Millennials
Período activo | 1981-1996 (pero mentalmente seguimos en los 90) |
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Creadores | Baby Boomers en un momento de optimismo injustificado |
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Hábitat natural | Cafeterías con WiFi gratis y departamentos compartidos |
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Idiomas | Memes, Sarcasmo, GIFs y algo de inglés para el LinkedIn |
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Generación anterior | Gen X (los que todavía creen en la estabilidad laboral) |
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Generación siguiente | Gen Z (los que nos hacen sentir boomers) |
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Patrimonio | 3 plantas de aguacate, una cuenta de Netflix compartida y deuda estudiantil |
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Superpoderes | Convertir ansiedad en memes, sobrevivir con café, multitasking involuntario |
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Debilidades | Mercado inmobiliario, llamadas telefónicas, explicar nuestro trabajo a nuestros padres |
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Logros desbloqueados | Maestría en excusas para no comprar casa, doctorado en procrastinación |
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Otras versiones | Hippster, Nómada Digital, Emprendedor de Instagram |
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La Generación Y, también conocida como generación milénica (del Volapük "millennial", ya que se consideraba que nuestro reich duraría todo ese tiempo somos la segunda generación del milenio después de esos suicidas del año 999), es ese grupito demográfico atrapado entre los amargados MTVnómanos de la GX y los incomprensibles zoomers de la GZ (Fortnitenómanos). La generación inició cuando se inventaron el VHS y el VIH[1] y terminó más o menos cuando todos nos íbamos a morir por la caída de la URSS y los conflictos postsoviéticos cercanos. Somos los hijos de los baby boomers, esos hippies que pasaron de "paz y amor" a "trabaja más duro, hijo, yo a tu edad ya tenía casa, carro, hijos y trabajo estable..." más rápido que un asteroide extinguiendo dinosaurios.
Somos expertos en convertir la precariedad en tendencia: llamamos minimalismo a no poder permitirnos muebles, "nómadas digitales" a no poder pagar un alquiler fijo, y "multiempleo" a tener tres trabajos para sobrevivir. Representamos el 22.4% de la población mundial y el 100% de las personas que pueden convertir un meme en moneda de cambio mientras explican a sus padres y a sus sobrinos centenialls por decimocuarta vez cómo adjuntar un archivo en Gmail.
Nuestra generación ha dominado el arte de vivir sin planes de pensiones (¿para qué ahorrar si viene el apocalípsis climático?), sin propiedades (el Monopoly es el único lugar donde compramos casas), y sin relaciones estables (porque Tinder es vida). Pero hey, al menos tenemos Wi-Fi, Netflix y la capacidad de convertir nuestra ansiedad en hilos de Twitter virales. También somos la primera generación en la historia que puede presumir de tener tres maestrías y seguir pidiendo dinero prestado a sus padres para el alquiler. ¿Pero sabes qué? Somos felices en nuestra miseria compartida, porque al menos podemos hacer memes sobre ello mientras comemos aguacate tostado con nuestro último centavo.
Terminología
Las generaciones humanas se han clasificado históricamente siguiendo un riguroso sistema alfabético que comienza con la Generación A (de Adán, no confundir con la vitamina), cuyos integrantes tenían la ventaja de no sufrir crisis existenciales por sus padres biológicos. Esta primera generación se caracterizó por su dieta vegetariana hasta el incidente de la manzana, tras lo cual diversificaron su menú considerablemente.
A través de los milenios, cada generación fue recibiendo su correspondiente letra: la Generación B (de Babilonia) destacó por su ambicioso proyecto inmobiliario vertical, la Generación C (de Cleopatra) revolucionó la industria cosmética, y así sucesivamente hasta llegar a la Generación W (inventores del WC).
La Generación X marcó el inicio de la era moderna, destacándose por su habilidad para sobrevivir a los pantalones de campana y el pelo cardado. Luego llegó la controvertida Generación Y, rebautizada como "millennials" cuando Advertising Age (la empresa que se dedica a ponerle nombre a las generaciones y nada más) se dio cuenta de que necesitaban un nombre más instagrameable. Esta generación, nacida en los 80, fue la primera en ser etiquetada antes incluso de aprender a hablar, porque alguien en 1987 vio demasiados capítulos de Neon Genesis Evangelion y pensó que sería cool vincularlos con el cambio de milenio (cool es una palabra arcaica que usamos los millenials para demostrar que algo está bien).
En una nota relacionada, los antropólogos siguen debatiendo qué pasó con las generaciones entre la A y la W, pero se sospecha que estaban demasiado ocupadas construyendo pirámides y cazando mamuts como para preocuparse por ponerle nombre a su crisis generacional.
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Características
Nos llaman millennials (lo dicen como insulto pero ya nos vale queso), pero en realidad somos simplemente humanos modernos con acceso ilimitado a internet y ansiedad generacional. Somos la primera generación que creció con la promesa de que, si trabajábamos duro y seguíamos nuestros sueños, conquistaríamos el mundo. La realidad: vivimos peor que nuestros padres, pero con mejor Wi-Fi. Capaces de tener tres crisis existenciales antes de desayunar, transformamos nuestros miedos en memes, nuestras frustraciones en tweets y nuestras esperanzas en publicaciones de Instagram que dicen "fake it till you make it".
Nuestro hábitat
Vivimos principalmente en pisos compartidos con otros cinco a ocho sobrevivientes como nosotros. Hemos perfeccionado el arte de convertir 12m² en un dormitorio-oficina-gimnasio-estudio de grabación de podcast y refugio espiritual. Si no estamos ahí, nos encontrarás en cafeterías, fingiendo que un horrible y caro café de 4€ nos da derecho a trabajar bajo su Wi-Fi durante ocho horas (usando su baño). No necesitamos mucho para sobrevivir: un rincón con buena señal y una planta suculenta para darnos ánimos, los gatos están fuera del presupuesto.
Nuestro estilo de vida
Nos comunicamos principalmente a través de emojis, GIFs y referencias a Los Simpson. Somos incapaces de llamar por teléfono sin ensayar antes el diálogo completo en nuestra cabeza, pero podemos escribir mensajes de texto con la destreza de un poeta contemporáneo. En el terreno romántico, los rituales de apareamiento han evolucionado a deslizar hacia la derecha en apps de citas, lo que consume más tiempo que las interacciones reales. Nuestro éxito social no se mide en bienes materiales, sino en seguidores de Instagram y en la cantidad de plantas que logramos mantener vivas (pocas).
Nuestra dieta es un reflejo perfecto de nuestra realidad: 60% ansiedad, 30% café, 9% comida a domicilio (gracias a los cupones) y, si la suerte nos sonríe, un 1% de tostadas de aguacate. No vivimos para comer; comemos para poder seguir rindiendo mientras fingimos tener todo bajo control.
Nuestras habilidades
Si algo nos define es nuestra capacidad de ser explotados hasta enfermarnos adaptación. Podemos trabajar en múltiples empleos al mismo tiempo mientras mantenemos una fachada impecable de éxito en LinkedIn. Somos traductores expertos de "perfil proactivo" a "trabajo mal pagado que exige hacerlo todo" mientras los boomers son los que cobran por nuestro trabajo que ellos no saben hacer. También hemos alcanzado un nivel casi místico en convertir cualquier tragedia en un meme viral. Y sí, cada uno de nosotros podría dar una clase magistral a nuestros padres sobre cómo reiniciar el router o desbloquear su cuenta de Facebook.
Nuestra educación y sueños truncados
Estudiamos como nadie: acumulamos títulos universitarios, cursos online y tutoriales de YouTube a las 3 AM que nos convirtieron en semiexpertos en todo y en nada. Dominamos habilidades como "trabajo en equipo" y "capacidad de adaptación" (traducción: soportamos lo insoportable). Pero mientras tanto, seguimos persiguiendo un futuro que parece esquivo, como el sueño de tener estabilidad financiera o el mítico concepto de jubilación (aunque el plan de retiro de la mayoría de nosotros es visitar la paradisíaca isla de Eutanasia).
Rituales cotidianos
Nuestro día a día incluye scroll infinito en redes sociales mientras soñamos con desconectarnos de ellas (ojalá viviéramos en el rancho, pero cuando vamos al rancho sudamos de nervios porque la señal es mala). Nuestra necesidad de cuidar algo se canaliza en coleccionar suculentas, sustitutas verdes de los hijos o la hipoteca que nunca tendremos. Nos reconfortamos con la nostalgia de los 90, cuando la vida era más sencilla y nuestra mayor preocupación era que nuestro Tamagotchi no muriera.
Tener mascotas se ha convertido en un lujo reservado para los millennials pudientes, esos especímenes raros que pueden permitirse alimentar a un ser vivo que no sean ellos mismos. Las mascotas son los nuevos hijos: demandan tiempo, dinero y cariño, pero con menos traumas generacionales (en teoría). Para el resto de nosotros, las plantas han tomado ese rol. Son las nuevas mascotas, más baratas y menos exigentes, aunque admitámoslo, algunos logramos matarlas igual. Entre macetas y suculentas, encontramos consuelo en criar algo que no nos juzgue si comemos ramen instantáneo por quinta noche consecutiva.
El futuro que imaginamos
Quizás un día logremos pagar el alquiler sin vender un órgano, encontrar un trabajo que combine realización personal y sueldo digno, o incluso, quién sabe, jubilarnos. Pero por ahora, seguimos avanzando, café en mano y memes en el calzón, recordándonos que si no podemos cambiar el sistema, al menos podemos burlarnos de él.
Nota: Este artículo fue escrito en una cafetería, bajo el brillo tenue de un MacBook financiado a plazos. Puede contener trazas de desesperación generacional.
Deporte
Revolucionamos la forma de entender el deporte porque, seamos sinceros, ¿quién tiene tiempo para ver un partido completo de fútbol americano con 3 horas de anuncios? Preferimos cosas más intensas como la UFC, donde por fin podemos ver gente dándose de hostias legalmente mientras hacemos multitasking con el móvil. La NFL que se la queden los boomers con sus interminables pausas comerciales; nosotros nos quedamos con la NBA y la Premier League, que al menos tienen ritmo y no necesitan 15 minutos para jugar 30 segundos.
Por supuesto, inventamos nuestras propias disciplinas como el Scrolling Infinito y el Maratón Netflix (Deportes Olímpicos para la crisis, por supuesto), porque si algo vamos a hacer durante horas, que al menos sea algo que disfrutamos. Y sí, aunque muchos digan que somos unos huevones que preferimos quedarnos en casa viendo series y comiendo palomitas (de maíz o de las otras los peruanos), la realidad es que somos la generación más fitness de la historia. ¿El truco? Simple: convertimos hasta el más mínimo movimiento en contenido para Instagram. Ese 76% que va al gimnasio semanalmente no miente, aunque sea solo para mantener actualizados los stories de ejercicio y conseguir likes.
El fútbol se ha convertido en nuestro deporte favorito después del Fortnite (que sí, es un deporte, que se jodan los puristas) porque es multicultural y no necesitas 27 pausas publicitarias para entenderlo. El Pokémon GO Walking fue nuestro breve romance con el ejercicio al aire libre, hasta que descubrimos que podíamos hackear la app desde el sofá, porque si algo nos caracteriza es nuestra eficiencia para optimizar el esfuerzo.
Y aunque seamos los más activos y físicamente aptos en comparación con otras generaciones, seguimos siendo unos fracasados en el amor, el trabajo y la vida en general. Pero hey, al menos tenemos abdominales para las fotos de Tinder y suficiente resistencia para ver temporadas completas de series en una sola noche.
Actitud frente al trabajo
Hemos revolucionado el mundo laboral porque nos negamos a vivir como nuestros padres, que vendieron su alma a cambio de una hipoteca y un Dodge Dart. Según unos estudios súper serios (que seguro que existen en alguna parte), hemos desarrollado esta cosa loca llamada dignidad laboral donde, agárrense, ¡queremos tener vida después de las 5 PM! Lo sé, lo sé, una locura total.
Nos hemos convertido en los maestros del trabajo flexible, que es una forma elegante de decir que podemos estar en una reunión importante mientras paseamos al perro y hacemos yoga en pijama o sin ella. Hemos elevado el arte de cambiar de trabajo a niveles olímpicos ¿Lealtad corporativa? Sorry, pero eso es tan 1985 como los hombreras, el fax y la palabra sorry.
Lo que los boomers llaman falta de compromiso, nosotros lo llamamos no morir de estrés antes de los 40 (de hambre quizá, pero no de estrés). Sí, queremos una cultura corporativa donde no te traten como a un número y donde puedas llamar a tu jefe por su nombre sin que le dé un síncope. Y sí, también queremos hacer un trabajo con propósito porque, sorpresa, pasar 40 años metiendo datos en Excel no es exactamente nuestra definición de realización personal (aunque sea un sueño húmedo de muchos).
Hemos convertido cada hobby en un side hustle potencial porque, entre la crisis económica, los precios de la vivienda y las cien microsubscripciones mensuales a aplicaciones no necesarias, necesitamos más fuentes de ingreso que un banco. Somos la generación que puede organizar una campaña viral de marketing mientras participa en una videollamada y gestiona un blog (ancestro en desuso de los TikTok) sobre plantas suculentas. ¿Que si respondemos tarde los emails? Bueno, es que estamos demasiado ocupados revolucionando el concepto de trabajo mientras intentamos pagar el alquiler con nuestros tres trabajos freelance e intentando vender nuestro material a algún degenerado en OnlyFans.
Y sí, buscamos feedback constante porque nos educaron para creer que siempre podíamos mejorar, aunque ahora resulta que eso también está mal. Es como si no pudiéramos ganar: si nos quedamos en un trabajo somos conformistas, si nos vamos somos inestables. Pero eh, al menos tenemos memes para sobrellevarlo y la capacidad de convertir cualquier crisis existencial en un podcast rentable.
Posturas políticas
Como miembro orgulloso de la Generación Y, puedo confirmar que tenemos una relación más compleja con la política de lo que nuestros padres boomers quieren admitir. Sí, puede que cambiemos nuestra foto de perfil cada vez que hay una crisis y que nuestro principal indicador económico sea el precio del aguacate en el brunch, pero ¿quién puede culparnos cuando heredamos un mundo donde comprar casa es tan realista como encontrar un unicornio? (cuando menos es más probable hallar ese cabállido en AliExpress).
Nos acusan de ser socioliberales selectivos, como si fuera algo malo querer legalizar la marihuana mientras protestamos contra los experimentos con animales que no usen marihuana. Y sí, ayudamos a elegir a Obama (qué tiempos aquellos), nos enamoramos políticamente de Bernie Sanders como si fuera el abuelo cool que nunca tuvimos, y luego tuvimos que ver cómo ganaba un señor naranja que parecía un Cheeto radioactivo. ¿Salimos a protestar? Por supuesto. ¿Volvimos a casa temprano para ver Netflix? También, porque el autocuidado es importante y los documentales sobre conspiraciones no se van a ver solos.
Últimamente tenemos beef con la Generación Z, esos chavales libertarios que creen que han inventado la rebeldía y se burlan de nuestros skinny jeans mientras promueven el capitalismo salvaje en TikTok. Nosotros al menos teníamos la decencia de quejarnos del sistema mientras tomábamos café de especialidad a $7.
En Hispanoamérica, hemos participado en tantos movimientos sociales que nuestros hashtags podrían llenar una enciclopedia. Del #YoSoy132 al #NoALaCorrupción, hemos protestado contra todo lo protestable, aunque a veces prefiramos quejarnos desde el home office mientras pedimos comida a domicilio mientras otro millennial aún menos afortunado nos la entrega.
¿Somos políticamente correctos? Puede ser, pero solo porque creemos que no cuesta nada no ser un cretino. ¿Nos importa la democracia? Claro, pero también nos importa poder pagarnos el alquiler mientras intentamos salvar el planeta con bolsas de tela y popotes de bambú.
Perspectivas económicas
La Precariedad Milenial (del latín precarius millennialis, porque nos encanta ponerle nombres a nuestra miseria) es nuestra realidad. Somos esa generación que ha convertido la falta de recursos en un reto de crecimiento personal disruptivo, porque, ¿qué otra opción tenemos? Nuestros títulos universitarios, esos que conseguimos con sangre, sudor y mucho semen café derramado, ahora sirven principalmente como salvamanteles. Y no hablemos de nuestras deudas estudiantiles, que rivalizan cómodamente con el PIB de algunos países pequeños como Senegal o Alemania como quedó tras recibir a media Siria.
Nuestra marca registrada no son las cuentas bancarias temblorosas, sino nuestras relaciones de compromiso absoluto con las plataformas de streaming. Contratos laborales estables, no; pero Spotify Premium Familiar, sí, gracias. Y ni hablar de nuestras maestrías avanzadas en la logística de compartir cuentas. La NASA debería con tratarnos (por favor, contrátennos, tenemos hambre, frío, miedo y somos feos).
Vivimos en lo que el mundo llama "hubs de operaciones multigeneracionales" (la casa de nuestros padres o los padres de algún otro millennial) o en el fascinante universo del "co-living disruptivo" (piso compartido de toda la vida). En cualquiera de los dos casos, nuestras colecciones de suculentas son legendarias. ¿Planes de pensiones? No, pero mira esta hermosa crassula ovata que acaba de florecer.
¿Dinero? Lo necesitamos para todo: alquiler, comida, suscripciones. Pero hemos desarrollado técnicas únicas para sobrevivir, como perfeccionar el arte de decir "te lo pago cuando cobre" o aferrarnos a las contraseñas de Netflix de nuestras exparejas con la tenacidad de un náufrago aferrado a un tablón (incluso fingimos seguir siendo amigos para no renunciar a la cuenta o a la casa compartida).
Religión
Como millennials, mantenemos una relación compleja con la espiritualidad. Lo nuestro es el "creer sin pertenecer" y el ya famoso "soy espiritual pero no religioso", que es nuestro equivalente al "es complicado" de Facebook. Hemos reemplazado los lugares de culto tradicionales por sesiones de yoga, retiros de meditación y rituales de limpieza energética con cristales que pedimos por Amazon Prime (con envío gratis, obviamente).
Según un estudio que vi por ahí pero no guardé el link, el 78% de nosotros creemos en "algo", aunque ese "algo" puede ser cualquier cosa, desde el karma instantáneo en redes sociales hasta esa fuerza superior que decide eliminar nuestras series favoritas justo cuando llegamos a la última temporada. Nuestra práctica religiosa más común es compartir memes de "Namaste" y citar frases del Dalai Lama que encontramos en Pinterest sin verificar si realmente las dijo.
Hemos desarrollado nuestros propios sistemas de creencias híbridos, mezclando elementos del budismo, cristianismo, astrología y las enseñanzas de esa influencer de bienestar holístico que seguimos desde 2019. Nuestros altares modernos incluyen una vela aromática que compramos en oferta, un buda de plástico que nos regaló una tía, cristales curativos y una foto enmarcada de nuestro mejor café art con filtro Valencia.
Hemos actualizado el concepto de pecado para incluir ofensas verdaderamente imperdonables como no reciclar, hacer ghosting o usar Comic Sans en una presentación laboral. Y en lugar de confesarnos en una iglesia, subimos Instagram Stories que desaparecen en 24 horas, que viene a ser como una absolución digital pero con más filtros y stickers.
Tipos de Millenials
Los Millennials pueden categorizarse en distintas tribus urbanas basadas en sus peculiares hábitos de supervivencia en un mundo que heredaron.
El Millennial Cafeinómano Digital habita principalmente en espacios de coworking, donde su dieta consiste en café artesanal a $7 y aguacate toast. Su hábitat natural incluye cualquier lugar con WiFi gratis y enchufes disponibles. Se le reconoce por su capacidad de teclear a velocidades supersónicas mientras mantiene cinco videollamada simultáneas.
El Millennial Nostálgico vive en un constante estado de añoranza por los 90, período que considera la edad dorada de la humanidad. Colecciona Tamagotchis no-irónicamente y puede recitar de memoria todos los episodios de Drake & Josh. Sufre crisis existenciales cuando sus referencias culturales son respondidas con "ok boomer" por la Generación Z.
El Eco-Millennial Ansioso divide su tiempo entre compartir infografías sobre el fin del mundo en Instagram y culparse por no usar suficientes productos sustentables. Su mayor logro es tener una colección de popotes de bambú que olvidó llevar consigo el 97% de las veces.
El Millennial Multichamba ha perfeccionado el arte de mantener tres trabajos remotos simultáneos mientras construye su "marca personal" en LinkedIn. Su biografía invariablemente incluye términos como "ninja digital", "gurú del marketing" o "emprendedor disruptivo", aunque sigue pidiendo dinero prestado a sus padres para la renta.
Ah, el Millennial Negacionista, también conocido como "El Boomer Accidental" - una fascinante especie que nació entre 1981 y 1996 pero vive en un estado de negación generacional permanente. Se le puede encontrar en su hábitat natural escribiendo comentarios como "estos millennials de ahora..." en videos de TikTok bailados por la Generación Z. Esta peculiar variante se caracteriza por quejarse de "la juventud de hoy" mientras usa inconscientemente jerga millennial. Padece de amnesia selectiva sobre su propia adolescencia y juró que jamás fue así de "intenso" aunque tiene guardadas en algún lugar fotos con corte de pelo emo y una cuenta abandonada de Fotolog.
Lenguaje y comunicación millennial
El lenguaje millennial se caracteriza por ser literal y figurativamente no poder ni ahí. Incluye una mezcla caótica de spanglish, referencias a memes antiguos que se niegan a morir, y un uso excesivo del "literal" que literalmente no tiene nada de literal.
Expresiones básicas de supervivencia:
- "Ya fue" - Declaración formal de derrota ante cualquier situación
- "No hay pedo" - Manifestación zen de aceptación universal
- "F" - Expresión de luto digital que reemplazó al anticuado "RIP"
- "Equis" - Versión minimalista de "ya fue"
- "Me emperra" - Estado de irritación superior al enojo pero inferior al rage quit
- "OMG" - Invocación divina que raramente implica verdadera sorpresa
- "YOLO" - Justificación universal para decisiones cuestionables
- "Chill" - Orden imposible de ejecutar en momento de crisis
Modulaciones de estado anímico:
- "Morí" - Puede significar desde risa extrema hasta fracaso catastrófico
- "No puedo con la vida" - Estado predeterminado de lunes a domingo
- "Mood" - Cualquier imagen que represente el actual estado de desastre existencial
- "Same" - Expresión de solidaridad ante cualquier tragedia
- "FOMO" - Ansiedad social digitalizada en cuatro letras
- "Yass" - Explosión de entusiasmo que puede o no ser genuina
Expresiones de risa existencial:
- "LOL" - Risa que nunca ocurrió en la vida real
- "LMAO" - Cuando ni el "LOL" alcanza para expresar el vacío
- "ROFL" - Nadie realmente se ha revolcado de risa desde 2010
- "jsjsjsjs" - Risa en español latino que indica un ACV digital
- "ded" - Versión abreviada de "dead" para cuando ni hay energía de morir completo
Comportamientos digitales:
- "Stalkear" - Arte fino de investigación social no consentida
- "Orbiting" - Fantasmeo profesional con recordatorios periódicos de existencia
- "DIY" - Intentar arreglar algo y posiblemente empeorarlo en el proceso
Intensificadores:
- "Así bien" - Precede cualquier adjetivo para darle énfasis innecesario
- "Literal" - Palabra que paradójicamente significa "figurativamente"
- "Super" - Prefijo obligatorio para cualquier adjetivo básico
- "Básicamente" - Palabra que precede explicaciones que no son nada básicas
Expresiones laborales:
- "Se viene" - Algo que probablemente nunca llegue
- "Hacer home office" - Trabajar desde la cama con pijama de dinosaurios
- "Dar update" - Enviar un correo que nadie leerá
- "Ponernos al día" - Reunión de tres horas que pudo ser un mail
Respuestas pasivo-agresivas:
- "K" - La forma más eficiente de declarar guerra
- "Ah ok" - Tratado completo de hostilidad en dos sílabas
- "Fino señores" - Sarcasmo elevado a arte
- "Cool" - Cuando realmente nada está cool
- "Equis de" - "XD" deletreado para maximizar la ironía
Notas finales:
- El uso de "xd" en minúsculas denota depresión millennial
- El "jajaja" se extiende proporcionalmente al nivel de dolor interno
- Los signos de puntuación son opcionales y posiblemente boomer
- Los emojis se usan irónicamente, excepto 💀 que siempre es literal
- Los "..." son el equivalente textual a un suspiro de decepción
- Usar "(?)" significa "no me hago responsable de lo que acabo de decir"
- El ":v" es considerado reliquia arqueológica del lenguaje digital
- Escribir en mayúsculas significa que estás LITERALMENTE MURIENDO
Milenials y Generación Z
Nos pasa seguido: confundimos nuestra generación, los Millennials, con la Generación Z, y parece que es por algo llamado "amnesia generacional selectiva". Nos ponemos a ver cosas en redes sociales, identificamos tendencias protagonizadas por adolescentes y veinteañeros nacidos después de 1997 y decimos cosas como "estos Millennials de hoy en día", como si no estuviéramos hablando de nosotros mismos.
La confusión se hace más evidente cuando, teniendo 35 años, vemos a chicos de 16 bailando en TikTok, comiendo cápsulas de detergente o lamiendo asientos de inodoro de avión, y nos quejamos en Facebook sobre "los Millennials y sus tonterías". Es como si olvidáramos que crecimos viendo MTV, usando Messenger y soñando con trabajar en Jackass cuando creciéramos.
A veces incluso criticamos a "nuestra generación" porque "no sabe usar tecnología analógica". Pero, claro, ¿quién creció grabando canciones de la radio en cassettes, usando VHS y programando el reloj del VCR para los papás? Nosotros.
Según algunas teorías (no científicas, pero que tienen mucho sentido), esto nos pasa porque ya estamos entrando en la fase de adultos quejumbrosos. Ese rol antes estaba reservado para generaciones mayores, pero ahora nos toca a nosotros.
Categoría | Millennials | Centennials |
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Edades | Nacimos entre 1981 y 1997, ahora tenemos entre 24 y 45 años, y nos sentimos viejos y deprimidos | Nacieron entre 1997 y 2015, ahora tienen entre 6 y 24 años, y se creen jóvenes e invencibles, porque no tienen ni idea de lo que les espera. |
Infancia y crianza | Criados con "sí estudias, tendrás éxito". Resultado: tres maestrías y viviendo con roomies. | Criados con "el planeta se muere y la economía es un chiste". Resultado: tienen un plan de negocios desde los 12. |
Tecnología | Sobrevivimos al dial-up, MSN y la muerte de Napster. Creemos que sabemos de tecnología. | Nacieron con un iPad en la mano. Se ríen de nosotros cuando intentamos usar TikTok. |
Educación | "Necesito este título universitario para triunfar en la vida." | "¿Universidad? Mejor aprendo coding en YouTube y abro mi startup." |
Trabajo | Actualizan LinkedIn obsesivamente y tienen 47 versiones de su CV. | "¿Trabajo? LOL. Mejor vendo NFTs y hago unboxings en YouTube." |
Comunicación | Escriben correos formales con "Estimado/a" y revisan 5 veces antes de enviar. | Responden todo con "💀" o "no ❤️". |
Entretenimiento | Organizan maratones de series y se quejan de que ya nada es como Friends. | Ven videos de 15 segundos en loop y somehow tienen mejor capacidad de análisis. |
Finanzas | "Si dejo de comprar aguacate toast, quizás pueda pagar la entrada de una casa en 2045." | Tienen tres wallets crypto y entienden qué es DeFi (aunque tampoco pueden comprar casa). |
Redes sociales | Mantienen Facebook "por los recuerdos" y postean fotos del brunch. | Tienen 5 cuentas anónimas en cada red y pueden hacer viral cualquier cosa en 2 horas. |
Música | "La música de ahora no es como la de antes" mientras escuchan el mismo playlist desde 2010. | Escuchan hyperpop soviético mezclado con reggaeton medieval y somehow tiene sentido. |
Moda | "Por fin encontré mi estilo" usa skinny jeans y camisas básicas. | Mezclan modas de todas las décadas y lo hacen funcionar. Cancelaron los skinny jeans. |
Salud mental | Van a terapia y lo postean en Instagram. | Hacen memes sobre sus traumas y es extrañamente más efectivo. |
Activismo | Comparten infografías y firman peticiones online. | Organizan protestas globales por TikTok y hacen colapsar apps de brokers. |
Futuro | "Tal vez algún día pueda jubilarme." | "¿Jubilación? ¿Eso se come?" |
Política | "Eat the rich" mientras piden préstamos para un iPhone. Tienen pronombres en bio y banderitas en el nombre. | "El libre mercado resolverá el cambio climático". Tienen foto de perfil de anime con traje y NFT de mono. Su economista favorito es un youtuber que vive con sus padres. |
Estilo de vida | Veganos flexitarianos que se sienten culpables por usar plástico. Separan la basura mientras el mundo arde. | "La Tierra es plana y las vacunas tienen chips 5G". Hacen trading de crypto mientras escuchan podcasts sobre masculinidad sigma y teorías conspirativas. |
Influencias | Citan a Marx sin haberlo leído y comparten infografías sobre interseccionalidad. | Su filosofía política viene de memes de 5chan y videos de "DESTRUIDO CON FACTS AND LOGIC". Idolatran a Elon Musk de manera no irónica. |
Debates | Escriben hilos de 47 tweets sobre por qué algo es problemático. | "No argumento con NPCs" procede a compartir 15 videos de Ben Shapiro. Responden todo con un wojak. |
Causas sociales | Marchan por el cambio climático y postean sobre ello en Instagram. | "El calentamiento global es un invento de Bill Gates para vendernos paneles solares". Hacen videos explicando por qué el patriarcado es en realidad bueno. |
Referentes | AOC, Greta Thunberg, influencers que hacen unboxing de productos sostenibles. | Andrew Tate, Jordan Peterson y cualquier podcaster que hable de "mentalidad de tiburón" desde el sótano de sus padres. |
Cultura geek | Discuten por qué su saga/universo ficticio es mejor y coleccionan merchandising. | Crean universos alternos crossover en fanfics que son mejores que el material original. |
Dating | Tienen 5 apps de citas pero siguen stalkeando a su ex de 2010. | "Las relaciones son un constructo social" tiene 3 novios virtuales y un bot de IA. |
Videojuegos | "Los juegos de ahora son muy fáciles" no ha pasado del tutorial de Elden Ring. | Speedrunean Dark Souls usando un control de Guitar Hero mientras streamean. |
Conspiraciones | "El gobierno nos espía a través de Facebook." | "El gobierno es un social experiment de TikTok." |
Apocalipsis | Se preparan para el fin del mundo comprando plantas, bebiendo el equivalente de su peso en alcohol y aprendiendo a hacer pan. | Ya viven en modo post-apocalíptico y tienen mejor plan de supervivencia basado en memes. |
Manifestaciones | Organizan protestas con carteles creativos y hashtags. | Hacen que una empresa pierda millones en bolsa usando solo emojis y una rana. |
Referencias
- ↑ En un laboratorio de aquel entonces sucedió: "¡Mirad, he creado una molécula letal que ataca al sistema inmunitario humano!" dice el científico con voz dramática. Mientras tanto, otro investigador exclama: "¡Mejor aún, acabo de inventar una cinta para grabar videos en casa! La era analógica en casa ha comenzado".
Véase también
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