Arthur Schopenhauer
Nacimiento Defunción | 1788, Gdansk, Pomerania, Prusia 1860 Frankfurt, Hesse, Confederación Germánica |
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Origen | Filosofía |
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Sobrenombres | "Der Schopenhauser" |
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Lugar de residencia | en los bosques de Nazilandia |
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Se dedica a | Escribir cosas pesimistas y raras |
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Estado actual | Pensativo |
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Hazañas logradas | Crear el Pesimismo |
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Relaciones | ninguna |
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Enemigos | Johann Wolfgang von Goethe |
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Poderes especiales | Pensar hasta el final |
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Objetos | Ninguno mas que él mismo |
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Arthur Schopenhauer (o llamado 'ʔatʰu:ɐ 'ʃo:pnhaʊɐ por sus cercanos) fue un gran filósofo alemán y un gran amigo del famoso filósofo alemán Hegel. Su Filosofía se basaba en el idealismo, en la religión y en el pesimismo. Siendo su cruenta juventud y la falta de sexo la culpable de su deprimente forma de ser y pensar. Se dedicó toda su triste existencia a encontrar el significado de la vida y a defender a su buena amiga la Muerte, curiosa amistad que terminó cuando ésta última acabó con él.
Enemigo a muerte de los cristianos, de los judios, y de Hegel, además de profesar un odio sin razón a todo ser que fuera humano (sobre todo, si además, era Hegel). Sus razones están plasmadas en sus libros, cuyo volumen medio oscila entre las 500 y las 800 páginas y están repletos de fundamentos basados en la voluntad, idea con la que justificaba su voluntad de querer blasfemar.
Vida
Nacimiento y niñez
Arthur nació, para desgracia de todas las religiones, el 22 de febrero de 1788, en la por aquel entonces prusiana ciudad de Danzig, siendo así del signo zodiacal piscis[1]. Su madre, Johanna Henriette Trosenier, fue una reconocida escritora hasta pocos días después de su muerte, célebre por su extravertida personalidad, y por su inveterada afición de despertar los celos de su rígido esposo con cualquier persona que veía, independientemente de su sexo. El padre de Arthur se llamaba Heinrich Floris Schopenhauer[2], era un comerciante de harto prestigio y vendedor de productos exóticos.
La niñez de este curioso filósofo estuvo marcada por la posibilidad que la acomodada situación económica paterna le brindaba para entrar en contacto con grandes personalidades de la alfombra roja de su época. Entre ellos se encontraban eminentes lumbreras como Goethe, Wieland y Juanito Perez (este último, uno de los personajes más influyentes de la historia, ya que por algo su nombre es el más usado como ejemplo en todo tipo de disertaciones).
La personalidad de este infantil Arthur contrastaba bastante con la de su madre; era más bien parecido a su padre. Lamentablemente, tampoco se pudo comunicar mucho con este último, debido que a que su progenitor solo se manejaba en el idioma de los rugidos, ademas de los típicos gritos de los comerciantes. Y como es lógico, el refinado Arthur no se manejaba adecuadamente en este peculiar idioma.
En la escuela (donde no alcanzó a estar mucho tiempo) era el típico alumno que, cuando faltaba, nadie se daba cuenta de su ausencia; y cuando estaba, nadie se percataba de su presencia. Tanto así, que cuando se retiró un mes después, la profesora le seguía pasando lista. En resumidas cuentas, su niñez estuvo fuertemente marcada por los constantes traslados familiares debidos a los problemas de celos de sus padres. Lo que no entendía su padre era que, aunque se cambiara de domicilio una y otra vez, su esposa siempre se las arreglaba para pasarse los días "sola".
Juventud y época como universitario
A pesar de que las pretensiones paternas pasaban por hacer de Arthur un próspero comerciante, siguiendo la tradición familiar de especular brillantemente con productos de primera necesidad en tiempos de escasez, penurias y hambrunas, un oportuno suicidio paterno por autoincrustación de cuchillo jamonero vía dorsal entre la segunda y tercera vértebra cervical, permite a nuestro protagonista desplazarse a Hamburgo para desarrollar su vocación en terrenos intelectualmente más estimulantes. En la Universidad, dedica los dos años siguientes a familiarizarse con la obra de Platón, Kant, Aristóteles y Spinoza, mostrando un considerable desprecio hacia el orden cronológico, y percatándose demasiado tarde de que sus investigaciones no le permiten superar ninguna de las asignaturas de la carrera de medicina en la que se había matriculado.
Ante semejante panorama, no le queda más remedio que desplazarse a Berlín a cursar estudios, esta vez sí, de filosofía y alguna cosa más por el estilo. No obstante, las embestidas de las tropas napoleónicas durante la Batalla de Auerstädt le incomodan en grado sumo, por lo que pone pies en polvorosa hacia horizontes menos estresantes, más concretamente, de vuelta a casa de su madre ("¡Mamá! ¡Mamá!"), donde tiene ocasión de compartir entretenidísimas charlas con Goethe sobre la percepción del color mientras se calientan al fuego de ardientes retratos invertidos de Sir Isaac Newton.
Consolidación como filósofo
Fusionando a Kant con la filosofía Budista, el resultado no podía resultar menos que curioso, y Schopenhauer fue capaz de plasmarlo en su magna obra capital, El mundo como voluntad y representación, de la que se publicaron hasta ochocientos ejemplares de los que, nueve años después de su salida a la luz, ya se habían vendido catorce. El resto fueron reciclados y prensados para servir como portada de tapa dura para la edición de coleccionista de la Fenomenología del Espíritu de Hegel.
Tras un viaje por tierras italianas, regresó a Berlín como profesor en la Universidad tras superar un examen de ingreso ante un tribunal presidido por... Sí, por Hegel. En un alarde de Voluntad de Sabotear, decidió ubicar su horario de clases de forma que coincidieran con los cursos de Hegel, por lo que seis meses después hubo de abandonar su labor docente ante la escasez de alumnado. Por suerte para nuestro hombre, las vacaciones forzosas que le llevaron a recluirse en Francfort le permitieron evitar los efectos de una epidemia de cólera que acabó, irónicamente, con la vida de su eterno rival. La venganza es un plato que se sirve frío.
Después de una magna cantidad de publicaciones, además de buen un periodo de receso de la Humanidad, como un buen ermitaño o profugo de la ley, decidió volver a escribir, y en esta ocasión obtuvo mas éxito que las anteriores. El principal motivo fue que sus publicaciones ya no eran recicladas, sino que eran adquiridas y bien criticadas por un tal Julius Frauenstad, quien fue su primer seguidor. Aún se sospecha que este último fue una creación de Schopenhauer, como lo fue Socrates de Platón, para atraer así a más lectores. Incluso se dice que Arthur, como buen seguidor de Platón, posiblemente además de leer sus textos, también aprendió de sus trucos de ventas, estafas y mercadotecnia, disciplina ampliamente estudiada en la Grecia clásica.
Su verdadera consolidación llegó con la publicación del texto "Parerga y paralipómena", libro en el cual quería volver explicar su concepción sobre la Voluntad, y hacer críticas o comparaciones con personajes ilustres como Rene Descartes, Plutarco y John Locke (no el pelón de Lost), entre otros. Una sección destacada de este libro es la en que se dedica a razonar sobre las etapas de la vida del ser humano. Inciclopedia, en su vano intento de culturizar a la gente, enseguida le proporcionará un extracto-resumen de esta sección del libro:
Y como ya había explicado en las anteriores secciones, sin las cuales no se entendería nada de lo que ahora voy a explicar acá (...) El hombre, en el transcurso total de su vida, nos es nada sin las paralipónemas que expliqué anteriormente, si no, como ya escribí también anteriormente (...) Que el hombre, desde el principio de su época post-Arcadia, necesita darse cuenta que la razón expuesta en el capitulo 5.a34, es de total importancia para intentar conocer la razón de de su vida y seguir tranquilamente viviendo su existencia, la cual también conté anteriormente (pero la os voy a repetir), y que por mi crítica y experimentada razón es...
Gracias a este texto y el increíble razonamiento expuesto en la sección del fragmento anterior (donde da un maravilloso "porqué de la vida"), por fin Arthur logró su ansiada repercusión mundial y logró ser así el filósofo de moda de su época. Fama de la que sólo pudo disfrutar durante pocos meses, debido a su fallecimiento por un infarto cardio-respiratorio, que irónicamente también estaba de moda.
Pensamiento
- Influencias Orientales: Schopenhauer, furibundo ateo declarado, estableció grandes vínculos con la filosofía budista y enarboló la bandera de la defensa de los derechos de los animales, a quienes consideraba "francamente bastante más agradables que las personas, por lo menos, que las personas de mi familia". De nuevo, el concepto de compasión hacia el resto de seres vivos se muestra como prueba de buena conducta moral. Tras pasar algunos años en tabarrabos sobreviviendo en el interior de una cueva comiendo musgo de las rocas, decidió poner fin a su retiro ascético tras cosechar decepcionantes resultados en sus intentos de confraternización con un oso, que se saldaron con un mordisco en la rabadilla, unos cuantos huesos rotos, y la lamentable pérdida de un sombrero casi nuevo.
- Concepto de Voluntad: El pensamiento de Schopenhauer parte de la distinción Kantiana entre el Noúmeno (la cosa en sí) y el Fenómeno (la representación de la cosa en el sujeto que la percibe). Vamos, lo mismo que decía Platón sobre las cavernas, las sombras y las ideas, pero con terminología alemana, que suena más rimbombante. La Voluntad de Vivir sería el motor que crea las manifestaciones fenoménicas a partir de la (casi) inaccesible realidad. Para que nos entendamos, pondremos un ejemplo sexual, que siempre viene bien:
Ejemplo sexual
Sea un canal de televisión de contenido pornográfico de pago que emite de forma codificada, por lo que los pobres telespectadores con escasos recursos económicos sólo pueden contemplar un maremágnum de lineas parpadeantes, chirridos e interferencias. El pobre telespectador, empujado por su Voluntad de Ver Pornografía, consigue desarrollar un método para interpretar las interferencias, chirridos y líneas parpadeantes como voluptuosos cuerpos contoneándose en alta definición. O como decían en Matrix al mirar los monitores: "Acabas acostumbrándote. Yo ahora sólo veo una rubia, una morena, una pelirroja...". La sudorosa realidad está ahí afuera, pero sólo nos llega mediatizada por nuestros pobres e ineficaces sentidos, azuzados inmisericordemente por la obstinada Voluntad de Vivir.
- Sentido de la Vida: Dado que la Voluntad actúa como un fin en sí misma, no tiene una meta clara, por lo que la vida resulta ser una sucesión de Penas, Miserias, Sufrimientos y Muerte, más o menos por ese orden. De ahí el característico Pesimismo Schopenahueriano, para quien la vida oscila entre el dolor y el tedio, a pesar de que por aquel entonces aún no se había inventado la Televisión. Como el suicidio resultaría una forma de huir del mundo poco beneficiosa a primera vista, Schopenhauer nos ofrece otros modos de sobrellevar la pesada carga de la existencia: El Arte (por aquel entonces no exitía el Arte abstracto); la Compasión (por aquel entonces Nietzsche aún no había asesinado a Dios) y el Ascetismo (por aquel entonces no existía Richard Gere). Evidentemente, si Schopenhauer hubiera nacido en nuestros días, la opción del suicidio no le resultaría tan indeseable, a fin de cuentas.
Influencia en otros pensadores
Sus pensamientos y filosofía no sólo tuvieron entre sus acérrimos seguidores a personajes creados por él y a vecinos pagados para que fueran a sus charlas. También influyó en multitud de personajes ilustres, entre los que se pueden contar escritores, filósofos con martillos, actores de reparto, y actores protagónicos tales como chicos de la propaganda, Los Teletubbies y Dora la exploradora, la cual escribió duras críticas a los críticos del filósofo, llegándolos a acusar hasta de judíos y mucho más; todos ellos mundialmente conocidos por su tendencia al suicidio y al alcohol, o en caso contrario, a provocar suicidios o retrazo mental en sus malditos coterráneos.
Unos de los más representativos seguidores de Schopenhuaer en sus escritos y filosofía fue Friedrich Nietzsche, pero como fue un simple plagio del primero, no le vamos a dar mucho énfasis. También merece la pena destacar a un gran escritor de aspecto lúgubre y meditabundo llamado Edgar Allan Poe. Es obvio el porqué, debido a que se conocen pocas personas más pesimistas que "Poe el alcohólico". En el vasto mundo de la psicología también tenía un seguidor, que no es otro que el celebérrimo Sigmund Freud, lo cual resulta bastante curioso teniendo en cuenta que Schopenhauer nunca habló de penes.
Por último, y por hacer alguna referencia somera a la siempre interesante Cultura popular, cabe señalar que uno de los personajes más reconocidos de la televisión es también seguidor de este gran filósofo. Este personaje es nada menos que el excéntrico Doctor House, quien, al igual que Schopenhuaer, prefiere a los animales antes que a los humanos, en especial si están bien cocinados, o si se trata de su jefa disfrazada de conejita.
Enlaces de buena voluntad
Referencias