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Mad Men

De Inciclopedia
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Si te descuidas, te venden un vídeo Beta.

A caballo entre la decadencia de la entrañable, loca y convulsa década de los 50, y el florecimiento de la incipiente, loca y convulsa década de los 60, un grupo de borrachines entrajetados intentaban vender cigarrillos, cremas antiacné y sujetadores con relleno a los despreocupados norteamericanos desde una oficina de Madison Avenue, Nueva York, en plena oleada de magnicidios, Guerra Fría, misiles comunistas cubanos y televisores de 512 líneas. La historia de Mad Men es la historia de este grupo de publicistas sin escrúpulos en un mundo donde el derecho al tabaco, al alcohol, al racismo y al acoso sexual consuetudinario en horario laboral se incluían por contrato en el convenio colectivo de todo directivo o cargo intermedio que se preciara de serlo. Y por supuesto, la de sus secretarias también.

Personajes

Don Draper

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Don Draper. No tiene contrato.
Don Draper, a punto de darte una colleja.

Don Drapertm es la marca registrada del sueño americano. Con su imperturbable rostro de cemento armado despierta pavor y envidia a partes iguales entre los granujas de sus compañeros de trabajo. Director creativo de la empresa publicitaria Sterling-Cooper, disfruta de un amplio despacho totalmente equipado con un amplio surtido de camisas blancas, botellas de Jack Daniels, cajetillas de Lucky Strike, un cómodo sofá cama con secretaria incorporada y una carpeta llena de recortes de periódico para disimular. De dicotómica personalidad, alterna magistralmente los registros interpretativos “Con gomina/Sin gomina”; “Con esposa/Con harén” y “Don Draper/Dick Whitman”. Efectivamente, lo único que tuvo que hacer para escabullirse de la primera línea del frente de la Guerra de Corea fue colocar una granada de mano bajo la almohada de su sargento a punto de licenciarse, e intercambiar sus placas de identidad para volverse a casa silbando con un nombre nuevo, una medalla al valor, y todas las extremidades intactas. Disimula estupendamente su figura de respetable padre de familia con esposa y tres hijos a base de acumular una media de cuatro amantes por temporada sin discriminación de raza, religión, edad u opción política. Los rumores acerca del ignoto contenido del misterioso maletín que siempre le acompaña no han podido ser confirmados ni desmentidos a día de hoy. No tiene contrato.

Peggy Olson

La Señorita Rotenmeyer, vestida para matar.

Al igual que Betty la Fea, da sus primeros pasos en el mundo caníbal de la empresa neoyorquina desde su posición de Patito Feo de provincias que debe defenderse de los depredadores con corbata y las serpientes con liguero. Al igual que Betty la Fea, su gran inteligencia y formación la hacen superar todos los obstáculos imaginables y medrar en su trabajo cual ave de rapiña pasando de mera secretaria-carne-de-palmada-en-el-culo-y-revolcón-en-el-lavabo a creativa con despacho propio y derecho a diez hectolitros de licor de pera al mes. Al igual que Betty la Fea, su personaje va sufriendo una transformación física evidente, dejando atrás el pacato corte de pelo sureño y las enaguas de los años veinte para arrojarse valientemente al vaporoso mundo del diseño exclusivo y el maquillaje asesino. Al igual que en Betty la Fea, nadie parece apreciar la diferencia.

Pete Campbell

¡Rápido! ¡Que alguien le dé con la pala!

En toda serie de televisión que se precie existe un personaje que provoca en el telespectador una sensación de repulsión instantánea y un impulso irrefrenable de aplastarle el cráneo con una pala lo más rápidamente posible. Petulante, engreído, envidioso, mezquino, ruin, vil, rastrero, despreciable, codicioso y pegajoso, el ejecutivo de cuentas Peter Campbell encarna el arquetipo con una efectividad digna de admiración. A pesar de ser vilipendiado, humillado, ninguneado y torpedeado masivamente por sus compañeros prácticamente a diario, suele alcanzar su objetivo de amargarle la mañana a compañeros, jefes y secretarias con una asiduidad más que correcta. Como no podía ser de otra manera tratándose del mundo de la publicidad, todas estas características le permiten desempeñar su labor de una manera extremadamente competente, por lo que consigue agenciarse un buen puesto en el organigrama de Sterling-Cooper a base de unas buenas dosis de trapacería, maquinación maquiavélica, zancadillas disimuladas y chantajes diversos.

Joan Holloway

Joan Holloway, o la negación plausible de la línea recta.

La voluptuosa, sinuosa y esponjosa jefa de secretarias que maneja en la sombra los hilos de la empresa. Prima segunda de Marilyn Monroe, utiliza sabiamente sus armas de mujer para hacer y deshacer a su antojo entre directivos libidinosos y subordinadas histéricas. Cuenta con un importante arsenal de camisas blancas de repuesto y un kit de costura de emergencias con el que arreglar rotos, descosidos y secciones de arterias femorales por accidente con maquinaria de jardinería. De sospechoso parecido con un alienígena de Mars Atttacks disfrazado de Glenn Close, provoca diariamente entre sus colaboradores varias luxaciones de cuello de diversa consideración con sus contoneos matutinos de camino a la máquina de café.

Roger Sterling

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Roger Sterling. Su nombre está en el edificio.

Socio fundador de su semihomónima empresa, Sterling es un apasionado aficionado a los almuerzos de trabajo de seis platos y dos postres; al vino de California; a las secretarias voluptuosas y al triple bypass coronario. Su plateada cabellera le cuesta a la empresa trescientos dólares mensuales en tintes resistentes a la lluvia de tipo #F7F8E0. Tras divorciarse de su amantísima pero arrugadísima esposa, planea contraer matrimonio con la totalidad del cuerpo de secretarias y fija sus objetivos a medio plazo en el personal femenino de paquetería y embalajes. En su tumultuosa relación con Donald Draper hay sitio para irse de juerga por los casinos ilegales de Nueva York, tirarle los tejos a su esposa sin el menor atisbo de sonrojo o disimulo, y embadurnarse la cara con betún para entonar pegadizas melodías en clave de blues. El característico doblaje en tres picos del pañuelo de su bolsillo le otorgan un aire de poder sólo superado por el de su socio Bertram Cooper, que demuestra su condición de macho alfa del grupo mostrando en el bolsillo de su chaqueta nada menos que cuatro picos y el bolígrafo de firmar las nóminas.

Betty Draper

Es la esposa de Don Draper, con todo lo que ello conlleva. Sus angustiosas exigencias como ama de casa con tres hijos y sólo cuatro criadas de color (negro) la obligan a relajarse practicando la equitación, asistiendo a los oficios dominicales, sometiéndose a sesiones semanales de psicoterapia, encabezando agrupaciones vecinales para solicitar el repintado de las bocas de incendio y desmayándose una y otra vez en el sofá malva de la salita rosa al más puro estilo Barbie Bovary. La magnitud de sus actuaciones pasivo-agresivas sólo puede compararse con la de su armario ropero. Disfruta del noble arte del tiro al pato con escopeta de cañones recortados, y desde su jaula de barrotes de oro macizo somatiza con maestría histérica y destreza pertinaz el furor uterino que le suele invadir a la hora del té con pastas de la sobremesa.

Más corbatas

It´s raining bussiness men.
  • Bertram Cooper: Socio fundador aficionado al estilo de vida oriental. Entrar en su despacho sin descalzarse previamente es motivo inapelable de despido y muerte por mil cortes. Su peculiar sentido de la estética causa importantes quebraderos de cabeza a los sufridos empleados a quienes pide opinión sobre sus recién adquiridas obras de arte.
  • Ken Cosgrove: Archienemigo de Pete Campbell, codirector del departamento de cuentas, escritor aficionado de novelas de ciencia ficción. Nunca deja que los demás lean sus obras. ¿Y si no les gustan? ¿Y si le dicen que no valen nada? No sería capaz de soportar un fracaso como ese...[1]
  • Lane Pryce: Director financiero primo de Benny Hill. Lo único que quiere es encontrar un autobús colorado de dos pisos para volver a su cuchitril londinense con vistas al Támesis. Disfrutaba firmando despidos a diestro y siniestro hasta que la empresa decidió enviarlo a hacerse cargo de la subdivisión de Kuala Lumpur. Mostró su disconformidad al respecto despidiendo a todo el cuerpo directivo, incluyéndose a sí mismo. Los resultados fueron espectaculares.
  • Salvatore Romano: Director del departamento artístico, o dicho de otra forma: dibujante. Por aquel entonces la publicidad transitaba con paso firme por el terreno del diseño gráfico manual. Lamentablemente, la huracanada irrupción de la televisión y sus por aquel entonces poco comprendidos intereses amorosos le pusieron de patitas en la calle. Se rumorea que sobrevive haciendo caricaturas a dos dólares en el Bronx.

Temática recurrente

Sopa de tomate con Vodka: adiós a las resacas.
  • La elegancia en el vestir: ¡Ríase usted de las indumentarias y perifollos con que nos sorprenden a diario las tribus urbanas de hogaño que despreocupadamente campan a sus anchas por las calles de nuestras ciudades! Todas ellas tienen mucho que aprender de la clase en el vestir de estos hombres y mujeres. Para ellas, los vestidos ceñidos a la cintura con fajas estrangulantes y los sujetadores armados con refuerzos de adamantio estaban a la orden del día. Para ellos, corbatas de seda italiana, sombreros de fieltro y zapatos de piel de canguro eran adminículos indispensables en la oficina, en casa y hasta en la ducha. Pasear sin sombrero por la quinta avenida suponía inmediatamente una deportación a México.
  • La mujer en el trabajo: El único motivo por el que las secretarias de Draper & CIA no hacen las funciones de mesilla supletoria para apoyar la copa es porque no tienen la cabeza lo suficientemente cuadrada (al menos la mayoría). Todo lo demás entra dentro de sus competencias, siempre y cuando entendamos "todo lo demás" como zurcir calcetines, planchar camisas, preparar cócteles y proporcionar coartadas para las esposas de los jefes ante las consuetudinarias infidelidades matrimoniales protagonizadas por ellas mismas en concepto de horas extras pobremente remuneradas.
  • La mujer en el hogar: Véase el punto anterior, y añádase la labor reproductora. De vez en cuando se les permite montar a caballo y desmayarse en el sofá malva de la salita rosa.
  • El tabaco en todos los sitios: En aquellos felices días, la todopoderosa industria tabacalera aún no se había dado de bruces con los furibundos legisladores exfumadores que actualmente nos persiguen por todos los rincones con una pistola de agua y una libreta de multas. Lucky Strike no provoca cáncer; Lucky Strike it´s toasted. Las duchas de los años cincuenta no incorporan hidromasaje, pero sí cenicero.

Véase también...

¿Enlaces? ¿Quién necesita enlaces habiendo fotos de Christina Hendricks?
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Notas

  1. ¡Un momento! ¿De qué me suena todo esto...?