Anexo:Alt-rights famosos

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Artículo principal: Alt-right
En esta foto podemos ver a algunos especímenes de la alt-right.

"Bienvenidos al salón de la fama de la derecha alternativa, donde las opiniones son fuertes, los discursos incendiarios y las polémicas nunca toman vacaciones. En este exclusivo compendio, presentamos a los íconos más ilustres de este rincón del espectro político—sí, esos que acumulan seguidores a la velocidad de un meme viral.

Pero, ¡cuidado! Como cualquier moda de internet, nuevos rostros surgen constantemente, así que esta lista es solo una humilde selección de los clásicos indiscutibles. Piensa en ellos como los hits más escuchados de un género que nunca deja de producir nuevas estrellas, algunas con un brillo más cuestionable que otras. ¡A disfrutar del espectáculo!

Youtubers/Streamers/Celebridades alt-right

Richard Spencer en su mejor momento.

Richard Spencer

Richard Spencer, el niño mimado del neonazismo, parece el hijo perdido de los villanos de *Blues Brothers*. No cayó por un precipicio, pero sí recibió un puñetazo anónimo mientras lucía su pin de rana Pepe, ¡qué estilo! Su peinado, un homenaje al emoji 💩, es la cereza de este pastel de supremacía. Un ícono de la alt-right que brilla... como un faro de malas ideas.

Steve Bannon

Steve Bannon, el Goebbels de saldo, es un gremlin ideológico que trepó desde los sótanos de Breitbart, ese faro de "verdades" junto a The Daily Stormer e Infowars, hasta convertirse en el cerebro prestado de Trump, porque, claro, el original estaba en cortocircuito. Detesta a la élite de Wall Street por judía y codiciosa, pero se acurrucó con un multimillonario de cabello imposible. Lo echaron por soñar despierto con planes dignos de un villano de cómic, y luego lo pillaron mangando fondos del famoso muro de Trump. ¡Ironía nivel maestro!

John Matze

John Matze, el Dr. Frankenstein digital, dio vida en 2018 a Parler, un clon de Twitter donde los alt-righters graznan sin miedo a la guillotina de la moderación. Pero en 2021, ¡sorpresa! Los trumpistas usaron su creación para orquestar el asalto zombi al Capitolio, soñando con desalojar a Biden a patadas. Fracasaron, y Google, Apple y Amazon dieron un portazo a Parler, dejándola al borde del olvido. Matze, cual mago de pacotilla, resucitó su monstruo con servidores propios. Luego, Kanye West, en un arranque de genialidad dudosa, compró este circo. Pero con Musk al mando de Twitter, Parler parece un chiste sin remate, y Kanye suda la gota gorda con su inversión en esta reliquia de la rebeldía digital.

Sargon of Akkad

Carl Benjamin, alias Sargon de Akkad, es un YouTuber "escéptico" que coquetea con fascistas mientras jura ser liberal. Su obsesión con los SJWs y feministas es tan intensa que parece escribir cartas de amor secretas a Anita Sarkeesian. No, no es el emperador mesopotámico, aunque su ego podría llenar un zigurat.

Elon Musk

Así quedó Elon Musk por culpa de la pandemia.

Elon Musk, el magnate tecnológico que fuma más que un rastafari en un festival de reggae. Antes, el niño mimado de la izquierda, con sus autos eléctricos y sueños de salvar el planeta de las garras aceitosas de las "Big Oil". Pero llegó el COVID, y a Elon se le fundió el circuito: se tragó la "Píldora Roja", tuiteó conspiraciones derechistas y se coronó como el rebelde que desafió cuarentenas, negándose a cerrar sus fábricas como si fuera el Tony Stark del caos. De héroe ecologista a villano de película de 007, compró Twitter en un reality digno de Netflix, se amigó con Trump en su segundo mandato, pero le dio la patada cuando sus negocios peligraron. Ahora, reinando sobre X, el némesis de Facebook, y adorado por los frikis, Musk es un peligro con estilo: un genio excéntrico con un cohete en una mano y un meme en la otra.

Milo Yiannopoulos

Milo Yiannopoulos, el hombre que es un coctel de contradicciones: gay pero homófobo, judío con un pie en el neonazismo, ¡un auténtico rompecabezas ideológico! Se catapultó a la fama surfeando la ola del Gamergate 1, azuzando a los gamers vírgenes para que declararan la guerra santa contra cualquier atisbo de progresismo en sus videojuegos. Con su lengua afilada y su talento para el caos, convirtió foros de Reddit en campos de batalla y a sí mismo en el mesías de los teclados enfurecidos. ¡Un villano de internet que parece sacado de una partida de Calabozos y Dragones diseñada por un troll!

Stefan Molyneux

Un reluciente calvito canadiense, autoproclamado filósofo, que reparte perlas de sabiduría como si fueran panfletos en un mercado. Su superpoder: gritar "¡Eso no es un argumento!" cada vez que el debate lo acorrala, mientras esquiva con maestría cualquier idea que no quepa en su colección de prejuicios. Rumores no confirmados aseguran que guarda un frasco de "esencia de pureza aria" bajo su escritorio, aunque él jura que solo son vitaminas.

Steven Crowder

Un canadiense que cruzó la frontera para abrazar el sueño americano de ser el alt-right más ruidoso. Estrella de *Louder with Crowder*, se pavonea con su segmento *Change My Mind*, donde "debate" con estudiantes desprevenidos frente a universidades, armado hasta los dientes con argumentos ensayados y una mesa plegable que grita "¡Soy objetivo!". Sus "diálogos espontáneos" son tan naturales como un reality show, y su misión es clara: imponer sus ideas más fachas que un bigote de los 80, mientras te desafía a cambiarle la opinión... si te atreves.

Jordan Peterson

Jordan Peterson usando sus langostas para explicar.....Algo tal vez...

Un canadiense con fijación por langostas y una cruzada personal contra dragones imaginarios, el caos femenino y los pronombres que no le hacen ojitos. Este autoproclamado gurú de la masculinidad es el *Daddy Dom* de cabecera para quienes creen que hacer la cama es el primer paso hacia derrocar el comunismo. Jura no ser alt-right, pero coquetea con sus ideas como quien "sin querer" cae en una convención de conspiranoicos. Sus charlas sobre judíos "biológicamente sobrerrepresentados" son un malabarismo verbal tan vago que, si lo acusan de ser racista, machista, transfóbico o fóbico a las arañas, se escuda con un "¡no entendiste mi arquetipo junguiano!".

Sus libros de autoayuda, envueltos en un aura de tratado mitológico-psicoanalítico, son como si Carl Jung hubiera descubierto Red Bull y *Game of Thrones* en una noche de insomnio. Sus videos de una hora parecen monólogos de un profeta de X con un doctorado en divagaciones. Luchando contra la "corrección política", nuestro héroe tropezó con una adicción a psicofármacos, una neumonía y un encuentro cercano con el coronavirus. Pero, como buen villano de telenovela, resucitó con otro libro y volvió a las andadas, listo para seguir predicando que ordenar tu cuarto es la revolución que el mundo necesita.

Jack Donovan

Imagínate a Jordan Peterson, pero con bíceps de gimnasio, calva reluciente y un discurso que no necesita subtítulos. Así es Jack Donovan, el macho alfa que logró colarse en medios "normalitos" que suelen ponerle candado a cualquier facha con olor a testosterona[1]. ¿Su gran plan para salvar el mundo? Que los hombres dejen de ser blanditos y recuperen su esencia de vikingos barbudos, fuertes y valientes, listos para enfrentar osos o, en su defecto, una discusión en X.

Jack, con la solemnidad de un predicador de CrossFit, nos regaló sus "virtudes tácticas", un manual para ser el macho que todo hombre debería tatuarse en el pecho (metafóricamente, claro, que las agujas son muy mainstream). Las feministas y los progres no están invitados a su fogata, porque, según él, la civilización moderna es una especie de distopía blandengue al estilo *WALL·E*, donde todos flotamos en sillas reclinables mientras nos sirven smoothies de soya. Su solución: dinamitar la civilización o, al menos, mudarse al bosque y vivir como hombre de las cavernas, porque, obvio, cazar mamuts era pan comido comparado con lidiar con el tráfico o una hipoteca.

Fiel a su evangelio, Jack se juntó con los "Lobos de Vinland", una pandilla de machos rudos que viven en el bosque, cazando, gruñendo y... subiendo historias a Telegram para no perder el Wi-Fi. En el camino, se ganó el corazón del mismísimo Chuck Palahniuk, el genio detrás de *El club de la pelea*, y lo arrastró al lado oscuro de la Alt-Right. Todo iba como en una película de acción... hasta que recordamos que ambos son gays, lo cual le da un giro irónico digno de una telenovela. ¡Qué giro argumental, Jack!

Ben Shapiro

Desde la tierra de las hamburguesas y las banderas estrelladas, emerge Ben Shapiro, el seudointelectual de voz aguda que parece debatir con la velocidad de un hámster dopado con Red Bull. Es como si Jordan Peterson y Jack Donovan se hubieran fusionado en un solo cuerpo, pero con menos músculos y más opiniones sobre *todo*. ¿Su misión? Defender las armas con el fervor de un vaquero de película, sugerir que los palestinos tomen sus maletas y se muden a cualquier lado menos Israel para "no estorbar", y lanzar miradas fulminantes a feministas y a la comunidad LGBT+ como si fueran los villanos de su propio anime.

A pesar de ser judío, Ben no deja que eso le frene su cruzada de soltar frases que harían sonrojar a un comediante de los 80. Pero, ¡oh, sorpresa!, no todo es amor en el club de los machos conservadores. Mientras algunos de sus camaradas lo tildan de farsante por no seguir el manual de la derecha al pie de la letra, él contraataca llamándolos chiflados. Porque, claro, si la izquierda se fractura como galleta, la derecha no se queda atrás organizando su propio circo de egos. ¡Que siga el show, Ben!

Mike Cernovich

Desde las profundidades de Yankilandia, Mike Cernovich se presenta como el primo ruidoso de Jack Donovan y Jordan Peterson, pero con un megáfono más grande y un fetiche por los vikingos que parece sacado de una película de serie B. Según él, la clave para conquistar corazones (y otras cosas) es canalizar al macho alfa interior, ese que levanta rocas, gruñe como oso y brilla con el aura de un guerrero nórdico. Para probar que no está de broma, se subió al tren de Donald Trump con el entusiasmo de un fan en un concierto de rock, ondeando la bandera de la masculinidad como si fuera una capa de superhéroe.

Pero Mike no se detiene ahí. Con la pasión de un detective de telenovela, acusa a los liberales y progres de ser villanos de historieta, insinuando (con un guiño y un codazo) que son un peligro para los niños, aunque a veces sus "pruebas" parezcan sacadas de un guion de ciencia ficción. ¿Exagerar? ¿Inventar? Detalles menores para nuestro héroe, cuya obsesión por exponer "perversiones" lo tiene a un paso de necesitar un diván y un buen psiquiatra. ¡Sigue rugiendo, Mike, que el circo no para!

Ben Garrison

¡Ben Garrison, el caricaturista libertario con un toque de conspiranoia, que saltó a la fama cuando los bromistas de 4chan tomaron sus dibujos, digamos, "peculiares", y los convirtieron en un desfile de memes neonazis! Ahora, nuestro amigo Ben se ha subido al tren de la propaganda alt-right, retratando a Trump como si fuera el galán perdido de Hollywood, a Joe Biden como un abuelito desorientado que perdió las llaves de la Casa Blanca, y a los demócratas (o cualquiera que no aplauda a Trump y Putin) como villanos de una novela globalista-marxista. Su estilo fue tan "inspirador" que hasta en América Latina nacieron sus versiones tropicales: ¡el Carnaval Tercermundista y El Politigato, listos para el mambo político!

Una imagen (censurada por respeto al público vale más que mil palabras.

Gavin McInnes

¡Gavin McInnes, oh, capitán, mi capitán del caos! Autoproclamado nacionalista blanco y medallista de oro en el arte de ser un absoluto desastre, este caballero es el genio detrás de dos joyas de la modernidad: VICE, esa especie de boletín para hipsters que soñaban con ser cool mientras leían sobre kombucha y gentrificación (hasta que Disney, sí, el ratón Mickey, lo compró para hacerlo aún más insípido), y los Proud Boys, básicamente un club de fans de la testosterona rancia, como si las Juventudes Hitlerianas hicieran un reboot para tipos que viven en el sótano de su mamá y coleccionan gorras de camionero. Pero espera, que su momento estelar fue cuando decidió que el mundo necesitaba verlo sacar un consolador de su retaguardia en un programa online, haciendo que *Black Mirror* parezca un episodio de *Plaza Sésamo*. ¡Un verdadero visionario!

JonTron

¡JonTron, el titán de la nostalgia gamer! Este YouTuber, con una figura que grita “amo las papas fritas más que el ejercicio”, se forja el pan de cada día desempolvando videojuegos que tu abuelita jugaba en un Atari, todo mientras suelta un repertorio de groserías que harían sonrojar a un marinero. Pero agárrense, que este genio, hijo de un papá iraní y una mamá húngara, decidió que los inmigrantes son el enemigo número uno (¡sí, la ironía es más espesa que su barba!). En un giro digno de telenovela, se subió al tren del alt-right, soñando con ser el próximo PewDiePie, quien también coqueteó con ese club de los “polémicos por gusto”. ¡JonTron, el héroe que nadie pidió, pero que todos vimos gritarle a un cartucho de Nintendo 64!

Lauren Southern

¡Lauren Southern, la profetisa rubia de las tierras frías de Canadá! (¿Canadá? ¿No era ese el lugar donde todos son amables y el jarabe de arce es moneda corriente?) Esta lumbrera está convencida de que la raza blanca va camino a desaparecer más rápido que un copo de nieve en un microondas para el 2050. ¿Su solución? Encerrar a las mujeres blancas en la cocina, como si fueran electrodomésticos vintage, listas para hornear pan y patriotismo, mientras los hombres blancos se lanzan al oceano en plan “¡a hundir balsas africanas como si fuera un videojuego de los 80!”. Y ojo, que tiene una gemela espiritual al otro lado de la frontera, la mismísima Tomi Lahren, gritando lo mismo pero con un acento más de reality show. ¡Lauren, la heroína de la nostalgia por un mundo que suena a guion de película distópica de bajo presupuesto!

The Golden One

¡Con ustedes, el YouTuber y fortachón sueco que parece haber escapado de un gimnasio vikingo! Este caballero está convencido de que hordas de invasores (Ironía¡ejem, ejem!) planean saquear su tierra natal y, de paso, coquetear con su colección de novias. Sus gameplays de *Skyrim* son tan emocionantes como ver crecer el césped en cámara lenta. Pero, ojo, la cosa se pone *curiosa* cuando su canal, antes dedicado a flexionar bíceps, empieza a lanzar teorías conspirativas que harían sonrojar a un guionista de ciencia ficción de serie B. En 2019, un fan australiano decidió rendirle un "tributo" muy peculiar (digamos que fue un *performance* algo subido de tono) que dejó a sus seguidores aplaudiendo como si hubieran visto el final de una telenovela.

Baked Alaska

¡Baked Alaska, el gran "influencer" de la catástrofe! Este YouTuber, autoproclamado antisemita de poca monta, se ganó el apodo de *Maced Alaska* tras darse un baño accidental de gas pimienta en Charlottesville, ¡un momento épico de torpeza digna de un Oscar al ridículo! No contento con eso, decidió unirse al club de los genios que pensaron que asaltar el Capitolio en 2021 era una gran idea, grabándose como si fuera el Scorsese del caos. Ahora, entre vandalismo, discursos de odio antisemita y un talento natural para meterse en líos, está enfrentando juicios como si coleccionara citaciones judiciales. ¡Un verdadero ícono del desastre!

Deportistas alt-right

Joe Rogan

Un tipo que empezó como peleador de puños, comediante de chistes regulares y locutor con micrófono en mano, pero que, ¡vaya giro!, se subió al tren de la fama con su podcast en Spotify, donde charlaba con famosos como si fueran compas de bar. Todo iba bien, hasta que, ¡pum!, algo le hizo clic (o se le fundió un fusible) y decidió que entrevistar a estrellitas del conservadurismo, gurús de la pseudociencia y profetas de la conspiranoia era su nuevo hobby. De ser un locutor "decente", pasó a ser el rey del "¡despierta, oveja!" con un doctorado honoris causa en teorías locas y antivacunas. Tanto así, que hasta los cantantes de Spotify le armaron bronca, pero él, imperturbable, se coronó como ídolo de los que ven chemtrails en su café matutino. Y, como si fuera poco, inspiró a Jordi Wild a ser su clon hispano, porque, claro, el mundo necesitaba un Joe Rogan con acento. ¡Aplausos para el maestro de la paranoia!

Gina Carano

Una ex-peleadora de MMA y actriz que, en teoría, podría haberse subido al tren del feminismo cool y haberse quedado ahí, repartiendo golpes y frases empoderadoras. Pero no, señores, porque la genialidad humana para el disparate no tiene cinturón negro. Cuando el coronavirus llegó a dar su show mundial, Gina decidió que su verdadero talento no era actuar ni pelear, sino ser la reina de las conspiraciones en redes sociales. ¡Sí, señor! Se puso a lanzar teorías derechistas más locas que un guion de ciencia ficción de bajo presupuesto, sin una pizca de evidencia, como si el virus fuera un complot de extraterrestres con cubrebocas.

Le llovieron los regaños, claro, pero Gina, imperturbable, siguió su cruzada. Mientras rodaba *The Mandalorian*, en lugar de concentrarse en cuidar a Baby Yoda, se dedicó a soltar propaganda seudonazi contra Joe Biden, como si el pobre hombre fuera el Darth Vader de la Casa Blanca. Y ahí fue cuando Mickey Mouse, con sus orejas cansadas de tanta locura, dijo: “¡Basta, Gina! No sé si eres Sith o simplemente te pasaste de sables láser, pero aquí te bajas de la nave”. Y así, con un despido más rápido que un Halcón Milenario, Gina salió volando del universo Disney, recordándonos que hasta en una galaxia muy, muy lejana, la estupidez puede ser el verdadero Lado Oscuro.

Andrew "Cobra" Tate

Mis nuevas 3 reglas de vida:
1. Nunca, pero NUNCA, pelees con personas autistas.
2. Deja la pizza. Ahora.
3. No reveles demasiada información sobre tí. Así no dormirás en una cárcel con Drácula
.

Ese ex-kickboxer que cambió los guantes por un megáfono virtual y decidió que su misión divina era gritarle al mundo que los hombres deben ser machos, machotes, ¡MACHÍSIMOS! Como si Donovan, Peterson y Cernovich no hubieran ya agotado el tema con sus prédicas de "sé hombre o muere en el intento". Pero Tate, con su carisma de vendedor de coches usados, llevó la cosa a otro nivel: se convirtió en una plaga digital en los 2020, inundando las redes anglosajonas con videos que parecían gritar "¡TESTOSTERONA O EXTINCIÓN!". Por suerte, en el mundo hispano nos salvamos un poco porque casi nadie se molestó en subtitular su evangelio de bíceps y gruñidos.

Lo que hace especial a nuestro Cobra no es solo su falta de sutileza —porque, vamos, este hombre hace que un rinoceronte parezca un maestro del feng shui—, sino su talento para meterse en charcos de escándalo. Opinaba sobre controversias con una delicadeza que haría parecer a Christian Grey un activista de pañuelos rosas. Pero la guinda del pastel llegó en Rumanía, donde, en un giro digno de telenovela, lo acusaron de tráfico de personas. ¡Zas! Las redes sociales, hartas de sus sermones de cavernícola 2.0, le dieron un portazo digital, bloqueando sus cuentas más rápido que un uppercut.

¿Y creen que eso lo detuvo? ¡Ja! Sus fieles discípulos, como si fueran monjes de una secta de pesas y Red Bull, copiaron sus videos y los resubieron como si fueran las sagradas escrituras del machismo. Y, para colmo, inspiró a un clon mexicano, el mismísimo *El Temach*, que con su "Modo Guerra" intenta resucitar al Macho Mexicano y al Macho Latino, como si estuviéramos en una película de acción de los 80 o de Los Almada. Así que aquí seguimos, esquivando los ecos de la Cobra, que aún resuenan en el ciberespacio como un rugido de dinosaurio con Wi-Fi.

UFC

Resulta que la UFC, aunque no lleva una bandera de "facho pride" en su logo, se ha convertido en el imán definitivo para esos cavernícolas que están hartos de que el fútbol soccer y el americano se hayan puesto “tan sensibles” con sus reglas progres y sus jugaditas de inclusión. ¡Pobrecitos, qué trauma! Así que, en busca de algo más “viril”, esta pandilla de gritones se ha apoderado de la UFC como si fuera su cueva personal: están en los eventos, en los foros, en las redes, ¡y hasta en la nómina de peleadores!

Y como si esto fuera un reality show de testosterona, el mismísimo Dana White, el jefe de este circo, parece que tiene una foto autografiada de Trump en su mesita de noche. ¿Coincidencia? ¡Ja! Esto es como echarle gasolina a un octágono en llamas. Los fans más “intensos” no pierden oportunidad de alardear que son los reyes de la masculinidad por ver a tipos (y tipas, porque sí hay mujeres dando leñazos) sudando y peleando en ropa interior. ¡Eso sí es ser macho, claro! De paso, aprovechan para soltar sus discursos de reclutamiento y propaganda como si fueran predicadores en una jaula. Y ojo, que aquí pelean negros, latinos, asiáticos, ¡hasta marcianos si los dejas!, pero eso no les frena.

El resultado: las artes marciales, que ya tenían mala fama entre los progres que piden cancelar todo lo que huela a golpe, están quedando como el villano de la película. Y no crean que la UFC es la única en este lío. Bellator MMA también está en el ojo del huracán porque su estrella, Fedor Emelianenko, parece que manda postales navideñas a Putin. ¡Qué bonito, verdad? Y como el drama es contagioso, esta vibra ya está salpicando a los deportes extremos, con Red Bull y Monster Energy sudando frío, al culturismo donde los de Mister Olympia se preguntan si serán tan fuertes para soportar la tormenta y al boxeo, donde Top Rank, Premier Boxing Championship y Golden Boy Promotions están atrapados en este reality de testosterona tóxica.

Ah, y por ahí están PFL, ONE Championship, BKFC, y KSW, lidiando con el mismo show, pero como son las primas menos populares de la fiesta, nadie les hace caso.

Políticos alt-right

Vladímir Putin

Putin, dios de la alt-right (y de los morenazis de izquierda, no entendemos por qué...).

¡Vladímir Putin, el machote máximo del planeta! Autoproclamado Emperador de los Osos y Sultán de la Testosterona, este tipo tiene un currículum que hace palidecer a Rambo. Se dice que llegó al poder montado en un atentado de falsa bandera más obvio que un guion de Hollywood. Reelegido hasta el cansancio, es el némesis oficial de los arcoíris, los izquierdistas que no le hacen la venia (aunque algunos lo confundan con Stalin en esteroides) y las feministas que no aprecian su aura de cavernícola ilustrado. Maestro en artes marciales, experto en armas y con un carácter que grita “¡aquí mando yo!”, Putin no necesita paraguas bajo la lluvia porque, obvio, es el mesías de la alt-right. Últimamente, en un ataque de sobredosis de testosterona, decidió que invadir Ucrania era el plan perfecto para reafirmar su título de “tipo más intenso del vecindario”.

Donald Trump

¡Donald J. Trump, el Gran Sultán del Brillo Naranja y Autoproclamado César de la Derecha Alternativa! Rey indiscutido de los republicanos, gurú de los conspiranoicos de gorra al revés y magnate del tinte capilar radiactivo. Ascendió al trono presidencial montado en una ola de memes gloriosos y la innegable verdad de que la tontería vende. Su diplomacia es un arte fino: amenaza con invasiones a menos que los líderes mundiales le dediquen poemas de amor (funcionó con Kim Jong-un, Argentina, Ecuador, Hungría y El Salvador, pero Cuba, Siria, la mayoría de América Latina, la Unión Europea, Canadá e Irán le dieron un sonoro “púdrete”). Tras perder en 2020, intentó un golpe de estado estilo reality show para desalojar al “monstruo liberal satánico” Joe Biden, poniendo el Capitolio patas arriba, pero ni eso le salió. Aun así, resucitó en 2024 como presidente porque, bueno, los demócratas decidieron hacerse un autogol épico.

Marine Le Pen en su enésima campaña presidencial.

Marine Le Pen

Marine Le Pen, la diva gala del populismo, es como si Donald Trump se hubiera reencarnado en una francesa con un toque de croissant y mucha menos peluca. Hija de Jean-Marie, ese abuelito gruñón que juraba que Francia estaba "demasiado morena" para su gusto, Marine ha heredado el don de la polémica. Entre sus brillantes ideas están deportar a todos los argelinos (sí, incluido Zinedine Zidane, porque, ojo, ¡se atrevió a brillar en el Real Madrid en vez de en el PSG!) y, atención, levantar un muro en la frontera con Andorra, porque nada dice "seguridad nacional" como bloquear a los andorranos y sus quesos de contrabando. Ha intentado conquistar el Elíseo dos veces, pero Macron, con su carita de galán de telenovela, le ha ganado el pulso. ¡Ay, Marine, el mundo no está listo para tu grandeur!

Viktor Orbán

Viktor Orbán, el Trump húngaro con un toque de paprika y una pasión por el poder que haría sonrojar a un káiser. Empezó como un libertario de manual, con sueños de libre mercado y discursos de derechista de salón, pero el tiempo lo transformó en un mandamás de extrema derecha con alergia a la diversidad. Sus seguidores lo veneran como el "mesías de Europa", celebrando su cruzada contra los inmigrantes africanos y su afán por convertir a la comunidad LGBT+ en el villano de su telenovela nacional. Eso sí, critica a la Unión Europea como si fuera el diablo, pero ¡ni loco se sale! ¿Por qué? Porque las subvenciones de Bruselas son su kriptonita favorita, aunque seguir las reglas de la UE le provoque urticaria. Orbán, el rebelde que vive del sistema mientras lo escupe. ¡Qué personaje!

Jair Bolsonaro

Jair Bolsonaro, el primo tropical de Trump, directo desde las playas de Copacabana, demuestra que no hace falta ser gringo ni rubio para ondear la bandera del alt-right con orgullo. Este caballero, con un currículum que grita homofobia, racismo y misoginia, sueña con una dictadura militar donde pueda despachar a sus rivales políticos con la misma facilidad con que se pide un jugo de guayaba. Pero, ¡oh, sorpresa!, como le guiña el ojo al libre mercado, Estados Unidos lo mimaba... hasta que coqueteó con Rusia y le empezaron a fruncir el ceño. Tras perder contra Lula da Silva, intentó su propio remake del asalto al Capitolio, pero le salió más bien una samba descoordinada. Valiente como pocos, decidió mostrar su arrojo militar... huyendo a Estados Unidos con la cola entre las piernas.

Bashar al-Assad

Bashar al-Assad, el sultán sirio que se ganó un pase VIP al club de la alt-right, no por su amor al socialismo o su fervor por Palestina, sino por arrodillarse ante Putin con la devoción de un fan en un concierto de rock. Durante la Guerra Civil Siria, se transformó en el improbable "paladín laico-cristiano" para ciertos entusiastas de internet, quienes juran que es el guardián de la civilización contra las hordas bárbaras. Su plan maestro, según sus fans, era resolver la Crisis de Refugiados en Europa… ¡como si los sirios no hubieran huido en masa precisamente por su mano dura y su talento para la "hospitalidad tiránica"! Pero, ¡oh, sorpresa!, Estados Unidos lo desalojó del trono, y ahora Siria baila al son de un gobierno títere que, con una sonrisa diplomática, oprime a su pueblo mientras reparte el petróleo como souvenirs a Washington y Bruselas. ¡Vaya giro, Bashar, de dictador a excusa para memes geopolíticos!

Narendra Modi

Este caballero, que parece haber nacido para desmentir estereotipos, es la paradoja andante: bronceado como el sol de Mumbai, repudia el imperialismo europeo con una mano mientras con la otra lanza guiños a Putin y Trump. ¡Vaya combo! Ha tejido un nacionalismo neocón tan picante que hasta los curry más bravos palidecen, con una legión de fans que inundan las redes con memes y tácticas que harían sonrojar a los trumpistas y putinliebers más curtidos. Pero, oh, sorpresa, lo que realmente le ganó el pase VIP al club de la alt-right no fue su carisma ni su bigote impecable, sino la islamofobia feroz de sus seguidores, que miran a Pakistán y a los refugiados con más desprecio que un crítico de cine a un remake de Bollywood. Y no hablemos de su cruzada contra el izquierdismo de Hollywood y Bollywood, porque ahí Modi es como un superhéroe que lucha contra el villano de la corrección política con un sari y una bandera.

Yoon Suk-yeol

Este paladín anti-feminismo, anti-homosexualidad y anti-todo-lo-que-huela-a-Corea-del-Norte-o-China estaba tan enamorado de los Estados Unidos que probablemente soñaba con hamburguesas y águilas calvas. Pero, ¡oh, sorpresa!, también era un fanático del K-Pop, planeando convertir los pasos de baile de BTS en himnos de propaganda patriótica. ¡Imagina a Yoon con un micrófono de purpurina cantando "Make Korea Great Again"!

Y entonces, en un giro que ni el guionista más audaz de un K-drama podría inventar, nuestro héroe decidió que ser presidente era poca cosa y quiso coronarse como dictador. En diciembre de 2024, sacó el manual de "Cómo ser villano de película barata" y declaró la ley marcial, enviando soldados al parlamento como si estuviera dirigiendo un musical militar de bajo presupuesto. ¿El gran plan? Duró menos que un estornudo: seis horas de puro caos antes de que la oposición, trepando vallas como ninjas en un reality show, lo pusiera en su lugar. El Tribunal Constitucional, con un unánime "¡Siéntate, Yoon!", lo destituyó el 4 de abril de 2025. Ahora, nuestro ex-héroe, con su gorra roja, sus 11 mascotas (sí, ¡11!), y una lista de cargos por rebelión y abuso de autoridad, se prepara para su nuevo papel: estrella de memes en X. Mientras Corea del Sur elige presidente el 3 de junio, Yoon probablemente esté practicando coreografías en su sala, soñando con su regrso... o al menos con un buen filtro de TikTok.

...Y todos los demás

Nigel Farage siendo recibido con el respeto que merece por el pueblo británico.

Dado que el populismo de derecha está más en boga que los jeans de tiro bajo en los 2000, han surgido un montón de políticos y figuritas que se autoproclaman "basados" o "rojoempastillados", aunque en realidad son como covers de bajo presupuesto de los originales. Vamos con un desfile rápido de estos personajes: Nigel "El Rey del Brexit" Farage, que parece que desayuna té con nostalgia imperial; Santiago "Rambo Español" Abascal, listo para asaltar el Call of Duty de la política; Ron "No me toques a Mickey" DeSantis, enfrentándose a Disney como si fuera el jefe final de un videojuego; Lilly "La Dama de Hierro 2.0" Tellez, con discursos más afilados que un cactus; Javier "Peluca Libertaria" Milei, que parece gritarle a la inflación como si fuera un reality show; y Giorgia "Mamma Mia" Meloni, que combina patriotismo con vibes de mercado italiano.

Y luego están los influencers, que son como el primo que llega a la reunión familiar con un megáfono: Un Tío Blanco Hetero, que suena a que escribe sus tuits desde una cueva paleolítica; El Temach, dando consejos de masculinidad como si fuera el Dalai Lama del gimnasio; Macho Biónico Extreme, que seguro tiene un póster de Rambo en su cuarto; Astro Recargado, que parece que predica desde una nave espacial; El Gran Patriarca, autoproclamado rey de la testosterona; Una Alienada, que debe twittear desde otra galaxia; Chumel Torres, el comediante que a veces se olvida del chiste; Carnaval Tercermundista, con sátira más picante que un taco de habanero; El Politigato, que maulla opiniones como si fuera un meme viviente; Punisher Panther, que suena a que castiga a sus haters con “Pruébala; y Rod Montana, el cowboy de las redes que dispara opiniones como balas y músculos.

No nos olvidemos de los "intelectuales" de la pandilla: Agustín Laje, Nicolás Márquez y Gloria Álvarez, los politólogos que parecen escribir libros con un manual de "Cómo ser basado en 10 pasos". En el apartado musical, Ricardo Arjona canta baladas para el alma conservadora, mientras Kidd Keo rapea como si quisiera liberar al mercado con rimas. Y en el rincón de los empresarios, Ricardo Salinas Pliego, que tweetea como si fuera el tío rico que te da consejos en la sobremesa. Para más información, véase los artículos Facha, Neonazi chileno, Neonazi tico, PAN, PRI, VOX y Partido Republicano.

Notas