Automóviles aéreos

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Nada mejor que dsfrutar el atochamiento jugando ajedrez.
Cita3.pngMe encanta manejar en hora puntaCita4.png
— Conductor gay del futuro.
Cita3.pngCuando vamos atrasados al cine con Louisa Lane, es la mejor opciónCita4.png
Superman sobre su automóvil aéreo.
Cita3.pngNo tengo cómo pagar el peajeCita4.png
— Conductor sin efectivo, en caída libre.

Un tema habitual de los futurólogos del siglo XX y que terminó convirtiéndose en materia de la ciencia ficción es el de los automóviles aéreos o voladores. Con este concepto identificamos ciertos vehículos que en vez de chocar en carreteras normales lo hacen en el cielo, impulsados por algunas energías no convencionales o simplemente por la imaginación del autor que se trate.

Los automóviles aéreos se suponen la solución a calles abarrotadas de vehículos, lo único real de este artículo. Sin embargo, los autores que de esto escriben no han sido capaces de anticiparse a las consecuencias de una solución de este tipo, como cambiar una rueda en medio de la nada o el efecto de ensombrecimiento que podría conducirnos a todos a sufrir los efectos dermatológicos de Michael Jackson.

Historia

Los primeros automóviles aéreos no tenían muy buena pinta que digamos.

Pionera de esta visión fue la literatura fantástica del autríaco Erich Fliegendewurst, quien en 1820 (unos 30 años antes de la Revolución Industrial) describió por primera vez ingenios con características de este tipo. El mérito del escritor europeo no sólo se limitó a imaginar este medio de transporte antes de la irrupción de la caldera a vapor y la combustión interna, sino que por esos tiempos las carreteras permitían la cómoda circulación de carruajes de caballos y en las ciudades los atochamientos sólo se referían a la enorme cantidad de mierda que los equinos dejaban a su paso. Es por ello que se le considera además un adelantado del urbanismo.

Los primeros automóviles voladores pueden apreciarse en la películo Metrópolis del director alemán Fritz Lang, más conocido por su excelente receta de lomo kassler. En el filme, Lang retrata un mundo del futuro en el que el transporte se basa principalmente en el uso del avión. Para graficar esto, el director usa unas graciosas animaciones que hacen quedar a los Muppets como robótica avanzada, pero al ser la película en blanco y negro adquiere todo un aire elegante y artístico (será porque en esos tiempos el cine en color todavía no se había inventado).

En esos momentos el público se maravilló pero, ¿cómo resolverían los atascos, señoras manejando en forma aleatoria o ancianos a baja velocidad? Lo más evidente es que dado que en el filme aparecían biplanos al estilo del Barón Rojo, la mejor solución era darle golpe de metralla al otro conductor y esperar que los restos del aeroplano no caigan en la casa de algún conocido.

Acercándonos a tiempos actuales, en 1938 Henry Ford diseñó el Ford "F" (por "f" de Ford fly, vuelo). Conciente del impacto que en calles y autopistas había producido la masificación de sus vehículos, el ingeniero estadounidense ideó un automóvil volador que no salió del tablero de dibujo porque la inminente Segunda Guerra Mundial cambió las prioridades industriales del país. Conspiró también a su producción que todos los Ford eran negros, y los estudios de mercado decían que los consumidores preferían este modelo pintado de rosa.

Algunos intentos serios

El mundo no sería tan interesante sin aquellos arriesgados inventores que han desarrollado seriamente esta opción.

Autoplano de Glenn Curtis

En 1917, el ingeniero estadounidense Glenn Curtis, preocupado por la cantidad de viejas atropelladas en las cada vez más atestadas calles de Estados Unidos, creo el autoplano, híbrido literal de avión y automóvil. Pese a su ingenio, El invento presentaba serios problemas de sustentación y requería una calle despejada y de longitud mayor a la pista de aterrizaje de un avión Concorde, cuestiones que nadie tomó en importancia, hasta que una anciana murió de un ataque al corazón al impresionarse con las pruebas del vehículo. Fue en ese momento que Curtis no perseveró en su invención.

Autogiro de Juan de la Cierva

Fácil de estacionar en cualquier esquina española.

El científico e inventor español Juan de la Cierva, creador del engendro conocido como Autogiro, creía que la utilización masiva de este antecesor del helicóptero era la solución para las atestadas calles de Madrid. El autogiro era básicamente un avión dotado de un rotor sobre la cabina que aportaba sustentación y permitía el aterrizaje y despegue verticales. En abstracto, era ideal para saltarse los atochamientos de la Gran Vía y llegar a tiempo para la siesta obligatoria, pero el gran tamaño del rotor impedia aterrizar en cualquier jardín promedio o bien guardar el vehículo en una cochera estándar. En lo sucesivo, salvo algún yankee perdido de compró la patente de invención del ingenio, el autogiro fue útil para rellenar los vacíos salones de exposición de los museos aeronáuticos españoles.

Flying Ford Pinto

Al Ford Pinto se le caían las alas cuando el piloto intentaba aterrizarlo mientras se incendiaba.

Henry Smolinski ideó el Ave Mizar que era un Ford Pinto con todos los accesorios tales como radio y aire acondicionado para que en 1973 pueda levantar vuelo. Sin embargo, este modelo se caracterizaba por explotar al mínimo contacto, por lo que fallecieron varios pilotos de prueba y un par de monos al aterrizar los primeros prototipos.

Autotransporte por levitación felina y guiado GPS

Esta idea es probablemente la que podría tener mayor éxito en la implementación de un sistema de este tipo. Atribuida a varios creadores como el Gato con Botas en sus tiempos de desempleado, a Silvestre buscando una forma práctica de poner a Piolín sobre el plato y a otros connotados felinos domésticos, este sistema se basa en la utilización de la paradoja del gato y la tostada mediante un sistema de control de tránsito basado en GPS. Se estima que esta opción será exitosa en unos cino años en algunas de las ciudades más atestadas del mundo gracias a la disponibilidad de tostadas con mantequilla, gatos y teléfonos celulares.

Dificultades para su implementación

Familia a punto de ocasionar un accidente por mirar a la cámara.

El desarrollo de un sistema de transporte basado en el automóvil aéreo ha planteado históricamente muchos problemas, para los cuales se han formulado ingeniosas soluciones que sin embargo no han fructificado en una propuesta práctica.

Según ingenieros de tránsito un sistema operativo de este tipo incrementaría en un 120% los accidentes de tráfico, sobre todo en carreteras de alta velocidad, pues las consecuencias de detenerse para subir a una rubia apetitosa que hace autostop en mitad de la ruta pueden ser nefastas. Asimismo, las panas de gasolina pueden significar la muerte de familias completas a la hora del almuerzo dominical.

Sobre las calles comunes y corrientes de cualquier ciudad el problema sería evadir a los limpiadores de parabrisas, mendigos y y otros profesionales de la caridad mediante el uso del radar. De hecho, se discute si los semáforos como tales existirían, pues para ello debieran estar suspendidos en el aire mediante algún truco de dibujo animado.

Es importante destacar el caos que se generaría a la entrada de cada mall o centro comercial, con vehículos cargando camas de dos plazas en el ala superior, o los choques con carritos de supermercado que podrían llevar a la quebra a la compañía de seguros más poderosa del mundo. Salidas de misa, y de clases en los colegios generarían efectos similares.

Véase también