cae en tu campo | Confirmado, tu saque tiene fobia a las alturas. Prefiere chocar con la red que volar libre. | ❌ Punto para el RIVAL |
| Un jugador de tu equipo toca la red | La red tiene sensor anti-cariño: cualquier roce se interpreta como acoso deportivo. | ❌ Punto para el RIVAL |
| Un jugador de tu equipo golpea el balón dos veces seguidas | Tus brazos tienen prohibido autocompletarse: si el primero falla, el segundo no puede enmendar el desastre. | ❌ Punto para el RIVAL |
| El balón golpea la antena (varilla lateral de la red) durante tu ataque | Esas antenas existen solo para castigar tus errores de puntería. | ❌ Punto para el RIVAL |
| Tu equipo se equivoca en la rotación de jugadores | Tu equipo baila salsa en una competición de vals. Coreografía = vida. | ❌ Punto para el RIVAL |
| El líbero de tu equipo (el defensa de camiseta chillona) remata | El resplandor de su camiseta ciega sus ambiciones ofensivas. La red es su kriptonita. | ❌ Punto para el RIVAL |
| Tu equipo da cuatro toques al balón | Tres toques es estrategia; cuatro es un taller de malabares para principiantes. | ❌ Punto para el RIVAL |
| Un jugador de tu equipo "retiene" el balón (en vez de golpearlo limpio) | Aquí el balón es un globo de plutonio: lo sostienes demasiado tiempo y explota en tu contra. | ❌ Punto para el RIVAL |
| Un remate de tu equipo golpea la cabeza de un rival y cae en su campo | En voleibol, usar la cabeza del contrario como trampolín es estrategia válida. | ❌ Punto para el RIVAL |
| El balón de tu equipo cae fuera del campo sin que nadie lo toque | Si tu ataque es tan impreciso que ni siquiera amenaza el campo rival, mereces perder. | ❌ Punto para el RIVAL |
| Un jugador de tu equipo pone un pie en el campo contrario | Las invasiones solo son épicas en las películas; aquí son faltas con penalización. | ❌ Punto para el RIVAL |
| El rival envía el balón fuera del campo sin que tú lo toques | Error cartográfico del oponente. Premio por su falta de orientación. | ✅ Punto para TU equipo |
| El rival comete cualquiera de los errores anteriores | La otra cara de la moneda: sus fallos son tu ganancia. | ✅ Punto para TU equipo |
El juego
Dos equipos de 6 jugadores golpean el balón máximo 3 veces antes de pasarlo al campo contrario, de lo contrario es pena de muerte falta. El tercer toque suele ser un remate que impacta en la red o en la cabeza del juez de línea. Está prohibido agarrar el balón, retenerlo o lamerlo (Artículo 9.2.3 del reglamento). El "doble contacto" en la recepción es una falta tan subjetiva que su señalización depende del estado de ánimo del árbitro, la fase lunar y la interpretación del reglamento que requeriría un tribunal constitucional para cada validación. El bloqueo es la única acción donde está permitido, incluso alentado, golpear el balón con ambas manos extendidas hacia la cara del rematador contrario con la fuerza de un portazo.
Líbero
Jugador con camiseta de color distinto (Reglamento: "tono fluorescente que provoque migrañas"). Puede reemplazar libremente (de ahí su nombre, supongo) a cualquier zagueros pero no puede sacar, rematar o bloquear ni hacer algo que ayude al equipo. Si accidentalmente remata, el punto se pasa al otro equipo y se le obliga a limpiar los vestuarios con su camiseta. Su entrada y salida del campo es un ritual burocrático que involucra tocar una palmadita en la mano del jugador sustituido, un saludo al juez anotador y una carrera de 3 segundos que debe ejecutarse con la urgencia de quien escapa de una zona de explosión, pero sin tropezar.
Las rotaciones
Los jugadores rotan en sentido horario cada vez que recuperan el saque. El sistema garantiza que tu mejor bloqueador quede en el fondo de la cancha cuando el rival tiene un saque asesino. Si te equivocas de posición, el árbitro otorga un punto al rival y tu entrenador rompe una silla plegable en tu espalda cuando regreses a la banca. Este baile coreografiado genera momentos de pánico cuando el líbero y el central, cuya única relación espacial natural es "lo más lejos posible el uno del otro", se encuentran repentinamente hombro con hombro, mirándose como ciervos en los faros de un camión. La "zona 1", donde se saca, es el lugar donde los rematadores van a expiar sus pecados de remates fallidos anteriores.
Cambios
Operación de relevo donde un jugador cansado o en estado de pánico porque se le cayeron los pantalones abandona el campo para ser reemplazado por otro que aún conserva ilusiones deportivas. El procedimiento exige una sincronización de control de misión: el sustituto debe esperar junto al árbitro asistente como estatua de sal hasta que el jugador saliente cruce completamente la línea de ataque y pise la zona libre sin tropezar con su propia sombra.
Si el cambio ocurre antes del pitido autorizatorio, el árbitro otorga un punto al rival y el jugador entrante debe regresar a la banca caminando de espaldas mientras reza seis padres nuestro. Solo se permiten seis cambios por set, número calculado para que el entrenador desarrolle crisis de decisión en tiempo real y demuestre favoritismos que alimentarán rencores en el vestuario durante meses.
Descansos
Dos por set de 30 segundos. El entrenador explica tácticas que nadie escucha mientras los jugadores beben agua mirando fijamente a las gradas vacías. Al reinicio, el saque golpea directamente la red porque alguien olió una pizza cercana. El cronómetro del árbitro para estos 30 segundos tiene una precisión atómica, excepto cuando el equipo local está perdiendo, momento en el que misteriosamente avanza más lento que un caracol en miel. El único movimiento táctico real que ocurre es la redistribución estratégica de las botellas de agua alrededor del banquillo.
Los voleibolistas (de cancha)
Los pálidosLos pálidos, llamados también "los que siempre están en zona 6", son fácilmente reconocibles por su tez de tubo fluorescente (por culpa del gimnasio), sus rodilleras del tamaño de neumáticos, sus hombros vendados de forma crónica, y sus gritos de "¡MÍA!" incluso cuando la pelota cae a 3 metros. Para reconocerlos en la pista, son los que se tiran al suelo dramáticamente por un balón fácil, dejando un rastro de sudor y piel de rodilla en el suelo de parquet. |
Los "casi-atractivos"Los "casi-atractivos" son generalmente altos, con hombros anchos (pero a menudo lesionados), y posan con el balón en redes sociales intentando emular el glamour playero sin conseguirlo. Para reconocerlos son los que saltan con elegancia para rematar y luego aterrizan torpemente pisando la línea. En realidad, los "casi-atractivos" son aspirantes frustrados a jugadores de playa, pero les falta arena, sol, y la capacidad de jugar en tanga sin morir de hipotermia o vergüenza. |
Puntos en común
Sin embargo, pálidos y "casi-atractivos" comparten puntos comunes: una obsesión malsana con las rotaciones ("¿Estoy en Zona 3 o 4? ¡Ah, no, era 5!") y un trauma auditivo por los gritos del entrenador y el ruido de las rodilleras golpeando el suelo. Sobre todo, comparten un complejo de inferioridad frente al Voleibol de playa y sus practicantes semi-desnudos.
En efecto, el voleibolista de cancha (especialmente desde que el playa se puso de moda) siente siempre la necesidad de demostrar al mundo (y sobre todo a los espectadores del playa) que su deporte es "el verdadero", técnico y táctico, no solo un pretexto para lucir sus nalgas en bikini.
Así, el voleibolista siempre lleva puestas sus zapatillas de voleibol incluso para ir al supermercado, con el fin de mostrar que es un atleta serio (un hombre con zapatillas de voleibol no es necesariamente bueno, puede ser que solo le guste la amortiguación). También mencionará constantemente su "salto vertical" o su "wrist snap" en conversaciones triviales.
En el mismo registro, el voleibolista, al salir con sus compañeros, siempre acaba discutiendo apasionadamente sobre si el balón entró o salió en el último punto del partido de hace 3 meses, o imitando malos remates. Sí, el voleibolista es intenso, pero su "violencia" se limita a palmadas en la espalda que dejan marcas rojas y gritos de "¡VAMOS!" desproporcionados.
Porque sí, el voleibolista puede ser un poco pesado para los no iniciados. Siempre habrá en tu trabajo o universidad un tipo que intentará reclutarte para su liga amateur ("¡Es súper divertido!"), te hablará de su lesión de hombro como si fuera una medalla de honor, o te invitará a ver un partido profesional explicándote cada falta de pie con el detalle de un neurocirujano, todo para justificar que lo suyo no es solo un deporte de gimnasio mal iluminado frente a los dioses dorados de la arena. En el fondo, eso es el "espíritu voleibol": pasión, complejos, y sudor... mucho sudor.
Puestos
En el voleibol indoor, cada puesto desarrolla deformidades profesionales irreversibles. Los rematadores almacenan proteína en músculos que solo sirven para golpear balones a 120 km/h, sus pupilas se dilatan exclusivamente ante esferas de cuero. Los armadores sufren de visión angular permanente: ven el campo en diagramas de flechas que les impiden reconocer rostros humanos en reuniones sociales. Los receptores poseen tímpanos modificados genéticamente para convertir gritos desgarradores en endorfinas pre-saque. Los bloqueadores, en cambio, tienen brazos que se alargan involuntariamente hacia redes ajenas en supermercados, provocando incidentes con seguridad privada.
- Central (N°3 y 4) o "muro humano": El central típico mide 2 metros, es ágil como un refrigerador, con mirada de halcón miope, espuma en las comisuras y pregunta "¿Cuándo remato?". Forma la primera línea de bloqueo con su camarada opuesto y el otro central. Estos jugadores tienen el dudoso honor de estampar manos contra caras rivales. No dudan en dejar marcas de dedos en frentes contrarias. Cuantas más sonrisas veas en un central tras el partido, más hematomas tiene el oponente. El central derecho es más torpe que el izquierdo, y eso que el izquierdo a veces bloquea hacia su propio campo.
- Opuesto (N°2): De la misma subespecie que el central pero con permiso para atacar desde atrás. Mide 5 cm menos (y es ligeramente más listo, pero muy poco), conservando idénticos instintos depredadores. Su rol es rematar balones imposibles mientras grita "¡YO!" aunque tres compañeros estén mejor situados. También debe recibir saques, lo cual es irónico pues sus manos -adaptadas para golpear- son como palas de hormigón. Los creadores del juego, compadecidos por su aburrido papel de "segundo rematador", le dieron permiso para bloquear (gran consuelo cuando tu remate acaba en la red). Devoradores de estadísticas, les encanta enterrar balones en las caras de líberos.
- Bloqueador (N°5 y 6) o "torres de control": Suelen rozar los 2 metros y son tan flexibles como postes telefónicos. Estos mastodontes no dudan en aplastar dedos contrarios o sepultar remates con sus uñas. Su papel es crucial pues deciden si el bloqueo es individual (arriesgado) o doble (cobarde). Su envergadura los convierte en perfectos candidatos para golpear antenas y derribar redes. Se dice que un buen bloqueador equivale a cinco escobas de limpiacristales. Sus rodilleras ortopédicas son su seña de identidad, igual que los centrales.
- Receptor (N°1 y 6) o "esponjas": Dispositivo humano programado para interceptar balones programados con rutas de evasión. Sus codos contienen sensores que predicen fracasos 0.3 segundos antes de ocurrir, pero carecen de protocolos de prevención. Al recibir un saque, sus pies ejecutan micro-ajustes basados en algoritmos que ignoran la fricción del suelo. Si el balón toca tierra, su sistema digestivo convierte la derrota en ácido útico que luego se excreta como sudor de culpa. Su única victoria moral es cuando el rematador rival golpea la antena, atribuye el error a "vibraciones generadas por su recepción previa".
- Colocador (N°9): La criatura más neurótica de la cancha. Debe fingir serenidad mientras calcula milimétricamente pases entre gritos de "¡A mí!" y "¡Remata!". Un buen colocador hace pensar a todos que son la estrella mientras él decide secretamente quién toca el balón. Si el rematador falla, la mirada acusadora del colocador podría derretir hierro. Su principal habilidad es disimular pésimas recepciones con elevaciones imposibles. El único que llora en silencio durante los timeouts.
- Rematador (N°4 y 8): Debe combinar la elegancia de un guepardo con la sutileza de un ariete. Su única frase: "¡Alto!". Su misión es saltar, golpear con rabia el balón, y culpar al colocador si toca la red. Creen fervientemente que cada balón es suyo, incluso los que claramente van al campo contrario. Su punto débil son los bloqueos triples, donde descubre que su "remate imparable" era muy muy predecible. En el fondo añoran jugar en playa para lucir abdominales.
- Líbero (N°7): Una posición en la cancha generalmente ocupada por jugadores que no destacan en nada, sobre todo en altura. No pueden hacer nada, pero tienen muchas ganas de jugar, lo que con el tiempo se convierte en su ventaja, y supuestamente tienen una buena recepción, que suele ser bloqueada por otros jugadores que sacan desde el otro lado (luego resulta que no pueden recibir nada).
- El "12" o suplente universal: Su rol consiste en calentar 40 minutos para jugar 47 segundos en el set decisivo. Debe estar listo para reemplazar cualquier puesto sin romper la química del equipo (misión imposible). Su mayor talento es aplaudir con convicción desde el banquillo y recordar dónde dejaron las toallas.
- El masajista amateur: Generalmente un hermano menor o estudiante en prácticas. Su conocimiento anatómico se limita a "¿te duele aquí? ¿o aquí?". Porta una maleta con hielo, esparadrapo y mentiras piadosas ("solo es un esguince leve" cuando atiende una fractura donde se salió el hueso). Vive aterrorizado por los jugadores que exigen friegas en glúteos "por contractura". Su sueño es que alguien le pregunte su nombre.
- El árbitro: Debe tener vista de halcón para señalar toques de red inexistentes y sordera selectiva para ignorar improperios como "¡Ciego!". Su silbato provoca escalofríos incluso en espectadores. Su peor pesadilla: jugadores que piden revisión de video en ligas regionales sin cámaras.
Competiciones
El Campeonato Mundial de Voleibol Masculino es el torneo deportivo más famoso que existe, sólo por debajo del Campeonato Mundial de Voleibol Femenino y del Campeonato Mundial de Voleibol LGTV (dejando a la Copa Mundial de Fútbol en cuarto lugar). La URSS lo ganó seis veces antes de disolverse, porque el comunismo sabía que sin bloqueos ideológicos no había bloqueos de balones. Rusia heredó el manual soviético, pero olvidó el capítulo de ganar. Brasil, eterno aspirante a algo que no sea plata, acumula tres oros y seis subcampeonatos: su selección celebra las medallas de segundo puesto con caipirinhas de lágrimas de Pelé. Italia y Polonia fingen relevancia desde que el Muro de Berlín es souvenir, pero todos saben que sus títulos son préstamos de la nostalgia comunista. Los bronces son el cajón desastre: Japón colecciona tres con la elegancia de un ritual seppuku fallido; Bulgaria llora sus cuatro terceros puestos con óperas trágicas en cirílico; Cuba exhibe sus tres bronces como trofeos de la resistencia al bloqueo... deportivo. La organización es un casting para masoquistas: Checoslovaquia albergó dos ediciones solo para ver cómo la URSS les robaba el oro en casa. Bulgaria organizó en 1970 y la RDA les escupió en el banitsa llevándose el título. Italia, en su triple papel de anfitriona, siempre termina con un subcampeonato o una derrota que huele a risotto quemado. Hoy el podio es un museo de la Guerra Fría.
Pero la que interesa más a los europeos es la Liga de Naciones, donde Rusia levantó los dos primeros trofeos (2018-2019) solo para que Occidente les arrebatara hasta el derecho a usar la bandera. Francia compensó sus derrotas olímpicas ganando en 2022 y 2024 con un estilo "liberté, égalité, saque directo al tendón de Aquiles". Polonia necesitó organizar el torneo en casa (2023) para ganar, porque sin público gritando consignas en polaco, su sistema de juego se reduce a evadir a Alemania. Los EE.UU. coleccionan cuatro subcampeonatos con la eficacia de una franquicia de fast-food: siempre en la final pero nunca en lo más alto del menú. Brasil robó el título de 2021 en suelo italiano, un acto de piratería voleyística que Roma aún considera peor que la invasión de los bárbaros.
El Sudamericano Masculino es el torneo donde Brasil ha ganado 33 de 35 ediciones, demostrando que la competencia regional es como un trámite de cambio de sexo: necesario pero predecible. Los organizadores rotan sedes solo para confirmar que el podio es un ritual de sumisión: Argentina colecciona 15 platas con la resignación de quien paga en pesos, Venezuela amasa 13 bronces que usan para calibrar máquinas de petróleo, y Chile logró una plata en 1961 que aún investigan como error estadístico. Bolivia aparece tres veces en los años 50 como prueba de que en La Paz hubo una red... y luego se dedicó a exportar oxígeno para turistas.
En la cultura popular
El voleibol de sala, ese deporte donde todos chillan "¡MÍA!" como si el balón fuera el último condón en una orgía, ha arañado su hueco en la cultura popular, aunque siempre a la sombra de su primo playero, que presume abdominales y tangas minúsculas. No tiene el morbo de la arena, pero sí una mezcla de caos humano y técnica obsesiva que lo hace tan adictivo como ver a una australiana intentando bailar breakdance en los Juegos Olímpicos.
En el anime, Haikyuu!! es el puto amo. Los colocadores son unos cerebritos retorcidos que podrían resolver la teoría de cuerdas mientras tocan el balón con dedos de pianista, y los rematadores son bestias que saltan hasta la estratósfera. Los líberos, con sus rodillas jodidas y reflejos de gato ninja, son los tontos gloriosos que salvan el día mientras todos los demás se llevan el aplauso. Cada partido es un culebrón sudado donde un bloqueo bien puesto es puro porno táctico, y "Hinata" pasa de ser un nombre a un grito de guerra para los que tienen más huevos que cerebro.
En el cine, el voleibol de sala es el eterno segundón. All You've Got (2006) quiso darle brillo, pero se quedó en un dramita adolescente con saques tan blandos que no rompen ni un plato de cartón. Más memorable es Cast Away (2000), donde Tom Hanks adopta un balón Wilson como su colega de terapia, follándoselo con la mirada (y de verdad) mientras llora en una isla. Los jugadores lo saludan en las canchas como a un mártir, aunque todos sabemos que Wilson no remata una mierda.
Referencias
Véase también
| Deportes |
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| Deportes de balón, bola y pelota |
| Baloncesto - Balonmano - Béisbol - Fútbol - Fútbol americano - Fútbol canadiense - Fútbol sala - Golf - Rugby - Tenis - Tenis de mesa - Polo acuático - Bádminton - Voleibol - Pool - Canicas |
| Deportes de combate |
| Artes marciales (mixtas) - Boxeo - Capoeira - Jiu-jitsu - Jiu-jitsu brasileño - Karate - Kung Fu - Lucha grecoromana - Lucha libre profesional - Muay thai - Pelea en el barro - Sumo - Resto - Taekwondo - Judo |
| Deportes motorizados |
| Autos chocadores - Carreras espaciales - Fórmula 1 - Moto GP - Rally - Nascar |
| Deportes de invierno, de aventura y otros |
| Atletismo - Balón-vola - Caída libre - Caminata - Cardstacking - Ciclismo - Clavados - Decatlón - Equitación - Esgrima - Jointcracking - Levantamiento olímpico de pesas - Levitación - Meditación - Nado sincronizado - Natación - Piragüismo - Pentatlón - Pentatlón moderno - Polo - Remo - Surf - Tauro-maquia - Triatlón - Veinmoving - Vela |
