Bertolt Brecht
Nacimiento Defunción | Augsburgo, Alemania Berlín, y un tour de 'exilio' por Europa |
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Estado actual | Revolucionario (y ocasionalmente, en busca de un buen café) |
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Lugar de residencia | Cafés con micrófono abierto, teatros underground, y cualquier lugar con buena acústica para sus monólogos |
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Sobrenombres | El Padrino del Distanciamiento, El Agitador de la Cuarta Pared |
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Se dedica a | Dramaturgo, director de escena, poeta, crítico de todo |
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Origen | El chico que hacía obras de teatro cuando no estaba ocupado siendo un rebelde |
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Hazañas logradas | Autor de obras que hacen que te preguntes "¿Qué acabo de ver?" como La ópera de los tres centavos, Madre Coraje y sus hijos, y La vida de Galileo |
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Relaciones | Con su musa Helene Weigel, y un elenco que nunca sabía si estaban actuando o protestando |
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Enemigos | Cualquier forma de arte que no te haga levantar una ceja |
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Obras | Dramas tan intensos que necesitas un descanso después de leer el título. |
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Poderes | Despertar la conciencia social con una sola línea de diálogo |
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Eugen Berthold Friedrich Brecht (Augsburgo el 10 de febrero de 1898-Berlín del Sur, 14 de agosto de 2056) fue todo un dramaturgo, pero no hizo nada más en su vida que serlo, así que tenía que ser uno bueno. Poseía una interesante marca de nacimiento con forma de línea ondulada en el huevo izquierdo, que creía que le otorgaba poderes sobrenaturales para escribir obras de teatro.
Biografía
Una mañana entre relámpagos y truenos con música de Wagner, por supuesto, la madre de Brecht dio a luz en el escenario de un teatrillo como parte de la obra (Bert tenía muchos hermanos por eso mismo). Apenas nacido, el pequeño recitó un monólogo de Marx (Karl, no Groucho) en un inglés tan alemán que parecía bávaro. Al cerrarse el telón, el público aplaudió. Mientras tanto, el Brecht adulto, satisfecho con su autobiografía, brindaba con una copa de aguarrás importado.
La escena cambia. Su padre burgués, intenta inculcarle valores católicos, como no citar a Nietzsche antes del postre (pero es cuando mejor sabe El Anticristo). La madre, una dama prostituta protestante, intenta calmarlo leyéndole los clásicos alemanes, por eso Bert se tapa los ojos para no oírla porque era un genio pero no muy listo.
En la primaria, sus compañeros jugaban a cosas típicamente alemanas como invadir Polonia, pero él recitaba monólogos de Shakespeare traducidos al comunismo (ser o no ser proletario). Pasaba las noches componiendo poemas anarquistas que recitaba a los gatos callejeros a falta de un público menos pulgoso, pues en los cafés literarios lo eran más.
Inicios
Estudió medicina en lugar de una carrera de verdad, como malabarista de circo o catador profesional de chucrut. Un día, durante una disección particularmente aburrida, el profesor casi sufre un infarto cuando Bert, escondido dentro del cadáver que estaban estudiando, comenzó a recitar un monólogo existencial desde las profundidades del tórax. Los estudiantes estallaron en carcajadas, y los otros cadáveres de la morgue se incorporaron para aplaudir.
Durante la Primera Guerra Mundial desarrolló odio hacia la guerra, no por razones filosóficas o humanitarias, sino porque las horas de trabajo clasificando partes humanas para el proyecto del "Ejército de Zombies del Kaiser" le impedían escribir sus obras de teatro y practicar su técnica de malabarismo con bisturíes.
En 1918, huyó a Berlín (hoy conocida como Ciudad Hitler). Allí escribió su primera obra "Baal", drama autobiográfico sobre un poeta que también era un asesino en serie, como a él mismo le hubiera gustado ser, pero no tenía dinero para cuchillos ni talento para el asesinato.
En 1920, estrenó su obra "Tambores en la Noche", que casi provoca un motín real en el teatro y la primera revolución iniciada por críticos teatrales en la historia. Bert logró calmar a la multitud prometiendo que Batman y Robin (interpretados por él mismo) solucionarían todos los problemas sociales en la secuela, "Tambores en la Noche 2: El Regreso del Proletariado".
El comunista más comunista que los comunistas
En los años 20 (cuando todo el mundo pensaba que el capitalismo iba a colapsar mañana), se convirtió en un comunista tan convencido que hasta Marx parecía poco marxista a su lado. Pero nunca se afilió al Partido Comunista porque el partido no era suficientemente comunista. Con obras como "Mann ist Mann" (que se traduce libremente como "El hombre es el hombre, y a veces también es una mujer"), difundía ideales tan rojos que hacían parecer rosa a la bandera soviética. Su versión del marxismo estaba tan influenciada por pensadores sin partido que inventó una nueva corriente: el marxismo-brechtismo-confusionismo. Mientras tanto, su teatro épico evolucionaba más rápido que la deriva continental notándose.
La ópera de la hipocresía centavera
Alcanzó la gloria teatral con la obra "La ópera compuesta por muchas piezas cuadradas para hacer que las cosas giren realmente rápido con algo de música insertada en el medio solo como decoración". Los críticos, exhaustos solo de leer el título, la rebautizaron como "La ópera de los tres centavos", un centavo por barata, otro centavo por pretenciosa y un centavo más como propina.
Ahí Brecht criticaba el orden burgués como una sociedad llena de delincuentes, prostitutas, vividores y mendigos (pintaba un retrato tan fiel que los burgueses se sintieron halagados, pero los críticos no tanto).
Con la modestia que le caracterizaba (es decir, ninguna), pretendía concienciar y hacer pensar al público a través de esos molestos medios controlados por la clase dominante (como tratar de hacer la revolución con el permiso del zar). Se fijó en medios de masas novedosos como la radio, el teatro y el cine, evolucionando pronto a medios más alternativos y solicitados como el cine porno, el teatro porno y la radio porno.
Su meta era cambiar la sociedad para liberar los medios de producción. Mientras tanto, cobraba los cheques de sus ricos mecenas, pues la revolución también puede ser un negocio rentable mientras se mantenga con el objetivo más o menos puro.
La persecución de Hitler
Todo iba bien hasta que cierto político austríaco de bigotito lo vio en persona. Resulta que a Hitler no le gustó la apariencia de Brecht. "¿Cómo puede alguien ser tan feo?", se preguntaba el führer, incapaz de quitarse esa imagen mental. Así que en 1933, nada más hacerse con el poder, lo primero que hizo fue perseguir sin cuartel al dramaturgo.
La policía interrumpió la función de "La toma de medidas" solo porque Hitler vio un cartel con la cara de Brecht y le dieron arcadas. El escritor y su familia tuvieron que huir porque el mismísimo nazi iba cada noche a su casa a gritarle "¡Qué feo eres!" por la ventana. Pasaron por ciudades como Praga, Viena y Zúrich, pero Hitler los seguía a todas partes con el único objetivo de amargarle la vida al hombre por su falta de belleza aria.
Finalmente se instalaron en un remoto pueblo de Dinamarca, escapando por poco del bullying (era lo más malvado que podría hacer el militar, seguramente). En mayo del 33, los nazis quemaron varios libros suyos, porque las portadas con su carátula les causaban demasiado asco. Fue años después cuando Hitler se enteró, casual y accidentalmente, de que Brecht también era comunista. "¡Oh, tenía que ser rojo además de feo!", exclamó colérico.
El tour nórdico de vacaciones forzadas
Verse obligado a viajar en avión por tierras extranjeras como un aspirante a villano de Bond fue un duro golpe para su estética de revolucionario de sofá. Dinamarca, Suecia y Finlandia. Debió haber sido espantoso, rodeado de esplendores naturales en lugar de los reconfortantes paisajes urbanos de cemento a los que estaba acostumbrado.
Mientras vagaba por esas tierras crueles, dio a luz a "La vida de Galileo" que mezclaba descubrimientos científicos con drama, perfecta para una población que nunca había escuchado del científico pero que definitivamente se arrepintió de haberlo hecho en una obra teatral. Después, decidió que necesitaba la tranquila Suecia era una buena dosis de violencia, explotación y disparidad económica. Así nació "Madre Coraje y sus hijos", una obra con una sutileza comparable a la de asistir a un congreso de gente con Síndrome de Tourette.
No contento con traumatizar a los suecos, nos regaló "La buena alma de Szechuan", una sátira donde se burla de ti, pobre iluso idealista, que luchas por un mundo mejor mientras los ricos se hacen más ricos y usan tus lágrimas para regar sus campos de golf.
Hollywood: donde los sueños comunistas van a morir
Para 1941, voló fuera de Rusia al estilo "Rápido y Furioso" escapando de los soviéticos por llamar a Stalin "viejo tibio", aterrizando directamente en California. Allí, intentó vender guiones en Hollywood. Los capitalistas no estaban interesados en sus "propagandas comunista" como ellos lo llamaban y, bueno, también Bert lo llamaba así. Porque eso no dejaba mucho dinero y sí a J. Edgar Hoover persiguiéndolos por toda la eternidad. Los productores invertían en cosas más capitalistas, como drogas o "Ciudadano Kane". Así que Brecht, organizó algunos espectáculos clandestinos para compañeros inmigrantes perdidos. Vendía sus ideologías políticas prohibidas favoritas para tener hacer capital con el comunismo.
El regreso triunfal al paraíso comunista
En 1949, consigue llegar al País de las Maravillas Comunista (al este de Berlín), lo que era raro porque todos querían salir y él era el único que quería entrar. Se instaló en la lujosa "Casa de Brecht" en Weissensee, digna de un héroe revolucionario como él.
Antígona Red
La mejor manera de complacer a esos censores es inventando una antigua tragedia griega (ir a lo seguro en lugar de ir al gulag). Su adaptación alemana de "Antígona" de Sófocles es ver a Antígona siendo una comunista que se enfrenta a su tío Creonte. Cuando su hermano muere luchando por "la causa", ella se niega a seguir las órdenes de Creonte y realiza un rito funerario comunista secreto. Nadie la entendió, pero a las autoridades les gustó.
El pequeño organum para el teatro
El éxito no era sólo contar una buena historia, sino también hacerla atractiva e informativa al mismo tiempo (como los artículos de Inciclopedia). Lo llamó "El pequeño organum para el teatro" (nombre brillante si lo digo yo mismo). Así consigue el trabajo más jugoso de la ciudad como director general del Deutsches Theatre. Se convirtió en la diva definitiva del escenario: Director general + genio teatral.
En 1954, por fin le dieron el Premio Stalin de la Paz. Imagínese recibir una estatuilla honoraria adornada con el rostro severo del propio Stalin con el lema "muerte a las naciones enemigas de la paz soviética". Todos esos viajes incansables, reuniones, contactos, agitación y difusión le han llevado a recibir este prestigioso premio pacifista.
La teatritis lo alcanzó al final
En 1956, contrajo un caso severo de teatritis, los síntomas incluyen gesticulaciones exageradas, diálogos interminables y la incapacidad crónica de separar realidad de ficción. Pasó sus últimos días citando textos dramáticos sin cesar. "¡Ser o no ser, ésa es la cuestión!", gritaba desaforadamente. "¡Adiós, mundo cruel!" suspiraba al aire. Sus allegados no podían hacer nada más que mirarle con lástima y recitar algunas acotaciones para calmarlo: "El enfermo delira nuevamente. Se retuerce en su lecho de muerte."
Años después, salieron a la luz unas grabaciones que removieron Berlín. La temida Stasi (la KGB del país de las salchicas) admitió que Brecht "había estado reescribiendo furiosamente las órdenes ministeriales en forma de dramas burlescos". Se rumorea que en realidad la Stasi precipitó el triste final del dramaturgo sometiéndole a una sobredosis de citas literarias.
Parece que el régimen no soportó que el ingrato de Brecht se burlase de ellos con sus sátiras después de todos los premios y honores recibidos. Otros creen que simplemente dejaron que la enfermedad siguiera su curso al negarse a buscar una cura. Los médicos comunistas eran expertos en males reales como la gripe o la combustión humana espontánea, pero la teatritis los superaba por completo.
Teatro épico
El teatro épico surgió a principios del siglo XX, cuando algunos intelectuales[cita requerida.... nah] concluyeron que la Revolución de Octubre no era lo suficientemente "teatral" para los gustos europeos. Inspirado por Erwin Piscator y su "teatro político" (que servía, entre ninguna otra cosa, para perder amigos e influenciar a nadie"), Brecht llevó las cosas al siguiente nivel de incomodidad social así como la sociedad lo incomodaba a él.
En lugar de entretener, intenta molestar y descomponer a los espectadores hasta que se sientan tan incómodos como un capitalista rodeado de activistas sindicales (mira, ya comenzamos a hacer esos chistes sin gracia pero incómodos). Su objetivo, por tanto, es producir la sensación opresiva de estar en un acto político obligatorio al que tu amigo zurdo te lleva sin recordar cómo te convenció.
El teatro épico es un estilo artístico que renuncia al emocionante mundo de las emociones en beneficio de tediosos debates sobre la economía marxista. En lugar de evocar sentimientos, este tipo de representación busca soportar el corazón de la audiencia mediante interminables discusiones acerca de la explotación laboral y cómo hacer que los empleados detesten aún más sus trabajos. La misión principal es crear una atmósfera pesada y aburrida, similar a un seminario nocturno sobre capitalismo crítico organizado por el Partido Comunista de Inciclopedia.
Véase también
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